Archivo de marzo, 2020

Alerta spoiler: no vais a quedar cuando todo pase, estás en la ‘coronazona’

Justo cuando ya nos habíamos vuelto profesionales en identificar los comportamientos que revelaban que no íbamos a conseguir nada más allá de una amistad con la persona que nos gustaba, llega el aislamiento y surge una nueva manera de, no ya sentarnos en el banquillo, sino de dejarnos fuera de juego: la coronazona.

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Así que antes de que siga avanzando, permite que te haga un spoiler y te adelante el final.

La cuarentena se va a acabar (algún día), sí, pero cuando llegue ese glorioso día, es más que probable que sigas sin verle la cara ni otras partes de su cuerpo.

La prueba la encontrarás en los mensajes que circulan estos días. ¿Cómo se comporta cuando hablas del momento del encuentro? ¿Tiene tantas ganas como tú o más bien coge el tema con pinzas y trata de esquivarlo?

Si la segunda reacción es la que más te suena, igual es el momento de que hagas sonar la alarma y no sigas haciéndote ilusiones.

Que no, que ese mensaje a la una del mediodía preguntándote si sigues durmiendo, no es interés real en ti. Me temo que se llama aburrimiento.

Es el equivalente al «¿Hoy sales?» que recibías por la noche del viernes o sábado, solo que con la hora cambiada, los dos en pijama y el mismo desenlace.

Y es que por mucho que la cuarentena esté sacando nuestro mejor lado en muchos aspectos (aplaudimos a rabiar a las 20h, ayudamos a esa vecina a subir la compra y hasta hemos regalado un gel higienizante al guardia del supermercado del barrio), emocionalmente seguimos teniendo malos hábitos.

El peor, en este momento, es la cuarenzona. Cuando una de las personas se está haciendo ilusiones de que está teniendo una conexión real con la otra mientras que, simplemente, está siendo un pasatiempo que hace más ameno el día en casa.

Puedes comprobarlo también en que no muestra interés en conocerte -en profundidad, quiero decir-; que viene con una barra libre de likes bajo el brazo, pero no llega a hablarte más que lo justo; que parecen interesarle más las fotos de nudes que tu última receta vegetariana; te responde al cabo de horas o que se borra del mapa cuando sacas el tema de quedar.

La cuarentena ha cambiado muchas cosas de nuestra vida. Ha cambiado la forma de relacionarnos, de comprar, de trabajar o de estudiar. Pero no cambia el hecho de que mejor alejarse cuando damos con una persona que no nos tiene como primera opción.

Duquesa Doslabios.

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Hablemos de la cuarentena asexual: ¿y si no me apetece hacerlo?

¿Soy la única que siente presión por la cuarentena? Directos constantes a todas horas con clases de cocina, manualidades para niños, conciertos en casa o rutinas de ejercicio. Casi que empieza a estar mal visto que te quedes en casa sin hacer nada productivo.

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Pero lo cierto es que no nos han entrado a todos esas ganas locas por aprender un idioma por nuestra cuenta usando vídeos de Youtube o pasarnos el día preparando los retos gimnásticos de los famosos.

De hecho, poco se habla de la sensación de bajón, de la ansiedad por lo que vaya a pasar en unas semanas, del miedo ante el futuro incierto… De una serie de cosas que hacen que, anímicamente, no siempre se pase por un buen momento.

El sexo no se escapa de esto. Y eso que he sido la primera en ver en la cuarentena una oportunidad para reconectar con una misma y con la pareja.

La excusa perfecta para descubrir las apetencias sexuales más desconocidas y la ocasión de probar aquellas posturas, juegos o juguetes que estaban a la espera de que apareciera algo de tiempo libre.

Hay expertos en sociología que llegan a aventurar un baby boom a finales de año, fruto de las largas jornadas de confinamiento.

Pero, ¿y si se da el extremo contrario? ¿Y si no me apetece tener sexo? Esto es algo nuevo para todos, por lo que cualquier reacción es válida.

Tanto la de quienes quieran dar rienda suelta a su pasión cada noche, como los que busquen un poco de acercamiento vía sexting así como aquellos que no quieran nada.

Se sabe que el sexo es una vía de liberar estrés, pero también puede generarlo el hecho de no tener ganas de intimidad. En cualquier caso, esa falta de ganas -ya sean hacia la pareja o con uno mismo-, sería también una reacción típica.

Al final, no hay una manera correcta universal de enfrentarse a momentos nuevos como este. Y como no contamos con un manual de instrucciones, para esos casos, lo mejor es seguir el impulso y hablarlo abiertamente.

Duquesa Doslabios.

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El lado bueno del ‘coronadating’

Hace unos días, en plena cuarentena, uno de mis amigos vivió su particular primavera de las rupturas después de que su novia le pusiera fin a una historia de amor de años.

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Pasado el duelo inicial por su expareja, las aplicaciones para conocer gente a través de Internet le devolvieron al campo de juego. ¿El único impedimento? Que no es sencillo conocer a alguien si las pruebas de compatibilidad, las citas, están prohibidas por el Gobierno.

Tanto él como quienes quieran que su vida sentimental no se vea afectada por esta situación, tendrán que volverse imaginativos.

Lo bueno es que la tecnología, esa que tanto culpamos de aislarnos, ha demostrado ser quien nos acerca en estos momentos de distancia física.

Gracias a las videollamadas podemos seguir viéndonos las caras y comprobar si es la misma que la que aparece en las fotos del perfil de la aplicación (recordemos que no está de más ser precavidos cuando la delincuencia online ha crecido en estas semanas).

Con ese encuentro virtual se puede diseñar una cita al gusto de cada uno, algo que vaya desde ver una película al mismo tiempo y compartir opiniones, a beber de un vaso de vino a una cerveza (pasando por una tila para calmar esos nervios que la mayoría tenemos encima).

Otra de mis amigas se está convirtiendo en toda una experta en organizar con su cita cenas románticas a la luz de las velas. Sí, incluso con lista de canciones suaves de Spotify diseñadas para la ocasión de fondo.

Aunque no significa que solo podamos poner en práctica los planes más convencionales. La oportunidad de sorprender con un curso online, un videojuego o una receta que se debe de seguir a la vez puede ser la alternativa que una a quien busque una experiencia distinta.

Al final, la lección que podemos sacar de la reclusión en casa es que tenemos que dejar a un lado el roce físico, ese que hasta ahora dábamos por sentado, y encontrar la forma de conectar con una persona más allá del tacto.

No digo que todas las relaciones que salgan de las conversaciones más profundas -con el extra añadido de haber tenido la fortaleza de aguantar la situación y sobrellevarla-, vayan a ser definitivas.

Pero sí que sus miembros estarán aprendiendo a conocer a alguien de una manera que también puede ser plena.

Duquesa Doslabios.

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Cosas que hacer durante la cuarentena: encontrar tu gatillo y freno sexual

Si el catálogo de las plataformas de streaming ha dejado de parecerte interesante a estas alturas del aislamiento, es hora de encontrar otras actividades.

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Supongo que si fuera bloguera de estilo de vida, te recomendaría los ejercicios que puedes hacer con cualquier objeto de tu casa, pero como mi materia es el sexo, lo que te voy a proponer tiene que ver con trabajar otras zonas del cuerpo.

Personalmente, el aislamiento me está sirviendo para conocerme todavía más. Y unos conceptos en los que últimamente estoy pensando mucho son el gatillo y el freno sexual.

Sirven para lo mismo que te imaginas: uno despierta el deseo en segundos y el otro detiene las ganas.

Lo curioso es que estos dos elementos son únicos, ya que a cada persona le excitan o le cortan el rollo cosas muy diferentes, esas que te animo a descubrir aprovechando estos días.

Al final, puede ser algo como un gesto, un olor, una prenda de ropa… Por ejemplo, la mayoría coincidiremos en que dejarse los calcetines de lana puestos son un freno sexual, sin embargo hay quien puede encontrarlos excitantes (los woolies son los que sienten atracción por este tejido).

Pero, ¿por qué es importante dar con los tuyos propios? Porque puedes usarlos a tu favor.

Si tú y tu pareja sabéis que las camisas blancas mojadas, el sudor o el olor a cuero de algunos desodorantes son tus gatillos, que cualquiera de ellos entre en acción, va a encender el apetito por sí solo (una buena manera de caldear el ambiente para esos momentos en los que no se sabe muy bien cómo buscarlo).

Es el mismo caso con los frenos. Mejor evitar cortarse las uñas de los pies en la mesa del salón o usar el baño con la puerta abierta si sabemos que son obstáculos para la pasión de la otra persona.

Duquesa Doslabios.

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¿Seremos capaces de querernos como nuestros abuelos?

Empiezo la semana con el regusto más amargo, el de un adiós que no esperaba tener que dar hasta dentro de muchos años. Pero el coronavirus ha trastocado los planes de vida de mi abuela.

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Si ya de por sí ha sido dura la distancia física, que no ha permitido que nadie de mi familia pudiera estar con ella, he intentado reducirla vía telefónica buscando y ofreciendo ese apoyo que tanto necesitábamos en aquel momento.

No podía faltar en la lista de llamadas el nombre de su marido, mi abuelo.

Aquella no fue una conversación larga, pero había algo que tenía que decirle, además de que le quiero. Quería darle las gracias.

Gracias porque llevaba años cuidando de ella. Por ser quien controlaba las pastillas que debía tomar, por cocinar, por avisar en el caso de que se cayera, respirara mal, de que algo fuera de lo habitual pasara.

Si algo sé es que para él no ha sido fácil. Vivir con una persona que tiene alzhéimer te obliga a sacar una paciencia y una fuerza que ni sabías que tenías.

Y con esto no digo que fuera una relación de película. Sé que hubo momentos difíciles y retos a los que no muchos matrimonios han tenido que enfrentarse.

Con todo, mi abuelo estuvo ahí. A veces con más energía, otras rezongando, pero siempre ahí, hasta el final.

Exactamente igual que mi otro abuelo, convirtiéndose para mí en dos grandes ejemplos de que el amor va mucho más allá de subir las fotos juntos a una red social.

Es ese amor cotidiano que se construye, más resistente que ningún otro, en las alegrías y penas del día a día.

En compartir la cita del telediario de las 9, en ir del brazo a ese pasito tan lento de quien se adapta a la poca movilidad de la otra persona, en quedarse al pie de la camilla cuando uno de los dos pasaba por el hospital.

Así que de esta pérdida saco en claro que, dentro de lo devastador que ha sido, he tenido suerte.

He podido ver durante muchos años cómo se querían. Más o menos cariñosos -quizás hasta a su manera-, pero sin dar nunca la espalda a la otra persona, la mayor lección de amor que podrían enseñarme.

Duquesa Doslabios.

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Que la cuarentena no te confunda: sigue sin ser buena idea escribir a tu ex

Da igual si este sábado cumples una semana de cuarentena o la empezaste antes. En lo que coincidirás conmigo es que da la sensación de que llevamos un mes dentro de casa.

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Y sí, por muy casera que me considero, también se me comen las paredes en algunos momentos, lo que me lleva a plantearme todo tipo de ideas para pasar el tiempo.

Me consta que conforme pasan los días, el nivel de locura va creciendo (tú también tienes a ese conocido que se ha quitado la barba cuando llevaba años dejándosela crecer).

Por el momento, con las peluquerías cerradas, la tentación de cortarme flequillo con tijeras es grande -lo que tiene el aburrimiento-, pero me consta que sería algo relativamente cuerdo en comparación con otras ideas que se me podrían pasar por la cabeza.

Esto no es un llamamiento a que no te afeites la barba o a que no pruebes ese tinte que lleva meses cogiendo polvo en casa. Es un recordatorio de que, pase lo que pase en la cuarentena, no deberías escribir a tu ex.

Vamos a hacer como que no se te ha pasado por la cabeza (cuando llevas ya unas cuantas veces pensándolo) mientras te explico por qué es la peor de las ocurrencias.

No sabemos qué va a pasar dentro de unas semanas. Todos los mensajes que nos llegan -quitando los memes- son bastante preocupantes. Y, además, no tenemos manera de despejarnos la mente con actividades que realizábamos normalmente.

Esos factores dan lugar a un cóctel mólotov de sentimientos que te producen ansiedad y miedo. El estado perfecto para que busques seguridad y control en las pequeñas cosas (¿entiendes ahora los ataques consumistas de comprar papel higiénico?).

En plena crisis emocional, puede parecer que tu ex es la mejor persona con la que desahogarse. Te conoce como nadie y te recuerda a la tranquilidad de cuando estabais juntos, un pasado que parece -ahora en perspectiva-, más sencillo que el presente.

Deja que te diga que te estás engañando. Ni hablar con él va a arreglar la situación ni te va a hacer sentir mejor.

Míralo de esta manera, ¿le escribirías si no te encontraras en esta situación? Que no te puedan el miedo o el aburrimiento. Tú y yo sabemos que, en cualquier otra circunstancia, no estarías planteándotelo.

Recuerda los motivos por los que se acabó y manda ese mensaje a tus amigos o a tu familia, quienes realmente quieren saber de ti y de tus preocupaciones, los que estarán ahí para ayudarte a gestionar el estrés (y sacarte una sonrisa con el vídeo del tiranosaurio rex por la calle).

Duquesa Doslabios.

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Ni el coronavirus frena al porno

A estas alturas del mes, seguramente me leas desde casa, en un rato ocioso que has escogido de tu jornada de teletrabajo. Como tú, estoy yo: enchufada constantemente al portátil y siguiendo a rajatabla las pocas condiciones que me permiten salir de casa.

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Vivimos un esfuerzo casi global, sin embargo hay muchas industrias que se están escapando de las recomendaciones de mandar a los trabajadores a sus domicilios. En el caso del sector de la alimentación, no queda otra, pero ¿y si te digo que la pornografía también es una de ellas?

Por lo visto, productores de cine adulto han tomado la decisión de seguir grabando con normalidad, tomando unas simples medidas al respecto como son evitar los viajes de su equipo y grabar en la ciudad de residencia.

También desinfectar constantemente los espacios y materiales (algo que ya realizaban antes) o mantener la distancia de seguridad, siempre y cuando se pueda, serían otras estrategias que evitarían contagios.

Puedo entender que, teniendo en cuenta que una de sus mayores batallas es la de conseguir que sus intérpretes se mantengan sanos escapando de las enfermedades de transmisión sexual, sientan que se encuentran en terreno conocido.

Pero solo en cuanto a venéreas se refiere. Por mucho que tengan experiencia en esta materia, el Covid-19 sigue siendo un desconocido para todos.

Quizás un set de rodaje es mucho más sencillo de desinfectar que todo un supermercado o un autobús que se utiliza para el transporte público, pero sigue habiendo ocasiones de riesgo.

Te hablo de una industria en la que el contacto es imprescindible.

De hecho, dudo bastante que todas las películas que salgan en este periodo tengan a los protagonistas, todo el rato que dure esta, en la postura del perrito, una de las pocas que evita el contagio al estar las caras alejadas.

Que una de las medidas que garantice que un actor pueda participar sea comprobar que no tiene fiebre, demuestra que poco o nada se sabe de que también hay problema de propagar el virus cuando los síntomas todavía no han empezado a dar la cara.

Así que no puedo evitar preguntarme si, por mucho que se vean listos para afrontar la situación, no estén cometiendo el gigantesco error de pensar que están controlando todo, cuando pueden ser un foco de contagio innecesario.

Al final, quitando aquellos adictos al porno de la ecuación, no es algo de primera necesidad, como que siga habiendo medicamentos en la farmacia.

Duquesa Doslabios.

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Las infinitas posibilidades de querernos pasando todo el día en casa

La vida ha pegado tal cambio que, si antes difícilmente encontraba tiempo para ver a mi pareja, puedo disfrutarla las 24 horas del día.

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Hemos pasado de tener agendas separadas a una rutina casi paralela. Y sí, estar en casa sin salir, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos, nos está cambiando como pareja.

Soy consciente de que empezamos un periodo en el que habrá que tirar de paciencia e imaginación a partes iguales para mantener esto a flote sin problemas.

Pero en su mayoría, solo soy capaz de sacarle la lectura positiva. Si algo nos permite esta posibilidad, casi de futuro utópico, es hablar.

Hablar de verdad, de todo, de lo que nos gusta y lo que no, de nuestra infancia, de un secreto que -hasta ahora- nadie más supiera, de política, de comida o de las cosas que haríamos si no estuviéramos confinados, no esas conversaciones de pocos minutos antes de acostarnos en las que ganaba la batalla el sueño.

Tenemos la oportunidad de iniciar un hobby juntos. Yo, que no veía el momento de empezar a ir a clases de baile conjuntas, me veo lista para buscar todos los vídeos de YouTube que nos permitan recorrer al máximo los metros cuadrados libres del salón.

La excusa de estar en casa es perfecta para terminar de ver las series y películas que teníamos pendientes (que son unas cuantas y ya tocaba ponerse al día). Siempre con la ayuda de esas listas de títulos que nuestros amigos o familiares consideran imprescindibles.

Para mí, el aislamiento en casa supone el mejor motivo para abrir esa botella de vino que teníamos guardada para una ocasión especial. De beberla entera sentados frente a frente sobre una manta en el suelo, como si de un picnic improvisado se tratara.

Porqué ya me he dado cuenta que ahora mismo no hay nada más especial que estar vivos y juntos. Al final, esto de estar encerrada, me va a acabar dando hasta perspectiva.

Ya que antes de que todo esto pasara hice acopio en una librería del barrio, no puedo esperar a leer en compañía del otro. Sentados cada uno en un extremo del sofá. Lanzándonos una sonrisa de vez en cuando al alzar la vista de las páginas del libro y entrelazando los pies.

Hasta el punto de que las cosas suban de temperatura y nos animemos, finalmente, a probar esa postura sexual o a conquistar cada centímetro cuadrado de la casa. Incluso a hacer un juego de rol imaginando que somos los únicos habitantes del planeta.

¿Y después? Quedarnos desnudos y revueltos sin la prisa de que uno de los dos tiene que contestar un mail, ir a ver a la familia o ponerse a trabajar. Saboreando cada instante.

Hablando de saborear, no descarto que nos dediquemos en cuerpo y alma a cocinar juntos el brócoli de mil maneras hasta dar con la mejor receta porque es lo único que no se había agotado del Mercadona.

El ‘te quiero’ que nos decimos en un susurro antes de ir a dormir ha adquirido casi un nuevo significado.

‘Te quiero’ es ahora también un ‘gracias’. Gracias por haber ido a la compra, gracias por estar tan pendiente de mi familia y amigos como si fueran tuyos, gracias por reinventarte porque formas parte de los que se han quedado sin trabajo, gracias por adaptarte a los nuevos tiempos y nunca quedarte quieto, gracias por seguir inspirándome, gracias por decirme que todo irá bien en estos momentos tan inciertos, gracias por tanto, y, por tanto, te quiero.

Duquesa Doslabios.

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¿Por qué me cuesta conocer gente en la era de conocer gente?

El teléfono vuela a la mano nada más sonar el despertador. Abres tu red social y ahí están. Tres o cuatro mensajes sin leer: quien siempre te contesta las historias, con quien hablas últimamente y dos personas nuevas. ¿Quién dijo que hacía falta Tinder para ligar teniendo Instagram?

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Intercambias palabras, gifs, un link y hasta algún que otro emoticono que realmente refleja que en ese momento te estás riendo. Pero mañana habrá otro mensaje, otra gente y vuelta a empezar.

Porque al final te mueves de persona a persona a la misma velocidad que pides algo para cenar en una aplicación, a golpe de clic.

Y piensas que, por mucho que tus abuelos digan que la vida ahora es más fácil, conectar (de verdad) nunca había sido tan complicado.

El ghosting o el benching son tus mayores aliados o los mismos que te dejan fuera de juego. Ahora la mala educación se proporciona vía telefónica. Y no te atrevas a pedir explicaciones, porque entonces ‘te estás rayando’.

Ves que está en línea, pero lejos de tu onda. Y cada vez es más evidente que, por mucho que te pases hablando con él (o ella) todo el día, poco o nada conoces de su vida.

Unos vídeos de 15 segundos con filtros no sirven para hacerse una idea de todo lo que hay detrás.

Para conocer hay que abrirse en primer lugar, lo que es mucho pedir en la era en la que somos capaces de volcar todos nuestros datos en un teléfono, pero no en una persona.

Duquesa Doslabios.

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El amor (y el sexo) en los tiempos del coronavirus

A estas alturas del mes, las noticias sobre el coronavirus -o Covid-19 para los amigos-, nos tienen la cabeza bastante hastiada. Vale, hay que lavarse muchas veces las manos, desinfectarlas con alcohol, si no tenemos jabón cerca, e intentar evitar las aglomeraciones para disminuir el riesgo de contagio.

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La teoría nos la sabemos tan bien, que la OMS podría estar orgullosa. Pero, ¿qué hay de nuestra vida sentimental en estos tiempos de virus?

Y es que mientras que en tu empresa ya están haciendo simulacros para ver cómo aplicar el teletrabajo, tú sigues dándole a las aplicaciones para conocer gente y teniendo una vida sentimental tan activa como la de Brooklyn Beckham.

Pero las precauciones también tienen que ponerse en práctica en el universo de las citas. Tinder ha sido una de las primeras en poner sobre aviso a los usuarios. Que claro que quieren que te lo pases bien, pero mejor si te ahorras un gripazo, ¿no?

Os lo dice quien ha aplazado una cita con un amigo para evitar coger el metro en una hora punta, así que si yo puedo buscar otro hueco, tú también.

Aunque podemos sacarle el lado bueno a la situación, puedes aprovechar para conocer a alguien la vieja usanza. No te digo que mandes cartas, pero ¿por qué no aprovechar para escribir un mail de esos largos que empiezan por un «Querida» o «Querido»?

En cuanto a la intimidad, todavía no se conoce lo suficiente del virus como para saber si a través de las secreciones sexuales hay riesgo de contagiarse.

Lo que sí se sabe es que viaja en las secreciones respiratorias, en otras palabras, todo lo que implique un acercamiento físico es probable que termine en contagio. En otras palabras: adiós, intensos besos con lengua.

¿Que teniendo sexo puedas terminar cogiéndolo? Pues a no ser que utilices alguna postura en la que las caras están totalmente alejadas (ideal para los amantes del perrito), es muy probable que te contagies.

Así que si tienes dudas de si tu pareja, ligue o follamistad ya ha caído, y prefieres evitarlo, sí, tendrás que posponer la sesión de sexo.

Duquesa Doslabios.

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