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Desde que soy feminista no he vuelto a fingir orgasmos

Al feminismo puedo achacarle varios cambios en mi vida. Que cada vez me resista más a que solo las mujeres de mi familia nos levantemos a recoger la mesa, que haya pasado de apreciar a criticar la galantería o incluso que cada vez me resulte más difícil encontrar una película en Netflix (si no hay al menos una mujer protagonista, no la veo).

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Pero el mayor logro del feminismo es que ha conseguido romper mi insana relación con los orgasmos falsos.

Empiezo por el principio. Cuando empecé a tener sexo -que en esa época, y fruto de un adoctrinamiento de películas románticas y canciones pop, no era otra cosa en mi mente más que ‘hacer el amor’-, algo no iba bien conmigo.

Lo que conseguía en casa sola, orgasmos dignos de anuncio de champú, no aparecía cuando compartía las sábanas. Y claro, aquello era frustrante para ambos.

No conseguía explicarme por qué él en 15 minutos había llegado al orgasmo y yo solo sentía que tenía ganas de más. En ese momento, tocarme el clítoris estaba casi prohibido.

En primer lugar porque lo consideraba algo íntimo mío y, en segundo, porque cuando hacía el amago, el novio de ese momento se sentía ofendido, ya que le parecía que su ejecución no era suficiente.

Así que, con esa mezcla entre vergüenza por confesar que la penetración ‘ni fu ni fa’ y el miedo de ofender a mi acompañante, me quedó claro pronto que no había nada como una exageración para salir del paso.

Puede que mi performance no tuviera recompensa orgásmica, pero tenía otras como acabar pronto para seguir haciendo otras cosas y que la autoestima de él siguiera por las nubes.

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O al menos, hasta que llegó el feminismo a mi vida. Fue lo que me enseñó que investigar mi placer a fondo y a conocer mi comando de arranque de motores, despegue y alunizaje.

Y en ese camino de autodescubrimiento llegué a la conclusión de mi vida (sexual), soy clitoriana y es lo más normal del mundo.

Fue como si se me hubiera quitado el mayor de los pesos de encima. ¡No pasaba nada raro conmigo ni con la mayoría de las mujeres!

Pero, ¿cómo aplicar mi descubrimiento en la intimidad? Metiéndome mano o pidiendo que la metieran. El feminismo me ayudó a hablar, a decir en alto «esto me gusta así y esto asá».

No fue hasta ese momento que entendí que tenía el mismo derecho de correrme a gusto que mi acompañante, y que si no lo conseguía, no iba a fingirlo para hacerle sentir mejor.

El orgasmo debe ser como una relación, sincero. Puede que me costara unos años comprender que el ego ajeno no pesaba más que mi placer, que mi cuerpo funcionaba correctamente y que solo necesitaba que se activara, o que si no lo sentía, y no llegaba a correrme, no tenía por qué ofender a nadie.

Duquesa Doslabios.

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Audios sexuales, la tendencia que tienes que probar antes de que acabe 2019

Si algo he empezado a notar en 2019 es que la crisis del porno ha dado comienzo.

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Entre que representa una sexualidad muy limitada, la estructura y estimulación es la misma, los protagonistas siguen los mismos cánones estéticos -entre ellos depilaciones extremas e implantes en todas partes- y que es un producto dirigido para un sector muy concreto de la población (sí, hombres, hablo de vosotros), las alternativas a la que era la reina del erotismo por excelencia crecen como la espuma.

Hace unos meses ya os hablé de Quinn, un proyecto erótico alternativo que buscaba alejarse de las películas X o incluso de los cómics sexuales, aunque al final siguieran la línea marcada por el porno.

Así que como la sexualidad nos está invitando a alejarnos un poco del concepto ojo-mano, antes de que termine el año, quiero lanzar una nueva sugerencia y convencerte de que pruebes algo diferente.

Puede que te suenen familiares los mensajes de texto subidos de tono -que se lo digan al emoticono del melocotón o de la llama de fuego-, o incluso las videollamadas que terminaban con ropa por el suelo (Skype, gracias por tantos buenos momentos).

Mi reto es convencerte de que pruebes el que quiere ser el nuevo canal aliado del erotismo, el mensaje auditivo. Si hasta ahora los usabas simplemente para contarle a tu amiga de turno lo que pasó después de que se fuera a casa o para responderle a tu padre el mensaje de cómo reiniciar el router, te recomiendo que pruebes esta utilidad.

Y es que los audios eróticos consiguen alejarse del estímulo visual. Y, como bien dicen los expertos en materia, nuestro mayor órgano sexual es el cerebro. También lo bueno de tirar de imaginación es que no hay comparación con otros cuerpos. Se trata de pornografía personalizada y hecha a medida.

Pero, ¿cómo llevarla a cabo? Busca el momento y el lugar, el baño de la oficina o el Paseo de la Castellana a las cinco de la tarde no son las mejores situaciones para hacerlo. Relájate, respira, pon tu voz más insinuante y habla.

Sin prisa, con un ritmo agitado, con descripciones o con sonidos entrecortados.

Puedes narrar lo que te gustaría que te hicieran, una historia inventada de otras personas, una descripción exhaustiva de lo que llevas puesto (o no) e incluso empezar a tocarte, grabando solo tu respiración acelerada y tu orgasmo.

No solo consigues que la otra persona disfrute del factor sorpresa, preparas el terreno y varías en tu rutina sexual. Te garantizo que, desde ese momento, esperarás los audios con mucha más expectación.

Eso sí, asegúrate de que se lo estás mandando a la persona correcta. Tu tía no tiene por qué oírte describir esa fantasía sexual que merece una calificación por edades de ‘+18’ cuando solo te preguntó si ibas a su fiesta de cumpleaños del fin de semana.

Duquesa Doslabios.

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¿Y si solo llego al orgasmo pensando en porno?

Para mí, llegar al orgasmo es tan fácil como pensar en porno. Aprieto los ojos y buceo por los rincones de mi cerebro hasta dar con la carpeta de erotismo, esa llena de todo tipo de imágenes y vídeos.

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Busco el que suele funcionar para estos casos, uno que vi hace años de una pareja en un vestuario, y el resto es historia. O, en este caso, orgasmo.

Pero, como a mí me pasa, me consta que no soy la única en recurrir a alguna imagen erótica cuando quiero ‘acelerar(me)’.

Para empezar, no tiene nada de malo. Si cada persona es un mundo con su sexualidad, y somos miles de millones, la cantidad de sexualidades diferentes es inmensa.

Además, tener algo que funciona como gatillo, nunca lo he visto como una desventaja, en todo caso como un superpoder sobre mi excitación.

Esto no significa que lo use siempre. Si fuera imprescindible que mi mente proyectara este tipo de pensamientos cada vez que intimo, significaría que no soy capaz de disfrutar plenamente del momento.

Pero para ciertas ocasiones, cuando me falta un plus o, simplemente, me apetece, lo reproduzco mentalmente.

En el veneno está la dosis y en la pornografía también. Si lo usamos a modo de píldora, como un simple aderezo, es equivalente a sazonar la vida sexual y hacerla también, a nuestra manera, variada.

Pero, ¿qué hay de los casos en los que es imprescindible para llegar? Como decía unas líneas más arriba, vamos a sexualidad por persona, por lo que ni es una enfermedad ni algo de lo que haya que sentirse culpable.

Partamos del punto de que no hay una manera correcta, no hay unas normas de estilo, ni un modelo definitivo sobre cómo tener sexo, cada individuo lo hace a su manera.

Y si se ha encontrado una manera de disparar el orgasmo, mediante la fantasía, ya sabemos que aquello funciona.

Aunque, para quienes estén todavía preocupados porque es su única forma de alcanzar el clímax, hay maneras de llegar sin tener que poner la película mental.

El punto de partida sería relajarse y limitarse a aplicar los conceptos de mindfulness al terreno sexual.

Convertir el placer en el centro de todo, el momento erótico en el aquí y el ahora, disfrutando plenamente sin la presión del orgasmo.

De esta forma se consigue conectar realmente y, poco a poco, conseguir que la situación, y la imagen de la vida real, es tanto o más efectiva que la que tenemos en el archivo.

Duquesa Doslabios.

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¿Y si el que no se corre es él?

Que las mujeres solemos tener algo más complicado lo de llegar al orgasmo, es innegable. De hecho, es para muchas tan difícil que, ni por sus propios medios, son capaces de alcanzarlo.

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Y es que biológicamente, nuestros genitales tienen mucho misterio. El hecho de que las cosas vayan por dentro hace que debamos saber exactamente qué es y cómo se estimula cada parte para poder disfrutar plenamente del sexo.

Ellos no tienen ese problema. Lo que llevan a la vista es todo. Lo que ves es lo que hay.

Por ese motivo resulta tan sorprendente cuando es él el que no llega al orgasmo.

La primera vez que me sucedió fue hace bastantes años y en su momento, no supe cómo abordarlo. Cuando le pregunté, más por curiosidad que por otra cosa, recibí un bloqueo informativo por su parte, de lo que interpreté que igual había algo más profundo ahí.

Con los años, y otras situaciones parecidas, empecé a despreocuparme. Porque claro, viviendo en la era de la brecha orgásmica, cuando sexualmente eres tú la que lleva la menor puntuación en la pizarra de orgasmos, una o dos ocasiones en las que solo termines tú, no resultan muy preocupantes.

Cuando se da en varias ocasiones, es fascinante la diferencia entre hombres y mujeres.

Para nosotras, la culpabilidad está asegurada. Lo primero que se nos pasa por la cabeza es que ya no excitamos de la misma manera a la otra persona. Que si la celulitis, que si estoy gorda, que si ya no me quieres (llevarlo al plano afectivo es incluso peor).

Es una diferencia fundamental respecto a los hombres, cuya actitud, viendo que nosotras no hemos terminado suele ser, siempre en el mejor de los casos, la de pensar en cómo mejorar en el próximo encuentro.

Antes de que la paranoia supere la realidad, déjame decirte que tú no eres el problema. Sí, le sigues gustando y mucho.

No es tan sencillo como imaginamos. Hay hombres que no eyaculan si tienen sexo oral, si la chica está encima o incluso otros que pueden llegar a hacerlo varias veces. Igual no son tan sencillos como pensábamos, ¿verdad?

Como a nosotras, factores externos pueden pasarles factura (algo que ya os comentaba en este post), por lo que una situación de agobio o estrés puede impedirles terminar. Incluso si el día es muy caluroso o se encuentra incómodo porque le estás apretando demasiado en alguna parte.

Hay incluso quienes son capaces de, con un increíble control, evitar la eyaculación pasado el punto de no retorno y seguir manteniendo la erección, lo que significa que pueden durar mucho más tiempo.

Por lo que agobiarse, estresarse, culpabilizarse y, en definitiva, hacer de ello una montaña cuando solo es un grano de arena, no es la mejor de las soluciones.

Lo más probable es que, si esa vez no se ha corrido, la próxima vez que tengáis sexo, lo haga como si nada.

Duquesa Doslabios.

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6 cuentas de Instagram más excitantes que el porno para subir la temperatura

Las redes sociales son un poco como el mundo, tiene que haber de todo. Algo que pude comprobar cuando descubrí el perfil de Stephanie Sarley, quien se dedica a crear vídeos de alta carga erótica con fruta (puedes leer el artículo aquí si no sabes de qué hablo).

Marius Sperlich Facebook

Entre tanta cuenta de modelos, influencers, recetas de cocina sencillas o animales, se esconden, a la vista, los perfiles que forman la cara B de Instagram. Stephanie no es la única que ha hecho de la red social un sitio más caliente.

Artistas del pincel, de la edición digital, fotógrafos… La comunidad más X, dispuesta a disparar nuestra imaginación, también se encuentra al alcance del dedo.

Hoy quiero descubriros algunas de las cuentas expertas en subirle la temperatura a la fantasía.

Glamda Party

El universo de la erótica masculina se abre en este perfil, donde se recopilan imágenes de todo tipo de cuentas en las que, la sensualidad del cuerpo de los hombres sale a la luz en cada fotografía. Además de ropa interior y desnudos artísticos, las capturas pasan por planos de sumisión y hasta por tomas de deportes de contacto, la prueba de que no solo la piel es capaz de estimularnos mediante la vista.

 

Marius Sperlich

Siendo fotógrafo de la revista Playboy, si de algo sabe Marius Perlich es de erotismo. ¿La magia de sus fotografías? Que no salen solo las modelos sino que se combinan con elementos de la cultura actual. Una mezcla que busca, en su opinión, reflejar la sociedad contemporánea y crear controversia sobre los temas que nos rodean. De ahí que los pezones se conviertan en ojos que lloran, grupos de manifestantes o incluso bombas de relojería.

 

Watercolor Porn

Las películas no tienen la exclusiva en cuanto a mostrar imágenes con todo lujo de detalles. La prueba de ello son las acuarelas explícitas de Noomi Roomi son una ventana al mundo del erotismo a través de la pintura. Ojo, su trabajo no solo sirve para alegrarse la vista (también los amantes de las técnicas pictóricas encontrarán en esta cuenta algo de su agrado), sino para coger ideas que podemos poner en práctica en casa.

 

Brydie Mack

La fotógrafa detrás del perfil de @wolfcubwolfcub hace del cuerpo femenino el lienzo para transmitir su arte a través de la fotografía. Torsos llenos de mariposas o arena son algunas de las imágenes más importantes que podemos encontrar en su cuenta. Pero hay más. Las modelos con actitud inocente, capturadas en escenas cotidianas, recuerdan a diferentes mitos eróticos, como es el caso de Lolita.

 

Lana Prins

También es experta en sensualidad femenina, con la diferencia de que e imposible no sentirse empoderada cuando se navega entre sus fotografías. Si hace unos días os hablaba de la dendrofilia, la artista es experta en captarla a través de frutas maduras o flores que se cuelan por todos los sitios del cuerpo. Marcas de la ropa interior en la piel o pezones que se revelan a través de prendas mojadas son otros elementos que su objetivo capta.

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Im gonna take my time…

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Regard Coupables

Con apenas unos trazos, la fantasía se dispara hasta límites insospechados, algo que confirman los dibujos de un artista que se mantiene en el anonimato. ¿Su magia? Que sus escenas se centran en la relación que se establecen entre los cuerpos, en el momento específico en el que una lengua entra en contacto con una vulva o con un pene, por lo que es imposible no sentir que algo se enciende al mirar sus minimalistas obras.

Duquesa Doslabios.

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Del vídeo de Carlos Ríos comiendo sandía a solo pensar en el sexo con fruta

Hace dos días me llegó una historia de Instagram. En él aparecía Carlos Ríos, un conocido nutricionista, devorando una sandía. No como te la solían partir tus padres cuando eras pequeña -primero en rodajas, cada rodaja en trocitos y si eso, una vez dividida, está ya lista para ser degustada-, todo lo contrario. Con la boca a ras, usando todos los dientes y a dos manos.

@carlosriosq

 

No es que aquella noche estuviera especialmente receptiva, ni que yo sea una gran devota de la sandía, pero el vídeo me caló hondo. Hasta el punto de que fue casi el fin de mis ganas de dormir. Ya no tenía sueño, tenía la energía propia de cualquier día por la mañana.

«¿En qué me estoy convirtiendo si es ahora la fruta lo que me excita?», le pregunté a una amiga, esa que ya está acostumbrada a todas mis perversiones.

El momentazo del vídeo. @carlosriosq

Al menos tenía el consuelo -ese que si es de muchos, es de tontos- de que no era la única. En unos minutos, el vídeo se había convertido en uno de los temas más comentados en Twitter. Parecía que ninguna podía quitarle el ojo a la sandía.

Y, aunque no era una noche con las temperaturas especialmente altas en España, la sensación general era que todas nos moríamos de calor.

Ni vibradores del tamaño de caños maestros ni sexo entre cuatro personas con posturas de contorsionismo, el auténtico erotismo era eso. «Chúpate esa, pornografía», parecían querer decir esos tuits. «Te ha adelantado un hombre comiendo sandía».

Al poco, esa misma amiga a la que le preguntaba si estaba loca, me mandó una publicación de Instagram. Genial, en apenas minutos había pasado de desconocer el universo frutal, más allá de mi nevera, a excitarme con sandías y que también me alterara el ritmo cardíaco un mango tallado con forma de vulva.

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Yes I eat the fruit

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No me malinterpretéis. Como bloguera de sexo siempre estoy abierta a descubrir hasta dónde llegan las fronteras de mis fantasías. La intriga de por qué la fruta, era demasiado fuerte como para no buscar más información al respecto.

Lo que me pasa se llama dendrofilia, una atracción hacia árboles y plantas que incluye utilizar frutas o vegetales como elementos del juego sexual.

Sentirse excitada por ellos, algo que estaba experimentando en carnes, es uno de los efectos que engloba esta parafilia, algo que, en mi opinión, tiene tanto éxito porque en general las mujeres solemos sentirnos más estimuladas por la carga erótica de las imágenes que implican el uso de la imaginación.

¿La gracia del juego? Ponerse en el lugar de la fruta viendo esos vídeos.

Y si hasta ahora no había probado este tipo de experimentación, quizás este es un punto de inflexión y tengo que empezar más a menudo por el puesto de frutas del mercado (y ver si el calabacín está de oferta).

Duquesa Doslabios.

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Trucos para sorprender a tu pareja o cuando salí desnuda vestida solamente con un abrigo

La fantasía de imaginar a otra persona desnuda en un contexto que se aleja totalmente del ámbito sexual, es algo que siempre ha tenido un puntillo (o más bien un puntazo) para mí.

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Supongo que ese fue el motivo que me llevó a querer probar la experiencia de ir vestida únicamente con un abrigo para dar la sorpresa de lo que llevaba, en este caso no llevaba, por debajo.

Aunque la imagen del hombre enfundado en una gabardina haciendo exhibicionismo es algo que también forma parte de mi imaginario colectivo, he tenido la suerte de no haber vivido una experiencia del estilo, por lo que afrontaba el reto con bastante ilusión.

Aprovechando que era invierno, y que los abrigos de largo 3/4 abundan en mi armario, opté por llevar uno de ellos a modo de vestido. Quizás si volviera a repetir ahora prefiriera uno más fino o tipo gabardina de entretiempo teniendo en cuenta que no hace tanto frío.

Pero como en aquel momento las temperaturas eran bastante bajas, agradecí el chaquetón largo.

Con una prenda de esas características, resulta bastante sencillo pasar una desnudez desapercibida, ya que podría parecer fácilmente que tapa una falda o vestido que se encuentra por debajo.

Si el nivel de máximo atrevimiento es ir con el abrigo a pelo, yo me quedé un par de escalones por debajo dejando que fuera la ropa interior (un conjunto especialmente seleccionado para la ocasión), la que hiciera de intermediaria entre la piel y el abrigo.

Recuerdo que, también, fue otro elemento clave ponerme medias altas de las que se pueden sujetar con ligas. Al rematar mi estilismo con unos taconazos, nadie podría sospechar que iba desnuda por debajo. Lo mismo parecía que iba a una cena que a una noche de chicas o a un plan de fiesta.

Para mí era un factor clave el hecho de que fueran a buscarme a casa en coche. Cuando vas en tanga por debajo del abrigo no es que te apetezca especialmente ir en transporte público arriesgándote a coger una infección urinaria. Tampoco es que sea muy aconsejable ir por la calle cogiendo frío.

Digamos que el plan de abrigo y conjunto lencero es perfecto para trayectos cortos y seguros en los que no corres el riesgo de toparte con una pareja amiga que insiste en ir a tomarse unas cañas al bar de al lado en el que hace tanto calor que resultará sospechoso el hecho de que te abraces a tu abrigo como si tuvieras un problema de tiroides que te hace sentir frío.

Pero si el plan es ir del coche a casa (o a la habitación del hotel), entonces es perfecto.

Aunque puedes esperar al momento de estar en privado para revelar el misterio de tu look, en mi caso no pude contenerme y di un pequeño adelanto abriendo el abrigo ligeramente, algo que, además de disparar el deseo, puede resolver rápidamente las dudas de por qué es mejor que vayáis a casa en vez de pasar por el restaurante donde están sus compañeros de trabajo para saludar.

Recuerda, también, que al igual que has salido de casa así vestida, tendrás que volver en algún momento. Y una vez pasada la magia y la emoción del impacto, igual no te apetece mucho volver la fría mañana del domingo medio desnuda.

¿El consejo de la Duquesa? Lleva un vestidito plegado en el bolso. A malas, una camisa o camiseta XL de su armario puede hacerte también el apaño. Y el lado bueno es que te llevas una prenda suya para oler mientras estáis separados (vosotras también lo hacéis, no nos engañemos a estas alturas).

Con el fin de semana tan cerca, ¿te atreves a probarlo?

Duquesa Doslabios.

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Mujeres ‘millennials’: doble de sexo, mitad de orgasmos

Como millennial estoy un poco cansada de la generación que me ha tocado. Somos los mejor formados pero con peor futuro, los que empezamos a padecer depresiones sin llegar a los 30 por la situación económica, los que no podemos irnos de casa por el precio de los alquileres y, encima, los que tenemos menos sexo que nuestros padres.

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En la carrera de fondo por seguir descubriendo los hábitos de la generación Y, un nuevo estudio arroja más luz sobre nuestras costumbres sexuales. Ahora resulta que no, que no follamos menos. De hecho, tenemos el doble de sexo que nuestros mayores, sí. Pero si analizamos a las mujeres que llegan al clímax, en vez de multiplicarse, se dividen, dejándonos como resultado la mitad de orgasmos que aquellas que nos sacan 20 años.

El estudio realizado por Lovehoney, empresa de juguetes sexuales, lo descubrió analizando las conductas de las mujeres participantes menores de 25 años.

Aunque la mayoría contestaron que tienen sexo más de dos veces por semana, solo una tercera parte de ellas tenía un orgasmo con su pareja, una situación que se da en el más del 63% de los casos de aquellas mujeres que superan los 45.

Y vale que el orgasmo no lo es todo, que hay muchos matices en una experiencia sexual, pero cuando es algo que solo nos afecta a nosotras, ¿no deberíamos darle más importancia a la brecha orgásmica?

El desconocimiento es algo que he comentado en este blog a menudo. Tenemos más información que nunca pero no sabemos ni por dónde empezar a utilizarla. Si ni nosotras mismas sabemos lo que nos gusta, en pareja se nos antoja más imposible todavía.

Por otro lado, la presión de convertirnos en contorsionistas, de cumplir las expectativas que el porno hace recaer en los encuentros sexuales o incluso las distracciones constantes como el móvil, porque realmente queremos ver de quién nos ha llegado la notificación, son factores que juegan en nuestra contra.

Aunque, para mí, la respuesta del problema la encontró también el mismo estudio. Mientras que la mayoría de las mujeres menores de 25 entrevistadas dijeron que, para ellas, la importancia del sexo era pasar un buen rato, o incluso conseguir un subidón de autoestima, en el grupo de edad de los 40, el valor era diferente.

Para quienes nos sacan más de dos décadas, lo importante no es el momento de diversión o el chute de confianza, sino la conexión emocional. Si tenemos en cuenta que el cerebro es el órgano sexual más potente del cuerpo, es el lugar del que deriva el deseo sexual, es precisamente un elemento fundamental para que el sexo se disfrute plenamente (y hasta el final).

Por supuesto que un revolcón para escapar del estrés de nuestro estilo de vida, distraerse o pasar una noche divertida puede seguir formando parte de nuestra rutina. Pero, y por mucho que sea una frase hecha, quiero volver a recordar que, aunque un partido sea entretenido, lo importante no es estar constantemente cambiando de jugadores, sino que, los que jueguen, marquen gol.

Duquesa Doslabios.

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¿Porno sin imágenes? Déjate excitar por el oído

Parece que la pornografía es la única opción que existe a la hora de estimularse por cuenta propia. Como si todo el morbo se redujera a eso, imágenes que imitan, o buscan imitar, un intercambio que es el que realmente resulta excitante.

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Su recorrido, de varias décadas, se ha hecho con un mercado en el que difícilmente podían competir las novelas eróticas, especialmente desde la eclosión de internet ligada a un ultradesarrollo de la tecnología. Pero ni solo de pan vive el hombre ni solo de porno la excitación.

En mi búsqueda de fuentes alternativas, aparecieron los relatos eróticos escritos por personas anónimas en plataformas gratuitas. Un espacio en el que, mediante categorías, podías llegar a aquellas historias de tu gusto.

Leer erotismo tiene algo que le falta a la pornografía. Ese uso de la imaginación apoyado por palabras tan evocativas como «lamer» o «penetrar» te sacuden de una manera que ya quisieran las películas.

Mi último descubrimiento, el proyecto que han puesto en marcha sobre una estimulación sexual alternativa para mujeres sin imágenes (porque sí, definitivamente puedes excitarte sin necesidad de ver a un actor eyaculando sobre la cámara, que es algo que más que morbo, te da vergüenza ajena).

Quinn, que se lanzará el 13 de abril, y en palabras de su fundadora, Caroline Spiegel, «No tendrá contenidos visuales, solo audio e historias escritas. Y lo mejor es que esto es una fuente abierta, de manera que la gente puede subrayó sus fantasías o contenidos propios».

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Eso sí, pasando por el filtro de los creadores antes de aparecer en línea.

Sus objetivos son varios: en primer lugar, desempolvar la imaginación evitando que nos acomodemos a un estímulo en el que somos sujetos pasivos y no activos.

En segundo lugar, luchar contra la idea de las mujeres teniendo placer que nos llevan vendiendo las películas porno estos años, alejándose del prisma masculino que crea ficciones para estimular a una audiencia que son mayoritariamente hombres.

Y, en tercer lugar, llegar a un nuevo público que, quizás como yo o como muchas de mis amigas, no nos hemos llegado a sentir nunca cómodas ni con ese concepto de la sexualidad ni de la excitación de las películas X explorando otras vías de placer, desconocidas hasta ahora, pero, seguramente igual o más placenteras.

Duquesa Doslabios.

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Me pones pero me muero de sueño, la batalla entre el sexo y el cansancio

Hay algo que nos caracteriza a los millennials: lo queremos todo. Queremos trabajar, ir al gimnasio después de la jornada laboral, comprar fruta antes de llegar a casa, quedar con los amigos aunque sea a tomar un café y ver el capítulo de la serie que toque ese día de la semana. Tantos compromisos y tanta energía empleada en cumplirlos todos que, cuando llegamos a casa, solo podemos pensar en dormir.

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Vivimos cansados y pasa factura, en la pareja sobre todo (aunque también tengo un conocido que afirma que ese es el motivo por el que se está quedando calvo a los 25 años). Son varios los casos de este estilo que se dan en mi círculo, desde la preparación para unos exámenes de vuelo, oposiciones o turnos de trabajo incompatibles con la intimidad porque uno tiene jornada de mañana y el otro tiene turno de tarde.

Cuando coinciden casi a medianoche, hora a la que por fin ha terminado la jornada, se encuentra a su novia en el quinto sueño descansando para empezar de nuevo, al día siguiente, a las siete de la mañana. En la batalla entre el sueño y las ganas, el cansancio suele hacerse con la medalla. Y la pregunta que nos hacemos todos, ¿es grave?

Le pese a quien le pese, hay que escuchar al cuerpo. Y si el cuerpo, que es muy sabio, pide descanso, es algo que le tenemos que dar. Pero claro, el cuerpo de tu pareja quiere otra cosa. Pierde la presión a no tener ganas de hacerlo por agotamiento. No es un entrenamiento, debe ser considerado una forma de establecer un vínculo íntimo.

Creo que sería más preocupante si, más que por motivos de cansancio, fuera una falta de atracción por nuestra pareja lo que nos llevara a ese punto. Pero si el interés sigue ahí, y las ganas también están intactas, solo hay que preocuparse por hacerle un hueco. ¿Las claves para retomarlo? Buscar el momento.

Es mejor que encuentres una manera y una frecuencia que os funcione, siempre, por supuesto, abriéndote al respecto. Tu pareja no va a ponerte pegas porque llevas casi 12 horas dando clase a niños de primero de la E.S.O. y solo quieres tomarte la píldora anticonceptiva viendo American Gods. Quien bien te quiere, te entenderá.

Puede ser de manera espontánea o previo acuerdo. Hay relaciones en las que, lo de tener un día a la semana, funciona ya que sirve como aliciente y se prepara con especial cuidado el momento. Si lo de escoger uno (o varios) para hacerlo, no va contigo, apuesta por dejarlo para cuando tengáis más libertad de responsabilidades como el fin de semana o una franja horaria concreta.

Además, no siempre tienes que pasar por todas las fases de masaje en la espalda-preliminares-estimulación oral-penetración-cucharita. Puedes cambiar el orden, hacerlo al revés, hacer uno o masturbaros e iros a dormir.
Hay otras maneras de tener intimidad que se reducen a seguir conectando en otros aspectos, algo que también debe ser tenido en cuenta con gestos como salir en una cita romántica, cocinar en pareja, cogerse de las manos, vaguear en el sofá, darse un beso de buenas noches, etc.

Obviamente, si ni con esas eres capaz de encontrar el momento de pasar a la acción con tu pareja, igual debes plantearte ciertos hábitos en cuanto a gestión del tiempo o cómo es tu estilo de vida. A lo mejor puedes dejar tu carrerita de 5 kilómetros para antes de desayunar o es el momento de que, en vez de ducharte en el gimnasio, lo hagas en casa con alguien más haciéndote compañía bajo el chorro de agua calentita. Solo es una idea…

Duquesa Doslabios.

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