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El pudor de desnudarse, que juzgue tu vida sexual… ‘Tips’ para perder los miedos más comunes con la ginecóloga

Hay una relación que nadie te prepara para tener. Y es la relación con tu ginecóloga.

Si has tenido suerte de venir de una familia donde el tema de la sexualidad se habla con la misma confianza que de lo que hay en la nevera, puedes saber por dónde van a ir los tiros.

Pero aun así, resulta bastante chocante cuando vas a la consulta por primera vez y no te queda muy claro qué es esa silla que parece un instrumento de tortura medieval.

Miriam Al Adib ginecóloga

miriamginecologia.com

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Y justo por esa razón, la doctora Miriam Al Adib, ginecóloga y escritora, prefiere utilizar el término ‘ginecología del amor’.

En sus palabras es «pasión, cariño, compromiso, motivación, formación continua… Con todo ello persigo la transformación en la salud femenina: empoderando a las mujeres, aliviándolas, respetando la toma de decisiones libres e informadas, mejorando su calidad de vida, visibilizando la complejidad de los procesos sexuales y reproductivos femeninos para que no se patologice lo normal ni se normalice lo patológico».

Consciente de que podemos tener bastante pudor en el momento de bajarse los pantalones, así de primeras con una ginecóloga con la que apenas has cruzado un «Buenos días», su consejo es el de recordar que son profesionales o incluso compartir que estamos algo tensas.

Además que, compartir nuestra vida íntima en consulta -sobre todo si traemos alguna infección de transmisión sexual, nos hace sentir que se nos puede juzgar por cómo llevamos nuestra sexualidad.

«Recomiendo que tengas muy presente que las personas que nos dedicamos a esta profesión estamos aquí para ayudarte, nunca para juzgarte. No hay nada en tu cuerpo que sea motivo para avergonzarte, ni tampoco para sentirte culpable, sea cual sea el problema de salud sexual que tengas», dice Miriam.

«Puedes exponer tu situación y tus preocupaciones sin miedo, no nos vamos a asustar por lo que nos puedas contar, ni te vamos a recriminar nada, en esta profesión escuchamos y tratamos cada día muchas situaciones y/o problemas como el que puedas tener tú».

«Tampoco te agobies ni tienes que pedir perdón por cosas completamente intrascendentes como no haberte depilado o no tener la vulva recién lavada, no pasa absolutamente nada, con la higiene normal de cada día es más que suficiente, no es necesario hacer nada extraordinario por el hecho de venir a una consulta ginecológica», explica.

¿Será que, ahora que hemos conseguido relajarnos con el hecho de que en la cama se nos vea algún pelo, podremos por fin dejaremos de agobiarnos si llegamos a la cita médica sin depilar al cero? Eso espero.

La conciencia corporal

Pero, más allá de eso, me interesa saber si la doctora opina que hemos ‘recortado’ distancias con nuestros genitales -y estamos familiarizadas con los colores y texturas de las zonas menos accesibles a la vista-, o llegamos a consulta sin saber qué nos pasa en el piso de abajo.

«En las consultas observo bastante desconexión con esta parte del cuerpo», confirma la doctora. «En general parece que no está bien integrada en nuestra conciencia corporal. Hasta el punto de que algunas mujeres se asustan por cosas que no tienen importancia: un simple granito, una carúncula del himen más evidente, mujeres que se asustan al tocarse “algo raro” (y lo mismo se han tocado el cérvix)…»

«Otras mujeres dicen que les da asco sus vulvas o sus vaginas, el flujo, el vello… Algunas creen que tienen un problema porque los labios menores son más grandes (por eso no me gusta llamarlos menores, ya que no tienen por qué hacer honor a su nombre y pueden sobresalir por encima de los mayores). Hay muchos problemas sexuales que derivan también de una mala conciencia corporal».

Entonces, para evitar esta situación, es clave que, como Miriam recomienda, desarrollemos nuestra conciencia corporal: «Cuando tienes buena conciencia corporal detectas enseguida cualquier cambio que requiere acudir a una consulta, y también para justo lo contrario: no te asustas si te ves un simple granito en la vulva porque sabes claramente que no tiene importancia. Cuando no tienes buena conciencia corporal te asustas por todo».

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No es tanto el convertir en algo rutinario el momento de sacar un espejito y mirarse cada día, pero «mirarse de vez en cuando (sin obsesionarse tampoco con ello ni tomarlo como una “rutina”) está bien para favorecer la conciencia corporal, esto hace que nos conozcamos bien, si hay algún problema puedes ver si algo que cambiado».

«Te pongo un ejemplo: paciente joven que viene a la consulta y tiene un picor crónico en la vulva. En la exploración veo los labios menores muy pequeños, casi ausentes, cuando pregunto si tenía antes así los labios o si ha notado que están cambiando, la mayoría suele responder “no lo sé, nunca me he mirado”. En este caso si me dijera que antes estaban más grandes y que le están desapareciendo podría ayudarme para orientar mejor el diagnóstico diferencial entre determinadas enfermedades como por ejemplo el liquen», dice Miriam.

Además, en lo que se trata de los chequeos médicos habituales como los cribados que ayudan a identificar enfermedades, la experta recuerda que «no hay un chequeo estándar igual para todo el mundo. Depende de los factores de riesgo y de los problemas de salud y/o necesidades que tenga cada persona».

Mara Mariño

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El truco para mejorar tu vida sexual que no esperabas es… beber agua

Durante estas últimas semanas, he recibido varios mensajes de «¿Qué le puedo regalar a mi pareja?».

Porque, para los que nunca sabemos qué comprar, no solo es una solución al problema, sino algo con lo que vamos a acertar.

Y de hecho, en este artículo te daba unos consejos acerca de cómo hacerlo.

pareja ducha

PEXELS

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No te digo que no vayas a la tienda si ya habías fichado el próximo integrante de vuestra colección íntima.

Pero sí creo que a veces se nos olvida que en el sexo, cuanto más sencillo, mejor.

Si digo esto es porque cosas cotidianas que tenemos por casa, como un cinturón, una corbata, una espátula de la cocina (y otros objetos cotidianos que no te imaginarías) solo dependen de la imaginación para añadirse a cualquier encuentro sexual.

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Y el último que he descubierto, que también tenemos en casa, y al que no le damos mucha importancia, forma parte de este grupo.

El agua.

Cuando estudiamos en Biología que el ser humano está formado en un 65% de agua, no somos muy conscientes de cómo esto afecta al sexo (ni tampoco nadie nos lo explica).

Pero lo cierto es que, hay ocasiones en las que la falta de ganas, que cueste llegar al orgasmo o simplemente el sabor de los fluidos, pueden verse afectados porque no estamos bebiendo lo bastante a lo largo del día.

Para empezar, y lo más obvio, a más agua, más mojado. Las glándulas de Bartolino, que son las encargadas de humedecer tanto los labios menores como la vulva, producen ese líquido.

A la hora de besar pasa lo mismo. Siendo una de las prácticas que más nos hace conectar con el erotismo -y con respuesta en los genitales- si la boca está seca, la experiencia no será igual.

En el momento que el cuerpo no tiene suficiente agua, esta se destina a las funciones vitales y las glándulas quedan abandonadas a su suerte haciendo que, por mucho que te estén estimulando, sigas con la entrepierna más deshidratada que un vaso de talco.

Beber agua hace que sea más fácil llegar al orgasmo, porque ayuda a que el oxígeno llegue mejor a los órganos sexuales. Si quieres unos genitales turgentes -qué palabra tan terrible-, la clave está en mantenerse bien hidratado para que haya una buena vasodilatación.

El agua funciona a modo de vía conductora de las neuronas, que son las que mandan los estímulos. Una falta de hidratación, nos convierte en menos sensibles (lo cual es una buena excusa si alguna vez tu amiga te acusa de tener poco tanto).

Por último, le pasa también factura al deseo, ya que un alto nivel de agua hace que el organismo desempeñe la función de secretar hormonas -que son las que aumentan la libido– de manera correcta.

De manera que el agua también nos hace sentir más ganas de tener sexo.

Así que como conclusión, ir bebiendo a lo largo del día es el afrodisíaco que realmente necesitabas (y un vaso después de terminar, ya que estamos para recuperar el agua perdida en el calor).

Mara Mariño

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‘La mayoría de mujeres de occidente tenemos un suelo pélvico estresado y muy tenso’

La primera vez que oí hablar del suelo pélvico fue cuando me interesé por unas bolas chinas en una tienda erótica.

Por lo que me contaron, o empezabas a ejercitarlo a partir de cierta edad, o se terminaría descolgando flácido, como cuando sacas un bizcocho antes de tiempo del horno.

suelo pélvico

PEXELS

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Aquello me generó bastante agobio. ¿Por qué nadie me había hablado antes de la existencia de esta zona de mi cuerpo?

Y lo segundo, ¿cómo podía evitar llegar a ese punto, cuyas consecuencias no conocía, pero me imaginaba que serían terribles?

La neura se me fue pasando porque otras cosas más urgentes llegaron a mi vida (hola, volverme autónoma), pero el desconocimiento seguía ahí.

Así que hablar con Juncal Alzugaray del tema, que es fisioterapeuta especializada en suelo pélvico (es la fundadora de PelviClub.com), ha sido clave para conocer el mío un poco más.

Y, ya de paso relajarme al respecto de que me voy a levantar un día arrastrándolo por el suelo de lo mucho que ha descendido como si fuera un globo medio desinflado.

Lo primero que me comenta la experta es que no solo es el canal de parto. El suelo pélvico «trabaja en equipo con la faja abdominal para sujetar nuestras vísceras abdominopélvicas. Es quien se encarga de sacar para afuera nuestra sangre menstrual, nuestra orina y nuestras heces. Pero tampoco podemos olvidar su función sexual».

Ah, ¿que mi vida sexual está sujeta a algo de lo que apenas sabía nada? Como Juncal afirma «El estado del suelo pélvico repercute directamente sobre la sensibilidad, sobre la lubricación, la elasticidad… Y eso es crucial para todo lo demás.»

«Imagínate que una siente que no lubrica, que le duele el coito o que tiene tal hipersensibilidad en el clítoris que le produce dolor. Esa persona no va a querer comenzar cualquier relación sexual, ni siquiera una mirada, no vaya a ser que se desencadene todo ese infierno. Cualquier disconfort en nuestro suelo pélvico va a tener incidencia directa sobre nuestra salud sexual», dice.

Pero, ¿hasta qué punto es real ese mito de que tenemos que trabajarlo como quien entrena pectorales en el gimnasio para contrarrestar la espalda de la silla del ordenador?

A diferencia de lo que se cree, que lo tenemos débil, Juncal me confirma que en nuestro caso, es todo lo contrario.

«La gran mayoría de las mujeres de occidente tenemos un suelo pélvico estresado y muy tenso».

La copa menstrual, ¿amiga o enemiga?

Y aquí es donde entra la copa menstrual. Es un poco como la pescadilla que se muerde la cola. Sin un suelo pélvico sano, la copa se nos escurriría de la vagina.

Pero, al mismo tiempo, llevarla puesta demasiado tiempo, puede pasarle factura.

«Es importante darle un respiro a nuestro canal vaginal y no utilizar la copa 24 horas al día durante los días que sangramos. La vagina no está preparada para tener todo el rato algo insertado, se cansa, se congestiona y a la larga, puede que se contracture».

Además, la copa menstrual debe adaptarse a nosotras y no al revés. Por eso Juncal recomienda «elegir una copa menstrual adecuada a nuestra anatomía y al estado de nuestra musculatura».

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«Mi recomendación general es que no busquemos ni la más dura, ni la más blanda. Y, a poder ser, una que no sea muy larga. Pero eso es algo muy personal también… Sobre todo, una con la que nos sintamos cómodas».

Sí, aquí es donde las bragas menstruales, otro método que recomiendo, puede apañarte en los días de sangrado.

El mito por excelencia sobre el suelo pélvico es que solo debemos ponernos a trabajarlo tras el embarazo, pero la experta aconseja familiarizarnos con él mucho antes.

«Tenemos que conocer y reconocer esa parte de nuestro cuerpo, porque vivimos muy desconectadas. Tanto tiempo privándonos de nuestro placer ha hecho que desenchufemos esa parte de nuestra anatomía casi a nivel cerebral. Luego ya vendrá el trabajo, si es que hay que hacerlo. Pero integremos el suelo pélvico desde peques, por favor».

Solo de esa forma que propone, volviéndolo algo más de nuestra vida desde el comienzo de ella, conseguiremos que sea algo tan normal como es hablar de la próstata, por ejemplo.

Una razón que, según Juncal, se debe a la gran desigualdad que todavía existe entre hombres y mujeres: «Nuestros cuerpos solo importan como meros objetos bajo la mirada del ‘otro’. Nadie nos ha hablado de pequeñas, de adolescentes de que podemos ser dueñas de nuestro cuerpo, de nuestra sexualidad, de nuestro disfrute. Nadie nos ha dicho que podemos llevar el timón. Nos han llevado a pensar que nuestro cuerpo no nos pertenece».

«Por eso no se nombra, por eso no lo nombran. ¿Te imaginas qué pasaría si fuéramos las amas y señoras de nuestro disfrute? Buah, sueño con un mundo así. Hablemos más de nuestros suelos pélvicos y hablemos más de nuestra sexualidad… Cambiemos el mundo», propone.

¿Te sumas a su revolucionaria invitación?

Mara Mariño

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¿Por qué nadie nos advierte acerca de la candidiasis?

No sabía lo que era tener ‘bajos de acero’ hasta que los perdí. Podía pasarme horas llevando una braguita de bikini mojada que mi vulva seguía intacta.

Pero llegó el día de quitarme las muelas del juicio y el médico me recetó un antibiótico que, de primeras, no sonaba sospechoso: amoxicilina con clavulánico.

mujer molesta

PEXELS

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Lo que yo desconocía es que, a los días de tomar la medicación, iba a notarme rara.

Pero de un rara que nunca había experimentado. Primero empezó con un ligero picorcillo en la entrepierna que, más o menos, rascaba disimuladamente haciendo que me recolocaba el pantalón.

La cosa fue in crescendo y yo no tenía ni idea de qué estaba pasando. Además, basta que pongas en Google cualquier síntoma del mundo que, el resultado, siempre va a ser ‘cáncer de___’.

La picazón iba a más y lo que es peor, empezó a afectarme a mi vida sexual. De repente la penetración era molesta y notaba una especie de escozor en el clítoris cuando me tocaba.

Al tiempo que iba empeorando, mi cabeza entró en bucle. ¿Dónde podía haber pillado algo? ¿Era verdad eso de que sentada en el metro o acercándote de más a una taza de váter en un baño público podía contagiarme de algo?

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Y, por supuesto, la vergüenza de contar algo tan íntimo y que me hacía sentir ‘sucia’ se sumó a la fiesta del agobio.

Llegó un punto en el que aquello picaba tanto que fui al centro de salud caminando como Bambi recién nacido. Era imposible hacer vida normal.

Fue sentarme en la consulta de la ginecóloga y contarle los síntomas que al segundo me contestó con:

«Tú has tomado amoxicilina con clavulánico, ¿verdad?»

La tía no había tardado nada en identificar qué me estaba pasando. Y, tras recetarme un óvulo y una crema, me mandó a la farmacia.

Lo que me había diagnosticado era candidiasis. Y, para mi sorpresa, no, prácticamente no había oído hablar mucho de ella.

La cándida, que es un hongo que tenemos las mujeres en la vulva, nos ayuda a evitar que cojamos infecciones.

Por lo que aprendí ese día es que vive en armonía con otros microorganismos, pero, en el momento en el que el clavulánico llega a mi vida, se carga la flora de la zona más delicada de mi cuerpo.

Esto había hecho que mi hongo, con el que siempre había estado en un perfecto equilibrio, empezara a crecer hasta el punto de convertirse en una infección por sí mismo.

Curiosamente, en la farmacia, mientras esperaba a que me dieran mi medicación (que entre la crema y el óvulo fueron casi 30 euros, la broma no había salido barata), una mujer llegó pidiendo lo mismo.

Las dos habíamos caído en la trampa del antibiótico con clavulánico.

Al llegar a casa le conté la historia a mi madre y qué era lo que me habían recetado.

Ella, que lleva años sin trabajar de enfermera -pero la profesión siempre le acompaña- me comentó que tenía todo el sentido del mundo y que era muy frecuente que esa medicación provocara el desajuste en los bajos de las mujeres.

Y ahí fue cuando me cabreé. Si ella, que llevaba tiempo lejos de pacientes, era perfectamente consciente de que podía tener este efecto secundario, ¿por qué mi médico no me mandó otro antibiótico que no me hiciera pasar por esto?

Lo peor es que luego me puse a leer foros médicos en internet y la mayoría de especialistas afirmaban que lo de desarrollar candidiasis por el medicamento «no es nada grave y se cura fácilmente» o «es un efecto secundario muy tolerable».

Existiendo tanta variedad de antibióticos, ¿qué necesidad hay de que a las mujeres se nos siga recetando tan alegremente esto? Y lo que es más grave: ¿sin darnos ningún tipo de advertencia o recomendación de aumentar la ingesta de probióticos?

Es más, en el caso de una amiga que también empezó con la candidiasis por lo mismo, la última vez que le recetaron antibióticos tuvo que insistir en que no le recetaran el de clavulánico y le mandaran otro diferente.

Y yo no digo que esto sea culpa de que a ambas nos hayan atendido médicos varones -aunque sí que creo que son quienes pueden tildar de ‘tolerable’ la infección, teniendo en cuenta que entre hombres es bastante habitual llevarse la mano a la huevera para rascarla-.

Pero sí que no se tiene en cuenta que estando tan expuestas a ese problema, debería eliminarse (a no ser que sea imprescindible) el clavulánico de quienes vamos con vulva entre las piernas.

Aquí me gustaría rescatar el dicho de «no hay enfermedades, sino enfermos», para recordar que sería la medicina quien se debería adaptar a cada persona.

Y, en este caso, más que enfermas, pacientes que más que probablemente vayan a caer en las garras de la candidiasis si incluyes el ácido en su tratamiento.

Mara Mariño

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Sí, hay una forma correcta de guardar tus juguetes sexuales

Y no es teniéndolos al batiburrillo en el cajón de la mesilla de noche, me faltaría añadir.

juguetes sexuales

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Aunque es el sitio más práctico, es también en el que guardamos otras cosas.

Terminan por mezclarse los juguetes sexuales con los cables, el paquete de condones medio abierto, un gel de masajes pegajoso al que le falta la tapa y las velas, que ya llevan varios usos a sus espaldas.

La vagina y la vulva están preparadas para la exposición de agentes externos, pero al usar un juguete sucio, se introducen bacterias u otros patógenos.

Esto es algo que puede causar una irritación en la piel o derivar en una infección bacteriana o incluso del tracto urinario.

Además se acorta la vida útil de los juguetes, por lo que si quieres usarlos mucho tiempo (de manera segura), tienes que tener en cuenta tres factores.

Donde los coloques, deben estar protegidos del polvo -para que estén limpios cuando necesites volver a usarlos-, en un lugar donde no experimenten cambios de temperatura y con fácil acceso (porque si no quedan a mano, la pereza va a ser más fuerte que las ganas).

@meetingmara A lo mejor el de las bragas lo tienes hecho un desastre. Pero si ordenas así tus juguetes s3xuales, el visto bueno de Marie Kondo lo tienes 👍 #organizacion #organizar #sexualidad #pareja #sexualidadypareja #educacionsexual #tips #parati ♬ dance(256762) – TimTaj

Lo ideal sería que buscaras una caja del tamaño de tu colección. Una vez la tienes escogida, es el momento de dividir por categorías.

Los cables por un lado y, si puede ser en una bolsa de zip transparente, mucho mejor de cara a encontrar de un primer vistazo el que necesitas.

Todo lo que sea en textura líquida o gel debería ir también o en una bolsita o en una caja separada, para evitar esas fugas inesperadas que pueden manchar el resto de cosas.

A la hora de almacenar los juguetes, no tires de imaginación envolviéndolos en una bolsa de plástico o papel absorbente.

Lo mejor que puedes hacer es guardarlos en la bolsita de tela donde suelen venir (o hacerte con una a su medida).

Permiten que el juguete transpire y no proliferan las bacterias.

Una vez limpios y secos -algo que aprendiste a hacer en este artículo que te dejo debajo- lo ideal es que los guardes cargados para evitar que, la próxima vez que los vayas a usar, te lleves la sorpresa de que no tienen batería.

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En teoría, deberías ponerlos uno al lado de otro para que no se aplasten.

Pero como este sistema no tiene mucho sentido si tu colección es de mayor tamaño, yo los pongo unos sobre otros, dejando los más pesados abajo para que no aplasten a los más ligeros.

Respecto a otros artículos como esposas, fustas, cuerdas, pinzas o antifaces -o todo lo relacionado con el BDSM-, te resultará más fácil encontrarlos si los colocas también juntos.

Mara Mariño

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Orgasmos más largos e intensos, el otro beneficio de trabajar el suelo pélvico

Amiga, ¿sabes cuando vas al gimnasio y te insisten en que tienes que hacer ejercicios de pecho para mantener tu espalda fuerte y evitar que se te encorve de tanto trabajar delante de la pantalla?

Pues pasa lo mismo con tu suelo pélvico.

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Es esa zona de la que tanto oyes hablar a las de tu grupito que ya están embarazadas pero no terminas de saber ni qué es ni para qué sirve.

A modo resumen, te diré que son todos los músculos que rodean tus esfínteres sujetándolos. Y sucede que, por el embarazo, quedan distendidos y no cumplen su función de ‘agarre’.

También hacer deportes de impacto (correr, saltar, montar a caballo…) debilitan muchísimo el suelo pélvico.

Pero Valérie Tasso, que es escritora, sexóloga y Embajadora de LELO España (www.lelo.com), explica mucho mejor que yo por qué tenemos que ejercitar -a cualquier edad- esta zona.

«Es un músculo encargado de sostener nuestras gónadas (órganos genitales internos) y permite evitar que se ‘caigan’. Al no poder ver este músculo, pensamos que no existe. Con el paso del tiempo y la fuerza de la gravedad (además de otros acontecimientos como tener un bebé), este músculo se va cayendo, se debilita esta ‘malla’ que sostiene nuestros órganos», dice la experta.

Según Valérie, es lo que puede provocar incontinencia, respuesta sexual más lenta, dificultades para llegar al orgasmo, prolapsos de vagina, útero y ano (desplazamientos)…

«Lo bueno del suelo pélvico es que, a poco que se ejercite, suele ser muy agradecido. Tener una pequeña rutina de ejercicio del suelo pélvico toma poco tiempo y tiene grandes beneficios a largo plazo«, afirma.

Las señales en las que te tienes que fijar

Además de la incontinencia urinaria, no aguantar dentro de la vagina tampones o bolas chinas son señales de que el suelo pélvico necesita ponerse en forma.

«A veces las señales no son tan evidentes. Cuando nunca habías tenido problemas para llegar al orgasmo, y cada vez tienes más dificultades para lograrlo, puede ser debido a muchos factores (estrés, tensiones, cansancio, etc.) pero también puede ser por culpa de un debilitamiento de tu suelo pélvico, afirma la sexóloga.

Cómo ejercitar el suelo pélvico

En palabras de la experta: «Se puede trabajar el suelo pélvico sin peso y/o con peso. Los ejercicios de Kegel son muy buenos para trabajar este músculo. Y además, sencillos. Luego, como complemento, las llamadas ‘bolas chinas’. De todas formas, siempre recomiendo que las personas acudan a un fisioterapeuta de suelo pélvico que sabrá, en todo momento cómo trabajarlo según el estado del PC de cada paciente».

  1. Primero siéntate e intenta contraer y relajar el ano (o la vagina. Imagínate que estás intentando orinar y que, para que no salga la orina, tengas que cortar la micción. Eso se consigue si contraes la vagina). Y así, sucesivamente.
  2. Para saber si estás haciéndolo bien, tu cuerpo no tiene que moverse y tus piernas y tus glúteos no deben temblar. Nada. Solo el ano (o la vagina que, en el fondo es lo mismo porque si contraes el ano, notarás que la vagina también se contrae. Y viceversa).
  3. La clave es esa: que tu cuerpo no se tensione y que no sientas dolor. Cuando ya tengas experiencia, podrás hasta andar haciendo estos ejercicios. Solo es cuestión de práctica. Al principio estás muy enfocada en esta área de tu cuerpo. Luego, podrás andar o escribir en tu ordenador mientras ejerces tu suelo pélvico.

Evitar la ‘caída’ de los órganos internos (que podría tener a la larga unos efectos muy desagradables, como la incontinencia o los prolapsos que, llegado a cierto punto, requerirían cirugía) es una razón más que suficiente como para entrenarlo.

Pero también recuerda que tener un suelo pélvico fuerte permite conseguir orgasmos más largos, más intensos y de manera más regular.

«En otras palabras, refuerza tu potencial orgásmico y te permite disfrutar mejor de tu sexualidad», declara Valérie.

Mara Mariño.

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¿Afecta al deseo sexual? ¿Qué hacer si se rompe? Resolvemos las dudas más frecuentes del anillo anticonceptivo

Ya sea por su facilidad a la hora de encontrarlo o por lo sencillo que resulta seguir el tratamiento, es la píldora el método anticonceptivo hormonal por excelencia entre las mujeres.

Pero no es el único. Para aquellas más olvidadizas o que, simplemente, prefieren no empezar con medicación, existe como alternativa el anillo.

UNSPLASH

Y es que según la Dra. Ana Gaitero, Ginecóloga especialista en Medicina Reproductiva del Hospital Vithas Madrid Aravaca, es un método que funciona exactamente igual.

Entonces, ¿cuáles son sus diferencias? Si no sabes por cuál de los dos decantarte todavía, la entrevista a la experta te interesa.

Si resulta molesto a la hora de tener relaciones sexuales, ¿se puede sacar durante unos minutos y luego volver a colocarlo?
Se puede sacar, pero no es recomendable porque aumenta la posibilidad de olvidos y fallos, y lo mejor es que la liberación hormonal sea sin interrupciones.

¿Cuáles son algunos de los efectos adversos que tiene este método anticonceptivo?
Los mismos que los de la píldora: disminución de la libido, retención de líquidos, aumento de peso de 1 o 2 kg, sensibilidad mamaria, cefaleas, sequedad vaginal… Pero estos efectos no ocurren siempre y son poco frecuentes (menos del 1 % de las mujeres que los toman).

Al no proteger contra enfermedades de transmisión sexual, ¿es necesario combinarlo con preservativos?
Sin ninguna duda. El único método que protege de las enfermedades de transmisión sexual es el preservativo.

Si se rompe, ¿se puede seguir utilizando?
Si se rompe, lo retiras y pones uno nuevo los días que falten hasta terminar el ciclo.

¿Cómo afecta al ciclo menstrual? ¿Y a la libido?
El ciclo menstrual espontáneo de la mujer se interrumpe y, como la dosis de hormonas administradas por vía vaginal es muy baja, en ocasiones puede notarse disminución de la libido.

¿Por qué la mayoría de métodos anticonceptivos hormonales se desarrollan para que los consuman las mujeres?
Habría que consultar a la industria farmacéutica, pues las líneas de investigación desde la década de los 60 hasta ahora se han enfocado en la mujer. Es un medicamento tan eficaz y utilizado por más de 200 millones de mujeres en el mundo que no se ha invertido en estudiar métodos hormonales de anticoncepción masculina.

Duquesa Doslabios.

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Mi aventura con la candidiasis o por qué parece que la salud sexual femenina no importa a nadie

Había algo que, hasta este año, nunca me había sucedido. Sí, en el titular me he marcado el spoiler: una candidiasis.

La candidiasis es como el novio tóxico. Ves que todas tus amigas lo pasan pero crees que te vas a librar y no tiene por qué tocarte.

Hasta que te llega el momento (del tóxico y del hongo).

UNSPLASH

Ahí iba yo, con mis picores en la entrepierna asustada de que aquello fuera algo mucho peor y preparándome mentalmente para que la doctora me dijera que eso del sexo ya se me había acabado.

Cuando lo primero que me preguntó era si había estado tomando antibiótico con clavulánico, se me cayó un mito. El de los medicamentos, por supuesto.

Por primera vez entendí a mi amiga, la que intentaba evitar a toda costa estos medicamentos para preservar su flora vaginal.

Y mira que la solución aparentemente era sencilla. «Tienes que meterte esta pastilla hasta el fondo y durante tres días ponerte crema», me dijo la doctora.

«¿Qué pasa con el sexo?», le pregunté.

Aunque me aseguró que era difícil que alguien con pene pudiera contagiarse, ya que es algo que produce el propio cuerpo femenino, si me recomendó darme un tiempo de descanso.

Por lo visto, con el tratamiento, las paredes de la vagina pueden volverse más sensibles y que aquello se sienta como cuando intentas tragar algo teniendo la garganta que rasca.

Lo que no me esperaba era que el tratamiento era, de antiguo, vintage.

Como antiguo trabajador de un laboratorio farmacéutico, mi padre me confirmó que lo que me habían recetado era de los años 90. Lo que explica por qué resultaba tan incómodo.

Una vez más comprobé que el bienestar femenino o lo que implique solucionar los problemas de las mujeres está en un segundo plano.

Para empezar en el prospecto no había ningún dibujo explicativo, tuvo que venir mi compañera de piso a hacerme un croquis de cómo tenía que colocar en una especie de palo kilométrico el comprimido.

Pero además, sabia ella, me aconsejó ponerme un salvaslip porque al día siguiente iba a tener la fiesta del flujo de color y textura extraña entre las piernas y las sábanas.

Claro que nada de esto sale en el panfleto kilométrico. Y nadie se ha parado a pensar que igual hay otra forma de que recuperemos la salud de la vagina sin pasar tanta molestia.

Porque me parece surrealista que llevemos 30 años metiéndonos una pastilla que se deshace en el chichi y que te lo deja como si te hubieras restregado contra el cajón de arena de los gatos.

Me encantaría que se replantearan este concepto porque al final no estoy hablando de un trastorno super desconocido que además no afecta casi a la gente.

Según el estudio de Elsevier el 75% de las mujeres padecemos la candidiasis en algún momento de nuestra vida (y somos la mitad de la población), así que sí, es como para darle una vuelta de tuerca a la cura.

Personalmente, que en 30 años no se haya dado con un sistema más cómodo y moderno me parece tan anticuado como que en las farmacias sigan recortando con un cúter el código de barras y pegándolo con un celo.

Duquesa Doslabios.

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Seis hábitos para que retomes y mejores tu vida sexual al volver de vacaciones

Ayer iba mentalizándome, en el viaje en coche de vuelta a Madrid, de que era el momento de despedirme del verano.

Fin de las puestas de sol sin mirar el reloj para volver a casa, de los planes a cualquier hora o de tomar mi dosis diaria de tarta de queso (porque claro, no iba a hacerle el feo a la repostería cántabra).

SKYN USA

Sé lo que viene ahora al regresar a casa: la rutina y mi vida ordenada. Y aunque echaré de menos la temporada más despreocupada del año, puesta a volver a retomar hábitos, he descubierto que tengo un incentivo añadido.

Y es que algunas de mis costumbres son claves a la hora de tener una vida sexual más placentera.

Así que si, como yo, estás enfrentándote a la depresión posvacacional, deja que te anime diciéndote que este año tienes motivos extra para adoptar estos buenos hábitos:

  1. Dormir bien: ¿recuerdas lo de dormir 8 horas del tirón? Es el momento de recuperarlo. Si mantienes tus noches entrecortadas te arriesgas al gatillazo. Y es que un descanso ineficiente lleva a la disfunción eréctil (así como a una respuesta femenina incorrecta a los estímulos del sexo).
  2. Hacer algo de ejercicio. No es necesario que te pongas a correr en cuanto sueltes la maleta. Pero si se te resistía la idea de apuntarte al gimnasio, es un buen momento para retomarla. Una buena condición física mantiene el sistema vascular en forma (más sangre en los sitios a los que debe llegar). Además el deporte es una dosis de chute de endorfinas. Si te sientes feliz y te ves bien, la libido se pone por las nubes.
  3. No fumar. El pitillo de después déjalo para las películas de los 90. La nicotina es un vasoconstrictor, por lo que afecta a las venas del pene especialmente.
  4. Intenta controlar el estrés por tu salud y por tu vida íntima. El cortisol y la adrenalina, dos sustancias que producimos cuando los niveles de estrés nos superan, afectan a la respuesta de tus hormonas cuando se trata de tener sexo.
  5. Alcohol y cafeína en cantidades controladas. El primero puede incrementar la ansiedad y es una droga depresiva. El segundo es vasoconstrictor. Procura tomarlos de manera esporádica si no quieres que te afecten al rendimiento en la cama.
  6. Vuelve a una dieta sana. Ya he comentado en este post que hay alimentos que mejoran tu vida íntima. Y no, no hablo de las ostras o las fresas cubiertas de chocolate. El aguacate, la miel, el jengibre o las espinacas aumentan tus ganas de tener sexo. No te olvides de meterlos en el carrito de la compra si quieres aumentar el placer con tu pareja sin necesidad de que empecéis a quitaros la ropa.

Duquesa Doslabios.

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Cuando el sexo anal sale mal: desgarros, incontinencia… ¿Mito o realidad?

Ni siempre vamos con toda la calma del mundo a la hora de practicar sexo (las ganas del momento pueden jugar en nuestra contra), ni tratamos todas las zonas con la delicadeza que podrían necesitar.

Arañazos, algún meneo un poco más fuerte, una venita que se rompe… Sangrar durante el sexo es muy habitual. Y es también común que ese tipo de heridas se solucionen por sí solas.

CALVIN KLEIN

Peor, ¿qué sucede en esos casos en los que no? El ano, por ejemplo, es el lugar cuya musculatura puede dañarse por la penetración.

Siendo un orificio tan frágil, la Dra. Beatriz Rodríguez, especialista en el aparato digestivo, de Vithas Las Palmas, resuelve algunas de las dudas más frecuentes sobre esta práctica sexual y los posibles problemas en los que puede derivar si se hace de manera incorrecta.

¿Es habitual que la zona sangre durante o después de las relaciones?
Es habitual que la zona sangre durante y después de las relaciones, ya que el ano es un orificio de salida y para la relajación completa del esfínter anal interno es necesario la estimulación desde dentro. Por un lado, en muchos casos esta estimulación no se realiza y el esfínter no se relaja lo suficiente. Y, por otro lado, la lubricación natural del ano no es suficiente, por lo que suelen producirse erosiones de la mucosa durante la práctica que provocan el sangrado. Por eso siempre es recomendable el uso de lubricantes.

¿Qué tipo de desgarres se pueden producir en la zona?
Un desgarro es una rotura de fibras musculares del esfínter y la mucosa que lo recubre. Más que tipos de desgarros es importante el grado de severidad del desgarro (leve, moderado, severo). Si el sexo se practica de manera adecuada y con las precauciones indicadas no tienen por que producirse. Por eso, si la lubricación es correcta y se realiza una estimulación digital del recto (introduciendo uno o dos dedos en el recto y realizando movimientos circulares, estimulando las paredes del ano) antes de la penetración, no tiene por qué producirse ninguna lesión. Además, es recomendable un inicio de la práctica sexual suave y progresiva, ajustándose a la persona, para evitar lesiones.

El sexo anal, ¿genera incontinencia a largo plazo o es un mito?
El sexo anal al que nos referimos no produce incontinencia en sí. La incontinencia se produce por un conjunto de factores alterados, como el cambio en la consistencia de las heces (heces líquidas), alteraciones del colon -por ejemplo, el colon irritable- y alteraciones en la sensibilidad rectal. Además, influye la debilidad del suelo pélvico y por supuesto el tono de los esfínteres en reposo y a la contracción voluntaria. Con la práctica de sexo anal a largo plazo es posible que el tono de los esfínteres disminuya, pero deben coexistir otros factores para que se produzca la incontinencia.

¿Puede derivar en prolapso rectal? ¿En qué casos?
Las prácticas de sexo anal adecuadas no tienen motivos para derivar en prolapso rectal. El prolapso tiene relación con la debilidad del suelo pélvico y cierta predisposición anatómica. Además, influyen otros factores externos como en el caso de las mujeres que han dado a luz en más de una ocasión.

¿Qué otros problemas de salud pueden causar esta práctica?
El sexo anal se puede practicar con naturalidad y sin ocasionar ningún problema de salud, ni a corto ni a largo plazo, siempre que se haga de manera adecuada, como ocurre con todas las prácticas. Lo más importante es usar los métodos de barrera adecuados para evitar las enfermedades de transmisión sexual (ETS).

¿Es recomendable usar inhibidores del dolor o anestesiantes para que la zona no duela durante la penetración?
No, no es recomendable, ya que el dolor avisa y hace regular si no se está haciendo debidamente. Recordemos que siempre muy importante aplicar lubricación, pero sin anestesia. Al inicio pueden existir molestias o un dolor leve y luego, cuando el esfínter anal interno se ha relajado, no tiene por qué doler.

¿Qué enfermedades se pueden transmitir si no se usa protección durante el sexo anal?
Las mismas enfermedades que se transmiten por vía vaginal, es decir todas las enfermedades de transmisión sexual que se transmiten a través de sangre o mucosas. No obstante, es importante añadir que, en numerosas ocasiones, se producen pequeñas heridas o erosiones en el canal anal, lo cual favorece el contacto directo con la sangre, por lo que la posibilidad de contagio puede ser mayor. Es importante extremar la precaución usando métodos de barrera como el preservativo.

Duquesa Doslabios.

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