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Sexóloga de profesión: ni trucos para acostarte con alguien ni el kamasutra de deberes

¿Por qué cuando nos duele la espalda vamos al fisioterapeuta, cuando no funciona el coche, al taller, pero cuando nuestra vida sexual no está en su mejor momento, no consultamos a una sexóloga?

Quizás porque lo que se espera de esta profesión es que ponga el kamasutra encima de la mesa, lo abra al azar y diga: «Esta, esta es la postura que te toca poner en práctica. Gracias por venir, hasta la semana que viene».

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PEXELS

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Más o menos así es como explica la realidad de su trabajo Silvia Pérez (@silviaperezorg en Instagram) que, además de sexóloga, hace monólogos con mucho humor sobre su trabajo.

Pero el estereotipo de que una sesión de sexología es ‘follología’ es solo uno de los muchos que rodean esta profesión.

«La sexología estudia la sexualidad humana en general. Nos centramos en las dificultades que pueden encontrar las personas en esta área de su vida ya sea a solas o en pareja y en hacer educación sexual a través de diferentes medios», explica Silvia.

De ahí que en consulta se trabaje «todo lo que tiene que ver con el sexo en sí, sobre todo a nivel genital: falta de orgasmo, de deseo, de erección pero también lo relacionado con las relaciones con otras personas: habilidades sociales para ligar, conflictos de pareja, comunicación, rupturas, dependencia emocional… Y con la relación con uno/a mismo/a: autoestima sexual, aceptación de la orientación sexual…».

«La gente suele confundirlo y reducirlo todo a ‘enseñas a la gente a fo***’, pero la sexualidad va mucho más allá que una práctica sexual concreta. Se suele reducir a que repartimos trucos mágicos y que en unos sencillos pasos podrás acostarte con a alguien y que acabe con los ojos en blanco y olvidando su nombre», comenta la sexóloga que protagoniza la entrevista de hoy.

Además del mito de que en consulta vas a sacar el kamasutra de debajo de la mesa, ¿qué otras falsas creencias hay sobre la sexología?
La falsa creencia más extendida es «no sirve para nada», «yo no lo necesito» y me entra la risa de ahogarme cada vez que lo oigo. Se cree que a ver a la sexóloga se viene cuando tu deseo sexual es muy rocambolesco o eres un depravado sexual o algo así y la mayoría de casos son sexualidades bastantes normativas.

¿Cómo se tomó tu familia que quisieras dedicarte a esto?
En general bien. Mi padre fue el único que extrañó un poco y lo primero que me dijo fue «¿Y eso para qué sirve?» creo que más en el sentido de salidas laborales y porque era algo muy desconocido para él. Pero ahora tanto mi padre como mi madre están orgullosos, hablamos de todo, me preguntan como profesional cosas que le preocupan y hasta han estado en varios talleres míos, reconozco que aún me da corte que vean el monólogo, pero lo voy a superar.

¿En qué momento es de ayuda recurrir a una sexóloga? ¿Es imprescindible estar en pareja o podemos acudir en solitario?
La pareja solo se necesita para hacer terapia de pareja, la tienes que traer tú porque las sexólogas no la regalamos con la primera consulta, pero bromas aparte mi consejo es que acudas a la sexóloga cuando algo relacionado con el sexo en particular o la sexualidad en general te cause un problema. Siempre que sientas que te hace sentir mal algo relacionado con tu propio cuerpo, que te impide compartirlo con libertad con quien tú quieres o sientes que algo falla a la hora de crear vínculos íntimos con otras personas. Siempre digo que es tontería estar mal pudiendo estar bien y tendemos a pensar que las cosas relacionadas con el sexo se arreglan solas o que el tiempo todo lo cura, y lo único que cura el tiempo es el queso.

¿Cuáles son las consultas más frecuentes que recibes?
«Tiritas pa’ este corazón partío» Rupturas dolorosas.
«No llego con penetración» Mujeres que no experimentan el orgasmo mediante el coito.
«No se me levanta» Hombre cuyo pene no reacciona cuando va a tener un encuentro sexual.
«No hay ganas de ná» Pareja heterosexual con poco sexo porque a ella se le han ido las ganas.
Sin duda la consulta que más recibo fuera de consulta es «¿qué es lo más fuerte qué te has encontrado?» y la respuesta siempre decepciona porque la mayoría de las personas que vienen a verme tienen las mismas dudas que las que no vienen, pero con la diferencia de que se han atrevido a preguntar.

 

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¿Dirías que formarte como sexóloga te ha desarrollado personal y sexualmente?
Definitivamente sí. Esta profesión me ha hecho examinarme más y por lo tanto crecer en autoconocimiento que es un superpoder, me ha obligado a revisarme los privilegios, quitarme prejuicios y crecer eróticamente. Creo que es imprescindible hacer un trabajo propio antes de ponerte delante de nadie en consulta, pero obviamente con el tiempo vas creciendo, conociendo gente que te enseña y te señala algo que se te había pasado de ti misma. La verdad es que es un regalo poder conocer tantas realidades distintas

¿Por qué crees que el boom en la profesión no se ha visto acompañado de un crecimiento de educación sexual en los centros escolares?
Yo tengo un chiste que hace poca gracia, pero que refleja la realidad: «Cuanto menos educación sexual demos en los colegios más terapias para mí en el futuro. Es mi plan de jubilación», porque todo lo que no eduquemos en edades tempranas en sexualidad supondrá quebraderos de cabeza a los/as adultos/as del futuro que son quienes de manera individual pagan para solucionar estos conflictos.

Creo que no se da educación sexual en los centros escolares porque seguimos teniendo poso de la cultura judeocristiana. En el imaginario colectivo hay una asociación horrible entre el sexo con el pecado (como representación del mal independientemente de tus creencias), con lo chungo, lo oscuro, lo agresivo… Cuando el sexo debería asociarse con el placer y el placer con la libertad, el disfrute, lo bonito, la felicidad…

Las familias piensan que una educación sexual temprana supondrá un despertar sexual antes de tiempo y prefieren educar en casa (spoiler: no se hace). Yo hace tiempo que si se plantea la posibilidad de un taller con menores intento hacer primero uno con las familias para qué sepan de qué vamos a hablar y para que trabajemos en la misma línea.

Los padres y las madres solo quieren proteger a sus hijos/as y lo entiendo, por eso es importante hacerles partícipes y explicarle que educación sexual en la infancia no es hablarles de cómo se tiene sexo, sino que va de aceptar y amar su propio cuerpo, respetar el de los demás, entenderse, conocerse… Para prevenir el abuso sexual infantil y adolescente y que crezcan disfrutando de una sexualidad libre, que libre no es sinónimo de «me voy a acostar con todo lo que se me mueva», sino que crecerán entendiendo que tienen el derecho de no ceder ante la presión y que no tienen el derecho de tocar a ninguna persona que no lo desee. La educación sexual no adelanta etapas, la educación sexual protege a los/as menores.

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Abro melón: hay ciertos sexólogos hombres que hacen terapias masturbando a sus pacientes mujeres, ¿qué opinión tienes al respecto?
Me cabrea profundamente y contribuye a que la gente piense que eso es un sexólogo, cuando en realidad es una forma más de violencia sexual disfrazada de progresismo y profesionalidad. Genera en las mujeres mucha confusión porque ceden ante algo que les incomoda, pero ante lo que no saben cómo reaccionar. En ese contexto no se levantan y se van porque están ahí por voluntad propia ante alguien que tiene una autoridad en ese campo y que supuestamente es un profesional que está mirando por tu bien, pero después muchas se sienten muy mal. Dicho sea de paso que esto no es algo habitual entre los sexólogos, al menos yo no tengo constancia de ello.

¿Cómo elegir sexóloga? ¿Es una cuestión de feeling?
Aparte de lo obvio de que tenga la formación correcta y tal (hay mucho gurú del sexo últimamente) sí que creo que es importante sentirse cómodo/a, sin juicio, entendido/a porque es un lugar donde se cuentan muchas intimidades y qué menos que te caiga bien, que te dé buen rollo la persona que va a recoger todo eso.

Puede que después de la entrevista te hayas dado cuenta de que no necesitas ir a la sexóloga, porque tienes tus asuntos íntimos en orden. Pero seguro que a su monólogo sí. Silvia Pérez estará en Madrid (Off Latina) el 4 de diciembre y en Bilbao (Teatro Campos Elíseos) el 16 de diciembre.

Mara Mariño

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Aprender a ligar (bien) cuando sales de fiesta: la campaña de esta sexóloga en Bilbao

¿Cuántas veces has salido de fiesta y han dado por hecho que, por ser amable, estabas insinuándote?

¿Y cuántas veces has tenido que decir que no estabas interesada en tener nada con una persona y no ha dejado de insistir hasta que has sacado la baza de que tienes pareja?

¿Por qué solo te dejan tranquila si saben que ‘perteneces’ a otro?

Punto Morea Bilbao

EL BLOG DE LILIH BLUE

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Nuestras nociones de flirteo no son precisamente las mejores. Pero, ¿y si eso pudiera cambiar? ¿Y si pudiéramos salir de fiesta y ligar bien?

Esa era el objetivo que Melanie Quintana, la sexóloga que se encuentra detrás de la plataforma de educación sexual Somos Peculiares, se propuso.

En su primer año como directora ejecutiva del Punto Morea (Punto Morado) en Bilbao, no solo sacó adelante el proyecto para que la Aste Nagusia 2022 (la Semana Grande) contara con un espacio seguro, sino que fue más allá uniéndolo a la divulgación de educación sexual.

«Siempre ha habido carpas que han promovido las relaciones libres, la prevención de ITS, el VIH, pero nunca ha habido educación sexual en el Punto Morea. Sí divulgación o campañas relacionadas con el feminismo, pero nunca educación sexual como tal», dice la sexóloga.

Su stand, un mix de colores que arrasa en Instagram estos días por ser uno de los rincones más fotografiados de las jaias, no es solo un punto de encuentro para mujeres de todas las edades, que se acercan por curiosidad algunas y con un firme convencimiento otras.

«Esperad, que vengo con mi nieta», dice una señora hablando con una de las técnicas en igualdad del Punto Morea.

Otra le cuenta a su hija, mientras le colocan una de las pulseras que se han diseñado para la campaña (que lleva escrito ‘Solo sí es sí’), que nadie debe tocarla sin su consentimiento.

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Además es un lugar de bienvenida para que, como la propia Melanie nos cuenta, se acerquen otras asociaciones feministas para fomentar la sororidad con cualquier colaboración.

Pero, ¿cómo consigue un puesto en unas fiestas populares ayudarnos a ligar mejor?

Además de los talleres de educación sexual que se están impartiendo en los diferentes barrios de Bilbao, acompañando la acción, el puesto es en sí mismo una declaración de intenciones.

«De primero de flirteo, toma nota: Sí es un deseo. No es un límite», dice una de las paredes donde más se fotografían las asistentes a las fiestas.

«Debe haber un Punto Morado porque siempre pasan cosas», dice la sexóloga. «Intentamos prevenirlas, pero no podemos pretender que desaparezca la violencia si no hay educación de base».

Por eso su stand, en pleno corazón de las fiestas bilbaínas, resulta tan impactante: «Las campañas del ‘no es no’ se quedan escasas y se basan en la negativa. No queda trasfondo de cómo aprender a relacionarnos mejor».

«Respeto, ligoteo sano, consentimiento, límites y deseos» son el foco de los mensajes, desde la educación sexual, que aparecen tanto en el punto (en euskera y traducido al inglés y castellano) como en las pulseras que reparten.

Son otros de ellos el «Mi no tiene suficiente fuerza, no necesito añadir que tengo pareja», «Los límites que pongo son para respetarme, no para ofenderte» y «Sin responsabilidad afectiva no juego».

«La propuesta fue llegar a la raíz del problema. Necesitamos educación en cómo nos relacionamos. De nada vale decirnos así no puedes relacionarte. Hay qué enseñar cómo podemos hacerlo bien y bonito», afirma la experta.

¿Alguno de los tips para ligar de fiesta -o en cualquier lado- que dan en el stand?

«Cómo nos podemos decir que sí a algo mediante la comunicación asertiva, conquistarnos de forma sana respetando lo que los demás desean, cómo podemos hacer para gestionar un rechazo, porque no somos una croqueta, a todo el mundo no le podemos gustar. Y a todo el mundo no le puede gustar nuestra forma de interactuar o ligar con ellos».

«También el poder decirle a alguien ‘Me encantas’ incluso sin hacer alusión al físico. Tocar el pelo y otros códigos. Ni todo es blanco ni negro, es en los grises donde podemos jugar».

Y es que hay algo que, a la orilla de la ría de Bilbao, la sexóloga nos recuerda: «Se pueden tener gestos de cariño y de ternura sin que sean soeces, estamos buscando conquistar, no follar».

Mara Mariño

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¿Sabías que todos, en mayor o menor medida, somos fetichistas?

Fui a un colegio de monjas, así que el pudor por el sexo era algo normal en mi vida.

Piensa que venía de un entorno en el que, si un chico te tocaba el pecho, ya eras bautizada como ‘la guarra’ del grupo.

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UNSPLASH

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Así que, ¿cómo no llevarme esa mochila emocional conmigo cuando empecé a tener sexo?

Ya ni hablamos de lo que se saliera de las relaciones más convencionales. La vida más allá del misionero era un misterio.

Por suerte, me puse las pilas rápido en cuanto dejé atrás esa etapa de mi vida. No había tiempo que perder, quería experimentar a ver qué era lo que iba conmigo.

Y había tanto por probar…

Quizás por esa razón fue tan sencillo animarme a descubrir lo que, hasta ese momento, había estado prohibido.

También Valérie Tasso, que es sexóloga, escritora y Embajadora de LELO en España (podéis seguir sus pasos virtuales en Instagram @valerietasso69) me explica otra buena razón por la que cogí el cambio con tantas ganas: «Nos han vendido durante siglos un modelo de sexualidad que sólo implicaba los genitales y cuya práctica estrella era el coito».

«Todo lo que se salía de este modelo se consideraba como una perversión, una desviación, porque estaba en manos de la Psiquiatría y esta se encargó de hacer un decálogo de todo lo que se salía de la norma (el sexo como algo reproductivo)», declara la sexóloga.

«Y si bien ahora se visibilizan más tipos de fetichismos, todavía a día de hoy, se sigue viendo como algo ‘rarito’. Basta ver cómo define la RAE al fetichismo que lo considera socialmente ‘negativo o inmoral’«, destaca Valérie.

Sin embargo, es una erótica más: «Es la atracción erótica por una o varias partes del cuerpo como por ejemplo los pies o el ombligo, e incluso hacia objetos o imágenes (zapatos de tacón, globos, medias, tatuajes, por dar sólo algunos ejemplos)».

Como ella misma afirma, «todos, en mayor o menor medida, somos fetichistas. Y algunos también tenemos relaciones eróticas ‘convencionales’. El fetichismo pone un poco de pimienta a nuestras interacciones y es necesario verlo como tal. Como un aderezo a un plato culinario».

El problema de ver esta atracción erótica como algo raro, genera malestar y supone un impedimento a la hora de vivir nuestra sexualidad de manera libre.

(Aunque eso sí, si te pone que te llamen «pervertido» o «pervertida», puede que estés ante tu fetiche).

¿Significa eso que absolutamente cada persona tiene que encontrar la particularidad sexual que le ponga especialmente? Para nada.

«El fetichismo en general no tiene por qué gustar a todo el mundo. Pero no por eso tiene que ser demonizado ni rechazado como algo inmoral. Si no me gusta el arroz, no voy a pensar que toda la gente que come arroz es ‘rarita’, ¿verdad?», reflexiona la sexóloga.

«El desconocimiento hace estragos y genera tópicos. Una erótica ‘peculiar’ es una gran fuente de riqueza para nosotros, los seres sexuados. Es un valor«, resume.

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Además, Valérie recuerda que hay una serie de beneficios entre aquellas personas que viven sus fetichismos con total naturalidad: «Suelen entender mejor que todo nuestro cuerpo es sexuado (en el caso de fetichismos hacia otras partes que no sean zonas erógenas primarias)».

«Suelen tener un imaginario erótico más rico y sano (la mente también es sexuada), y no suelen tener dificultades eróticas comunes que solemos tratar a diario los sexólogos», declara la experta.

Si además, tenemos en cuenta todas estas ventajas que la sexóloga comenta, es como para darle una oportunidad, ¿no?

Mara Mariño

‘A las mujeres se les valora por su capacidad de resultar atractivas a los hombres, el resto suele ser secundario’

Ana Lombardía, psicóloga y sexóloga (la encontraréis en sexoenlapiel.com) tiene una visión muy clara no solo de la sexualización bajo la que vivimos, sino de lo que implica ser mujer en la era en la que el aspecto es la unidad de medida.

Partimos de que «La publicidad usa el sexo para vender casi todo», una de sus primeras afirmaciones con la que es imposible no estar de acuerdo (¿alguien se ha olvidado ya del anuncio de champú en el que la actriz gemía de placer?).

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Siendo mujeres, esto nos pilla por completo. «Una mujer puede ser brillante, una gran profesional, tener unos valores formidables, etc pero lo que más destaca de ella es su atractivo físico. Muchas mujeres, cuando quieren que sea su trabajo lo que destaque, tienden a vestirse discretas o a ocultar los rasgos que consideran más atractivos de su aspecto».

Pero, ¿cómo hemos llegado a este punto? ¿Por qué los hombres no viven tan sexualizados como nosotras? Ana me arroja luz sobre el asunto.

¿Por qué somos nosotras las más propensas a ser sexualizadas?
Por lo general, a los hombres se les valora por muchos de sus rasgos personales: carácter, profesión, valores, la confianza en sí mismo, dinero…. A las mujeres, muchas veces, por su capacidad de resultar atractivas a los hombres, el resto de rasgos suelen ser secundarios.

La figura de la mujer ha estado relegada, históricamente, a complacer las necesidades del hombre, aquellas domésticas y sexuales. Ese es uno de los motivos por los que en lo primero en lo que nos fijamos o destacamos es su atractivo físico. Da igual lo buena que sea una mujer en su trabajo, o en cualquier otro ámbito de su vida personal.

¿Crees que el cuerpo masculino está sexualizado de la misma manera?
El cuerpo masculino no está tan sexualizado como el femenino. A lo largo de la historia se ha erotizado el cuerpo de la mujer de dos modos: prohibiendo y adornando. Se ha prohibido que se vea el pelo, los tobillos, las rodillas, los hombros… Nos adornamos con pulseras, collares, telas de colores, nos teñimos el pelo, nos pintamos los ojos o los labios. Con el cuerpo masculino no se ha seguido el mismo proceso.

De los hombres se erotizan otras cosas: su profesión, su capacidad de liderazgo, su nivel ecónomico, incluso su nivel intelectual. El físico también es importante, pero ni muchísimo menos igual que en las mujeres. Por ejemplo, si pensamos en actores o cantantes famososo masculinos, podemos encontrar numerosos casos de hombres muy poco agraciados físicamente pero tremendamente atractivos y erotizados por su talento, su carisma, su personalidad…

Si nos fijamos en el ejemplo de los striptease, es también muy claro. Las mujeres se visten para esos espectáculos resaltando su cuerpo, mostrando zonas erógenas, con grandes tacones y muy maquilladas. Los hombres, en cambio, suelen disfrazarse ¡con profesiones! El policía, el bombero, el médico…

¿Dirías que socialmente la sexualización masculina se limita al pene?
La principal zona erógena del hombre es el pene. Es la parte del cuerpo que más se ha erotizado, la que hemos aprendido a estimular y las más utilizada a la hora de conseguir un orgasmo. Por ello, es también la zona del cuerpo masculino a la que más atención dedicamos en los encuentros sexuales. Igualmente, cuando se habla del atractivo de un hombre, se suele hacer referencia al tamaño de su pene. A mayor tamaño, mayor atractivo se le suele conceder. Incluso, a un pene grande se asocian (erróneamente) otra serie de atributos, como capacidad para ser buen amante, fortaleza, liderazgo, carácter fuerte, etc.

¿Cómo se consigue escapar de esa sexualización impuesta? ¿Por dónde empezamos?
Lo primero es hacer consciente esa sexualización, enumerar los distintos factores que la componen y empezar a abordarlos uno a uno. Cada uno de nosotros somos más susceptibles a unos o a otros, por lo que será un proceso muy individual. Podremos abordar las ideas preconcebidas que tenemos acerca del atractivo físico de las personas, qué características de personalidad les atribuimos por ello, qué tipo de personas escogemos como parejas, qué importancia le damos a nuestro propio atractivo físico, cómo nos valoramos según lo sexualizados/as que nos vea la sociedad o nuestro entorno cercano…

¿Algún consejo para sexualizar otras zonas del cuerpo más allá del pene en el caso de los hombres?
Se puede erotizar otras partes del cuerpo, y no limitarse al pene para obtener placer sexual. Existen otras zonas del cuerpo que tienen gran cantidad de terminaciones nerviosas y que pueden ser muy erógenas: los pezones, el cuello, las orejas, las ingles, los testículos, el ano, la zona perinal… Podemos jugar a descubrirlos utilizando, por ejemplo,un aceite de masaje o un gel lubricante. Funciona muy bien jugar a «prohibir» estimular el pene y, de este modo, descubrir el resto del cuerpo.

Duquesa Doslabios.

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