Archivo de febrero, 2016

Confesiones que llegan demasiado tarde: si tú supieras

Querid@s,

Confesiones que llegan demasiado tarde.

Si supieras que no supimos querernos. Que nadie nos enseñó.

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Si supieras que nos quisimos tantísimo que olvidamos querernos bien. Si supieras que cuando se acabó la función, olvidamos que nadie iba a aplaudirnos y que para nosotros, la historia se había acabado. ¿Cómo terminamos así de mal? Sin reconocernos, evitándonos más de la cuenta, repartiéndonos los amigos como dos piratas que se reparten las monedas de un tesoro planeado a medias. Si supieras que sigo esperándote en mi mente cada día en nuestra rinconcito, ese lugar al que juramos volver para encontrarnos si uno de los dos se perdía. Si supieras que el otro día me dolías tanto que fui, soñando que tú ya estabas ahí. Esperándome. Pero no estabas.

Si supieras que tengo el alma desgarrada porque nuestros dos corazones eran mejor que el tuyo y el mío cada uno por su lado. Si supieras que ahora soy un montón de cristales rotos, ceniceros de pólvora marchita que son esos malditos recuerdos, habitaciones que apestan a alcohol barato y a un rencor que nos ha salido demasiado caro.

Si supieras que más veces de las que debería cierro los ojos e imagino que nada ha pasado. Y vuelvo a nuestras primeras noches juntos. Y a nuestros primeros días revueltos y enredados. Noches de verano en las que nos revolcábamos y hasta nuestras entrañas sudaban. Cómo nos resbalábamos juntos mientras nos amábamos enteritos. Mañanas en las que nunca nos olía el aliento y no queríamos salir de la cama. Tardes pegadita a ti como una lapa. Benditas vigilias en las que me leías retales para noches de insomnio, y yo te bailaba desnuda a la luz de una luna tan bandida como el amor que nos teníamos. Esos instantes tan nuestros en los que juramos amarnos para siempre.

Si supieras que sé que no estuve a la altura. Si supieras que mientras te escribo esto te estoy viendo entrar en el mismo café en el que estoy escribiéndote estas desordenadas palabras, y que estás acompañado. Si supieras que aunque tu no me veas, estás muy guapo. Si supieras que veo cómo la estás mirando y no me cabe la menor duda de que estás enamorado de ella. Porque así es como me mirabas a mí. Si supieras que te querré toda la vida, que me maldigo cada día por lo estúpida que fui, que tengo tu olor tan metido en la sien que ya no quiero otro olor que no sea el tuyo. Si supieras que desde que follábamos con tantísimo amor, el sexo ya no tendrá otro nombre que no sea el tuyo. Si supieras que te sigo queriendo, quizás ahora más que antes, quizás más que nunca, porque no te tengo.

Si supieras que nuestra maldita suerte hizo naufragar las naves de nuestros sueños en los escollos de esta puta realidad que es la nuestra. Si supieras que a veces me invento mi mundo y me planto en las islas fantásticas de mi imaginación, en las que sólo mando yo y tú estás siempre. A mi lado, tendiéndome la mano.

Si hubiéramos sabido todo esto…otro gallo nos hubiera cantado.

Que follen mucho y mejor.

¿Busca su media naranja? Déjese de tonterías

Querid@s,

¿Tiene usted mala suerte en el amor? ¿Por qué no encuentra su media naranja? Dejen de buscarla, la media naranja es un cuento chino.

El verdadero origen del mito de la media naranja se remonta a una obra de Platón llamada El Banquete. En ella, Platón compartía las enseñanzas de Aristófanes, quien contaba que en los albores de todo esto que llamamos vida la raza humana era casi perfecta: «Todos los hombres tenían formas redondas, la espalda y los costados colocados en círculo, cuatro brazos, cuatro piernas, dos fisonomías unidas a un cuello circular y perfectamente semejantes, una sola cabeza, que reunía estos dos semblantes opuestos entre sí, dos orejas, dos órganos de la generación, y todo lo demás en esta misma proporción». Estos individuos mitológicos, recalco mitológicos, podían ser de tres tipos:

  1. Compuesto de hombre y hombre
  2. Formado por mujer y mujer
  3. Unión realizada por un hombre y una mujer, denominado ‘andrógino’.

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Contaba Aristófanes que «los cuerpos eran robustos y vigorosos y de corazón animoso, y por esto concibieron la atrevida idea de escalar el cielo y combatir con los dioses«. Ante tal atrevimiento, Júpiter que quería cortarle las alas a estos osados individuos pero sin cargárselos, dio con la solución: separarlos en dos. (A qué mala hora Júpiter). Hasta aquí todo bien, pero la movida surgió a posteriori cuando, hecha esta división, cada mitad hacía lo imposible para encontrar a la otra mitad de la que había sido cruelmente separada. Cuando se producía el emotivo encuentro, se abrazaban, se unían y les poseía un profundo deseo de volver a unirse en plan siamés con tal efusividad y ardor que, abrazadas, se morían porque no querían ni comer ni beber. No querían hacer nada la una sin la otra. Menudo pastelón ¿no creen?

El cuento chino de la media naranja tiene más años que Matusalén, pero Jesús Puente y ese programa bobalicón llamado Su media naranja nos han hecho mucho pupita la humanidad. El difunto Jesúes Puente no ha sido el único, pes le han sido programas homólogos como Lo que necesitas es amor (todo el mundo necesita amor), Vivan los novios (los novios con marcha…con marcha nupcial) u Hombres, Mujeres y ViceversaLa búsqueda de la media naranja nos ha calado hasta los huesos. Tanto que hoy en día estamos rodeados de mensajes con los que nos bombardean a diestro y siniestro con esta estúpida idea de la media naranja por aquí, la media naranja por allá. El mundo está lleno de medias naranjas que pululan como pollos sin cabeza desesperadas por encontrarse y enamorarse, y capaces de morir en el intento de hambre e inacción. Y esto no puede ser, es altamente peligroso.

¿Acaso no es la naranja una fruta fresca rica en vitamina C y aparentemente inofensiva? Pues no, es mucho más que eso. Es la maldita culpable (metafóricamente) de que el 90% de las personas que habitan la faz de la tierra se pasen la vida buscando esa «otra mitad» de un cítrico amor que en algún momento, ojalá no fuera así, acaba yéndose al garete. Y se va al garete porque nos venden la idea de que todo será perfecto, de que la compenetración será absoluta, que la relación será ideal por los siglos de los siglos. Esa creencia en la media naranja tiene toda la culpita de las bajas autoestimas, de los amores perros, tóxicos y dependientes. Por no hablar de la ansiedad y la angustia que supone andar todo el día buscando la perfección de na relación que no existe.

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Vamos a ver. La búsqueda de la media naranja es una locura insana. Lo siento querid@s, pero la media naranja no existe. Como los Reyes Magos, como el ratoncito Pérez, como los OVNIS. Pero entonces, ¿por qué se empeñan programas de televisión, la industria del cine, literatos, artistas y funambulistas en vendernos la burra?Veamos el argumento de la típica película de nuestros tiempos: Entra usted en Mercadona, Carrefour o Día (según la pela que tenga), está usted a lo suyo, cagándose para adentro en el día de mierda que ha tenido o pensando en las goteras de casa que le amargan la existencia por culpa del vecino, mientras se recrea en el lineal de lácteos de su supermercado de confianza. Lleva media hora buscando el producto con el precio por quilo más barato y como le van a cerrar porque ya se le ha hecho de noche, finalmente se decide. Su mano se dirige hacia el brick de leche afortunado. Entonces todo empieza a sucederse a cámara lenta. Imagíneselo, ¿no les ha ocurrido nunca? Cuando le va a echar el guante a la dichosa leche, se choca usted con otra mano que de entre las 100 leches, ha seleccionado precisamente la misma leche que usted. ¡Vaya, qué casualidad!

Entonces se miran embelesados y usted se queda con la boca abierta. Con cara de corder@ degollad@. Y el otro también. Son el uno para el otro. ¡Por fin ha encontrado su media naranja! ¿Y si encima fuera Bradley Cooper? ¿Ya sería el hombre/mitad perfect@ no? Pues no. Y no me digan que nunca se se han montado su propia película en la que usted es el protagonista de la escena del supermercado. Muchas mujeres son (somos) unas auténticas filmakers y nos montamos en un momento nuestra propia película, que ríase usted de Hollywod.

Los hombre perfectos no existen, ni las mujeres perfectas. No es más que otro de esas quimeras que algún soplagaitas se ha inventado, como si fuésemos mitades de un ser humano casi perfecto separadas por el capricho de algún dios concupiscente. Bajémonos de la parra y dejemos de creer en estas películas de ciencia ficción. Es más fácil que el hombre llegue a Marte en bicicleta que que esto ocurra. Estos encuentros naranjiles, en la vida real, no pasan. Nunca pasan. Jamás. Lo siento, pero yo lo de las medias naranjas ya no me lo trago. Digo «ya» porque hubo un tiempo en el que me lo creía. No me juzguen, era una niña y creía en los cuentos de hadas, en las princesas y en que la  paz en el mundo era posible. Pero ahora no me las trago ni medias, ni enteras. Las medias naranjas sólo sirven para hacer zumo. Y punto. Búsquenlas sólo en la frutería.

Compartan su vida con una naranja (chirimoya o melón) que haga que se chupe los dedos cada vez que se la come y siempre le deja con ganas de más. Aunque a veces no la soporte o quiera exprimirla. No sé ustedes, pero yo no quiero ser la mitad de nada. Porque cuando un amor es verdadero y sano, no se necesita para vivir. Y menos una media parte de algo para completarse. No me sean… y repitan conmigo: Yo me completo.

Y si hemos de ser naranjas, seamos naranjas completas, enteras, sin cortes ni incisiones. seamos naranjas propias e intransferibles, como nuestra identidad. Seamos naranjas libres, orgullos@s de sernos, que no necesitan de mitades, cuartos o cuartos y mitades para sentirnos complet@s. Ni para ser felices, que parece que en los tiempos que corren el que no está enamorado y tiene pareja es un desgraciado.

Que follen mucho y mejor.

Cuando el amor y el deseo aprietan y superan el pudor, dense un achuchón

Querid@s,

Alguna vez le han gritado o ha sido usted el que ha lanzado aquella envidiosa frase que dice ¡Id a un hotel! o ¡El amor es ciego, pero los vecinos no!

Y es que hay veces que el deseo y el amor superan el pudor, y por mucho moro que haya en la costa o ropa haya tendida, no podemos aguantarnos las ganas de más. Y acabamos irremediablemente haciendo el amor en público. No estoy hablando únicamente de sexo, pues ¿realmente hay que estar desnudos para hacer el amor? ¿Acaso un abrazo, un beso no es hacer el amor con el otro?

Parece que hacemos honor a nuestra de sobra conocida fama de latin lovers y no nos cortamos ni un pelo a la hora de mostrar nuestro amor en público. De media las parejas españolas demuestran públicamente su afecto unas 7 veces al día, infinitamente más que otros europeos. Un 28% de los españoles confiesa que alguna vez ha tenido que escuchar la frasecita en la que amablemente se nos invita a marcharnos a un hotel mientras nos entregamos a nuestra pareja en espacios públicos. Además, cosa que no sabía, somos los más propensos a reservar una habitación de hotel para dar rienda suelta a nuestra pasión en una noche en la que no es posible ni en tu casa ni en la mía: un 24% afirma que alguna vez ha reservado una habitación para pasar la noche con su pareja como consecuencia de un calentón irrefrenable. La última vez que fui a un hotel a desfogarme acompañada, parece que no éramos los únicos, porque no había habitaciones libres y hasta el tercer hotel no hubo suerte. Eso sí, una vez hallado, amortizamos la cama hasta el último céntimo.

A una inmensa mayoría (95%) nos encanta mostrar en público el afecto que sentimos por el otro. Algunos llegan un poquito más lejos y se pasan al wild side, porque casi un 7% admite haber practicado sexo en lugares públicos. Me incluyo entre ese 7%, pero no se lo digan a mi madre, por favor. No comulga demasiado con mis ideas ni con mis actos. Yo he hecho el amor o follado (lo que prefieran) en varios sitios públicos. Si me permiten, los compartiré con ustedes. Sólo unos cuantos, no quiere parecerles demasiado fresca.

Con un vasco en una preciosa playa del cantábrico a plena luz del día, aunque era pronto y la gente aún no había amanecido. Menos mal.

Con un catalán en la parte trasera de su coche, aparcado en un precioso mirador con vistas a la costa de la Barceloneta. Acabé con las rodillas ensangrentadas y recordé, después de infinitos años, lo difícil que es hacer el amor en…

Con otro vasco muy canalla en el baño durante una fiesta en casa de un desconocido. Creo que nos pasamos de tiempo, llamaron a la puerta y…coitus interruptus. Y ya en otra época, en otro siglo, cuando aún  era virgen, cuantísimas veces me he manoseado en la fila del cine (y del autobús), en mi portal o en el de cualquiera con el pille de una noche y en los soportales del barrio de los museos de la imponente ciudad de Viena. Y sobretodo con aquel madrileño, Fernando, al que le sigo teniendo muchas ganas y con el que tengo un polvo pendiente. ¡Ay Fernando, cómo me toco en tu verga pensando!

Y para terminar, un «lugar» con lo que no comulgo. Llámenme incongruente, pero así es como lo siento. Está claro que vivimos en la era de Internet, pero creo que no son precisas ni necesarias las constantes demostraciones digitales de amor. No son pocas las parejas que publican sus historias de amor a los cuatro vientos. Uno de cada tres españoles (me parecen demasiados) admite compartir fotos en las redes en mitad de sus citas románticas, convirtiéndonos en los europeos que más fotos publicamos con sus parejas en redes como Facebook o Instagram. Cada uno puede lo que quiera, faltaría más. Y yo puedo opinar también lo que quiera. Al igual que ustedes. Lo respeto, aunque no sé si lo comparto al 100%, si es una demostración espontánea de amor (es el 74% de los caso). Pero si se trata de coleccionar «me gusta», intentar presumir o dar envidia sobre lo felices que son (14%), dar celos a algunos contactos con los que se quiso pero no se pudo llegar a nada (9%), o incluso tocar las narices a los clásico ex (7%), ahí me rebelo. Más que nada porque me resulta ridículo. De hortera de bolera.

El amor no se vive de cara a la galería, al menos no debería. Se vive para uno mismo, y para los dos.

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PD.: Recuerden. Cuando el amor y el deseo aprietan y superan al pudor, dense un achuchón. O péguense un revolcón.

Que follen mucho y mejor.

Se venden bragas usadas

Querid@s,

¿Alguna vez han montado una fiesta en casa y al día siguiente le han desaparecido bragas de la cesta de la ropa sucia?¿Siempre ha creído que el vecino o el portero le robaba sus preciadas braguitas? Y usted confiese que alguna que otra braga ajena se ha metido en el bolsillo y ha acabado oliéndola a escondidas en la intimidad.

Estas cosas pasan desde que el mundo es mundo, y desde hace bien poquito ya se pueden comprar y vender bragas usadas por internet en nuestro país. Como lo oyen. El fetichismo por las bragas usadas nació en Japón en los 80 y se conoce como Burusera. Incluso las presas de la serie Americana Orange Is The New Black venden sus bragas usadas.

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El mercado de lencería usada ha crecido estrepitosamente y ha dejado de ser un tema tabú. Este fenómeno se ha instalado ya en nuestra cultura occidental y gracias a Internet los usuarios pueden comprar prendas fetiches de una forma totalmente anónima. Bragas, culotes, tangas, sujetadores, medias, calcetines y zapatos. Esta nueva moda facilita el acceso a esa lencería que antes era tan difícil de conseguir sin parecer un degenerado. Y para las propietarias de la lencería, una forma muy fácil y rápida de ganar dinero sin moverse de casa.

En enero nació Secretpanties.com, en la siempre pionera Barcelona, de la mano de su fundadora, Katia Ehlert. Permite a cualquier mujer obtener unos ingresos extra fácilmente. Cuenta ya con más de 500 prendas de más de 300 vendedoras anónimas y una sección VIP con algunos personajes públicos como María Lapiedra y Roser Amills que ya venden sus prendas más hot.

Mujer, si está pensando en renovar su lencería fina, no tire nada. Cuelgue tres fotografías de la prenda. Lo suyo es que se saque una foto con la prenda puesta, ocultando la cara. En el caso de las bragas, una por delante, una por detrás y una tercera mostrando la suciedad (los hay a los que les va que las bragas estén sucias y corridas) y póngale precio. Usted se lleva el 60%, Secretpanties el 40%. Así de sencillo. No olviden agregar una descripción zorrupia y gorrindanga de su prenda en cuestión. Que sea tentadora para el comprador. A diferencia de otros portales menos discretos, el envío se realiza mediante un sistema de código de barras que garantiza el absoluto anonimato del comprador y la vendedora, ocultando así todos los datos personales. Un secreto que quedará entre nosotr@s.

Yo igual me animo a vender mis bragas que ando mal de pasta.

P.D.: No se admiten devoluciones.

Que follen mucho y mejor.

Follemos: el manifiesto de Nacho Vidal

Querid@s,

En estos tiempos que no son tan buenos,

Seguimos haciéndonos daño. Seguimos matándonos los unos a los otros. Matando a nuestros hermanos, hermanas, vecinos y amigos. Seguimos fabricando armas, seguimos cometiendo atentados, seguimos atentando contra toda lógica. Evolucionemos, amemos, follemos. Cambiemos los misiles por consoladores. Las armas de destrucción masiva por orgías multitudinarias. Dejemos de invadir países y comencemos a conquistar culos. Practiquemos el bondage y la dominación en lugar de esclavizar a nuestros niños. Que el squirting diluya nuestras lágrimas. Que los gritos de cada orgasmo sustituyan a los gritos del hambre y la desesperación. Que la posición del ’69’ nos haga olvidar cada disposición del FMI. Follemos, sí, follemos y follemos. Acabemos ya con esta forma de pensar hipócrita y cruel. Dejemos de escandalizarnos al ver nuestros cuerpos desnudos mientras aceptamos ver cuerpos mutilados. Dejemos de tragar mentiras y comer basura y pasemos a tragar pollas y a comer coños chorreantes. Hagámoslo desde ya, con urgencia, sin excusas. Porque solo cuando cada polla y cada coño de este planeta sea respetado… merecerá la pena vivir en él.

Es el manifiesto del actor porno Nacho Vidal, una especia de oda al amor y al sexo, su particular versión del “haz el amor y no la guerra”. También sirvió como presentación del Festival Erótico de Barcelona celebrado del 1 al 4 de octubre del año pasado.

La organización del festival definió el vídeo como “una exhortación a amarnos, a disfrutarnos, a querernos y a aceptarnos, a nosotros mismos y a los demás, tal y como somos: animales sexuales. A dejar de lado los tabúes y la vergüenza. Así tal vez seremos capaces de dejar de lado la doble moral imperante que esconde el cuerpo pero enseña la violencia y la barbarie”.

¿Qué opinión les merece su manifiesto? Desde luego, no deja indiferente a nadie. A mí me ha servido de inspiracion para redactar el mío. A ver qué les parece.

Porque las batallas sean cuerpo a cuerpo en una cama aún por deshacer. Porque los únicos mutilados sean los prejuicios y las prohibiciones. Porque se envíen más misiles en forma de cartas de amor. Porque las únicas bombas que exploten sean las que estallan debajo de la piel. La tuya y la mía. Porque tú me enciendas y yo te ponga por los siglos de los siglos. Amen.

Porque tú y yo nos encontremos, algún día, cuando menos lo esperemos. Porque follemos hasta que  nos enamoremos. Porque nos dejemos de timideces y pasemos a la acción. Porque las noches a tu lado duren toda la vida y vuelta a empezar. Porque cada mañana me invites a desayunar, con o sin diamantes. porque nunca nos hagamos mayores, porque nunca se nos envejezca el corazón. Porque no me vuelvan a romper el alma y si lo hacen, que valga la pena.

Porque la felicidad no sea un sueño. Por aprender cada día, aunque sea sólo una palabra nueva. Por hacer cada día algo que nos dé miedo. Porque nunca dejemos de bailar. Porque esa diosa llamada música nunca deje de sonar. Porque no nos dejemos nada el tintero, ni respiremos a medio pulmón. Porque no pasemos por este mundo sin pena ni gloria. Porque no nos dejemos besos por dar, ni polvos por echar. Porque siempre nos quede algo por lo que seguir luchando. Por seguir amando, haciendo el amor y follando toda la vida. Porque a veces sí, y a veces no. Porque me hechicen, si viene de la persona adecuada.

Por esos hombres que ponen con los tacones mirando pal techo y por esas mujeres que son el veneno para el que tú eres el antídoto. Porque hagamos todas las cosas que nos quedan por hacer antes de palmarla. Porque no nos arrepintamos de nada. Y porque el día que muramos, sintamos de verdad que hemos vivido plenamente. Como si fuera el último día. Como si fuera el primero.

¿Y su manifiesto?

Que follen mucho y mejor.

Fóllame hasta las lágrimas

Querid@s,

Lloras en esos orgasmos en los que sientes un maravilloso latigazo entre el coño y el culo y que te hace sentir de puta madre. Son orgasmos empapados de algo profundamente salvaje.

Todos compartimos la misma forma de alcanzar el clímax. Contracciones rítmicas vaginales, contracciones del esfínter anal y la eyaculación definitiva. A pesar de esto, cada persona vive el orgasmo de una forma diferente. A su manera. En el goce sexual hay un ingrediente subjetivo muy personal e intransferible para cada uno de nosotros. Como las huellas de los dedos. Jamás habrá dos orgasmos iguales. Y eso es precioso. Esos espasmos divinos en los que buscas como una loca sabanas a las que agarrarte mientras mueres pequeñamente.

Los orgasmos se viven como una gran explosión de placer y calor que te inunda el cuerpo y sientes que ardes. Algunas mujeres perdemos el sentido durante unos segundos, abandonamos la consciencia y extraviamos nuestro propio rumbo. Una desorientación involuntaria que sabe a gloria. Como cuando uno se va de viaje y se pierde a propósito. Sólo que cuando se tiene un orgasmo, uno se pierde por los rincones de su propia existencia.

Un orgasmo puede tener miles de matices subjetivos. En cada uno  se imprime un colorido distinto, un aroma diferente, una tonalidad propia. Acaso tornasol. O sabor a chocolate. A veces hasta dan ganas de llorar. ¿Por qué lloramos cuando follamos? Puede que usted no haya llorado nunca y piense que la que le habla es una loca. Pero es posible, muchas mujeres lloramos. Se puede llorar antes, durante y después del orgasmo. Especialmente inquietantes son esas lágrimas que asoman tímidamente o con una fuerza desgarradora en la cuenta atrás del orgasmo, si es de los antológicos. Hablo de ese instante en que una viene o se va en forma de una descarga incontrolable de tensión sexual desbordante de serototina, oxitocina, prolactina y endorfinas. Pura felicidad.

Porque hay muchas maneras de follar. No siempre, normalmente casi nunca, pero a veces, cuando se alinean los planetas y los astros pactan mágicamente, cuando se conecta de verdad con alguien y con el universo, cuando un@ se enamora del@ otr@ mientras folla, un@ siente que alberga entre sus piernas uno de esos polvos tan virtuosos que conmueven, tan intensos que son capaces de ablandar y suavizar los esguinces del alma, que son los que más duelen.

El sexo, intuyo, es un catalizador. También quitapenas y medicina redentora. Porque alivia la piel, sacia las ganas y consuela el alma cuando uno se siente desgraciado. El sexo (el buen sexo) es todo lo que no es feo, egoísta, malvado y ruin. Es todo lo que no duele ni lastima. Bendito lenitivo que mitiga el dolor y amengua tormentos.

Confieso que he llorado unas cuantas veces. Confieso que me gustaría llorar infinitamente más de lo que lloro y no dejar de hacerlo nunca, pero eso no es algo que se escoja. Ocurre o no ocurre, así de simple. Es un llanto involuntario, son lágrimas inmigrantes que no saben de donde vienen ni hacia dónde se dirigen. Quizás más allá de los confines de nuestras propias parcelas.

La primera vez que lloré fue mientras hacía el amor con mi primer novio. Mi padre se había muerto sin despedirse hacía ya unos meses. No eran buenos tiempos. Sin duda los peores hasta ahora. Estaba apenada todo el día porque se despidió a la francesa y me quedé con dos de sus frases que las tengo grabadas a fuego en las entrañas: Hija, se me va la vida (horas antes de palmarla) y Si no fueras mi hija me casaría contigo (esto me lo decía prácticamente cada día). Sorprendentemente también estaba cachondísima y ansiaba sexo a todas horas. Mi novio se había marchado a vivir al extranjero y esa era la primera vez que nos veíamos después de varios meses. Después de olerle tanto y tan profundamente que su esencia se me había metido en ese hueco que hay entre la nariz y el cerebro, hicimos el amor en la cama de sus padres. Por la tarde, con las luces encendidas y tumbada sobre él, sentía que se me acababa el aire. Mientras follábamos pensé que iba a morirme de tanto amor.

Empecé a notar como un conmovedor y larguísimo orgasmos me catapultaba, y me acariciaba las alas como si fuera una mariposa. Le sentí de verdad, le deseaba sobreexcitada, acelerada y con la respiración entrecortada. Sentí un brutal latigazo entre el coño y el culo y me di cuenta de cuánto le quería, de que estaba tan dentro de mí que podía atravesarme el alma. Y de repente fui consciente de que estaba encharcada de felicidad como nunca y me entraron unas enormes ganas de llorar. Lloré. Lloro al recordarlo. Lloraba porque me sentía viva de cojones. Ahora creo que también lloraba porque sabía que aquello no duraría para siempre. Pero qué bien me sentaba.

Mi amiga Micaela, que es una de esas mujeres entre un millón, dice que cuando llora es porque siente que está pasando a una fase más allá. Que está jugando en otra liga, un polvo Champions League. De repente siente que se va, que se la llevan a otra parte. Ayer mismo me contaba “El otro día lloré. Tuve un orgasmo brutal. Es como volver de ese placer. No querer volver, pero de repente vuelves. Es maravilloso. Es un llanto a la vida. Es un llanto brutal. Es rematadamente maravilloso. Es de los llantos más bonitos que hay.”

Lo que mi adorada Micaela me contó me recordó algo. También lloré la última vez que me acosté con el amor de mi vida. Ese que tuve, no retuve y jamás volveré a tener. La última noche que pasamos juntos me metí en su cama con mucha ansia. Quería que me atravesara el cuerpo literalmente e hicimos el amor. Y lloré. Esta vez lloré después de correrme gloriosamente. Lloré lágrimas negras. Lloré amargamente como lo hace el cielo en una tormenta perfecta porque esta vez, mientras follábamos, me di cuenta que ya no le quería. Al menos no de esa manera loca e irracional en la que le había amado hasta darme cuenta de que ya no quedaba nada de lo que sentía por él. Me dio mucha pena darme cuenta de que se nos había acabado el amor. ¿Cómo es posible? Con lo mucho y bien que le quise. Siempre pensé que le querría para toda la vida, que tendría suficiente amor a borbotones para regalarle el resto de su vida. Y de la mía.

Siempre que he llorado he sido plenamente consciente de que estaba viva en todos los sentidos y a todos los niveles posibles de la palabra “viva”. He sentido ese instante por todos los poros de mi piel y en cada puto centímetro de mi cuerpo. Incluso en recovecos perdidos que había olvidado que existían. Sin embargo, no conozco a ningún hombre que haya llorado. No lo digo a malas, simplemente nunca he conocido a ningún hombre llorón. Será que ellos no lloran. No lo creo.

Una última pregunta para terminar. ¿Qué es lo que un@ se deja en cada orgasmo? Yo me dejo la vida, parte de mí, por eso es como si me muriera pequeñamente. También siento que me voy a otro sitio. Creo que cuando uno se corre a lo grande es como si te montaras en una máquina del tiempo que te permite correr o volar y te lleva a cualquier otra parte. Un lugar en el que quieres quedarte para siempre. Pero sólo permaneces unos instantes, que siempre saben a poco. Saben tan bien y están tan ricos, que saben a demasiado poco. Y entonces lloras, porque no puedes controlar el llanto. Desnud@ en cuerpo y alma, libre de todo estigma, no tienes que esconder esas lágrimas. Morriña de esos instantes de felicidad infinita. ¿Nada más amargo que lo que perdí? Sentimos que estamos donde queremos estar y con quien queremos estar. Que podríamos morirnos en ese preciso instante y tan contentos.

Y sentimos que alcanzamos el cielo con la punta de los dedos. Que podemos rasgar las nubes y atravesarlas.

Dicen los franceses que el orgasmo es como morirse pequeñamente, de ahí la pétite mort. Pero sin dolor. Quizás por eso también se llora, porque se está muriendo un poquito. Para mí es como pegarle un bocado a la vida tan grande que no me cabe en la boca. Es tanto lo que siento que incluso después de vaciarme, de irme, venirme y correrme, todavía queda felicidad dentro de mí. Y para sacarla, no me queda otra que llorar. A veces como una descosida. Si alguna vez follamos y me hacen llorar, no se asunten ni me pregunten. Que mi llanto no les desconcierte. Ya saben por qué lloro. Simplemente sigan amándome. Si alguna vez follamos, fóllenme hasta las lágrimas. Como habrá confianza, fóllame hasta las lágrimas.

Que follen mucho y mejor.

¿Nunca le han hecho una mamada, Zuckerberg?

Querid@s,

Facebook lo vuelve hacer. Vuelve a censurar. El gigante de Mark Zuckerberg no sabe por dónde va y el rollito moralista parece que le afecta más de la cuenta. Esta vez le ha tocado a un cuadro de 1964 por considerar su contenido demasiado explícito. Creación de la artista belga Evelyne Axell, lleva por título Ice Cream (Helado) y está expuesto en el Museo de Arte de Filadelfia.

Les ruego que lo observen un rato. ¿Qué hay de dañino o feo en este cuadro? ¿Me lo puede explicar alguien? El lienzo es a todas luces inofensivo. Retrata a una mujer chupando un helado con los ojos cerrados. La chica parece estar disfrutando del dulce placer de comerse un helado. Al verlo me dan ganas de comerme uno yo también y me recuerda que el verano está cada vez más cerca. ¡Qué ganas! Me gusta el contraste de su rosto en tonos grises y el resto del cuadro representado con colores vivos. Y me hace gracia ese chorretón de helado que cae por el cono y hasta le mancha la mano.

Pues ahora va Facebook, que siempre hace de su capa un sayo, y decide una semana después su publicación, retirarla del muro del Museo de Arte de Filadelfia por considerarla demasiado sugerente y violar las normas del caralibro. Qué duda cabe que esta artista es provocadora y su cuadro también lo es. Qué duda cabe también que no hay que ser muy listo para leer entre líneas y acabar interpretando esta chorreante pintura como una alegoría de la liberación de la mujer. Me da a mí que este es la auténtica censura.

Pero no entiendo el miedo, el peligro que puede representar esta alegoría. ¿Una mujer chupando pene y gozándosela? ¿Qué pasa Zuckerberg, qué nunca le han hecho una mamada?

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Sepan ustedes que colgadas en el muro del censurado museo, había obras mucho más explícitas que Ice Cream. Eso sí, esta provocadora pintura, como casi toda su obra, desafía las convenciones artísticas y simboliza el liberado y característico espíritu lúdico de la revolución sexual de 1960.

 La obra de Axell se interpreta a menudo como una crítica al mainstream del pop, en el que las mujeres muchas veces se representan como objetos pasivos, puros elementos decorativos. Como una lampara o un jarrón.

Por el contrario, la belga destaca por representar en sus obras mujeres activas y seguras de sí mismas que persiguen su propia satisfacción y placer, como la protagonista de Ice Cream, que descaradamente disfruta de su chorreante helado.

Como ocurre con toda censura, más que acallar opiniones y evitar debate sobre el cuadro, ha avivado la llama y lo ha convertido en viral en pocos minutos, generado decenas de comentarios entre los internautas que se vieron sumergidos en un acalorado debate sobre la censura. A pesar de Facebook (que por ahora no tiene tanto poder) pueden disfrutar de Ice Cream y muchas otras obras en el Museo de Filadelfia. Le pese a quien le pese.

Que follen mucho y mejor. Usted también Mr. Zuckerberg.

En San Valenín emborráchense

Querid@s,

¡Feliz San Valentín! ¡Feliz  día de los enamorados! No hay nada que podamos hacer ya, todo llega. Antes o después. San Valentín ya está aquí, encantado de conocerse y preparado para darlo todo este 2016. El pequeño Valentín fue un santo mártir romano, de esos que las pasan rematadamente canutas y sufren lo indecible. El maligno Emperador Claudio II decidió cargarse a este santurrón de un hachazo, precisamente un 14 de febrero de hace un porrón de años. Resulta que el santo de Valentín, del que se rumoreaba que era un mata sanos que se convirtió en cura, casaba a escondidas, el muy pillín, a parejas después de que el matrimonio quedara terminantemente prohibido por el infame Claudio, alias El Gótico. A través de otra leyenda se dice y se rumorea que Valentín es el patrón de la festividad más moñas del año porque esta fiesta rosa coincide con el momento del año en que los pajaritos y las parajitas comienzan a aparearse como si  no hubiera un mañana. No sé qué versión creerme. ¿Y ustedes?

Sea lo que sea, por estas fechas San Valentín no está solo. Nunca lo está. Su amigo que jamás le abandona, Cupido, también viene armado hasta los dientes con sus flechas del amor para recordarnos a los solteros que somos unos desgraciados en este mundo hecho para dos. Que nadie nos ama, que no amamos a nadie, o al menos, que ese amor no es recíproco en ningún caso. Nos recuerda año tras año que somos los apestados de la sociedad, por no tener novi@ que nos quiera.

Para el que no lo sepa, Cupido es el hijo de Venus, la diosa del amor, la belleza y la fertilidad, y de Marte, el dios de la guerra. Se le suele representar como un niño alado, con los ojos vendados y armado de arco, flechas y aljaba. Aquí le ven en la Madonna Sixtina, óleo deRaffaello Sanzio, tal vez la más conocida e icónica representación de putti.

cupido

Créanme que no miento ni exagero (bueno, algo sí exagero) si les digo que tengo un dilema existencial que ríanse ustedes de Aristóteles, Macrobio, Plutarco y Stephen Hawking en una mesa redonda debatiendo sobre ¿Qué fue primero, el huevo o la gallina? Querido Valentín, alma de cántaro, no sé si mandarte a tomar viento con esas alas tuyas o irme contigo de vinos.

No sé si me gusta o no la celebración del día de los enamorados, si hay algo de bonito y sincero en esta fiesta. Por un lado está muy de moda cagarse (en este día) y echarle la culpa a cualquiera, como los yankis, las parejas horteras que celebran este día con especial dedicación y frenesí. Todos dicen o decimos «vale, vamos a cenar, pero como si fuera un día normal», ninguno de nosotros asume que también compramos en este día señalado y celebramos el día de los enamorados como una fecha especial. No sé entonces a quien van dirigidos los spots publicitarios y para qué se gastan las tiendas tanto billete en papel de regalo para estos días.

También están l@s subversiv@s y anti sistemas, tod@s conocemos algun@, que consideran que esta fiesta la ha inventado El Corte inglés y que es la mayor apología del consumismo (después de las Navidades), un ultraje al amor de verdad y una mariconada/paripé de mucho cuidado. Por no mencionar a los rebeldes sin causa, que como pillen a Cupido por banda, lo matan de un plumazo. Todos alegarán defensa propia. Porque el pequeño querubín, versión romana del Dios Eros, procura no perderse ninguna y hace su especial aparición por estas fechas. Ojo que ataca a traición, cuando menos te lo esperas. Con premeditación y alevosía.

Por otra parte, si se celebra todo: las bodas, los cumpleaños, cuando alguien se va, cuando ese alguien regresa, ¿por qué no celebrar el día de los enamorados? Yo soy de celebrarlo todo. Me sobran motivos para convertirlos en días de fiesta. ¿Por qué no celebrar también San Valentín? Pues por llevar la contraria, por ir a contracorriente como los salmones. Y por amor también.

No he entendido nunca por qué en este día, por encima de los restantes 364 del calendario, se ha de querer más y más fuerte y demostrar a través de un regalo (¿acaso las palabras no bastan y los actos no tiene valor?) eso que a muchos tanto les cuesta decir. Creo que no hay nada más brutal en este mundo que decirle al otro que le quiere y demostrárselo. Y que se las digan a uno. Que nadie es como usted, que todas las canciones le recuerdan a usted, que no pasa un sólo día sin que no quiera verle. Decirle que no puede usted vivir sin ell@, que no hay manera.

L@s enamorad@s, hagan lo que deseen, pero ámense los unos sobre los otros. Como en las buenas películas que acaban bien y algunas insuperables que acaban rematadamente mal. Y emborráchense. Emborráchense de flores, bombones, de velas e incienso. Emborráchense de escapadas con encanto. De cenas románticas, de champan azul y de noches sin parar de follar como leones. Sin parar de amarse como enamorados, que al fin y al cabo es lo que son. Emborráchense de lo que más les guste. Pero emborráchense. A gusto.

Y los solteros, que lo son porque el mercado está fatal, porque no hay quien le case, porque no hay manera, o lo más probable, porque al que le gusta, a usted no le gusta, y al que usted le gusta, usted no le gusta. Mientras encuentran o no alguien a quien amar y que le ame, emborráchense también. Que la vida son dos días, y en San Valentín, más que nunca, hay que celebrar. Lo que quiera, como quiera.

Cupido hace bastante que no se pasa por mi casa y me lanza una de sus flechitas envenenadas de amor. Aún así, pienso celebrarlo. Celebraré que la vida me ha regalado un día más y brindaré por los que se aman, también por los que se aman en silencio y jamás estarán juntos, por los que se enamoran de quien jamás le querrá, por aquellos insensatos valientes que se enamoran mientras el mundo se derrumba. También me emborracharé. Con una, con dos, con tres copas de más. Acabar rendid@. Y borracha perdida.

Que follen mucho y mejor

El refranero pide sexo: los mejores dichos calentorros

Querid@s,

¿Quién no ha escuchado o ha pronunciado aquello de En tiempo de guerra, todo agujero es trinchera?. Se refiere al impulso sexual, animando a no ser tiquismiquis y exigente a la hora de elegir pareja sexual, especialmente cuando se tiene una necesidad imperiosa. El refranero español pide sexo y son muchas segundas intenciones las que se esconden detrás de algunos refranes. Otras veces se manifiestan sin pelos en la lengua.

Ayúdenme pues a recordar esos refranes recogidos en la legua española por nuestra tradición que hacen referencia al asunto de la jodienda. Por el momento he encontrado los siguientes. No maten a la mensajera y échenle un poco de humor, que en estos tiempos no está de más.

Para un viaje corto cualquier bicicleta es buena.

Tiran más dos tetas que dos carretas.

A esa el efecto gamba, le quitas la cabeza y to paentro.

Si el césped está crecido se puede jugar el partido.

Si pesa más que un pollo me la follo.

Si hay pelito no hay delito.

No hay mujer fea, sino copas de menos.

Si llega al telefonillo me la cepillo.

Cuando las ganas de joder aprietan, ni vivos ni muertos se respetan.

Aquí o follamos todos o tiramos a la puta al río.

¡A follar a follar que el mundo se va a acabar!

¿Se les ocurre alguno más?

Que follen mucho y mejor.

¿Piedra, papel o tijera? ¿Pablo, Pedro o Albert?

Querid@s,

Tan comentados han sido los estilismos de Iglesias, Rivera y Sánchez.

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Cada uno lució su outfit en esta nuestra Gala de los Goya. Pablo Iglesias sorprendió a todos como nunca cumpliendo a rajatabla con el dresscode, ese que se pasó por el forro de los cojones cuando se plantó la Zarzuela a ver al rey. Con camisa arremangá y vaqueros, para variar. Pero para los Goya, obedeció. Se marcó un esmoquin molón, se anudó una pajarita al cuello y posó luciendo sonrisa Profident. Dejémoslo en sonrisa. En una jugada magistral de piedra, papel o tijera, Iglesias nos dice a la cara, alto y claro que puede salirnos por peteneras, cambiar de rumbo inesperadamente y desconcertar al personal cuando menos lo esperemos. Como el amor.

Con el cuello levantao, como los pijos y Borjamaris llevan los polos, apareció Albert Rivera. También de esmoquin y con pajarita al cuello. Los jóvenes líderes de los partidos emergentes siguen las mismas se visten igual. Desde que acercaran posturas y se hicieran amiguitos en aquel debate de la Sexta en un bar de barrio y a bordo de un utilitario cualquiera, Pablo y Albert se llevan a las mil maravillas. ¿Hablarían antes para preguntarse qué iban a ponerse para la cotizada party? Tan conjuntados, tan monos los dos. ¿Acaso nos están vendiendo la misma “mentira” bajo marcas distintas?

Sánchez, que cada vez es más moderno y más de izquierdas, o de eso va, se dejó la corbata en casa y cambió el esmoquin por un traje de chaqueta azul marino y se desabrochó el botón para dotarse de un aire de latin lover. Sabe que su físico es probablemente lo que más gusta, especialmente entre las votantes. Hay que enseñar pecho Pedro, dí que sí.

Tres de los jinetes del Apocalipsis. Del cuarto no se supo nada.

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Cada loco con su tema. ¿Si el futuro del mundo dependiera de ustedes y para salvar la humanidad tuvieran que acostarse con uno de ellos, a cuál escogerían? Por favor, a los hombres heterosexuales y tajantes en cuanto a su sexualidad, les pido que utilicen su imaginación y demuestren que pueden ser objetivos a la hora de valorar la belleza del prójimo. No por eso van a ser menos hombres.

Yo lo tengo clarísimo. Espero que el destino de la Humanidad jamás de los jamases dependa de este supuesto (absurdo, no se lo niego), porque en mi sano juicio jamás me acostaría con ninguno de ellos. Discrepo con todos ellos en ideología y se me baja la líbido sólo de pensar que me arriman la cebolleta. Pero si se me encomendara la heroica labor de salvar el mundo y atendiendo sin rechistar a la pregunta que les he formulado, me acostaría con los tres a la vez. Que aprendan a entenderse y que se apañen entre ellos.

Que follen mucho y mejor.