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El ‘squirt’ por encima de todo: la sobrevaloración del orgasmo con fluidos

«¿Haces squirt, me preguntaba una vez por mensaje de Instagram un chico.

Le dije que eso era algo personal (que además de serlo, no sé cómo se sintió con la confianza de lanzar esa pregunta de la nada) y me contesto: «Vale, entonces es que no».

Fin de la conversación.

mujer agua

PEXELS

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Me encantaría decir que fue la única vez que tuve un diálogo del estilo, pero no, la influencia del squirt llegó mucho más lejos y me vi en situaciones parecidas.

Mi sensación era que «¿Haces squirt?» era el nuevo «¿Vas al gimnasio?». Como que se había popularizado como forma de romper el hielo.

Pero también que se usaba como vara de medida. Casi haciendo sentir que, si no lo experimentas, formas parte de una categoría de amantes menos interesante.

O que eres rara.

Primero fue la desconfianza hacia el clítoris. Si no tenías un orgasmo solo con la penetración, algo pasaba contigo. Y no era precisamente bueno.

Ahora es si no eyaculas. Si no eres capaz de disparar chorros de agua como las fuentes de La Granja de Segovia, ¿cómo va a saber la otra persona si lo has disfrutado realmente?

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Conseguir el squirt no es sacarse un examen de conducir, no significa que seas un compañero sexual increíble.

Habrá mujeres que lo tengan y quienes no lo lleguen a experimentar en la vida.

Quienes eyaculen desde la adolescencia y quienes suelten su primer chorrito casi en la cuarentena. Es algo que puede depender de un sinfín de factores y no solo de quién nos está tocando.

Pero considerarlo algo universal y verificación inequívoca del disfrute, es solo la enésima prueba de que las fantasías de las películas eróticas no se han quedado en la pantalla del móvil y han empapado el imaginario erótico masculino.

Así que aprovecho para recordar que es una cuestión íntima (¿voy yo preguntándote qué tamaño de juguete te metes por detrás?) pero sobre todo que -por muy frecuente que resulte en la ficción de la pornografía-, es algo que le sucede entre al 15 y 55% de las mujeres, es decir, no es una mayoría absoluta.

Ah, y que si no lo experimentas, no quita que no tengas unos orgasmos increíbles, pero que mejor no tener presión encima con el hecho de que se espere de nosotras ser un aspersor entre las sábanas.

Así que más que especializarse en técnicas de squirt, propongo que se piense en disfrutar y punto.

Porque lo que todas tenemos en común, ya que está especializado en ello, es el clítoris.

Mara Mariño

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Los juguetes sexuales han cambiado de color por estos motivos (y ya no se lleva el rosa)

Aunque puede parecer que el boom de los juguetes sexuales ha venido con el succionador de clítoris, fue en los años 90 la primera vez que reventaron el mercado (y vaya si lo reventaron).

En concreto gracias a Sexo en Nueva York -¿quién no ha visto la serie a estas alturas?-, cuando Samantha les descubrió a sus amigas su vibrador conejito.

juguetes sexuales

WOMANIZER

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Aquel producto en color rosa semitranslúcido abrió la puerta a un sinfín de vibradores que vendrían detrás y se convirtió en el juguete más buscado.

El placer femenino salía a la luz por la puerta grande con un artilugio que penetraba la vagina y estimulaba el clítoris al mismo tiempo.

Y todas las variantes compartían que, además de buscar dar placer -en la intimidad o acompañadas, eso ya era decisión de cada una- venían en fucsia, rosa chicle, rosa pastel o rosa Barbie.

Si hubieran protagonizado una película habría sido 50 sombras de rosa.

Casi parecía que los empresarios se habían reunido alrededor de una mesa y habían dicho: «Bueno, es un juguete para mujeres, estamos todos pensando en el mismo color, ¿no?».

En los 90 y 2000 daba igual el tipo de producto, su función o por dónde querías introducirlo, solo parecían existir dos categorías, la rosa, la femenina y la negra, la masculina.

Los succionadores, encabezados por el Satisfyer, se hicieron aún más populares que sus predecesores precisamente por poner sobre la mesa lo que nosotras ya sabíamos: que la penetración no es imprescindible para llegar al orgasmo si hay estimulación del clítoris.

Y no solo eso, sino que además se alejaron -por fin- del rosa. Ya no es el color que parece exclusivo de lo femenino.

Los hay de diferentes colores (morados, verdes, lilas, azules, rojos, burdeos…) y con todo tipo de formas, desde los más aerodinámicos, que parecen una escultura moderna, al que tiene forma de rosa o de patito de goma.

Esta nueva generación de juguetes cada vez se parecen menos a las copias plásticas de pene por las que empezaron las empresas de juguetes y se adaptan más a la anatomía (y gustos) de las clientas a las que van destinados.

Entre tanto avance, el morado ha ido escalando posiciones hasta convertirse en el nuevo rosa.

Por un lado porque, al estar ligado con el feminismo, es sinónimo de empoderamiento femenino. También porque además representa riqueza, realeza, magia y espiritualidad.

Otra de las razones que ha hecho que las empresas de juguetes lo utilicen más frecuentemente se debe a que es el tono que resulta de la combinación entre rosa -más asociado a mujeres- y azul -asociado a hombres, por lo que sería un color de género neutro.

Sí, que todas, todos y todes nos sintamos representadas con lo que vemos en las estanterías, es una buena razón para teñir de nuevos colores lo que usamos en la intimidad.

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Aunque no me olvido de los patrones de consumo que hay detrás. Según un artículo de Gizmodo donde hablaban con compañías de juguetes en Norteamérica, verde y naranja tenían poco éxito.

Y el amarillo despertaba antipatía en cualquier producto -no solo juguetes-.

Los colores que escogemos vienen con distintas emociones que asociamos con ellos. Por eso, cuando se trata de diseñar un juguete sexual se buscan tonos relacionados con la diversión y un poco de excitación.

Si para animarte las estilistas recomiendan ponerte colores brillantes, lo mismo pasaría cuando se trata de ‘ponerte’ un juguete.

Mara Mariño

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Adiós ‘succionador’ de clítoris, hola ‘succionador’ de vagina

Aunque la traemos ‘de serie’, la vagina es esa gran conocida y desconocida al mismo tiempo.

Por un lado, sabemos que tenemos que revisarla cada cierto tiempo, pasar su ITV particular en el ginecólogo.

juguete sexual estimulador vagina

WOMANIZER

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Por otro, nuestra relación con ella se limita a tratarla como esta especie de bolsillo mágico donde salen y entran cosas como tampones, dedos, coágulos de sangre y, por supuesto, penes.

Sin embargo, desde que nos descubrimos el clítoris es casi como si nos ‘sobrara’.

¿Para qué vamos a dedicarle atención si lo que realmente nos gusta está fuera?

Ya lo dice Ana Lombardía, sexóloga y escritora en el evento de presentación de Womanizer: «Para el gatillo del orgasmo tiene que haber estimulación del clítoris».

Y no hay mejor ejemplo que si damos un paseo por tiendas de juguetes sexuales (o le preguntamos a nuestras amigas qué es lo que no falta en su casa -a lo que contestarán «un succionado de clítoris»).

Volviendo a la vagina -basta que diga que es la gran olvidada para que se me olvide mencionarla durante el resto del artículo- no es precisamente famosa por su sensibilidad.

Estamos hablando de que por ese tubo elástico tiene que salir un ser humano hecho y derecho con su cráneo, sus codos y rodillas.

Más vale que ni sienta ni padezca mucho, porque de otra manera parir se habría convertido en algo muy poco popular condenándonos a la extinción.

Aun así, ¿hacemos bien en dejarla relegada al olvido?

Claro que la penetración puede ser placentera por la conexión que se da con la otra persona y todo lo que rodea ese encuentro físico.

Pero lo cierto es que «no tenemos erotizada la parte interna de la vagina, solo con la penetración», explica Ana.

Y tiene toda la razón del mundo. Aunque recuerdo haber explicado cómo me gusta que me toquen el clítoris, lo de acariciarme por dentro es algo que nunca me he parado ni a investigar ni a disfrutar más allá de un movimiento ‘mete-saca’.

Curiosamente, si inspeccionáramos qué hay justo detrás de las paredes vaginales, de nuestros ‘tabiques’ encontraríamos que a unos pocos centímetros de la entrada, está la parte trasera del clítoris -eso que se conoce como ‘Punto G’-.

(Recordatorio amistoso de que lo que queda a la vista de nuestro órgano de placer es apenas el glande que está tapado por un capuchón)

Estimular esta zona, hasta lo que yo había probado hasta ahora, pasaba por introducir uno o dos dedos y hacer un movimiento ascendente, como si hicieras el gesto de «ven aquí» con el índice.

Y es justo lo que busca estimular el nuevo juguete de la marca, Womanizer OG con ondas y sensación de pulsión.

Vamos, la tecnología que tanto ha funcionado con el estimulador de clítoris de manera externa, pero para probar internamente.

Es más, sabes que tienes el juguete colocado donde debe estar cuando notas como si algo te estuviera tocando por fuera cuando en realidad solo recibes la vibración desde dentro.

Más familiarizada con todo lo que es sensaciones por fuera, probarlo por dentro ha sido darle la razón a la sexóloga.

No solo hay muchas zonas que aún quedan por descubrir del cuerpo a nivel sexual, sino que pueden formar parte del particular mapa erógeno y hacer del sexo algo aún más placentero (si cabe) y variado.

Porque, dicho sea de paso, ahora tengo curiosidad de saber cómo funcionará el juguete con la doble penetración.

Mara Mariño

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No, no existen diferentes tipos de orgasmos, existen infinitas formas de llegar a él

«Solo hay un tipo de orgasmo», dice la sexóloga y escritora Valérie Tasso. «Es como el dolor. Lo que hay son infinitas maneras de sentir un orgasmo».

De esta manera, en el último evento de Lelo en Madrid, la experta desmiente lo que, a día de hoy, muchas creíamos sobre el clímax (y sí, me incluyo).

Me refiero al mito de que somos binarias a la hora de corrernos: o team clítoris o team vagina.

pareja placer

LELO

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Esta división entre nosotras recuerda un poco, como la sexóloga explica, a la manera que tenía Freud de ver la sexualidad femenina.

Si eras ‘inmadura’, el placer te llegaría a través del clítoris. Pero solo las mujeres ‘maduras’ lograrían un orgasmo sin necesidad de estimularlo.

Bastaría con introducirles algo en la vagina (y con «algo» me refiero a un pene, por supuesto). Una excusa genial para justificar que el coito fuera imprescindible, ¿no crees?

Todo esto viene por el nuevo lanzamiento de la marca sueca, que viene a ser como el Apple de los juguetes sexuales.

Sus productos no son solo herramientas de placer, sino un indicador de hacia dónde identifican que, socialmente, nuestra sexualidad va virando.

Y, el caso de su última creación, Lelo Dot, es una especie de varita que termina en una punta fina que vibra en elipsis. Un explorador de puntos erógenos más allá de los que solemos visitar con mayor frecuencia.

El mensaje detrás está claro, acercarnos más que nunca ya seamos un ella, un él o un elle.

Los nuevos juguetes se centran en lo que nos une, no en lo que nos diferencia, que son los genitales -pese a que estén hechos del mismo tejido eréctil, como también recuerda Valérie-.

Y si algo compartimos son los puntos erógenos. Esos que nos espabilan, nos erizan la piel sin que sepamos por qué y se reparten de manera aleatoria por cada cuerpo, salpicándonos de inesperadas vetas de placer.

Que también «lo que para uno es erógeno, para otro puede ser erróneo», afirma la sexóloga.

Como ejemplo, la parte interior de los codos o las rodillas son sitios tan inesperados como disfrutables, pero pierden protagonismo cuando todo lo que vemos en las estanterías de cualquier sex shop, está pensado para los genitales.

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El resultado es que no nos esforzamos en descubrirlos. Nos quedamos en los que están más ‘a mano’, literalmente hablando.

Somos un poco como el hámster que sabe que, pulsando la palanca, siempre va a recibir un premio. Si el clítoris o el pene son sinónimos de orgasmo, ¿para qué buscar otros?

Hasta hace poco, los juguetes se dividían en dos categorías: para meter o para meterla.

Sin embargo, parece que por fin nos alejamos de la penetración cuando se nos anima a jugar, a descubrir, a conocernos como quizás nunca habíamos tenido oportunidad de hacerlo.

Los nuevos juguetes dicen que tu sexualidad es única y es tan importante descubrirla como convertirla en protagonista absoluta (y no considerarla un calentamiento o mal llamado «preliminar»).

Hay un solo tipo de orgasmo, pero casi dos metros cuadrados de piel, llena de terminaciones nerviosas, repartidos por la piel del cuerpo.

Y si la mueva generación de juguetes sexuales nos invita a dar con ellas quizás es el momento de hacerles caso.

Mara Mariño

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Así es el exclusivo club ‘solo para mujeres’ que busca visibilizar la bisexualidad

El descubrimiento de mi bisexualidad fue pasar de cero a cien. Más que nada porque ni sabía que era bisexual, solo que me apetecía hacer un trío por la excusa de tocar a otra mujer.

Además, tampoco es que tuviera amigas que se sintieran atraídas por experimentar con las que pudiera hablar del tema.

mujeres club exclusivo

PEXELS

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Mi alternativa era irme a un bar lésbico, donde sentía que podía ser considerada una ‘impostora’ por no tener muy claro ni mi propia orientación sexual.

Si añado que la mayoría de mis relaciones han sido con hombres, y la única vía factible de llegar a otras mujeres era o a través de experiencias a tres bandas o de visitar un club swinger, siento que me perdí muchas oportunidades de conocerme en el plano sexual.

La visibilidad LGTBIQA+ ha avanzado, y eso significa que hubo otra mujer que, como yo, se dio cuenta de que no existían muchas alternativas para nosotras, lo que suponía que había dado con un nicho sin explotar.

La diferencia es que Geneviève LeJeune se puso las pilas y creó Skirt Club, un club exclusivo para mujeres que diera la oportunidad de divertirse y explorar sin sentirse juzgadas.

«Quería encontrar a mujeres como yo, con curiosidad sobre otras mujeres y aprender de mi sexualidad. En ese momento había mucho estigma relacionado con la bisexualidad y no tenía muchas amigas con las que hablar del tema. Estaba buscando una comunidad con la que pudiera compartir esto y con la que sentirme identificada», me explica la fundadora del club.

Y es que, no es fácil explorar la sexualidad cuando va más allá de la heterosexualidad, que es lo que aún a día de hoy, se considera ‘normal’.

La propia cómica Hannah Gadsby reflexiona en su monólogo Nanette sobre que las lesbianas prácticamente no existían en la Tasmania de los 90, ya que tenían que irse de la ciudad porque podía ser encarcelada por homosexual.

Parte de sus chistes tiran por que si bien luego su presencia empezó a ser más evidente, tampoco se les hacía mucho caso.

Es algo sobre lo que también reflexionó el psicólogo José Alberto Medina en un artículo que publicaba hace unos días.

Nos han educado tanto en los binomios que fuera de la heterosexualidad, de que te gusten u hombres o mujeres exclusivamente, parece que no existe nada.

Por esa razón, «el club es una comunidad para mujeres bisexuales y bicuriosas y mujeres trans con vulva», explica Geneviève sobre su red global compuesta por más de 18.000 socias.

«Cuando te apuntas al club te creas un perfil similar a Facebook y puedes hacer amigas de cualquier parte. Además organizamos eventos para socializar y algunos tienen opción de jugar», comenta.

¿Por qué un club ‘Solo para mujeres’?

Sobre la estricta política de admisión, Geneviève tiene muy claro que su elección es clave para crear una zona de confort (que se encuentra fuera de la zona de confort del día a día).

«Los hombres tienden a dominar el espacio u organizarlo para su propio beneficio. A las mujeres no se nos da la oportunidad de considerar qué deseamos realmente. Muy a menudo ni siquiera ponemos nuestro placer como prioridad», opina la fundadora del club.

Por esa razón, ellos están excluidos: «Estamos diseñados para mujeres por mujeres. Hemos puesto nuestra felicidad por delante. Esto crea una sensación de seguridad y nos permite relajarnos, dejarnos llevar y conectar con nuestros cuerpos».

Claro que es común encontrar clubs swingers o clubs exclusivamente de ambiente para hombres, pero una iniciativa como la de Skirt Club es toda una novedad.

Sobre todo porque, por lo que comenta de los eventos, hay espectáculos de burlesque, invitadas especiales, cócteles exclusivos, champán y mucho glamour… Todo lejos de cámaras, otro elemento prohibido en sus fiestas.

«Creo que las mujeres se merecen un poco de lujo, un espacio bonito que nos permita sentirnos sexuales y nos anime a abrirnos. Mi impresión es que la mayoría de mujeres querrían tener una primera experiencia con otra mujer. Estamos más predispuestas que los hombres a probar con personas de nuestro mismo sexo. Somos tan suaves y sensuales… Es algo muy tentador», comenta Geneviève.

«Para nosotras, es más fácil explorar de una manera emocional y sensual con otras mujeres que con hombres», remata.

Londres, Nueva York, San Francisco, Los Angeles o Berlín son algunas de las ciudades donde el club ha tenido fiesta física, Barcelona será la próxima parada el día 22 de octubre.

Sobre la reacción de las participantes, la fundadora dice que es una «alegría que finalmente tengamos nuestro propio espacio privado. Durante siglos los hombres han tenido los clubs de ‘Solo hombres’ y ahora nosotras tenemos los nuestros».

¿Su objetivo con la expansión de Skirt Club por todo el mundo? «Normalizar la bisexualidad. Ha habido mucha vergüenza y estigma sobre ella durante demasiado tiempo y es algo que ha alejado a las mujeres de disfrutar su sexualidad y su placer. Es una desigualdad y debe cambiar.»

Mara Mariño

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Conocer a tu vulva como a tu mejor amiga, el objetivo de esta plataforma ‘online’

Soy de las primeras que, cuando una amiga le viene con alguna de sexo, aboga por el «tienes que explorarte, ¡experimenta contigo misma!».

Como si eso fuera fácil o algo…

vulva masturbación placer femenino

PEXELS

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Nuestros comienzos en el mundo del placer son bastante inocentes y torpes. Que si un peluche por aquí, el cabezal de la ducha por allá…

Terminas encontrando formas en las que disfrutarte, pero parece que nunca llegas a descubrirte del todo.

Por ser un tema del que no se habla en las charlas de quienes sí hemos recibido educación sexual en el colegio (no daba tiempo más que para lo fundamental de cómo poner un condón o el ciclo menstrual), llegamos a la edad adulta sin tener ni la más remota idea de cómo funciona nuestro cuerpo en el sexo.

Así que descubrir Climax.how ha sido toda una sorpresa.

Para que nos entendamos, es como hacerte un máster online intensivo en tu vulva (pero también en tu erotismo personal).

Aunque, explicado de forma más técnica, la plataforma centrada en el placer femenino cuenta con una serie de vídeos que están basados en estudios científicos.

Puedes encontrar desde ‘clases’ de cómo tocarte, con métodos que nunca habías probado, hasta descubrir quiénes son tus aliados (quién iba a imaginar que tu respiración, una silla o la propia costura de tus vaqueros iban a echarte una mano).

Es más, aun llevando cinco años escribiendo este blog (y alguno más de vida sexual), algunos de los vídeos me han hecho aprender cosas que no sabía, como que mediante respiraciones o movimientos se puede aumentar el flujo sanguíneo para ayudar a la excitación.

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O cómo podemos ejercitar los músculos internos para que el orgasmo o dure más o venga seguido de varios.

Otra de las cosas que me gustaría destacar es que las técnicas que aparecen en los vídeos -además de forma muy explícita, por lo que no vas a tener ni una duda ni media- se pueden poner en práctica por nuestra cuenta.

Y, para la alegría de tu pareja, también explican la forma de integrarlas en la actividad sexual estando acompañada.

Por último, y aunque no tiene nada que ver con lo que se aprende en los vídeos, las modelos que aparecen en ellos son la mejor prueba de que las vulvas son todas diferentes -de color, forma, textura y hasta pelo- y perfectas. 

Así que no solo vas a terminar la serie sabiendo mucho más sobre tu cuerpo y con muchas ideas para poner en práctica con tu pareja, sino que si tenías algún tipo de complejo, se te va a pasar descubriendo la variedad que hay de genitales gracias a unas intérpretes con las que vas a sentirte muy identificada.

Mara Mariño

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‘Clitorectomías’, la ‘marca del diablo’… De cuando el clítoris era el enemigo

Sabía que el descubrimiento del clítoris era algo reciente. No reciente de cuando surgió el satisfyer, pero sí algo que solo se lleva sabiendo los dos últimos siglos.

Lo que desconocía por completo era la cantidad de barbaridades que se le hacían a las mujeres por desconocimiento de qué era ese bulto en el cuerpo.

clitoris

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¿Que por qué me pongo tan tremendista? Le voy a echar la culpa a un libro, que no puede protestar ni venir a escribirme un comentario de lo mal que escribo.

Y es que he aprovechado las infinitas horas de luz natural para terminarme Una curiosa historia del sexo de Kate Lister.

Lo que ahora sabemos que es el órgano del placer era analizado y examinado entre con miedo e ignorancia hasta el punto de que, como cuenta la autora, en muchos casos se cortaba directamente y se cosía la herida para evitar que las mujeres tuvieran demasiado apetito sexual.

Esto es algo que empezó a pasar en la Antigua Grecia y hasta casi el siglo XX.

Aunque en el caso del siglo XVI también servía como excusa de ejecutar a una mujer por bruja alegando que el clítoris era una marca del diablo.

La cosa era cargarse a las tías que no encajaran en el estereotipo que se esperaba de mujer dócil y recatada. La excusa, como veis, lo de menos.

De hecho, en el siglo XIX era habitual practicar ‘clitorectomías’ para remediar que una mujer no quisiera tener relaciones con su marido.

No solo tenías que aguantar que el señor que te sacaba 30 años (y con el que te habían casado a la fuerza seguramente), te violara, sino que encima te sometían al trauma de una operación dolorosa que se trataba con compresas de pelusa.

Por supuesto no falta tampoco el recordatorio de que Freud fue uno de los responsables de instalar en la mentalidad colectiva que, sin un pene, el orgasmo era imposible.

Éramos inmaduras sexualmente o unas frígidas.

¡Nadie dejaba que disfrutáramos de nuestros clítoris en paz!

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Y si esto del clítoris te parece bestia, la lista de atrocidades a las que nos hemos visto sometidas las mujeres a lo largo de la historia, es lo que me ha dejado más tocada después de leer el libro.

Desde quedar repudiadas a cabañas para pasar la menstruación a llevar dolorosos aparatos que la ocultaran.

También las inventadas pruebas -con ningún tipo de rigor- para comprobar la virginidad como hacerte llevar un pastel a una serpiente o ser rociada con carbón.

 

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Pero sin irnos tan lejos, también está la tortura de las duchas vaginales con productos limpiasuelos para ‘tener los genitales como nuevos’.

Que es algo que te suena como muy lejano pero pasaba en los años 60.

Es más, puede que a tu abuela se le hayan removido cosas al ver que Lysol que tanto se anunciaba para limpiar superficies durante la pandemia, eliminando el Covid-19, fuera lo mismo que se ponía de recién casada o incluso embarazada de tu madre.

La lista es larga, las mujeres que o fallecían o sufrían durante toda su vida siendo castigadas o mutiladas, también.

Es un repaso tan crudo que más que Una curiosa historia del sexo podría haber sido llamado La serie de sádicos atropellos que sufrieron las mujeres desde hace más de mil años hasta hoy.

Quedaba más largo, supongo.

De cualquier manera, bien es recomendable echarle un vistazo para saber, no solo lo mucho que hemos avanzado, sino lo que todavía nos queda por recorrer hasta conseguir la igualdad que aún tenemos pendiente.

Y de paso reivindicar a diario que somos dueñas de nuestro placer.

Que dejen de condenarnos por vivirlo y disfrutarlo de la nueva manera en que se han actualizado las sentencias de antaño, mediante slut shaming, revenge porn y todas esas maneras que solo buscan seguir teniéndonos controladas a la disposición de ellos.

Mara Mariño

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Lo frustrante no es tener que tocarnos nosotras para llegar al orgasmo, sino…

Tuve un momento en el que decidí que no iba a perderme un solo orgasmo más teniendo sexo.

Pero no me di cuenta de que decidí también, de manera indirecta, ser yo quien se encargara de conseguirlos en pareja tocándome el clítoris.

O al menos la mayoría de ellos.

tocarse clítoris

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La logística suele ser la misma, él concentrado en que esa acción que sucede en el piso de abajo, mantenga un ritmo constante y yo con la mano lista para poner el ‘modo turbulencias’ mientras tanto.

Es raro –y bastante complicado, dicho sea de paso- dar con alguien experto en el apaño de tocar a la vez.

Entre que las posiciones no son las más prácticas y el movimiento desvía la mano del clítoris, es muy difícil que eso llegue a buen puerto.

Por eso, la mayoría de las veces, preferimos ser nosotras mismas las que vamos al grano y nos llevamos la mano directamente a la entrepierna o pedimos cambio de postura con un «ponte así, que quiero tocarme».

Y la pregunta: ¿nos frustra de alguna manera que eso sea así casi siempre? Es decir, ¿tener que ser nosotras las que conseguimos nuestro orgasmo?

@meetingmara ¿Nos molesta a las mujeres ser siempre las encargadas de hacernos llegar al clímax? Toma nota de estos tips para sacarle el tema a tu pareja y que se involucre (de una vez) en tu placer 🔥 #placer #placerfemenino #pareja #relación #relaciondepareja #pasion #consejos #consejosdepareja #consejosdeamor ♬ She Share Story (for Vlog) – 山口夕依

En mi opinión, solo resulta frustrante si no veo en la otra parte la misma implicación. Lo desesperante es ver que comunicas cómo te gusta y no se involucran en tu placer.

Porque, como dice una amiga, si gestiona el multitasking de manejar un teclado para jugar a un videojuego, también puede ponerse a hacerme varias cosas a la vez.

Si el problema es la postura, es fácil modificarla. Y no solo eso, la variedad de prácticas nos permite recibir orgasmos en los que desconectamos por completo, como es el caso de la masturbación a cargo de otra persona o el sexo oral.

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El problema es cuando tu clítoris le da absolutamente igual.

Si las posturas son las adecuadas, pero la técnica no es la mejor, él puede participar igualmente proponiendo un juguete como alternativa (aunque la primera vez no sea la mejor).

Están diseñados para una sola cosa y la cumplen a la perfección. Si es tan sencillo, ¿por qué no aprovecharlo?

Quiero terminar diciendo que la responsabilidad de los orgasmos es compartida. Contar cómo nos gusta es lo primero, pasar a la acción lo segundo y buscar alternativas lo tercero.

Cada uno participa a su manera y claro que lo importante es disfrutar. Pero cuando hablo de participar, me refiero a hacerlo de verdad.

No a quedarse mirando cómo la otra persona lo hace todo (o casi) para llegar al orgasmo.

Mara Mariño

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Primeras veces con juguetes no siempre son buenas (y por eso debes repetir)

Si me pongo a recordar qué tienen en común todas mis primeras veces en la cama con alguien, es que no son precisamente las mejores de mi historial.

Ni las más placenteras, no te voy a engañar.

juguete sexual gato

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Los nervios -de los que sean-, el primer contacto íntimo y no conocer de nada ese cuerpo nuevo (o qué le excita), hacen que pueda estar bien, sí, pero se convierte en un punto de partida.

Y de ahí hacia arriba (si es que se repite la experiencia).

Con los juguetes sexuales pasa un poco lo mismo. Hay algunos -los menos- que, nada más estrenarlos, te hacen darlo todo.

Pero para la mayoría se necesita un poco de rodaje. Y es el caso de Enigma Cruise de Lelo.

A primera vista parece sencillo: un estimulador de clítoris con vibración y un apéndice con la curvatura perfecta para estimular la parte interna (que llamamos malamente ‘punto G’).

Nada que no haya probado antes por separado.

Sin embargo, siendo algo tan distinto a lo que había probado por unir ambas cosas, no terminaba de pillarle el tranquillo.

Vamos, que hubo orgasmo pero sin fuegos artificiales.

En ese momento es fácil caer en el «A lo mejor este juguete no es para mí».  De la misma forma que te planteas que, si de primeras el sexo no es fabuloso, no tienes tantas ganas de repetir.

Pero eso es lo que tenemos que cambiar y volver a probar.

Porque la segunda vez, más relajada, cambiando la posición y modificando los patrones de vibración, fue increíble.

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Mi conclusión fue que, al igual que deberíamos darnos siempre un tiempo con alguien con quien empezamos a tener sexo, los juguetes deberían recibir el mismo tiempo de prueba.

Que a veces es tan fácil como seguir intentándolo hasta que se les coge el punto, pero nunca darnos por vencidas antes del rodaje.

Y, además en el caso de los que son para vagina, a veces no es ya la posición, sino usar lubricante o leer las instrucciones.

¿Mi consejo? Vuelve a tu mesilla de noche y recupera el que habías descartado.

Está hecho para ti, solo tienes que darle otra oportunidad (o las que sean) hasta que lo descubras.

Mara Mariño

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Por qué a tu próxima cita deberías llevar una novela erótica

Mi primera paja literaria fue con Memorias de Idhún de Laura Gallego García. Jack y Victoria, los protagonistas, se daban un apasionado beso entre rocas.

Daba igual que fuera una novela juvenil, mi calenturienta imaginación adolescente hacía -o imaginaba- el resto.

Muchos años después, me animan a hacer algo revolucionario: compartir esos fragmentos que uso en la intimidad con alguien más.

cena romántica cita

PEXELS

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Son las 11 de la mañana, varias periodistas nos reunimos gracias a Lelo, la marca de juguetes sexuales, en el Museo Chicote.

Es ese local de Gran Vía, por el que has pasado 500 veces por delante y, si eres millennial, como yo, seguramente no hayas entrado.

El lugar por dentro huele a ligoteo, a madera por sus bancos enfrentados (para hablar con el de al lado rompiendo el hielo), a ganas de sexo y a baños que cuentan historias de no poder aguantarlas.

Y si no, ya me las imagino yo mientras Valérie Tasso nos lee un fragmento de Diario de una ninfómana, su best seller.

El objetivo del encuentro es ‘convencernos’ (así entrecomillado, porque más que un convencimiento es una sugerencia para inspirarnos) de que deberíamos compartir la literatura erótica, como si fuera un masajeador para él y para ella.

La escritora y sexóloga tiene tablas no solo en esto de leer para excitarse, sino en escribir para que sus lectores lleguen a ello.

«¿Cómo se describe un orgasmo si el orgasmo no tiene palabras? Es inefable», señala como uno de los retos de escribir este tipo de novelas.

No le ha hecho falta, en el metro volviendo a casa, mi amiga y yo recordamos una de las escenas de su libro, en la que la protagonista tiene sexo con un desconocido que se cruza por la calle.

«El reto de normalizar» es otro desafío que destaca Patty McMahou, otra escritora invitada.

Aunque el objetivo de sus libros lo tiene claro, y no es solo que nos vuele la imaginación cuando narra una escena en la que una pareja se lo monta sobre una silla.

«Quiero que la gente se divierta con el sexo», afirma.

En mi opinión, la diversión estaba garantizada cuando me imaginaba las caderas de su protagonista revolviéndose en el asiento mientras le practicaban sexo oral.

Ya no sé si es por la subida de las temperaturas en Madrid o la lectura de la escritora, pero de repente ponen al máximo el aire acondicionado de Museo Chicote. No vaya a ser que nos calentemos de más.

Aunque a lo mejor el mayor reto, es el de dejar de considerar la novela erótica un género de segunda.

Quizás porque, como comenta uno de los asistentes, puede ser debido a que es de los pocos en los que la mujer ha tomado las riendas: ya no es solo musa, sino artista (y ya sabemos que no es que nos pongan precisamente las cosas fáciles cuando queremos el rol que toma la iniciativa en vez del pasivo).

Ambas escritoras defienden la literatura erótica como un complemento más que podemos usar para nuestro propio placer.

Valérie siempre prescribe orgasmos -cuanto más nos masturbemos mejor, según la sexóloga-. Aunque bien sabe que «si te das placer, estás más predispuesta a ofrecerlo«.

Pero también recomienda leernos un fragmento de literatura erótica en pareja, porque, como ella misma afirma «es la promesa de lo que va a llegar«.

Y aunque he visitado mi pasaje de Memorias de Idhún más veces de las que me atrevo a confesar, sé que tendría un giro nuevo que me lo leyera en alto alguien más.

Despacio, al oído, mientras me baja un tirante o me retira el pelo del cuello.

Las palabras tienen el poder de construir una realidad, por eso cuando escuchamos un texto erótico nos excitamos. De una manera estamos recreando esa vivencia en nuestro cerebro.

Y es una ‘película’ mucho más interesante que la que nunca se podría ver en la pornografía. Porque es tan rica de detalles como parca en imágenes, las mismas que tienes que dibujar tú.

Salgo con ganas de contar, para mi próxima cena, con unas velas y un plato de pasta -por ejemplo-, pero también con un libro en la esquina de la mesa. Uno que me despierte, desmelene, asalvaje, provoque y avive.

«Es una gran herramienta para recuperar el deseo en la pareja. Hay que romper el cliché de que es para una misma», afirma la escritora.

Ella misma nos recuerda que la sexualidad no está escrita en piedra. Es algo plástico que va cambiando de la misma manera que lo hacemos nosotros.

Por eso mismo, lo que antes podía horrorizarnos, puede generarnos ahora curiosidad y ganas.

Lo que hay que tener claro es que en nuestra mano está disfrutar por partida doble (o triple o cuádruple) esta literatura subversiva, que quiere dinamitar la moral en la que aún nos vemos envueltas.

Además que sean mujeres que lo hagan -y que animen a hacerlo-, que somos las que vivimos más encorsetadas todavía por los valores de la sociedad en la que todavía es tabú hablar del deseo femenino, es tan inspirador de ver como estimulante.

«Las mujeres hemos empezado a hablar sin pelos en la lengua de nuestra vida sexual», dice Valérie. Y ya lo hagamos nosotras o lo hagan otras en forma de libro, nos excita.

Mara Mariño

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