¿De dónde viene la brecha orgásmica? Así podemos reducirla entre todos

Creo que todas, o casi todas, hemos fingido un orgasmo alguna vez en nuestra vida.

Y el motivo es común: teniendo sexo, solo con penetración, a la mayoría nos resulta complicado alcanzar ese placer prometido por tantos libros y películas.

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Porque en esas escenas en el cine o series, también según las canciones o los capítulos subidos de tono de cualquier novela, bastaba con meterla.

Así que, ante la duda de no saber qué estaba pasando exactamente con nuestro placer, tirábamos de dotes interpretativas.

Soltábamos algún quejido digno de Oscar para que pareciera que sí, que nos lo habíamos pasado igual de bien que él.

Y así es como la brecha orgásmica llegó a nuestras vidas. Una separación en el contador de clímax que dio lugar a toda esa serie de mitos que circulan alrededor de nosotras.

Como que nos cuesta más llegar o que, desde un punto de vista biológico, somos más complejas que los hombres cuando se trata de disfrutar.

Ni nos cuesta más ni nuestro sistema es más difícil, es que, durante todo este tiempo, la vara de medida siempre ha sido el coito.

Y claro, cuando el 100% de los hombres llegan al orgasmo con él, pero nosotras no, se considera que es la práctica que se puede usar como herramienta de cálculo infalible del placer.

Pero, ¿y si se hubiera usado el sexo oral como práctica para comparar la facilidad de llegar entre ambos?

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Lo más seguro es que esa distancia no existiría.

El problema es que, al partir del coito como unidad de medida, si las mujeres no llegan, enseguida se piensa que su sexualidad no está bien, algo raro pasa con ellas.

En ningún caso se cuestiona la práctica. Y lo peor es que hasta nosotras mismas nos lo creemos porque desde pequeñas tomamos de referencia la penetración.

Así que, ¿qué es lo que podemos hacer para contrarrestarlo?

Salvando las distancias

Lo primero es volverte dueña de tus sensaciones, lo que puedes conseguir si descubres de qué manera lo pasas bien, cómo acelerarte y la manera de ‘disparate’.

En segundo lugar, la penetración está muy bien -no me leerás decir lo contrario-, porque es placentera, sí, y también permite conectar a otros niveles, pero no la conviertas en el centro de tu vida sexual (coitocentrismo).

Que sea una parada más en el camino del disfrute, pero no de alcanzar el clímax si notas que te falta estimulación en otras zonas.

Por último, comunícate siempre con tu pareja.

No podemos hacer responsables al resto de nuestra falta de orgasmos si ni siquiera nos tomamos la molestia de decir lo que nos está pasando.

Si ves que no llegas, pide por esa boquita. Explícale cómo lo puedes hacer y, si no lo hace como te gustaría, enséñale.

La brecha orgásmica no se va a reparar sola como la capa de ozono. Tienes que reducirla tú a base de correrte (o hacer que se corran).

Mara Mariño

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1 comentario

  1. Dice ser Pilpil

    Se acabaría; poniendo en cada barrio, contenedores para reciclar y dar trabajo a ciertas personas de la zona
    Crear puestos de trabajo km0 y crear sociedad y conciencias por el bien común
    Los pequeños proyectos, son grandes acciones.

    09 febrero 2023 | 10:21

Los comentarios están cerrados.