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Asexuales: ¿Es posible vivir sin sexo?

El sexo mueve el mundo, dicen. Y es cierto. Pero, por difícil que resulte de creer, hay gente a la que se la suda. No es que tengan nada en contra, no, es simplemente que no les aporta nada, no lo necesitan ni lo buscan y, por tanto, no lo practican. Sencillamente no sienten ninguna atracción sexual por nadie, eso es todo. La asexualidad no es muy común y es ahora cuando está empezando a ser objeto de estudio, por lo que no es posible hablar de cifras con exactitud. Para hacernos una idea, no obstante, los estudios de Anthony Bogaert, profesor de Ciencias de la Salud Comunitaria y Psicología en la Universidad de Brock, estiman que en Canadá, una país con 35 millones de habitantes, el 1% de la población es asexual.

Asexuales

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Hay diferencias entre la gente que se define como asexual, aunque la mayoría se refiere principalmente a la ausencia de deseo o atracción romántica. Algunos solo experimentan una de las dos, otros las dos y otros ninguna. Incluso hay una terminología específica para distinguirlos. Los asexuales arrománticos se denominan squish, en inglés. Tienden a conformarse con tener amigos muy cercanos con los que comparten una gran conexión emocional, pero con quienes no desean establecer una relación formal y tampoco tienen problemas con que estos tengan relaciones con otras personas. Simplemente quieran formar parte de su vida y pasar tiempo con ellos.

A los otros, los que sí experimentan atracción romántica pese a no sentir deseo sexual, se les llama crush. Pueden enamorarse perfectamente de alguien y querrían tener una relación , solo que prefieren excluir la actividad sexual. El problema es que, a menos que se emparejen con otro asexual, esto les coloca en una situación muy difícil. Porque ellos son capaces de tolerar practicar sexo con su pareja, pero esta antes o después acabará psicológicamente afectada al ver que es incapaz de resultarle sexualmente atractiva a su compañero/a. ¿Os imagináis lo que tiene que ser vivir con alguien así? No sé, igual hay gente que acaba por aceptarlo y se adapta, pero yo creo que antes o después un desequilibrio así entre dos personas acaba pasando factura. Como en aquella comedia romántica que protagonizaban Barbra Streisand y Jeff Bridges, El amor tiene dos caras, creo que se llamaba.

Conozco un matrimonio de ese tipo, aunque no siempre lo fueron. Supongo que los años y el desgaste acabaron por convertirlos en lo que hoy son: compañeros de vida y de casa, una suerte de primos hermanos que comen juntos y comparten gastos y familia. Catorce años hace que no se acuestan, incluso duermen en habitaciones separadas. Pero no se llevan mal, ni discuten, y juran que se aprecian y que no han sido nunca infieles.

¿Y de los otros? Juraría que sí, que a alguno conozco, pero no puedo asegurarlo. Nunca he hablado del tema con ellos, aunque jamás los he visto no ya con algún ligue o pareja, sino siquiera inmutarse o mostrar el más mínimo interés por nadie, del sexo que fuera, sexual o románticamente hablando. “Hay gente pa tó”, que diría mi madre.

¿Cuál es el mejor momento para el sexo?

Por la mañana, en la siesta, por la tarde, por la noche… ¿Varía el apetito sexual según la hora y el día de la semana? Varios estudios sobre libido masculina y femenina concluyen que sí, que las hormonas y los biorritmos influyen, aunque los resultados que he encontrado son totalmente contradictorios. Por ejemplo, uno, encargado por la revista británica Women’s Health, deduce que el clímax sexual entre las mujeres se produce los sábados por la noche, mientras que otro de la London School of Economics afirma que ellas prefieren las mañana de los jueves para tener relaciones sexuales.

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A mí que me perdonen, pero esto de los jueves por la mañana me parece una memez. A menos, claro, que estemos hablando de un jueves de vacaciones, pero en ese caso valdría cualquier día de la semana. Esto es lo primero que tendrían que tener en cuenta los dichosos estudios, porque anda que no varía el asunto si estamos en días laborables, madrugando y trabajando a tope; si estamos en fin de semana o si, como decía, andamos de vacaciones. El panorama cambia radicalmente.

La mayoría de las investigaciones al respecto deducen que los horarios matutinos favorecen la segregación de testosterona en los hombres y de estrógeno en las mujeres. Es decir, que las respectivas hormonas sexuales de ambos son bastante mayores al comienzo del día. No deben de andar muy desencaminados estos estudios, porque la mayoría de los que he consultado han elegido este momento como su favorito. Eso sí, siempre y cuando no estemos hablando de días entre semana con trabajo de por medio. Me cuentan que en ese caso se suelen levantar con el tiempo justo para ducharse y salir pitando, así que tanto a ellos como a ellas les queda poco tiempo para disfrutar de las famosas erecciones mañaneras.

Pero cuando llega el sábado, ya es otra cosa. Muchos han sido también los que, pensando en el fin de semana y en el tiempo de ocio, han optado por la siesta para remolonear entre las sábanas. Tengo que aclarar, no obstante, que estoy hablando de parejas más o menos estables. Cuando he preguntado a solteros/as o parejas recién formadas, las respuesta ha sido unánime: cualquier momento es bueno. Claro, así cualquiera.

Viagra femenina, ¿un remedio milagroso para la falta de apetito sexual?

Orgasmos. Tan placenteros, tan anhelados y, en ocasiones, tan difíciles de conseguir. Eso y que, a veces, la falta de libido se convierte en un auténtico tormento para muchas mujeres de todas las edades. Es lo que se conoce como trastorno del deseo sexual hipoactivo (TDSH), algo por desgracia demasiado común. Según los datos, una de cada cinco féminas sufre ese o el trastorno orgásmico, popularmente conocido como anorgasmia, en algún momento de su vida.

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Los especialistas opinan al respecto que, salvo los casos diagnosticados médicamente, que son los menos (10%), la mayoría de estos trastornos tienen una base psicológica. Estrés, ansiedad, miedos, inseguridades, complejos, problemas de pareja… La lista es interminable. El caso es que ahora, después de un largo historial de intentos y fracasos, una empresa británica acaba de anunciar que para el año que viene espera poder sacar a la venta la ORL101, una supuesta pastilla para aumentar el apetito sexual de las mujeres, más conocida como la viagra rosa.

Los responsables de la firma se llenan la boca con las pretendidas virtudes de la “revolucionaria” píldora. La clave, según ellos, es la melatonina, una hormona que se encuentra en el cuerpo de forma natural y que, sintetizada, ya se vende en forma de tratamientos homeopáticos. Normalmente se usa para ajustar el reloj interno del cuerpo y combatir trastornos del sueño. Sin embargo, en este nuevo fármaco contribuiría, según aseguran los representantes del laboratorio, a un correcto balance entre determinados neurotransmisores para lograr unos niveles aceptables de deseo sexual. Y encima solo tendría un único efecto secundario: que disminuye el apetito, con lo que además las mujeres que la usaran adelgazarían. Toma ya, operación de marketing perfecta.

Para rematarlo, afirman que podrá aumentar la libido durante dos horas si se toma entre cinco y 15 minutos antes del acto sexual. O sea, que da igual lo jodida que estés y lo miserable que te sientas, tómate una de esas pastillitas y, durante 120 minutos, serás una loba salvaje y lujuriosa capaz de satisfacer a un ejército de machos hambrientos de sexo. No sé, igual es que tengo un mal día, pero a mí me parece un insulto a la inteligencia. Que no digo que no puedan ayudar en algunos casos de, como decíamos antes, problemas médicos y orgánicos diagnosticados; pero no hay pastillas que curen una mala relación de pareja, ni los prejuicios, ni problemas emocionales, de abusos o de educación.

No es la primera vez que las farmacéuticas intentan hacer negocio con esto. Hay un largo historial de ensayos, de distintas firmas. En 2010, la FDA, la agencia encargada de analizar cada nuevo fármaco que sale en el mercado estadounidense, no dio la autorización a un medicamento similar de otra empresa por las muchas dudas que existían sobre su seguridad y, fundamentalmente, sobre su eficacia. No obstante, ahora parece que la cosa ha mejorado, según nos cuentan, y a lo largo de este año esperan hacer los estudios clínicos pertinentes y obtener las autorizaciones de comercialización. El objetivo: que llegue a las farmacias en 2015 con un precio aproximado de 15 euros. Teniendo en cuenta que la viagra de Pfizer ha sido recetada a más de 37 millones de personas desde que salió a la venta en 1998, el negocio no puede ser más redondo. No sabemos cómo le irá a la rosa si sale finalmente adelante, pero la azul mueve 1.250 millones de euros anuales.

En fin, que puede ser un avance en la compresión biológica y neuroquímica de la sexualidad de las mujeres, una materia tan compleja como ellas mismas, pero que, a mi juicio, la clave de nuestra satisfacción sexual radica en cambiar nuestras vidas y nuestras cabezas, no en conseguir una pastillita milagrosa.

PD: A las escépticas y escépticos os recomiendo ver el documental de Liz Canner ‘Orgasm Inc’