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¿Por qué se celebra hoy el día del orgasmo femenino?

Una respuesta podría ser la de que si existe el día internacional de hablar como un pirata o el día de los calcetines, el orgasmo femenino también se merecía un hueco en el calendario (el del 8 de agosto, más en concreto).

Pero lo cierto es que contemos con una fecha a día de hoy en la que sea el protagonista, es una reivindicación necesaria.

pareja orgasmo femenino

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El placer femenino ha sido no solo un misterio durante gran parte de la historia de la humanidad, sino algo que durante siglos se ha reprimido o incluso mirado con recelo.

A modo de resumen, el orgasmo de las mujeres ha pasado de ser una necesidad a la altura de dormir o comer, como pasaba en el Antiguo Egipto a ser considerado una forma de brujería durante la Edad Media.

En tratados médicos del siglo XIX se decía que las mujeres no disfrutábamos tanto como los hombres y que, además, el orgasmo femenino era innecesario para la reproducción.

Y si a eso le sumamos la gran presión que ejercía la Iglesia hasta hace nada en España acerca de sus deberes conyugales como ‘buenas esposas’ (sí, gran parte de nuestras abuelas tenían sexo cuando nuestros abuelos querían, no cuando ellas querían), puedes entender que, por el pasado que arrastra, haga falta un día para reflexionar y reivindicarlo.

Sobre todo porque, aún a día de hoy, el bagaje histórico nos pesa en la manera de buscarlo, experimentarlo o representarlo.

 

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Las cifras tras la brecha orgásmica

Que todavía exista una amplia diferencia de orgasmos entre hombres y mujeres, que es lo que se conoce como brecha orgásmica, es una de las asignaturas pendientes de la sexualidad femenina.

La base de esta desigualdad se debe a la manera en la que concebimos la vida sexual, una idea que construimos generalmente por series, películas o incluso la pornografía.

Sin ir más lejos, lo que vivimos en carne propia cuando tenemos un orgasmo y lo que vemos representado en la pequeña o la gran pantalla, es bastante diferente.

En la ficción el clímax se suele alcanzar a la vez y, siempre, en una práctica sexual que implique la penetración.

Añadiéndole una falta de educación sexual, la cama se convierte en un lugar de desequilibrio (pero se puede cambiar).

El mejor ejemplo de a qué tipo de disparidades nos enfrentamos son los resultados del XI Barómetro los Españoles y el Sexo que realiza Control, la marca especialista en bienestar sexual.

Según la encuesta 7 de cada 10 mujeres tiene dificultades para llegar al orgasmo y 1 de cada 4 no llega nunca o casi nunca, mientras que 7 de cada 10 hombres que afirman no tener nunca dificultades.

La explicación es que vivimos el placer desde la mirada masculina y nuestra referencia de práctica sexual completa es el coito, que es una postura en la que es difícil llegar porque muchas podemos necesitar una estimulación del clítoris más directa.

Esta predilección por la penetración o coitocentrismo explica también por qué nosotras tardamos más según el estudio (la mitad de las encuestadas afirmaron tardar entre 10 y 30 minutos en llegar al orgasmo).

Si a esto le sumamos que ponemos nuestro placer en segundo plano, se entiende por qué muchas llegamos a fingir los orgasmos (6 de cada 10 lo hemos hecho alguna vez).

El 42% de las mujeres encuestadas afirma que fingen para no hacer sentir mal a la otra persona o herir sus sentimientos; otro 42% aseguran hacerlo para intentar terminar la relación sexual cuanto antes.

En el momento que preferimos hacer creer que hemos alcanzado el clímax, en vez de tener una conversación, igual es como para plantearse cuál es el objetivo de la intimidad.

Más y mejores orgasmos

No hay mejor manera de combatir la brecha orgásmica que combatirla a base de orgasmos, que es algo que suena muy bien en la teoría, pero puede generar dudas a la hora de ponerlo en práctica.

Mi primer consejo es empezar a solas, sin prisas, buscar un momento del día tranquilo y un sitio en el que no se corra el riesgo de interrupciones.

La autoexploración hace maravillas cuando no nos planteamos el disfrute como una carrera con cronómetro de a ver cuánto tardamos en llegar al clímax.

Probar qué zonas del cuerpo nos aceleran más, qué ritmos o movimientos -incluso optar por algún aliado como un juguete– es el primer paso. También se puede fantasear o evocar un recuerdo.

Y, una vez identificado qué es lo que más nos estimula, comunicarlo en caso de estar acompañada y concentrarse en las sensaciones del cuerpo, no en lo que esté pasando por la cabeza.

Puede que no te corras a la primera, a la segunda o a la tercera, pero disfrutarás del trayecto mucho más que fingiendo.

Mara Mariño

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¿Qué es el coitocentrismo? Así afecta a tu vida íntima

«¿Te das cuenta de que cada vez que hablamos de tener sexo nos referimos a la penetración?», le pregunté hace tiempo a una pareja.

Daba igual si era otoño, verano, invierno, día, noche, si estaba en mis días de regla o en los fértiles o cómo se iniciaba el encuentro, siempre terminaba de la misma forma.

pareja cama placer

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Que el coito sea la práctica por excelencia, en las relaciones heterosexuales, es lo que se conoce como ‘coitocentrismo’, o, explicado de otra manera, el coito está en el primer puesto de la lista y el resto de prácticas por debajo.

Su explicación se encuentra en que, en un sistema heteropatriarcal como es en el que nos encontramos, la relación sexual solo se considera plena si se da la unión entre genitales (de ahí que, por ejemplo, no contemos masturbación o sexo oral como ‘la primera vez’).

Es más, todo lo que se sale de meter el pene en la vagina son los mal llamados ‘preliminares’.

La razón se debe a que esta es la vía por la que casi el 100% de los hombres alcanzan el orgasmo, por lo que se considera la más importante pese a que para nosotras, no es la más práctica.

Esto supone que el coitocentrismo tiene una larga lista de efectos secundarios, el más obvio es el de limitar el placer.

Los problemas derivados del coitocentrismo

Cuando la mayoría de las mujeres necesitamos estimulación externa del clítoris -algo difícil de lograr con el coito-, tener sexo con penetración es una dificultad en la cama que deriva en la brecha orgásmica.

Pero no solo queda en la abismal distancia a la hora de alcanzar el clímax, sino que es algo que nos produce agobio por las expectativas.

Como explica la ginecóloga Miriam Al Adib, como «hay una visión del sexo muy coitocentrista, en muchos casos hay mujeres que, tras el parto, sienten presión con esto».

«Es muy habitual que recibas mensajes que te animen a volver cuanto antes a la vida que tenías: recuperar la silueta, volver a la vida social y laboral, que además la pareja no te note ningún cambio, que recuperes las relaciones para ya, etc», razonaba la experta.

La solución, para ella, es que «la mayoría de las mujeres necesitan compartir una intimidad en pareja no tan centrada en el coito, y esto es muy normal que ocurra durante un tiempo».

Aunque no sería algo que yo recomendaría solo tras el embarazo, sino para nuestra vida íntima en general.

Y es que es algo que quitaría también presión si hay disfunciones sexuales o, simplemente, el miedo de no estar a la altura, que puede derivar en disfunción eréctil, dispareunia, eyaculación precoz o vaginismo, por ejemplo.

Lo que significa que dejaríamos de ver el pene y la vagina como protagonistas de cualquier encuentro, aprendiendo a disfrutar (y disfrutarnos) con todo el cuerpo.

Y a ir más allá del coito, por supuesto.

Mara Mariño

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¿De dónde viene la brecha orgásmica? Así podemos reducirla entre todos

Creo que todas, o casi todas, hemos fingido un orgasmo alguna vez en nuestra vida.

Y el motivo es común: teniendo sexo, solo con penetración, a la mayoría nos resulta complicado alcanzar ese placer prometido por tantos libros y películas.

pareja cama sexo placer

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Porque en esas escenas en el cine o series, también según las canciones o los capítulos subidos de tono de cualquier novela, bastaba con meterla.

Así que, ante la duda de no saber qué estaba pasando exactamente con nuestro placer, tirábamos de dotes interpretativas.

Soltábamos algún quejido digno de Oscar para que pareciera que sí, que nos lo habíamos pasado igual de bien que él.

Y así es como la brecha orgásmica llegó a nuestras vidas. Una separación en el contador de clímax que dio lugar a toda esa serie de mitos que circulan alrededor de nosotras.

Como que nos cuesta más llegar o que, desde un punto de vista biológico, somos más complejas que los hombres cuando se trata de disfrutar.

Ni nos cuesta más ni nuestro sistema es más difícil, es que, durante todo este tiempo, la vara de medida siempre ha sido el coito.

Y claro, cuando el 100% de los hombres llegan al orgasmo con él, pero nosotras no, se considera que es la práctica que se puede usar como herramienta de cálculo infalible del placer.

Pero, ¿y si se hubiera usado el sexo oral como práctica para comparar la facilidad de llegar entre ambos?

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Lo más seguro es que esa distancia no existiría.

El problema es que, al partir del coito como unidad de medida, si las mujeres no llegan, enseguida se piensa que su sexualidad no está bien, algo raro pasa con ellas.

En ningún caso se cuestiona la práctica. Y lo peor es que hasta nosotras mismas nos lo creemos porque desde pequeñas tomamos de referencia la penetración.

Así que, ¿qué es lo que podemos hacer para contrarrestarlo?

Salvando las distancias

Lo primero es volverte dueña de tus sensaciones, lo que puedes conseguir si descubres de qué manera lo pasas bien, cómo acelerarte y la manera de ‘disparate’.

En segundo lugar, la penetración está muy bien -no me leerás decir lo contrario-, porque es placentera, sí, y también permite conectar a otros niveles, pero no la conviertas en el centro de tu vida sexual (coitocentrismo).

Que sea una parada más en el camino del disfrute, pero no de alcanzar el clímax si notas que te falta estimulación en otras zonas.

Por último, comunícate siempre con tu pareja.

No podemos hacer responsables al resto de nuestra falta de orgasmos si ni siquiera nos tomamos la molestia de decir lo que nos está pasando.

Si ves que no llegas, pide por esa boquita. Explícale cómo lo puedes hacer y, si no lo hace como te gustaría, enséñale.

La brecha orgásmica no se va a reparar sola como la capa de ozono. Tienes que reducirla tú a base de correrte (o hacer que se corran).

Mara Mariño

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Mujeres ‘millennials’: doble de sexo, mitad de orgasmos

Como millennial estoy un poco cansada de la generación que me ha tocado. Somos los mejor formados pero con peor futuro, los que empezamos a padecer depresiones sin llegar a los 30 por la situación económica, los que no podemos irnos de casa por el precio de los alquileres y, encima, los que tenemos menos sexo que nuestros padres.

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En la carrera de fondo por seguir descubriendo los hábitos de la generación Y, un nuevo estudio arroja más luz sobre nuestras costumbres sexuales. Ahora resulta que no, que no follamos menos. De hecho, tenemos el doble de sexo que nuestros mayores, sí. Pero si analizamos a las mujeres que llegan al clímax, en vez de multiplicarse, se dividen, dejándonos como resultado la mitad de orgasmos que aquellas que nos sacan 20 años.

El estudio realizado por Lovehoney, empresa de juguetes sexuales, lo descubrió analizando las conductas de las mujeres participantes menores de 25 años.

Aunque la mayoría contestaron que tienen sexo más de dos veces por semana, solo una tercera parte de ellas tenía un orgasmo con su pareja, una situación que se da en el más del 63% de los casos de aquellas mujeres que superan los 45.

Y vale que el orgasmo no lo es todo, que hay muchos matices en una experiencia sexual, pero cuando es algo que solo nos afecta a nosotras, ¿no deberíamos darle más importancia a la brecha orgásmica?

El desconocimiento es algo que he comentado en este blog a menudo. Tenemos más información que nunca pero no sabemos ni por dónde empezar a utilizarla. Si ni nosotras mismas sabemos lo que nos gusta, en pareja se nos antoja más imposible todavía.

Por otro lado, la presión de convertirnos en contorsionistas, de cumplir las expectativas que el porno hace recaer en los encuentros sexuales o incluso las distracciones constantes como el móvil, porque realmente queremos ver de quién nos ha llegado la notificación, son factores que juegan en nuestra contra.

Aunque, para mí, la respuesta del problema la encontró también el mismo estudio. Mientras que la mayoría de las mujeres menores de 25 entrevistadas dijeron que, para ellas, la importancia del sexo era pasar un buen rato, o incluso conseguir un subidón de autoestima, en el grupo de edad de los 40, el valor era diferente.

Para quienes nos sacan más de dos décadas, lo importante no es el momento de diversión o el chute de confianza, sino la conexión emocional. Si tenemos en cuenta que el cerebro es el órgano sexual más potente del cuerpo, es el lugar del que deriva el deseo sexual, es precisamente un elemento fundamental para que el sexo se disfrute plenamente (y hasta el final).

Por supuesto que un revolcón para escapar del estrés de nuestro estilo de vida, distraerse o pasar una noche divertida puede seguir formando parte de nuestra rutina. Pero, y por mucho que sea una frase hecha, quiero volver a recordar que, aunque un partido sea entretenido, lo importante no es estar constantemente cambiando de jugadores, sino que, los que jueguen, marquen gol.

Duquesa Doslabios.

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Quien no llora, ni mama ni llega al orgasmo

Tenemos un problema. Y ya sé que es martes y que te da pereza abordar temas importantes antes del miércoles, pero, créeme es urgente. No estás teniendo orgasmos. Pero ni tú ni muchas otras mujeres.

ESCENA DE FARIÑA. YOUTUBE

Porque tenemos una brecha de orgasmos brutal. Piensa un momento, de diez veces que se corre tu pareja, ¿cuántas has terminado tú? ¿Dos? ¿Tres con un poco de suerte si cambiaste el preservativo y a él le duró un poco más la erección?

No me llames exagerada que Canadá me da la razón. El estudio publicado en The Canadian Journal of Human Sexuality mencionaba precisamente que nosotras estamos dispuestas a bajar el doble que nuestros compañeros varones.

El estudio deja claro en qué se traduce esto: muchas mujeres no están recibiendo sexo oral. Solo el 40% de las mujeres encuestadas disfrutaban de que sus parejas bajaran. Y (oh, sorpresa) el 53% de ellas, más de la mitad, habían llegado al orgasmo gracias a esta práctica.

Porque recordemos que la estimulación directa del clítoris es la vía para alcanzar el clímax y solo el 15% de nosotras es capaz de correrse a través de la penetración únicamente.

El estudio también averiguó que el 80% de las mujeres disfrutamos del sexo oral, y aunque no es que hiciera especial falta que indagaran sobre ese tema en concreto (¿a quién no le gusta una buena comida?), deja en evidencia el problema que hay detrás de esto.

Que menos de un tercio de nosotras se siente con la confianza suficiente como para decirle a su pareja qué desea en la cama. Volviendo a los resultados del estudio, es algo que tiene mucho sentido ya que el 59% de los hombres afirmaron no saber qué les gustaba a sus parejas a la hora de practicar sexo oral.

Así que la conclusión parece clara: no podemos echar la culpa de no estar teniendo una experiencia sexual satisfactoria si somos las primeras en callarnos qué es lo que deseamos. Traducción: sigue bajando cuando estés con tu pareja, pero habla más cuando a la otra persona le toque bajar.

El sexo, a no ser que te masturbes, es un juego de equipo y no hay ninguna actualización cerebral que consiga que, de la noche a la mañana, tu pareja sepa qué es exactamente lo que quieres que te hagan, por lo que no te queda otra que hablar y luego dejar que utilicen la lengua contigo. O en ti, vaya.

Duquesa Doslabios.

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