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Durante el embarazo mastúrbese

Queridas,

¿Quién dice que maternidad y masturbación son incompatibles? Pues se equivocan.

La oxitocina, que procede del griego «nacimiento rápido» – se libera durante la excitación sexual y el orgasmo, pero también durante el nacimiento. De tal modo que las hormonas generadas al dar a luz y aquellas que se desatan locamente al mantener relaciones sexuales son del mismo padre y de la misma madre. Por ello no debemos echarnos las manos a la cabeza si durante la recta final de la preñez  una mujer encinta se dedica a masturbarse ella solita. Salvo que el diámetro de la barriga no complique demasiado hasta el simple hecho de introducirse el dedo en la vagina o el omnipresente y ciertamente obsesivo miedo a lastimar al bebé.

Las que no hayan sido mamás nunca no lo saben, pero a muchas mujeres embarazadas les pica el coño más que a las que no nos han hecho un bombo. No sé qué tiene el embarazo que las vuelve locas y la almeja late cual mandíbula batiente. Es así, lo que ocurre es que no todas lo admitirán. No todas reconocerán que su furor uterino está que trina.

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¿Pero por qué? El argumento capital es que durante la gestación del bebé que, en breve vendrá a sumarse a la población que habita la faz de este mundo que todavía no sé si vale la pena vivir en él o no, la zona pélvica recibe más circulación sanguínea que nunca. Este es el quid de la cuestión y la razón por lo que la vagina y toda la parafernalia genital adjunta es más sensiblera al sexo. Incluso los orgasmos son mucho mejores que los del resto de las mujeres que no llevamos ninguna semillita en nuestro interior.

A esta gozosa situación fisiológica, hay que añadir el no poco molesto panorama de que la barriga va adquiriendo, semana a semana, unas dimensiones cada vez más voluminosas. Con ello, solo pronunciar la palabra sexo seguida de con penetración, se convierte en un acto poco apetecible, una prueba de malabarismo en toda regla, hasta una proeza logística que ríanse de las pirámides de Egipto.

Además ese pensamiento que se les antoja tanto a papá como a mamá cuando se van a poner con el tema, y a uno de los dos le entra el apuro y agobiado espeta como medio echando la bronca A ver si al final le vamos a hacer daño al chiquito. Padres de nuestros tiempos, mamas primerizas, lo de que el bebé pueda salir dañado de un pollazo es un falso mito, como que el semen engorda, que con un beso puede usted quedarse embarazada, o que usted no puede bañarse en los dias de regla o… ¿se morirá?

Entre una cosa y la otra, las madres andan con las hormonas revolucionadísimas y más salidas que el capullo de un preso, por lo que no dudan en entregarse al maravilloso entretenimiento de la autosatisfacción sexual metiéndose el dedo como si no hubiera un mañana. Cuentan los expertos que durante el segundo trimestre de embarazo la frecuencia masturbatoria es cuatro veces mayor de lo habitual, y en el último trimestre llega a multiplicarse por un escandaloso nueve, el numero de las canciones de esta pelicula impagable.

Para aquell@s que sean más partidarios del sexo oral, este también aporta los mismos provechos dilatadores para la vagina.

Y lo mejor de todo es que tanto una práctica como la otra son sanísimas para el cuerpo. Primero porque permite que la madre de la criatura continúe con su vida sexual habitual, aunque no haya pene de por medio. Además relaja la excitación sexual sobrevenida por su estado fisiológico. Para más INRI, los sexólogos parecen estar de acuerdo en que la masturbación manual dilata considerablemente la vagina, beneficio que sin duda vendrá de perlas a la parturienta en el momento de la verdad.

*Algunas han confesado meterse varios (dedos), que hay que ir haciendo espacio.    

Que follen mucho y mejor.