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¿Existe alguna manera ‘buena’ de discutir en pareja?

Discuto fatal. Y es algo que pueden confirmarte mis parejas, mis amigas, mi familia y varios porteros de discoteca.

Aunque en mi defensa diré que no me pareció justo que no nos dejaran entrar por estar celebrando una despedida de soltera.

Pero, ¿cómo voy a saber gestionar una bronca de forma madura y tranquila si he crecido viendo Pasión de Gavilanes y Aquí no hay quien viva?

pareja discusión

PEXELS

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No son precisamente las mejores referentes de asertividad y buenos tratos

Si a eso le añades que en general soy española y soy de un país en el que gusta eso de alzar la voz, y hacer aún más aspavientos a la hora de expresarnos, das con el combo ganador.

Me considero la Serena Williams de las discusiones, me crezco en el terreno de la polémica, disparo mis argumentos a degüello, como la tenista sus mejores tiros.

‘Intensa’ es la palabra que mejor define su forma de jugar y la mía de discutir.

Pero no es ni la mejor ni la más práctica.

Así que lo he pensado largo y tendido y he llegado a la conclusión de que tengo que parar, o al menos cambiar y dar con un sistema que no requiera tanta energía ni me deje los ánimos por el suelo.

Y esto es algo que puedo aplicar a discutir en pareja, con familia, con amigas (y con porteros de discoteca).

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No puede ser esto de que cada vez que empieza un desencuentro, termine tan mal hasta el punto de necesitar un segundo o tercer round solo para comentar lo que ha pasado en la propia discusión que se ha salido de madre.

Al final me alejo tanto del motivo principal, que discutir conmigo es como una saga cinematográfica. No se resuelve hasta la quinta entrega.

Y sé que discutir es normal, la teoría me es familiar, he ido a terapia de pareja.

«Es la manera de enfrentar dos puntos de vista diferentes y llegar a un lugar en el que se sientan cómodas las partes implicadas porque renuncian a algo, pero ganan algo a cambio». Casi me parece oír a mi último psicólogo, una de las personas más sabias que conozco.

Pero la respuesta emocional, la primera que me sale, la de vomitar cómo me siento en ese momento sin hacer el ejercicio de buscar la razón tras esos sentimientos, nunca funciona.

Me pierde la prisa de dejar salir el temperamento.

En cambio, probar con un enfoque más ‘mecánico’ es algo que me funciona. El ‘dime qué te ha dolido y yo te digo qué me ha dolido a mí’.

Es cuando me dispongo a escuchar a la otra persona sin interrumpirla.

Luego será mi momento de expresarme y me recuerdo que también dispondré de ese tiempo de que mi versión sea escuchada.

Para darle carpetazo y dejar atrás el conflicto (ya bastante mochila emocional llevamos encima como para añadirle discusiones del día a día) me recuerdo que cada persona es diferente.

Puede que yo necesite cerrarlo todo rápido y mirar hacia delante, seguir sin rencor, sin volver sobre el tema.

Pero él (o ella) puede necesitar desahogarse más sobre lo que ha pasado, hablarlo en otro momento o, directamente, escuchar un ‘lo siento’.

El trabajo de asumir qué se ha hecho mal -aunque quizás no se ha hecho a propósito, pero se ha hecho daño a la otra persona igualmente y también necesita una disculpa-, implica dejar el ego a un lado.

Que no, que no cuesta tanto, que bien que lo hacemos cuando nos da el síndrome de impostora en el trabajo y pensamos que no valemos lo suficiente como para estar en ese puesto.

Y, para terminar, pedir disculpas.

Aunque mi momento ‘favorito’ después de resolver el conflicto, es el after care.

Cuando de verdad me propongo ser más empática y afilo mis sentidos para tomar nota de la discusión, sacar mis conclusiones y aprender de lo que fue mal en la anterior para que no se repita.

Sé que llegará tarde o temprano la siguiente, pero podré hacerlo mejor.

Mara Mariño

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¿Cuánto drama aportas en tu relación?

Lo admito. Me encanta el drama. Soy de esas personas que disfruta viendo Titanic.

PIXABAY

Y como buena drama queen, en mi relación tampoco falta la tragedia. Aunque es una tragedia sana, de esas de discusiones absurdas, de temas que no son ni relevantes. De las que ni sirven para hacer un ingenioso hilo y volverme el nuevo fenómeno viral.

No es que discutir sea algo habitual en mi personalidad. Pero es que a veces, «hay que buscar drama» (estoy hablando en una relación sana con momentos puntuales de discusión, no de una pareja tóxica en la que una persona sistemáticamente hunde a otra).

Y ahí es donde entra la regulación emocional. Cómo dejamos que nos afecten las cosas y cómo reaccionamos ante ellas, algo que podemos aplicar a por qué te molesta tanto que tu pareja haya vuelto a dejar (por quinta vez) los calcetines en el suelo.

Tenemos que partir de que los sentimientos no se equivocan y que si por algo nos enfadamos y nos sentimos mal, estamos en lo cierto, lo que sí cabe buscar es el origen de ello.

Hay tres aspectos que debemos tener en cuenta: el subconsciente, el consciente y el consciente social.

El subconsciente es la versión más salvaje de nosotros mismos, sin filtros. La que no aguanta al novio de tu amiga.

El consciente es el que sabe que, aunque te caiga mal, quieres a tu amiga y lo importante es que ella sea feliz. Y por último el consciente social es el que sabe que no puedes decirle lo que piensas porque sería bombardear vuestra relación y lo que te importa realmente es lo que tienes con ella.

Estando con nuestra pareja ocurre una cosa, y es que podemos llegar a perder los filtros y decir directamente lo que pensamos desde el subconsciente. Y claro que decir lo que pensamos está bien, pero no siempre es correcta la manera en la que lo hacemos.

Volviendo al calcetín que lleva todo el rato ahí tirado en lo que escribo esto. Si vas y le dices a tu novio que es «un cerdo», en tu línea, directa y sin rodeos, estás dejando salir tu pensamiento inconsciente, pero no es la mejor forma de abordar la situación ya que seguramente tu pareja se lo va a tomar mal.

En cambio si aplicas el consciente, sabes que no es un cerdo porque se ducha todos los días y es bastante ordenado. Y si después añades el consciente social, para cuidar el trato entre ambos, le dirás que si no le importa recogerlo cuando tenga un momento.

Para quienes, como yo, parezcamos unidas ineludiblemente al drama, ser consciente de esto es un punto clave, no solo a la hora de comportarnos sino a la hora de encajar los comentarios del estilo.

La clave, como todo, está en el balance, en saber dónde está nuestro filtro. ¿Es extremadamente social por lo que no buscamos nunca el confrontamiento? La base de las relaciones es la comunicación sincera por lo que deberíamos poder discutir con madurez cuestiones en las que surgen desacuerdos.

En el otro extremo, la discusión. ¿Buscamos continuamente la pelea? Si es así, es el momento de hacer introspección y plantearnos si todo esta bien o hay algo por ahí en lo que tengamos que trabajar a nivel personal.

Lo mejor es que el dial se encuentre bien situado entre los dos puntos. De hecho lo suyo es que la mayor parte del tiempo la relación esté bien y también haya un pequeño porcentaje para una sana discusión y diálogo siempre con respeto y tratando las cuestiones de manera correcta.

A cambio, además de disminuir ese drama, nos hace madurar en la relación y mejorar la conexión con nuestra pareja.

Así que, ¿qué tal si de deberes te haces autoexamen y te preguntas si no estarás pasándote de calamidad?

Duquesa Doslabios.

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