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Grandes tetas de bolsillo by Taschen

Querid@s,

Este sábado seré breve. Dicen que los mejores perfumes se guardan en frascos pequeños, dicen que lo bueno si breve, dos veces bueno. También dicen que tiran más dos tetas que dos carretas. Por ello creo conveniente presentarles un nuevo libro de bolsillo que podrá llevar consigo a todas partes. Ya les hablé de El pequeño libro de los grandes penes, aquel que descubrí en la ciudad de Nueva York. Espero que hayan disfrutado de su lectura. Hoy les hablo de otro libro de formato reducido en el que se pondrán morados a observar, quizás a escondidas, y admirar hermosas mujeres de medidas generosas. Les presento El pequeño libro de las grandes tetas. ¿O de las tetas grandes?

portada

Publicado por Taschen y editado por Dian Hanson, este sugerente recopilatorio fotográfico de mujeres que lucen orgullosas las tetas más hermosas y lustrosas del planeta viene en tapa blanda. Podrán escoger entre tres idiomas para recorrer sus deliciosas 192 páginas de la edición plurilíngüe. No está disponible en español, deberán conformarse con sus versiones en inglés, francés o alemán.

«Estimados señores –comienza la carta de nuestro corresponsal imaginario–: Me gustan los pechos grandes como al que más, pero aquí, en Liliput, su Big Book of Breasts es demasiado aparatoso para mi minúscula estantería, por no hablar de mis diminutas manitas. ¿No sería posible publicar una versión de dimensiones más reducidas pero que incluya también unas 150 señoras de magníficos atributos salidas de la era dorada de las curvas naturales para gente chiquitita como yo? Y ya puestos, ¿no podrían editarlo en un formato asequible, visto que ando tan escaso de fondos como de imaginación para crear hipotéticas cartas al editor?» (TASCHEN).

doble

The Little Book of Big Breasts

Así surgió la diminuta versión de El libro de las grandes tetas. The Little Book of Big Breasts, éste es su título original, desnuda a más de 150 modelos de generosísima pechonalidad de décadas anteriores, de aquellos tiempos que sin duda fueron mejores que los que corren ahora. Las señoritas que ocupaban portadas y forraban paredes en lo 50, los 60 y los 70. Entre ellas Michelle Angelo, Virginia Bell, Roxanne Brewer, Joan Brinkman, Lorraine Burnette, Lisa Deleeuw, Uschi Digard, Sylvia McFarland, Chesty Morgan, Roberta Pedon, Rosina Revelle, Janie Reynolds, Candy Samples, Tempest Storm, Mary Waters, June Wilkinson y Julie Wills, así como la revientasostenes del libro Guinness de los récords Norma Stitt.

Todo esto por el módico precio de 9.99$. No encontrará tanto por tan poco.

Que lean, y que follen mucho y mejor.

La teta es un derecho, no una obligación

Querid@s,

Para rematar esta semana que ha sido las antípodas del sosiego y la placidez, la que nos habló de esos amores tóxicos que ocurren cuando la mierdas se idealiza, se deja caer de nuevo por este blog para hablarnos de lo que opina sobre la lactancia. Me consta que el asunto se sale un tanto del tema que nos ocupa, pero como esta semana he querido brindarle al feminismo los respetos que se merece- además de que hoy es viernes- me permito el lujo de confundir velocidad y tocino. Tanto da.

Bienvenida de nuevo. El escenario es todo tuyo y mucha mierda.

La teta es un atraso, por Tantoda.

tetaNo soy madre, todavía. De hecho confieso que puede que esté más seca que una uva pasa y que se me esté pasando el arroz. Aún así, de serlo, he tomado la firme decisión de no darle el pecho a mi hijo porque para mí, la teta es un atraso. Sobre todo porque, por encima de todo, lo que mejor sé hacer en este mundo es dormir.

Al observar que todas las madres que se estrenan son el mismito retrato de una walking dead cumpliendo el estoico régimen dictatorial de la vaca dispensadora que cada 3 horas o incluso “a demanda” se saca la teta para alimentar a su bebé pienso: pues va a ser que no.

Al compartir este pensamiento con mamás primerizas amigas, conocidas y allegadas, me topo con dos posturas diametralmente opuestas. Tenemos por un lado al grupo #yo-soy-la-mejor-madre-del-mundo que no te ha escupido en toda la cara de milagro cuando le has contado eso de que la teta es una atraso porque tu lo que quieres es dormir.

Y por otro lado tenemos al grupo #no-hay-teta que son aquellas madres que no dan de mamar a sus hijos porque no pueden o no quieren.  Éstas suelen estar alertas y cagadas de miedo a partes iguales ante las miradas inquisitivas o comentarios yugulares del grupo #yo-soy-la-mejor-madre-del-mundo.

Un amiga mía, a la sazón brillante doctora, me dijo que las leches artificiales no tienen la misma “calidad” que la leche materna. Con esto de “calidad” hablo de nutrientes y movidas médicas/químicas que desconozco por completo pero que protegen mejor al bebé. Correcto.

Estamos hablando de que el niño en vez de comer caviar come mújol. Pues muy bien que me parece. Mismamente mis hermanas y yo somos de las del mújol porque mi señora madre no nos dio el pecho. (Ella era de las que no podía) Oye, pues todas hemos salido muy hermosas y lustrosas, limpias y aseadas. OJO. Aquí no se cuestionan los beneficios de la lactancia materna para madre e hijo, que son innumerables, pero insisto: elijo que va a ser que no.

De manera que cuando sea madre repartiré la tetilla, no la mía, la del biberón, con el padre de la criatura y los dos dormiremos a pierna suelta al menos 6 horas seguidas, hasta que nos llegue el turno siguiente. Y si me apuras, le planto al niño una teta por goteo y se acabó la función. Ciao.

P.D. ¿Qué opinan al respecto? Yo no me aventurare a pronunciar si amamantare o no a mi prole con mi propia leche. Lo que si digo es que si la teta es mía, seré yo la que decida si quiero que mi hijo se amorre o no. Dar de mamar es un derecho, no es una obligación.

Pechos, ¿cuestión de tamaño?

Los hay de tantas formas y tamaños como mujeres hay en el mundo. No existen dos pares iguales, incluso hay diferencias de uno a otro en una misma mujer por la asimetría del cuerpo humano. Grandes, pequeños, caídos, picudos, juntos, separados… Sea como sean, los pechos representan para muchos los atributos más propiamente femeninos y son los que más atención se llevan. Según una investigación reciente realizada en la Universidad de Wellington, en Nueva Zelanda, el 80% de las miradas de los hombres que participaron en ella se dirigieron instintivamente al escote de las mujeres cuyas fotografías les habían sido presentadas. No sólo miraban primero, sino más tiempo. Por el contrario, las zonas del cuerpo femenino menos observadas resultaron los brazos, las pantorrillas y los pies.

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Otro estudio publicado en PloSOne concluyó que los hombres pertenecientes a un nivel social más bajo o con pocos recursos prefieren los pechos de mayor tamaño. La razón que aducen los investigadores es que debido a que los pechos grandes presentan una mayor reserva de grasa, nuestro lado irracional nos hace preferirlos en esos momentos en que tenemos el estómago vacío. Además, según mostraban los datos de la investigación, cuanto más alto es el nivel socioeconómico de la persona, más pequeño es el tamaño de los pechos que prefieren.

El debate surgió entre amigos este domingo cuando tomábamos unas cervezas en el madrileño barrio de La Latina. En uno de sus bares más míticos había un enorme póster con dibujos de pechos de todo tipo, formas y tamaños. Las chicas empezaron a comparar y a decir cuáles creían que se asemejaban a los suyos, y los chicos no dudaron en mostrar sus preferencias. La conclusión fue la de siempre: para gustos, los colores. De todo hubo en la viña del Señor, pero es verdad que ganaban los que tiraban para las grandes proporciones. “Jaca grande ande o no ande”, dijo uno a modo ilustrativo, con la consiguiente lluvia de collejas.

¿Y cuáles son los principales tipos? Como decía al inicio, creo que es imposible decirlo, pero rebuscando por ahí he encontrado algunas clasificaciones que coinciden en las siguientes consideraciones:

-Los pechos cambian constantemente de tamaño, dependiendo de la mayor o menos cantidad de una hormona llamada progesterona. Influyen el período menstrual, los embarazos, si se toman píldoras anticonceptivas, el nivel de excitación sexual, etc.

-El pecho izquierdo suele ser más grande que el derecho.

-Existen cuatro tipos de pezón: Los llamados normales o más comunes, que presentan una curvatura de algunos milímetros y que pueden aumentar de tamaño con la excitación o el frío; también hay pezones planos, que aparecen con los estímulos, y los hinchados, que siempre son prominentes. Finalmente, están los pezones invertidos, que miran hacia adentro. En el caso de los planos e invertidos, a la hora de amamantar tras dar a luz, suelen requerir el uso de pezoneras.

-En cuanto al perfil de la mama, he encontrado 8 distinciones principales:

1.-Senos perfectos. Son tonificados y flexibles. Sus pezones apuntan hacia la parte externa y es paralelo al suelo.
2.-Senos caídos. Se trata de las mamas que se encuentran flácidas, por lo que la gravedad se convierte en su peor enemigo. Sus pezones apuntan hacia el suelo. Este tipo de pezón es más común en las mujeres que se dirigen hacia la menopausia, debido a que los tejidos que dan soporte pierden elasticidad y fuerza.
3.-Senos picudos. Se caracterizan por no aparentar caída, pues sus pezones apuntan hacia arriba, como si su intención fuera alejarse del suelo.
4.-Senos pequeños. Su tamaño se debe al bajo volumen que tienen sus tejidos grasos. Generalmente, tienen areolas y pezones pequeños. Existe poco escote entre los dos pechos.
5.-Senos grandes. Es causado por el alto volumen de sus tejidos grasos. Los pezones y areolas tienden a ser de gran tamaño.
6.-Senos tubulares. Este tipo de senos representan una anomalía en su estructura. Tienen una forma cilíndrica o tubular. Normalmente, tiene pezones y areolas de tamaño pequeño, pero en algunos casos, el pezón puede ser prominente debido a los tejidos del seno, por hernia o por presión en la punta.
7.-Senos de paloma. También son conocidos como pectus carinatum, y se refiere a una deformación de los senos, pues al sobresalir el esternón hacia el frente, el pecho parece ser casi plano. La causa se adjudica a factores congénitos.
8.-Senos encontrados. En este caso el esternón se encuentra hundido, provocando que los senos se vean separados en su base y contraídos hacia el centro, por lo que si se usa ropa escotada, puede verse un hueco en el centro del pecho.

Hola bebé, adiós sexo: ¿Realidad o mito?

Llevan nueve meses sin tener relaciones sexuales, los mismos que acaba de cumplir su bebé. Desconozco las razones de ella, pues no tenemos mucha confianza y no me he atrevido a preguntarle, pero él está desesperado. Al principio le parecía normal por todo el tema del postparto, las hormonas y tal, pero ahora no entiende nada y está que se sube por las paredes.

“Es como si yo no existiera, solo tiene ojos para el niño. Está tan centrada en ser madre que se ha olvidado de que también es una mujer”, se queja. Yo, la verdad, nunca la vi muy ardiente, pero eso son prejuicios y ya se sabe que las apariencias engañan. Lo insté a hablar con ella, pero afirma que ya lo ha intentado y que no le ha servido para nada. “Dice que soy un egoísta que solo piensa en sus necesidades y que deje de presionarla”. Pero no es solo cuestión de sexo. “Echo de menos lo que teníamos antes”, asegura.

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El asunto me dio qué pensar y empecé a preguntar a las amigas con hijos. Como casi siempre, me encontré de todo, pero tengo que decir que a la mayoría esos nueve meses les parecieron una exageración. Que si el cambio es muy fuerte, que si adaptarse a la nueva situación, que si estás como si un tren te hubiera pasado por encima… Casi todas reconocieron que tardaron un tiempo en volver a sentirse cómodas con su cuerpo. Pero en el tema del sexo, cada mujer es un mundo. Varias me dijeron que a las pocas semanas ya estaban dale que te pego, y muchas esperaron en torno a un par de meses.

Un par de ellas se separaron antes de que el niño cumpliese dos años y otra, la que más me sorprendió, dice que tuvo una especie de eclosión sexual coincidiendo con su vuelta al trabajo. “Durante todo el embarazo y toda la lactancia no me reconocía a mi misma. Creí que nunca volvería a sentirme sexy de nuevo, y cuando al fin sentí que volvía a ser yo tuve la necesidad de comprobar que aún era capaz de atraer a un hombre”. No, no es que se liara la manta a la cabeza y se pusiera a follar a diestro y siniestro, pero tuvo un par de tonteos de los que más tarde, cuando todo volvió a su sitio, se sintió de lo más culpable.

Aunque también del lado de ellos me he llevado alguna que otra sorpresa. Como el marido de una muy querida amiga, que se muestra incapaz de acercarse a sus tetas porque ahora las considera solo “el alimento” de su retoño. O ese otro que se niega a tocarla mientras el bebé duerma con ellos en la habitación.

En fin, poco puedo decir yo, que no tengo hijos y ni siquiera sé si los tendré algún día. Pero viendo a algunos, no puedo evitar pensar que más les hubiera valido comprarse una mascota.

Los errores más repetidos en el sexo oral

Hace unos días leí en El Mundo que han abierto una escuela de sexo oral en Moscú, a la que por lo visto acuden rusas a diario para ser mejores en la cama. A mí todo lo que sea para aprender y mejorar me parece estupendo. Y si encima ese afán de superación tiene que ver con el sexo, más aún, pero reconozco que me tocó la moral que la escuela en cuestión sea solo para mujeres. ¿Acaso los hombres lo saben todo acerca de esta materia?

Yo no sé cómo será el tema en Rusia, pero lo que es aquí, el panorama a veces deja mucho que desear. Echando la propia vista atrás y teniendo en cuenta lo que me llega por ambas partes, tanto hombres como mujeres tenemos mucho que aprender. Sin generalizar, por supuesto, pero a menudo somos torpes, muchas veces callamos por no incomodar, y otras tantas olvidamos que el sexo real poco tiene que ver con lo que vemos en las películas. Sobre todo si se trata de cine porno.

Sexo oralLas quejas más repetidas por unos y otras tienen un denominador común: el mal olor y la falta de higiene. Agua y jabón, por favor, que estamos hablando de sexo oral. Esto es como el anuncio de la casera: si no hay fregado, nos vamos. Y no se trata de que uno tenga que ponerse ahí a darle a la esponja justo antes del gran momento, sino de un poco de sentido común… y de compasión por el otro. Empatía.

Pasarse de frenada con los dientes y el aburrimiento por los movimientos repetidos también están en el top five de las quejas en el sector masculino. Para combatir este último sugieren sutiles cambios de ritmo, un poquito de imaginación y no “desgastar el frenillo”, como le he oído a alguno. Lo de acariciar los testículos durante la faena está muy bien, pero ojito con no apretar demasiado. Ellas, por su parte, insisten en que lo de agarrarles la cabeza para marcar el ritmo de la felación no mola. Tampoco está de más recordar a alguno que, cuando se prolonga, las gargantas se agarrotan y que por definición, si se empeñan en introducir el asunto hasta la campanilla, lo único que conseguirán es provocar arcadas.

Muchas mujeres afirman que algunos hombres creen que el clítoris es un interruptor que hace que salten al techo de placer en cuanto se les toca. Cuanto más, mejor. Error. No es tan simple: hay que currárselo. Si uno se cansa, puede ir alternando con la masturbación. Acariciar los pechos también ayuda. Pero claro, hablamos de acariciar tetas, no de estrujar pelotas de goma de esas contra el estrés. Ella puede ir también marcando el ritmo con suaves movimientos, pero con cuidado de no acabar asfixiando a nadie. Que hay veces que apretamos tanto las piernas que, decimos algo en el fragor de la batalla y el otro, ahí casi sin oxígeno, no se entera de nada, con las orejas aplastadas y más rojas que la camiseta de la selección. Ya lo decía Raimundo Amador en esa fantástica canción…

Pues eso. Que viva el aprendizaje y que ya se sabe: despacito y buena letra.