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¿Por qué el pasado sexual de una pareja puede hacer sentir inseguridad?

Al poco de conocer a una persona, entras en esa fase de la luna de miel donde predomina la emoción de ir descubriendo cosas que te gustan.

A la vez que pueden aparecer miedos o inseguridades. Porque, cuando pasas al plano sexual con alguien, ¿quién no se ha preguntado alguna vez si lo estará haciendo bien o le gustará tanto como en otras ocasiones?

pareja beso

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El hecho de que cada persona tenga unos gustos irrepetibles así como el ámbito sexual, que siendo algo tan visceral, escapa de todo control o planificación, es normal que puedas sentirte en terreno inestable.

Y, cuando eso sucede, raro es que no acudan esos pensamientos intrusivos -siempre listos para sabotearte-, de que quizás con su ex lo pasaba mucho mejor que contigo.

Sí, al cerebro le da igual que esta idea de que con quien estás tuviera una vida sexual digna de estudiar por Masters & Johnson sea algo que solo sucede en tu mente.

La sensación de agobio, de miedo, de sentir incluso cierta amenaza por el fantasma de unas experiencias que han tenido lugar en el pasado, no solo es real, sino que se vive en tiempo presente y te deja tocada la autoestima.

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Ahora que ya sabes que es habitual que puedan llegar estas ideas a tu mente (aunque ojalá que no), es buen momento para que hagas un trabajo de autocrítica y te preguntes qué es lo que te provoca esa inseguridad.

¿Es el miedo a que te comparen con otras parejas sexuales y que vuestras relaciones no sean igual de satisfactorias? ¿Que consideras que ha vivido una vida íntima que te causa prejuicios por las prácticas realizadas o la cantidad de parejas sexuales?

¿O es el temor de no ser «suficiente» y que pueda querer a otra persona?

Cualquiera de estas razones puede provocar cierta ansiedad, de ahí que averiguar cuál de ellas es la causante de los recelos es el primer paso.

Una vez se ha llegado a la raíz de nuestras preocupaciones, es más fácil poder trabajar en ello ya sea hablándolo con tu pareja, comunicándole tus emociones o buscando ayuda profesional.

Buena química, buen sexo

De cualquier manera, a veces necesitamos recordar que quien nos gusta es de esa manera también en parte por esas experiencias que ha vivido.

Si nos centramos en su pasado, estamos dedicando la energía a un momento de su vida en el que ya no se encuentra y perdiendo la oportunidad de disfrutar el presente.

Además, en contra de lo que puede parecer con la pornografía, no basamos la satisfacción de nuestros encuentros en que haya un pene o unas tetas de dimensiones industriales, ni que tenga una pulida técnica de hacer el tornado con la lengua cuando te han practicado sexo oral.

Lo que suele convertir los polvos en polvazos es la química.

Que te sientas con total comodidad en su compañía, que te rías si pasa algo fuera de lo esperado, que haya emoción en el momento… Esos son factores que hacen que sea una experiencia difícil de olvidar.

Además, debes recordar que el comienzo no lo es todo. Cuando pasas al plano físico tienes que darle margen al periodo de adaptación en el que aprendes los gustos de la otra persona.

Y, para quitarte la última preocupación de encima, el sexo es solo una parte de la relación en la que además se puede mejorar (como en el resto de ámbitos de la pareja).

Trabajar en vuestra sexualidad compartida es lo que realmente va a hacer que tengáis una vida íntima épica.

Mara Mariño

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No es que el preservativo te apriete, sino que te genera ansiedad

No sé cuántas veces he oído la frase de «Es que el preservativo me aprieta». En serio, no lo sé porque rara han sido las ocasiones en que no la he escuchado.

Y voy a ser muy sincera. Los chicos que me lo decían no tenían una tercera pierna, sino más bien tirando a la media.

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Sin embargo, ahí estaba la excusa, lista para ser esgrimida en cuanto preguntaba «¿Tienes condones?».

Aunque también está el otro gran motivo: «Me quita sensibilidad». La conclusión es que, sea por la razón que sea, lo que no quiere es ponérselo.

El riesgo de pillar una ETS o exponerse a un embarazo no deseado no parecen razones con bastante peso como para aguantar lo que pueda resultar una molestia.

Pero, ¿es tan terrible el preservativo o igual es que hay otra razón por la que resistirse a llevarlo?

Porque, si algo suele ir ligado a utilizarlo, es que muchas veces, la erección se resiente.

Antes de que las palabras «disfunción eréctil» empiecen a iluminarse en tu cabeza, como si fueran un letrero luminoso, te diré que no van por ahí los tiros.

Lo que puede suceder es una perdida de erección transitoria y esporádica. Y sí, puede tener relación con la ansiedad que genera la idea de ponérselo.

Mientras que la erección es la respuesta fisiológica que tiene el cuerpo ante el deseo sexual, pensar en las expectativas puede dar lugar a que los pensamientos intrusivos se lleven la erección por delante.

Por un lado, el nivel de exigencia y, por otro, el miedo a ‘no dar la talla’. Esa actitud negativa hacia el preservativo, que se disfraza de «me aprieta» o «me quita sensibilidad» sale de ahí.

Durante la interrupción se anticipa que puede haber una dificultad y se cree que se bajará.

Siendo el cerebro el mayor órgano sexual, si se piensa eso, es probable que termine pasando. De ahí que el miedo al condón no sea tanto que apriete o que cambie la percepción, sino lo que implica.

Esto es algo que también explica José Alberto Medina Martín, psicólogo y sexólogo (@sex_steem en Instagram).

«Creo que también es por el tema de tengo una erección y hay que aprovecharla, que nunca se sabe cuándo la voy a volver a tener. Entonces el paso de ponerse el preservativo es como tiempo perdido que les hace tomar consciencia de la preocupación que tienen», explica.

«Si no tienen que ponerse preservativo, es mucho más rápido, no hay un paso previo, es lineal. Pero cuando hay pasos previos por protección, tomas más consciencia de esa creencia o el estrés que tienes y es incompatible con la respuesta sexual», afirma el psicólogo.

«Sentir que el condón aprieta o quita sensibilidad, es mentalización, una creencia errónea. No es tanto la sensibilidad física, sino la que pueda propiciar el propio cerebro en cuanto al erotismo que se tenga».

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Para contrarrestarlo, las alternativas van al gusto de cada uno. Se puede comentar que eso sucede de manera sincera a la otra persona con un «oye, esto me tensa e igual se me baja un poco».

No hay que callárselo, si se dice a la pareja, seguramente se ponga, literalmente, manos a la obra para recuperar la erección si eso pasa.

También se puede erotizar el momento de ponerlo, la ocasión perfecta para dedicarle un rato a las caricias. Es algo que también recomienda José Alberto: «No es la erótica del látex, pero sí un voy a disfrutarlo, me gusta, recordar que es una barrera fina…».

Pero, sobre todo, de recordarte que la penetración no lo es todo ni el fin del mundo. Es más, hay muchas prácticas muy placenteras con las que se puede disfrutar tanto o más.

Mara Mariño

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