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¿Prohíbe la Biblia el placer sexual?

Querid@s,

¿Prohíbe la Biblia el placer sexual?

Salvo que estén casados por la Iglesia, lamento decirles que sí. Los únicos que pueden gozar del placer sexual y no ser catalogados como viles pecadores son los casados. Por la Iglesia, como es lógico. Igualmente espero que tampoco les importe demasiado y continúen haciendo lo que acostumbran.

La Biblia dice: “Que el matrimonio sea honorable entre todos, y el lecho conyugal sea sin contaminación, porque Dios juzgará a los fornicadores y a los adúlteros” (Hebreos 13:4). Junto con todo lo que son para la Biblia ejemplos de inmoralidad sexual, las relaciones prematrimoniales son condenadas reiteradamente en las escrituras sagradas. La Biblia promueve la abstinencia antes del matrimonio, y pasarse esta norma por el forro de sus partes pudientes es tan malo como cualquier otra forma de inmoralidad sexual. Por su parte el catecismo de la Iglesia católica define y explica estas infamias de grave asunto sexual; a saber, la pornografía, la prostitución, la lujuria, la masturbación, los actos homosexuales, los anticonceptivos, el adulterio y el divorcio. Pecados todos ellos mortales que hacen de nuestra alma un alma impura y  pecadora, y nos alejan de Dios. Tampoco vale si a usted le ha casado en civil matrimonio un funcionario cualquiera o si mantiene usted una relación de hecho. Con estas uniones alternativas no va usted a ninguna parte. Ni falta que le hace.

Resumiendo, la teoría que viene a defender la Iglesia es bien sencilla; Dios diseñó el sexo como una práctica agradable exclusivamente reconocida a un hombre y una mujer casados. No olvidemos, sin embargo, que la finalidad primaria del sexo no es el placer, sino más bien la reproducción. La doctrina católica reitera que vida humana y sexualidad son inseparables, una unión sagrada. El catecismo cita literalmente (2351) que la lujuria es un deseo o un goce desordenados del placer venéreo. El placer sexual es moralmente desordenado cuando es buscado por sí mismo, separado de las finalidades de procreación y de uniónAsí pues, un@ puede disfrutar el placer sexual siempre y cuando tenga como objetivo traer al mundo una bonita descendencia.

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Aunque ni siquiera dentro de los límites del matrimonio cualquier práctica está autorizada por las autoridades eclesiásticas. Las felaciones tampoco valen. El catecismo, compendio de la fe eclesial, no menciona en ningún momento la fellatio, no desciende a esos detalles. Del cunnilingus ni hablar, parece que ningún escrito sagrado concebía que una mujer se le permitiera obtener placer a través del sexo oral que su esposo le practicara. Una vez más, #micromachismo. Más bien, #maximachixmo. Ne se me ocurre mejor manera de aleccionar a la Humanidad que tergiversando un instinto tan primitivo y primigenio como la sexualidad humana tiñéndolo de preceptos machistas, entre otras lindeces.

Machismos aparte…según la moral oficial católica, la fellatio no se concibe ni dentro ni fuera del matrimonio; porque no hay reproducción posible. Por lo tanto, si usted es un@ felador@ fuera de esta institución se convertirá a los ojos de la Iglesia y los moralistas en un flagrante adúltero. Para avance de la Iglesia (aunque microscópico), la mayoría de los teólogos moralistas actuales consideran el sexo oral un comportamiento lícito dentro del matrimonio y un adulterio fuera de él. Igualmente ocurre con el arte de follar por detrás. Al ser imposible la reproducción vía penetración anal, esta práctica sexual queda inmediatamente condenada.

Rumorean los ambientes eclesiásticos que Dios no declaró ilegal el sexo fuera del matrimonio para quitarnos a sus semejantes el placer, sino para protegernos de embarazos no deseados y de niños nacidos de padres que no los desean o no están preparados para esta vital experiencia. Me pregunto y les pregunto si acaso un matrimonio no es susceptible de estas circunstancias.

¿Y si uno no cree en el matrimonio?

¿Y si a uno le pica y no tiene marido o mujer que le rasque?

¿Y si les sobran los motivos para quererse y también para casarse frente a un altar?

Mojarse las ganas en el café parece ser la única norma de conducta que impone Dios para no pecar cuando se trata de sexo antes y fuera del matrimonio. Los escritos, la Biblia y los sermones aparecen inundados de esta terminología ominosa. A los sacerdotes, cardenales, obispos y monjas se les inunda la boca hablando de fornicaciones, sexo oral, onanismo, placeres venéreos. No se pasen ustedes que igual les da por excitarse y empezar a cometer barbaridades infames. Y luego esos mismos predicadores pecaminizan todo lo que representa el sexo fuera del santo matrimonio.

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Escena del Vídeoclip The Next Day (David Bowie)

¿Qué opinan ustedes de todo esto?

Yo opino que Dios no dijo tanto, se me antoja que la Iglesia ha hecho y sigue haciendo de su capa un sayo y que no tienen derecho ni sabiduría para aleccionarnos sobre sexo, ni fuera ni dentro del matrimonio que un@ tenga a bien contraer o dejar de contraer. Hay que predicar con el ejemplo y dentro de la Iglesia, hay más de uno que mantiene relaciones sexuales, consentidas y forzadas. Y no con su desposada esposa precisamente. Por mucho que uno esté casado con Dios. Y por la Iglesia.

Que follen mucho y mejor.

Los ‘guilty pleasures’ sexuales de ellas: me gusta pero me da vergüenza pedirlo

Querid@s,

El término guilty pleasure se usa cada vez más, sobre todo entre melóman@s, como defensa/excusa para justificarse cuando un@ siente placer y se la goza tremendamente con algo que a uno supuestamente debería avergonzarle. Cuando se trata de gustos y apetencias sexuales, si un@ no dice lo que  quiere se queda con las ganas.

Hay mujeres que no se avergüenzan en la cama y piden alto y claro lo que quieren. Pero tras agitadas y sinceras tertulias con hombres, varios de ellos me confiesan que las mujeres con las que se acuestan, una vez metidas en faena, se convierten en personas pudorosas, inseguras y temerosas cuando se les pide algo subido de tono. Muchas, cuentan ellos, no les dicen lo que quieren en la cama.

Y me pregunto y les pregunto: ¿realmente tiene algún sentido sentirse culpable por disfrutar con algo que simplemente te gusta? El miedo al qué dirán es tremendamente poderoso en esta sociedad llena de prejuicios y dobles moralinas, así que hoy les pido que rompan con ese silencio y digan qué es lo que le gusta hacer, y que le hagan en la cama. Mujeres que habitan la faz de la tierra pidan por esa boca. Sin estúpidas culpabilidades. Seré yo la quien empiece.

Mírame (mientras me toco, mientras te toco)

Si se ha pasado la vida avergonzada, quizás a su pareja ni se le pasa por la  cabeza una propuesta similar, que ya le digo yo que le va a rechiflar.

Milo Manara

Milo Manara

Quiero más sexo oral: No generalizaré, pero me juego cuarto y mitad a que a la mayoría de las mujeres les gusta sentir una lengua haciéndole un cunnilingus. Aunque no todas lo pidan. Si se quiere ayudar a que ella se desmelene, se puede colaborar alabando la vagina en cuestión. Eso le otorgará a la dueña y señora mayor seguridad y sensación de poder: “me encanta cómo sabes”, “me gusta tu sabor ”, “me gusta verte excitada mientras te hago sexo oral”, etc… Me he decantado por la palabra vagina, pero pueden usar el sinónimo que les apetezca, faltaría más.

Domíname: Durante las relaciones sexuales casi todas las mujeres pensamos en ser dominadas, pero da un miedo inicial investigar estas prácticas no convencionales. En esto de la dominación es importante ir poco a poco, no empiece con la artillería pesada. Pueden empezar con algún kit erótico edulcorado que incluya antifaz, esposas y velas. Con confianza y comunicación se llega todas partes. Pídale pues que la ate, que la espose, que la ponga sobre su regazo y la azote a su gusto (por eso de ir probando, que encienda unas velas y derrame la cera caliente sobre su piel. Ojo, que no se pase el am@, tampoco es el Marques de Sade.

Azótame: Un ligero azote en las nalgas en el momento adecuado es la pera limonera. Un azote genera en muchas mujeres un hormigueo incontrolable en la zona vaginal y anal, a lo que se suma que a un porrón les gusta azotar a una mujer y ver que ella no hace ascos, mostrando ese lado lujurioso que muchas mujeres ocultamos por pudor.

Usted, tóquele el culo mientras hacen el amor apriétenlo, amásenlo, frótenlo, muéstrense muy lascivo con ella. Susúrrele si le puede dar un azote. En caso afirmativo, hágalo y en voz bajita ¿Te ha gustado?”. Si de nuevo le dice que sí, pregúntele si puede hacerlo un par de veces más. Si prefieren pedir perdón a permiso (confío en su criterio), cojan al toro por los cuernos y que vaya bien.

Quiero dominarte: Yo siempre he querido poner a cuatro patas a la autoridad. Y dominar a mi amante bandido. Sé que a alguna de ustedes le pasa lo mismo. Entiendo que puede ser difícil decirle a su chico que lo que quiere es dominarle. La que no llora no mama, así que pruebe con un leve forcejeo entre las sábanas, véndele los ojos. Aviso, algunos hombres pueden percibir el ser dominado como un rol “débil” y no les gustará un pelo. Ellos se lo pierden. Débiles a un lado, piense que a su pareja también puede volverlo loco comprobar que en su cama se ha colado la mismísima Afrodita que no se anda con chiquitas. Tome el control, béselo enterito y lama su cuerpo mientras él permanece con los ojos vendados. Tiene suerte, está con una Diosa del Sexo.

Milo Manara

Milo Manara

Dale a tu cuerpo alegría ponga-aquí- su-nombre.

Que follen mucho y mejor.

¿Alguna vez le han comido el culo?

Querid@s,

En la última cena que he compartido con un popurrí de amigos lancé la siguiente pregunta al aire. Y tan ancha. ¿Alguna vez os han comido el culo? Se rieron, pero en muchos de sus rostros sólo pude ver incredulidad, asombro, sorpresa. La típica cara de…»yo eso no lo hago ni de coña, menuda guarrada». No entiendo de primeras ya esta cerrazón y este privarse porque sí de tan primigenio y primoroso placer. Me suena a poca imaginación, muchos prejuicios y un sexo rutinario en la que el misionero es el pan de cada día. Amen.

Para mas información, este annilingus es mundialmente conocido como beso negro. Aunque sepan ustedes que el beso negro ni es beso ni es negro. También se le llama beso polaco o beso de colibrí, porque estimula el periné (base de la pelvis, entre los genitales y el ano tanto femenino como masculino) y de este modo la lengua penetra el ano profundamente, simulando la forma en que los colibrís succionan el néctar de las flores. El ano, ojete u orto, de ahora en adelante «culete» (que queda más fino y elegante) es una de las zonas erógenas más fascinantes de hombres y mujeres, aunque much@s de ustedes no se atrevan a que nadie se aproxime a sus partes traseras o no les seduzca lo más mínimo que nadie se le asome al culete.

Pues qué quieren que les diga, a mi me va el beso negro. Darlo y que me lo den. Para los que a estas alturas del cuento no sepan lo que es, políticamente correcta les diré que consiste saborear y acariciar con toda la boca, la lengua y los labios el esfínter de otr@. Esta lúbrica práctica se remonta a los albores de la humanidad y tiene sus raíces en comportamientos solidarios y de limpieza recíproca entre distintos seres. El placer vino después. El esfínter suele estar muy irrigado y es extraordinariamente sensible. Si aún no lo saben, tóquense ustedes mismos, o mejor aun, pídanle a su pareja que lo haga por ustedes. Verán como cualquier cosita que le hagan ahí detrás obtendrá una recompensa proporcional al cariño y la pasión con que las hagamos.

Cuando se trata de beso negro confieso que soy egoísta y prefiero ser yo a la que se coman a besos. Hay uno que me atiende especialmente bien y me da unos besos negros que me muero. Primero se entretiene un buen rato acariciándome las nalgas y se pone a jugar como quien no quiere la cosa por mis alrededores perianales. Nunca lo hace directamente, ya sabe él que yo prefiero que me hagan las cosas poquito a poquito. Después de palpar bien todo lo palpable, se dirige con su mano poco a poco al ano. No puedo evitar volverme loca y poner el grito en el cielo mientras frota suavemente con el dedo corazón en movimientos circulares y envolventes. Hace lo que toca hasta que su boca entra en acción. Y es aquí cuando empieza el espectáculo, porque los que lo han probado alguna vez, no podrán negarme que a los besados nos gustan estas lamidas de culete más que a un tonto un lápiz.

Cada uno que lo haga como quiera, pero háganme caso en una cosa. El beso negro ha de darse con seguridad, con aplomo, con confianza. Con un par de huevos o un par de ovarios según sea el caso. Use la lengua para masajear y los labios para chupar. No se ande con remilgos, porque si lo hace no disfrutará plenamente de esta experiencia. Si le da asco, mejor dedíquese a otra cosa. Ya habrá tiempo.

Escena sexo oral de la serie Girls

Imagino que a muchos de ustedes no les convence nada esta práctica poco convencional entre los posibles juegos y carantoñas sexuales. ¿A qué se debe tanto ocultismo? ¿Por qué sigue siendo este beso tabú y el placer que se obtiene de él tan estigmatizado entre muchos? Está claro que es porque se relaciona directamente con aquello de caca, culo, pedo pis. Pero ya saben, como hablamos en un par de posts anteriores, si uno se da la friega correspondiente, el black kiss saldrá a pedir de boca.

A favor de esta práctica he de decir que es absolutamente indolora, sólo da gustirrinin y del bueno. Lo peor que le puede pasar a un@ es que se quede con algún tropezón en la boca, si el dueño o la propietaria del ano son algo guarretes. Permítanme que insista pues en la higiene y limpeza del culete, especialmente por respeto a y solidaridad con la boca involucrada. Los más aprensivos hablan hasta de jabones antibacteriales y no se amorran sin un lavado interno con agua y los utensilios pertinentes. No olvide depilarse o rasurarse, una zona despejada y libre de molestos vellos siempre hace más agradable y agradecida la experiencia. ¿A que no le gusta acabar con pelos en la boca? Pues al otro tampoco.

Para terminar, sólo un dato más. ¿Recuerdan el sesenta y nueve verdad? Pues bien, la misma práctica aplicada al beso negro se denomina doble cero. Les advierto que requiere de una cierta elasticidad física. Por si necesitaban una excusa más (apetecible) para apuntarse este año al gimnasio, ya la tienen.

Que follen mucho y mejor.

Sin agua y jabón no hay bajada al pilón

Querid@s,

Anda que no nos gusta proporcionar y que nos proporcionen sexo oral, pero les digo que yo no me meto en berenjenales sin asear. Ni me dejo hacer teniendo mis partes como el coño de la Bernarda. Yo, desde luego, sin agua y jabón no me bajo al pilón. No digo que en esos momentos tan fascinantes de aquí te pillo aquí te mato con un partenaire de confianza, me salte la operación higiene, pero para todo lo demás, limpia, fija y da esplendor, como la RAE.

No es lo mismo una polla curiosa que una poco ventilada que huele que alimenta. Está claro que el sexo huele y punto, y así ha de ser. Pero otra cosa es que el asunto de la mandarina huela mal. Si yo no consiento que se amorre nadie si me huele a calamidad, le exijo lo mismo al dueño del pene que voy a hacer mío.

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No hace mucho me vi en el desagradable panorama de ir bajando para hacer lo propio y al aproximarme a las inmediaciones del falo he empezado a notar una aire caliente, cargado y casi nauseabundo que me dieron ganas de suicidarme. Ipsofacto me eché p’atrás y no me quedó otra que dar media vuelta y volverme por donde vine. Disimular, hacer como si nada, pasarme a los besos, las caricias , los tocamientos o consumar el coito rapidito. Porque si no hay demasiada confianza la verdad es que me resulta un tanto violento decirle «te huele fatal». A bacalao, a pescado podrido, a pilila sucia como dice mi madre.

Independientemente de si hay que ponérselo o no, (ya hablaremos de esto), se recomienda ser particularmente higiénico cuando con quien se practica el sexo oral es con un@ desconocid@ o con personas que no son una pareja estable para evitar las puñeteras enfermedades de transmisión sexual. La cosa es bien fácil, nada de rituales imposibles y liturgias enrevesadas.

Ellos

En el caso de ellos basta con una ducha cotidiana y aplicarse agua y jabón a gusto del consumidor en toda la zona exterior del pene, los testículos y el vello genital, además del perineo y el ano. A ver si hay suerte.

descargaEn los hombres no circuncidados, dentro del prepucio tiende a concentrarse una secreción blanca llamada esmegma, que con el tiempo provoca mal olor e incrementa el riesgo de infecciones. Es de agradecer para la pareja evitar que se amontone esa sustancia, por lo que hay que lavar retirando hacia atrás el prepucio y aplicando, con cuidado, agua en la cabeza del pene. Después de la ducha, dejen la zona genital bien sequita.

Ellas

En el caso de ellas, la ducha o baño cotidiano con agua. Unos dicen que hay que enjabonar, otros que hay que aplicar jabón íntimo con un ph neutro, y otros tantos que con agua vamos que nos matamos. Una vez terminad@ la ducha o el checo checo, sequen bien la zona para que las humedades no deriven en indeseables infecciones. No querrá tener candidiasis vaginal.

La persona que vaya a bajarse al pilón puede, aunque no es obligatorio, cumplir con su parte de higiene, en este caso la limpieza bucal.

Dientes limpios y sanos para evitar transmitir bacterias y posibles infecciones a los genitales. Aunque los expertos dicen que sí, opino que después de tener sexo oral, no es necesario que hombres y mujeres nos lavemos inmediatamente. Es una forma perfecta de romper la magia del momento. Salvo que eso sea precisamente lo que buscan.

Sean limpios y aseados. Que nadie les diga que nada le huele a lonja.

Que follen mucho y mejor.

Cruising en el metro de Madrid

Querid@s,

El deseo descontrolado de practicar sexo puede provocar que las personas pierdan los papeles y lleguen a cometer actos de locura transitoria. Personalmente cuando me pilla el calentón, intento llegar a casa lo más rápido posible, aunque si no me aguanto las ganas alguna vez he hecho cositas en la playa, bajo el mar o me he metido mano en los soportales más cercanos. Pero follar en el metro, eso ya es ir demasiado lejos.

Me he enterado de que en el metro de Madrid hay zona cruising (sexo con desconocidos en lugares público). Como si la ciudad fuera pequeña y no hubiera suficientes parques, recovecos morbosos, rincones con encanto y baños de centros comerciales y estaciones de tren donde darse un revolcón bien a gusto y sin molestar a nadie.

metro

Estos incontrolables deseos están convirtiendo, desde hace ya algún tiempo, el primer y el último vagón de las líneas 1 , 2 y 4 del Metro de Madrid en meeting points donde grupos de hasta seis hombres se masturban mutuamente. Ya me entienden, tú me das cremita, yo te doy cremita. Se dice, se cuenta, se rumorea que grupos de desconocidos se dan cita para practicar el fenómeno cruising y meneársela lo que se deje en los vagones de cabeza y cola de la línea 2, entre San Bernardo y Príncipe de Vergara, de la línea 1, entre Atocha y Sol, y de la línea 4, entre Colón y Esperanza. Al parecer la cosa funciona así: Cruce de miradas, un hombre sube y enseguida (no hay tiempo que perder) consigue que otro se le acerque y empiece a darle a la zambomba. Los actores de estos encuentros fortuitos, que no furtivos, se la gozan delante de todos los viajeros. No se cortan un pelo, con dos cojones. Pasa a diario y los copuladores abordo van desde los veintimuchos hasta más de 60. Aunque son casi siempre los mismos los que dan el show, siempre rotan.

Banco de España

En este bochornoso espectáculo se ven hasta corrillos de seis personas esperando su turno para masturbar o dejarse masturbar. Y si no hay suerte y en el trayecto no pillan, se bajan y deshacen el camino en sentido contrario. No hay fin para estos yonkis del sexo, zumbados sin ningún tipo de escrúpulos ni respeto por los que no tienen más remedio que presenciar este dantesco espectáculo. Pero no ocurre sólo en Madrid, faltaría más. Demos la vuelta al mundo.

Metro de Moscú: La pareja que no supo contenerse y sació sus ganas dentro de los vagones.

En el metro de Bostón una mujer le practica una felación a un hombre.

En este otro vídeo, al fondo, se aprecia al fondo, una pareja follando mientras son grabados.

En Brasil también se desata la pasión a en los vagones del metro.

Practicar sexo en el vagón del metro es demasiado. Demasiado sucio, demasiado inapropiado, demasiado degenerado.

Un poco de civismo, un poco de educación vial.

Que follen mucho y mejor.

Consejos y preferencias sexuales de algunas de las más famosas de Hollywood

Atarse a la cama, pasearse desnuda, disfrazarse… La revista Glamour México ha recopilado algunas de las recomendaciones, fantasías y preferencias sexuales que varias famosas y celebrities han admitido sin pudor a lo largo de distintas entrevistas. No es que sean la bomba, la verdad, de hecho, son bastante normalitas, pero os detallo algunas a continuación como pura curiosidad:

-Eva Longoria. Es de las que disfrutan con los jueguecitos. Cuando estaba casada con el jugador de baloncesto Tony Parker, además de tatuares en el cuello el número de su camiseta, afirmó que le resultaba de lo más excitante “ser atada a la cama con pañuelos de seda”.

Brad Pitt y Angelina Jolie

ARCHIVO

-Heidi Klum. Además de por su éxito en las pasarelas, la top model alemana es conocida por su afición a disfrazarse, inclinación que, según cuenta ella misma, le gusta llevar hasta el dormitorio. «Es bueno jugar a disfrazarte, hacer un esfuerzo por salirte de la norma. Si eres salvaje y un poco loca, déjalo salir para que la otra persona sepa bien que dentro de ti vive un pequeño demonio al que le gusta salir de vez en cuando”, dijo en una entrevista.

-Gwyneth Paltrow. La actriz confesó en más de una ocasión que su mejor manera de evitar una pelea conyugal era con el sexo oral. Está claro que, por bien que se le diera, que nadie lo duda, no era suficiente, dada su reciente separación, tras 10 años de matrimonio, de Chris Martin (Coldplay).

-Eva Mendes. A esta escultural actriz y modelo, ex del también actor Ryan Gosling, lo que le pone es el sexo viajero. “He tenido sexo en los 50 estados de Estados Unidos. Fue durante un road trip cuando era más joven y nunca me sentí tan sexy”, comentó. Cree que es algo que una mujer debería experimentar al menos una vez en la vida.

SCARLETT JOHANSSON

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-Scarlett Johansson. La voluptuosa actriz, actualmente embarazada, ha confesado que le gusta mucho hacer el amor en el coche. «¡Me encanta! El asiento trasero es perfecto», afirma.

-Carmen Electra. Es una de los sex symbol de los 90, y tiene claro que no hay nada como un buen striptease para sorprender a un hombre. Incluso editó su propio DVD para enseñar cómo hacerlo correctamente.

-Christina Aguilera. La cantante apuesta por desprenderse de la ropa y pasear la desnudez por la casa mientras haces las tareas cotidianas. «Se trata de hacer las cosas que acostumbras, pero desde otra perspectiva. Es candente y mantendrá viva la llama”, afirma.

-Olivia Munn. La actriz, modelo, presentadora y escritora estadounidense recomienda decir guarradas, cuantas más, mejor: “Sé que a muchas personas les resulta difícil… No saben qué decir, cómo empezar y cuándo parar. Y claro, al principio sienten que suenan ridículos. Y probablemente así sea. Pero déjenme decirles algo: funciona”.

-Cameron Díaz. La rubísima recomienda, por encima de todo, no fingir jamás. «Ser sexy es involucrarte en el momento por completo, no importa si eres tímida o muy caliente. Fingir siempre es ridículo y nunca funciona. Puede traer demasiados problemas después en una relación”. En la misma línea se expresó Olivia Wilde: “Puedes mentirle a tu familia en Navidad y decirles que la cena estuvo perfecta. Pero nunca puedes mentirle a tu vagina.”

-Angelina Jolie. La actriz confesó que ella y el padre de sus hijos, Brad Pitt, tenían unos cuantos sitios especiales donde les gustaba hacer el amor, entre ellos “detrás de la cascada de la piscina”.

El sexo oral, ¿primera víctima de la rutina?

Dicen que la rutina es la principal y más temible amenaza que se cierne sobre el sexo en pareja. Ya sabéis, el cansancio, las jornadas laborales interminables, las obligaciones, los hijos (para aquellos que los tienen), la convivencia… Todo es un suma y sigue y son muchos los que sucumben y acaban en aquello del “sábado sabadete…”

GTRES

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Algunos más que otros, todo sea dicho. Pero, si hay algo en lo que ha coincidido toda la gente con la que he hablado de este asunto es que, hagan el amor más o menos, el sexo oral es la primera víctima de la vorágine cotidiana. No es que haya hecho una encuesta a miles de personas, ni mucho menos, pero de verdad que ha habido unanimidad casi absoluta en todos aquellos que llevan más de dos años con sus parejas.

¿Pereza? ¿Acomodo? ¿Falta de voluntad? ¿De ganas? “Es por la falta de tiempo, le dedicamos menos a los preliminares y vamos directamente al grano”, me dice alguien. “Uf, me resulta muy cansado”, me dice otra persona. Cierto es que, al menos entre mis consultados, son ellas las que más claudican, mientras que ellos admiten haberse “resignado”. Puede que no sea representativo de la realidad, no lo sé, pero es lo que me he encontrado.

Y sabiendo esto, me viene a la cabeza aquello que hablamos de que en el sexo, como en muchas otras cosas en la vida, cuanto más se practica, más se quiere. Así que si uno detecta que la monotonía se ha instalado entre sus sábanas, que piense si hay una forma mejor de romper la rutina del misionero.

Vocación y porno

Al verlo por primera vez nadie lo diría. Especialmente si lo pillas volviendo del curro, tan enchaquetado y tan pulcro camino a su casa de clase media en la periferia madrileña. Empleado de banca de día, actor porno en su tiempo libre. “Anda ya, niña, ¿cómo va a ser eso el muchacho?”, me dijo mi madre un día que nos lo encontramos de casualidad mientras paseaba a su perro, un pincher enano, y le conté el cotilleo.

Quiso ser actor porno desde siempre. A los 10 años ya se lo había dicho a todos sus amigos, que siempre lo consideraron el guarrete del grupo. Más que nada porque se pasaba el día dibujando pollas y haciendo bromas con el sexo como protagonista. Alguna le costó más de una bofetada, como aquella vez en una fiesta adolescente en la que se hizo un agujero en el bolsillo de los vaqueros por el que, tras hurgar un rato en su bragueta, metió su pene semierecto. “Alicia, ¿puedes cogerme el mechero del bolsillo, por favor?”, decía mientras sujetaba sendas copas con las manos. Cuando la pobre chica se afanaba en encontrar el encendedor en el bolsillo de sus apretados pantalones, se llevaba la sorpresa de su vida. Y lo mismo Alicia que muchas otras incautas.

porno

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Su pandilla, como decía, le reía las gracias, pero nunca se lo tomó en serio, hasta que un día, ya con 22 años, se fue a un festival erótico en Barcelona y a la vuelta les soltó la bomba: “He cumplido mi sueño”. Resulta que había conocido a Max Cortés, un conocido actor y director porno que, conmovido ante tanta insistencia, le dio una escenita en dicho festival. Sexo oral en vivo y en grupo, delante de cientos de personas, para su estreno. Estaba radiante de felicidad.

Desde entonces no ha dejado de alternar actuaciones de ese tipo con grabaciones y rodajes varios, aunque no para de quejarse porque “Internet lo ha cambiado todo”. Hoy tiene 33 años y lleva más de 10 casado con la única chica con la que ha estado aparte de sus compañeras de reparto. Le gustaba desde el colegio y ella lo sabía, pero nunca le hizo caso. Hasta que una noche, en plan película, entró en el bar en el que él estaba con sus amigos, los apartó a todos y se puso a besarlo como si al día siguiente fuera a reventar el mundo.

No han vuelto a separarse, aunque su relación es un misterio para todos los que los conocen. ¿Cómo puede ella transigir y aguantar la afición de su marido?, se preguntan. Una vez, borracho, se le escapó que para sobrellevarlo habían pactado ser una pareja abierta (ya hablaremos de esta opción más adelante…), pero lo cierto es que, a día de hoy, nadie les conoce ninguna historia extraconyugal. Todo está bien, pues, en principio, aunque yo, en plan cateta, no puedo evitar imaginármelo en plena orgía cada vez que lo veo, mientras ella espera en casa a que termine la jornada. ¿Cómo ha ido el día cariño? ¿Has eyaculado bien?.

Los errores más repetidos en el sexo oral

Hace unos días leí en El Mundo que han abierto una escuela de sexo oral en Moscú, a la que por lo visto acuden rusas a diario para ser mejores en la cama. A mí todo lo que sea para aprender y mejorar me parece estupendo. Y si encima ese afán de superación tiene que ver con el sexo, más aún, pero reconozco que me tocó la moral que la escuela en cuestión sea solo para mujeres. ¿Acaso los hombres lo saben todo acerca de esta materia?

Yo no sé cómo será el tema en Rusia, pero lo que es aquí, el panorama a veces deja mucho que desear. Echando la propia vista atrás y teniendo en cuenta lo que me llega por ambas partes, tanto hombres como mujeres tenemos mucho que aprender. Sin generalizar, por supuesto, pero a menudo somos torpes, muchas veces callamos por no incomodar, y otras tantas olvidamos que el sexo real poco tiene que ver con lo que vemos en las películas. Sobre todo si se trata de cine porno.

Sexo oralLas quejas más repetidas por unos y otras tienen un denominador común: el mal olor y la falta de higiene. Agua y jabón, por favor, que estamos hablando de sexo oral. Esto es como el anuncio de la casera: si no hay fregado, nos vamos. Y no se trata de que uno tenga que ponerse ahí a darle a la esponja justo antes del gran momento, sino de un poco de sentido común… y de compasión por el otro. Empatía.

Pasarse de frenada con los dientes y el aburrimiento por los movimientos repetidos también están en el top five de las quejas en el sector masculino. Para combatir este último sugieren sutiles cambios de ritmo, un poquito de imaginación y no “desgastar el frenillo”, como le he oído a alguno. Lo de acariciar los testículos durante la faena está muy bien, pero ojito con no apretar demasiado. Ellas, por su parte, insisten en que lo de agarrarles la cabeza para marcar el ritmo de la felación no mola. Tampoco está de más recordar a alguno que, cuando se prolonga, las gargantas se agarrotan y que por definición, si se empeñan en introducir el asunto hasta la campanilla, lo único que conseguirán es provocar arcadas.

Muchas mujeres afirman que algunos hombres creen que el clítoris es un interruptor que hace que salten al techo de placer en cuanto se les toca. Cuanto más, mejor. Error. No es tan simple: hay que currárselo. Si uno se cansa, puede ir alternando con la masturbación. Acariciar los pechos también ayuda. Pero claro, hablamos de acariciar tetas, no de estrujar pelotas de goma de esas contra el estrés. Ella puede ir también marcando el ritmo con suaves movimientos, pero con cuidado de no acabar asfixiando a nadie. Que hay veces que apretamos tanto las piernas que, decimos algo en el fragor de la batalla y el otro, ahí casi sin oxígeno, no se entera de nada, con las orejas aplastadas y más rojas que la camiseta de la selección. Ya lo decía Raimundo Amador en esa fantástica canción…

Pues eso. Que viva el aprendizaje y que ya se sabe: despacito y buena letra.

Miedo repentino al cunnilingus

Desde que Michael Douglas soltara la bomba a principios de verano, son muchos los hombres que me han confesado, y lo digo completamente en serio, que el cunnilingus ya no ha vuelto a ser lo mismo para ellos. Refrescaré la memoria a los despitados: el actor, que en su día se confesó adicto al sexo, afirmó el pasado mes de junio en una entrevista que el cáncer de garganta que padeció había sido “causado por HPV (virus del papiloma humano), que proviene del cunnilingus».

Aunque un portavoz del actor trató luego de matizar sus palabras, el escándalo estaba servido. Douglas olvidó mencionar su tabaquismo y lo mucho que había empinado el codo durante toda su vida, motivos ambos que están relacionados «con más del 80% de los tumores de cabeza y cuello». Que sí, que hay muchos tipos de virus del papiloma humano y que alguno puede ser muy puñetero, algo de razón no le falta, pero no es este el tema que nos ocupa.

Miedo al cunnilingusMe sorprendió muchísimo comprobar como, a raíz de aquellas declaraciones, algunos hombres de mi entorno habían cambiado sus hábitos sexuales. Y no hablo solo de encuentros en plan “aquí te pillo aquí te mato”, donde es lógico ser más precavidos. Un amigo que lleva 7 años con su mujer me reconocía que desde entonces no ha vuelto a practicarlo. Ella se ha enfadado porque siente que la acusa de infiel o de portadora de un virus que asegura que no tiene, pero él mantiene que no tiene nada que ver. Argumenta que desde entonces no puede dejar de ver lo que tiene entre las piernas como una posible amenaza, que le dan arcadas solo de pensarlo. Según sus propias palabras, “ha perdido toda la gracia”. Eso sí, no tiene ningún problema en follar sin condón, lo cual es un poco contradictorio, ¿no? Ella está que trina, así que llevan unos meses que ni lo uno, ni lo otro.

Y aunque este es el caso más extremo, no es el único. Ya os digo que son varios los que, de una u otra manera, han dejado de lado esta práctica tan antigua como placentera. Pero claro, tiene que serlo para ambos, si no, no funciona. Me pregunto si será solo algo pasajero, hasta que se les pase la impresión. ¿Os suena de algo esta situación? ¿También se os han disparado los escrúpulos o creéis que están exagerando?