Archivo de diciembre, 2019

Si quieres mejorar tu vida sexual, cumple estos 8 propósitos en 2020

Es el último día del año. Y, como mandan las buenas costumbres, estoy haciendo balance: 2019 ha ido genial en la cama. Me he atrevido con posturas, con fantasías, con juguetes…

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Mi objetivo para el año que viene está claro, seguir mejorando como amante y convertirme en maestra jedi del sexo (¿se nota que hace poco vi ‘Star Wars’?).

Conseguirlo está tan solo a ocho propósitos de distancia, resoluciones que van a ser mi guía sexual en los nuevos años 20 y que quiero compartir con quienes siempre estáis ahí, al otro lado de la pantalla.

Porque por mucho que las haya escrito para mí, todos deberíamos seguirlas los siguientes 365 días:

    1. Darle al slow sex. Darle mucho. Darle sin prisa. Darle porque quiero que el placer y el deseo se conviertan en el presente y en lo más importante, en vez de la búsqueda del orgasmo.
    2. Los mal llamados ‘preliminares’ no son entrantes, sino plato principal. En 2020 quiero disfrutar con cada práctica, sin presiones, situándolas todas al mismo nivel. Que la penetración deje de ser el centro de la vida sexual.
    3. El clítoris, la asignatura pendiente. Ha sido el año de darle todo el protagonismo gracias a los succionadores. El reto para nosotras es conectar con nuestro órgano del placer no solo con estimulación mecánica. El de ellos, ponerse las pilas para hacerle la competencia (de una vez) al juguete sexual.
    4. Beber un vaso agua después de tener sexo. Estimula la vejiga (acuérdate de que hacer pis es casi obligatorio si eres mujer para eliminar las bacterias) y te hidrata después del esfuerzo físico.
    5. El tamaño del pene no es importante. A ver si en 2020 rompemos con el mito sexual de que solo nos sentimos satisfechas con tallas XXL.
    6. Salir del dormitorio. Soy la primera en hablaros de las prácticas en la cama o entre las sábanas, pero lo cierto es que este año toca dejar el colchón a un lado y probar el resto de estancias. Las superficies te sorprenderán (especialmente la de la encimera de la cocina).
    7. Es el momento de cumplir fantasías, en la variedad está el gusto. Es algo que puedes conseguir o bien llevando a cabo esas ilusiones que solo existen en tu imaginación o con juegos aplicables al ámbito sexual.
    8. Viva el romanticismo en la era consumista y digital. Deja el móvil, los regalos de Amazon y las historias de Instagram, en 2020 toca recuperar las muestras de amor más analógicas. Que vuelvan los post-its en la página del libro que está leyendo, la repostería casera o más ‘te quiero’ en el espejo.

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¿Ya habéis leído mis 8 propósitos para mejorar la vida sexual en 2020? 1. Darle al slow sex. Darle mucho. Darle sin prisa. 2. Los mal llamados ‘preliminares’ no son entrantes, sino plato principal. 3. El clítoris, la asignatura pendiente. Ha sido el año de darle todo el protagonismo gracias a los succionadores. 4. Beber un vaso agua después de tener sexo. 5. El tamaño del pene no es importante. 6. Salir del dormitorio. Las superficies te sorprenderán (especialmente la de la encimera de la cocina). 7. Es el momento de cumplir fantasías, en la variedad está el gusto. 8. Viva el romanticismo en la era consumista y digital. Los tienes desarrollados en mi último post de #ElblogdeLilihBlue 🌹❤️

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Salir con la mujer alfa (siendo un hombre beta)

Ella tiene un cargo importante y un salario que supera al de su pareja. Es quien planifica los viajes, las quedadas, quien parece cargar con el mayor peso de la relación.

@WONDERWOMANPELICULA

También es ella quien pasa más tiempo fuera de casa por su jornada laboral. Quien no para de pensar en trabajar para seguir creciendo cada día. Quien se sigue formando a día de hoy, ya sea con cursos, idiomas o clubs de actividades culturales. Todo por seguir desarrollándose en los ámbitos de su vida.

Él, en cambio, no vive tan hasta arriba. Es feliz con su trabajo, no se plantea moverse más. Es muy de dejarse llevar.

Y yo, cada vez, encuentro más relaciones de este estilo. En las que un hombre beta conoce a la mujer alfa y ambos se enamoran.

(Me niego a llamarla Wonder Woman porque, a diferencia de la superheroína de DC, las mujeres alfa existen de verdad).

Son muchas las relaciones de este tipo (y es una tendencia que va en alza), algo a lo que ha contribuido el feminismo.

La igualdad ha sido sinónimo de descanso, ya no es necesario que el hombre sea el pilar principal. Las mujeres hemos dado un paso al frente en eso de ser cabeza de familia.

Desde que nosotras trabajamos, encontrarás que muchas son más ambiciosas que sus maridos.

De hecho, aunque las generaciones actuales son en las que hay más parejas de este estilo -en comparación con generaciones anteriores-, es posible que, si miras bien en tu familia, también encuentres mujeres alfa en la sombra, detrás de hombres beta (aquellos que, hasta hace poco, pensabas que llevaban el liderazgo).

Puede que en su momento tuvieran que renunciar a su desarrollo profesional por su familia, pero son ellas quienes, en lo demás, mueven los hilos.

Salir con la mujer alfa es agotador para el hombre beta. No ya porque es exigente, perfeccionista y volcada en un trabajo, que suele ser su prioridad (todos conocemos a un amigo que se siente amenazado cuando se encuentra con una compañera así).

También tiene que luchar contra dos frentes. El primero, que él, como varón o como ‘machoman’, debería ser quien, históricamente, llevara los pantalones. Todo lo que no sea ‘mandar en su propia casa’ está mal visto por la sociedad. Como consecuencia, puede llegar a sentirse ‘castrado’ por su pareja.

Esto es algo nuevo para muchos. Mientras que hasta hace pocas décadas, se entendía que la mujer vivía sometida a los hombres de su entorno (primero su padre y luego su marido), ahora han cambiado las tornas, lo que a más de uno le cuesta asumir.

En segundo lugar, que todavía se ve como algo vergonzoso que tu pareja -si es mujer, por supuesto- gane más dinero o tenga más éxito. Eso lleva a un problema de autoestima que termina explotando por algún lado si no llega a tomar su posición como beta de la relación.

¿La solución? Ni controlarla ni sabotearla. Ocupar el puesto de hombre beta y disfrutar de que, por fin, puede descansar. Librarse del agobio de que sobre él recae todo el peso o de que son suyas las responsabilidades solo por nacer con pene entre las piernas.

Duquesa Doslabios.

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Del ‘ghosting’ al poliamor, así han cambiado nuestras relaciones en estos 10 años

Estamos a punto de vivir el cambio de década, -qué bien sonáis, nuevos años 20-, y, ya que se trata de una fecha destacada, hay un poco de nostalgia en el ambiente.

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Todavía recuerdo como si fuera ayer la entrada a 2010. Estaba en el colegio y eran otros tiempos para ligar.

Por entonces era, casi todo, analógico. Vale, puede que empezáramos a hacer nuestros primeros pinitos ligando por internet.

¿Quién no se acuerda de bombardear al que le gustaba de clase a base de zumbidos de Messenger? Y si encima te ponía un comentario en la foto de Tuenti, ya tenías anécdota para contar a las amigas en el recreo.

Desde ese momento hasta ahora, las redes sociales se han convertido en el nuevo punto de encuentro.

Es raro que en algún grupo de amigos no des con una la pareja que se conoció por Instagram o aquellos que lo utilizaron para retomar el contacto después de años.

Internet lo ha puesto tan fácil que en estos diez años hemos vivido el boom de las aplicaciones para ligar. Tinder, Grindr, Happn, Badoo, Meetic…

Las opciones han sido tantas que, si no has ligado a través de alguna de ellas, ha sido -como diría tu abuela-, porque no has querido.

Esa velocidad a la hora de conocer gente y tener encuentros sexuales casi inmediatos (vamos a ser sinceros, nadie usaba las apps para encontrar pareja con la que ir a ver arte al Museo Reina Sofía), se ha traducido también en una serie de tendencias de las que la mayoría hemos salido escaldados.

El ghosting, el benching o el orbiting  nos han pasado factura. Las malas prácticas derivadas del fast dating nos han llenado la década de mensajes leídos y nunca respondidos, enigmáticos ‘me gusta’ que nunca venían acompañados de mensajes o el resurgir de un antiguo ligue sin venir a cuento.

Teniendo esto en cuenta, el panorama sentimental con el que entramos a 2020 no es, precisamente, el mejor.

Aunque me gustaría destacar que parece que, por fin, el consentimiento ha hecho acto de presencia en las relaciones de cualquier tipo, algo que hasta ahora muchos hombres no consideraban que fuera imprescindible.

Respetar el «No», seguirá siendo el básico de los próximos diez y, me aventuro a decir, cien años. Así como seguir debatiendo sobre la explotación sexual hasta erradicarla, así como el revenge porn, difundir imágenes privadas para hacerle daño a una persona.

Desde 2010 las relaciones han evolucionado. Los posmillennials han sido clave en enseñarnos que, aunque sea novedoso, el poliamor también es una opción. Así como su manera de tener sexo, mucho menos heterosexual que la que practicamos las generaciones anteriores.

Afortunadamente, también el final de la década nos deja algunas cosas que merecen la pena.

El despertar del empoderamiento femenino a la hora de reivindicar el placer (los succionadores son el mejor ejemplo) y el slow sex, que invita a poner la intimidad en el lugar que le corresponde dedicándole no solo tiempo sino la totalidad de nuestra atención.

Duquesa Doslabios.

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¿Hola comilonas, adiós intimidad? Tener sexo en Navidad cuando has comido mucho

En estos momentos del año, en lo único que pienso al quitarme la ropa es en ponerme rápidamente el pijama de franela.

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Y no ya porque sea invierno, que también. Sino porque las comidas y cenas navideñas terminan por dejarme para el arrastre.

Bandejas y bandejas de canapés, langostinos y por supuesto los platos de turrón y polvorones te hinchan tanto que te da la sensación de que, lo único que vas a poder hacer al levantarte de la mesa, es pedirle a tus primos, los fuertes de la familia, que te empujen en dirección a tu cuarto para ir rodando hacia la cama.

Sentir el cuerpo pesado -culpo a la dichosa mayonesa, que equivale a digerir cemento armado- se interpone a la hora de tener algo de intimidad, celebrando el ambiente cariñoso que tanto me gusta de las fiestas.

El sexo es un reto. Pero la pasión no tiene por qué desaparecer del todo (de eso se encarga el pijama anteriormente mencionado).

Déjate de malabarismos o posturas alternativas, eso mejor para el resto del año, e intenta buscar posiciones en las que tu tripa no sufra las consecuencias de la cena.

Nada de poses invertidas que hagan subir la sangre a la cabeza y el marisco a la boca del estómago.

En estos casos, hacerlo recostados sobre la cama, a modo de cucharita, permite libertad de movimientos y que no te siente mal la comida. Además, al estar tumbados, la sensación es de descanso.

Otra alternativa es que puedes aprovechar que estás recogiendo la mesa para darle rienda suelta a tu pasión sobre ella -una vez se vaya la familia, claro- apartando los entrantes, que las salsas salen fatal de la ropa.

En ese caso, una persona de pie y otra tumbada, también permite disfrutar sin que agobie la sensación de pesadez.

Aunque mi alternativa favorita para estos días confieso que es, y será siempre, el sexo oral. Cómodo para los dos e igual de placentero que follar (para muchas mujeres incluso más).

Permite poder disfrutar a un ritmo tranquilo sin tener que estar ejecutando la coreografía de la penetración, que entre el cansancio, la comida y el alcohol es otra de las cosas que termina dando pereza del sexo en Navidad.

Duquesa Doslabios.

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Nada nuevo en ‘The Witcher’, otra serie de ficción cuyo gancho son las tetas

Antes de terminar el año quise engancharme a una última serie, la que marcaría el final de 2019. La elegida no fue otra que ‘The Witcher’. Sin saber qué iba a encontrar, me sumí en ese mundo mágico de criaturas de cuento, tramas de poder y mucha magia. Pero si algo se repetía capítulo a capítulo eran las tetas.

@witchernetflix

Su (ambicioso) objetivo era darnos a los huérfanos de ‘Juego de Tronos’ una serie que llenara el vacío. Analizando el aspecto sexual de la ficción, ¿podemos afirmar que ha sido misión cumplida?

Fue en 2011 cuando salió el primer capítulo de ‘Juego de Tronos’. Desde entonces, Hollywood ha vivido el escándalo de Harvey Weinstein, un sinfín de actrices denunciando abusos sexuales o protestando por mostrar su cuerpo (la propia Emilia Clarke llegó a cansarse de que recordáramos más a Daenerys sin ropa) que dio comienzo a los movimientos #TimesUp y #MeToo. Una marea feminista que llegó a todos los países del mundo.

En 8 años, la ficción que quiere ser su relevo -o al menos así nos la venden en redes sociales, conversaciones de amigos y hasta en la prensa-, no ha aprendido una sola de las lecciones de las que pecó la serie de HBO pese a que luego intentó reconducir los desnudos en pantalla.

Las mujeres lo hemos dicho en Twitter, en la calle a grito pelado delante del Congreso de los Diputados, en la comida familiar con el pariente machista de turno. Estamos hartas de ser consideradas un trozo de carne.

De eso, ‘The Witcher’ sabe un rato. En vez de marcar un antes y un después, la serie ha preferido convertir los 8 años de protestas, de malestar, de reivindicación, de avance, en un gigantesco paso atrás.

Tenemos muchas protagonistas femeninas, fuertes y valientes con personalidades de las que sentirnos orgullosamente identificadas, pero siempre con tetas fuera. Muchas tetas.

Si en los episodios hubiera la misma cantidad de hombres desnudos, no diría una sola palabra, pero una vez más, parece que solo la visión de la carne femenina es la que consigue funcionar como gancho para mantener a un espectador (masculino, por supuesto) interesado.

¿Por que si la trama no es lo bastante absorbente no tendría más sentido perfeccionarla hasta que fuera algo de lo que resultara imposible despegar los ojos, por su interés argumental, en vez de llenar los huecos con pechos?

Igual es que es demasiado esfuerzo trabajar en un guión con lo fácil que resulta meter tetas en la pantalla, como quien reenvía felicitaciones navideñas en los grupos de WhatsApp.

Y eso sin olvidar que una de las protagonistas debe pasar por la dolorosa cirugía estética mágica para lograr su sueño: ser guapa. La sirenita moderna no cambia la voz por unas piernas, sino su útero y ovarios por un físico espectacular.

Hasta en ese cliché han caído.

Debe ser que los productores no quieren que las mujeres nos olvidemos de que, además de ser un objeto decorativo de las escenas menos interesantes -desnudos que no aportan nada a la trama-, tenemos que seguir dispuestas a renunciar a lo que sea por la belleza.

Incluso si el precio es la maternidad, nada es tan importante como una mujer bonita.

En resumen, he terminado la serie sintiendo que estaba de nuevo en 1950.

Y, por supuesto, como toda ficción televisiva que se precie, el único sexo que aparece en pantalla es la penetración. Ya no hablamos de otro tipo de prácticas ni de estimulaciones. O gira todo alrededor del pene, o no hay serie.

Quienes están detrás de la adaptación a la pequeña pantalla de ‘The Witcher’ pueden sentirse orgullosos. Lo han conseguido.

Para mí no solo han alcanzado a ‘Juego de Tronos’, sino que repitiendo su patrón machista y cosificador –ese que parece darnos a entender que las mujeres somos un complemento para adornar las escenas-, lo han superado, ya que no han aprendido nada de las críticas que recibió su predecesora en cuanto a los desnudos.

Solo decirle a Netflix que si sabe contar, no cuente conmigo entre la audiencia de la segunda temporada de su flamante apuesta. No pienso seguir viendo, a estas alturas, una serie en la que de nuevo el principal atractivo es que salgan mujeres sin ropa.

Duquesa Doslabios.

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Los juguetes sexuales para hombres de los que deberíamos hablar tanto como del Satisfyer

A estas alturas de 2019 raro es dar con alguien que no conozca el famoso Satisfyer o el, malamente llamado, ‘succionador de clítoris‘.

PLATANOMELÓN/TENGA/AMANTIS

Parece que el placer femenino ha sido el tema del año. No solo para las empresas que crean productos sexuales sino también a pie de calle.

Sin embargo, el boum de los juguetes femeninos ha sido seguido muy de cerca por los pasos de aquellos destinados a los hombres.

De hecho, que uno de los más vendidos sea el masturbador de Tenga dice bastante de la importancia que tienen el resto de prácticas más allá de la penetración.

No solo el clásico huevo, el masturbador con forma de tubo o el Vacuum cup, que crea efecto de succión, hace que experimenten sensaciones totalmente diferentes.

Las películas dicen que uno de los mejores regalos para Navidad son los anillos (de pedida, entiendo), pero la industria del sexo ofrece una alternativa mucho más entretenida.

Ya sea vibratorio o de silicona -esos que consiguen mantener la erección y que debéis usar siguiendo estas indicaciones-, prometen dar mucho más placer en la cama que cualquier joya de diamantes.

Y para aquellos con ganas de experimentar, el estimulador prostático es la puerta que separa el placer normalizado a un mundo nuevo.

Duquesa Doslabios.

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No, no pasa nada porque tu pareja y tú paséis las fiestas navideñas separados

Quedan menos de 5 días para la Nochebuena, el pistoletazo de salida de las fiestas navideñas. Cenas familiares, la quedada anual con las amistades, volver al pueblo… Solo hay un problema, ahora que por fin has encontrado pareja no sabes si pasarlas o no con ella.

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¡Y tú que pensabas que el mayor dilema sería si pedirle o no un juguete sexual como regalo! No tenías ni idea.

Si uno de los dos no suele tener especial interés en pasar con su familia esta época, la incógnita suele tener una solución bastante sencilla.

Pero curiosamente todos queremos pasar esos días como llevamos haciendo desde que tenemos memoria.

Sentados a la mesa con el mítico pudín de tu tía, ese que debería ser nombrado Patrimonio de la Humanidad, la manía de tu abuelo de ver el discurso del Rey por la televisión y viendo como cada vez los primos son menos pequeños.

Repartirlo es complicado. Dejar esas noches por tu familia política, no apetece tanto.

No por nada, que son encantadores y cada vez que pasas un rato con ellos, la diversión está garantizada, pero no son tan ‘tuyos’ como aquellos con los que tienes lazos de sangre.

Así que si ambos queréis pasarlo con vuestros respectivos, algo muy comprensible, ¿por qué no pasarlas separadas?

Que no cunda el pánico antes de tiempo. Hacer las fiestas cada uno por su lado no es indicativo de nada.

No vas a ser la rara de tus amigas por hacerlo, no significa que estéis mal ni que os queráis menos.

Simplemente que es una noche en la que, por mucho que hablemos de amor, no es el de pareja el que debería protagonizarla.

Doy por hecho que, si por muchos fuera, las pasaríamos juntos y sin despegarnos un segundo (ver a tu pareja atragantándose con las uvas tiene que ser algo glorioso, así como darle un buen beso de Año Nuevo para estrenar el 2020).

Pero sinceramente, no es que tengamos tantas ocasiones de pasar una noche dedicada a nuestro círculo más cercano en un ambiente tan entrañable como el que propicia la navidad.

Al final, es probable que a tu pareja la veas casi a diario si todavía no vives con ella y, en el caso de que conviváis, estéis más que satisfechos de nivel navideño en pareja (sí, hablo de que a estas alturas ya habrás arrastrado/sido arrastrado a ver las luces navideñas).

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A ti, que alguna vez te has preguntado si te aburre el sexo

Si estás aquí es porque te ha pasado lo mismo que a mí. Te has preguntado si el sexo empezaba a aburrirte. No sé tú, pero en mi caso ha sido algo que me he planteado en diferentes fases de mi vida. Tanto estando sola como en pareja.

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No es que no me guste sentir placer (¿hay alguien ahí fuera que no lo disfrute?) pero el hecho de pensar en quitarme tan solo una prenda de ropa, apagar la tele, empezar con los preliminares y terminar después haciéndolo en la cama o en el baño, se me antojaba una tarea que me daba pereza.

Ahí me cagué, lo admito. ¿Y si ya no me gustaba el sexo? ¿Qué iba a ser de mi vida desde ese momento? ¿Sería la rara de mis amigas que no cuenta anécdotas de cama?

Pero curiosamente, masturbarme no me daba pereza, ya que era algo que hacía cuándo, cómo y dónde fuera a mi manera.

Tuvo que venir una psicóloga para explicarme lo que me estaba pasando. No me daba pereza la sexualidad en sí. Mi deseo sexual estaba intacto (que se lo digan a mis bragas cuando le veía sin camiseta andando en calzoncillos con todo medio fuera).

Lo que me daba pereza, lo que puede que a ti te dé pereza, era la construcción del sexo. La dinámica social que dicta que hay que desnudarse, tener una serie de juegos previos como calentamiento y, finalmente, una penetración que lleve al orgasmo.

Es que era normal que me aburriera. Pero al mismo tiempo, ¿cómo iba tan siquiera a plantearme que pudiera ser diferente? En otras palabras, que hubiera vida (y sexo) más allá de la penetración.

En un mundo dominado, hasta ahora, por el placer masculino, meterla parece ser el fin de todo encuentro sexual. Y es precisamente por ese motivo por el que puede parecernos monótono.

Sin embargo, tal y como me contó la sexóloga (tenéis una frase suya aquí abajo), el mundo sexual no gira solo alrededor del pene ni de que él se corra.

La realidad es que la idea del sexo está mal construida. No es la rutina aprendida, es todo un mundo en el que los llamados preliminares son el plato principal, en el que a lo mejor apetecen solo caricias, dar placer con la boca o un poco de frote.

Así que en vez de repetir una y otra vez lo que crees que tiene que ser el sexo, ¿por qué no pruebas a hacer el que te apetezca en cada momento?

Duquesa Doslabios.

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¿A qué viene esa obsesión que tenemos por ‘ganar’ después de una ruptura sentimental?

Hace unos días coincidí con uno de mis exnovios. Estaba acompañado de su nueva pareja y, una parte de mí, evaluaba la situación.

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Es imposible no hacer una reflexión de tu vida (y de la suya) cuando suceden este tipo de encuentros.

El “¿Y si..?” se cuela en tu cabeza. “¿Y si no hubiéramos roto? ¿Y si todavía estuviéramos juntos? ¿Estaríamos también casados o solo compartiendo piso?”

Porque, por muy feliz que estés con tu vida en la actualidad, ha sido una persona por la que ha habido una serie de sentimientos.

Algo que te lleva a preguntarte cómo os habéis desenvuelto después de la ruptura. Pero, sobre todo, quién ha ganado con el cambio.

Casi podría parecer que, una vez terminada la relación, da comienzo una competición en la que solo uno puede ganar.

¿El objetivo? Coronarse como el que sale mejor parado, ya sea por tener otra pareja con la que la relación ha llegado a nuevos puntos de compromiso, ascender en el trabajo o mudarse a Australia (oficialmente el país más guay del mundo desde 2017).

Es quizás una manera de crearnos la rivalidad (y, sobre todo, de querer considerarnos siempre los vencedores), repetirnos que hemos tomado la mejor de las decisiones siguiendo cada uno por un lado. Sentir seguridad por nuestra situación a modo de confirmación extraoficial.

Aunque al final existen tantos tipos de victoria como personas. A lo mejor, para alguien, ganar es haber pasado por el altar, para otra persona no haberlo hecho, tener varios hijos o no tener ninguno y adoptar un perro. O incluso la victoria de estar soltero.

Así que igual más que entrar en competición con tu ex, entra en competición contigo y pregúntate si estás donde quieres y con quien quieres. Si la respuesta es afirmativa, ya has conseguido el mayor triunfo.

Duquesa Doslabios.

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Cómo hacer (bien) un cunnilingus

Cuando un amigo me preguntó cómo se hace (bien) un cunnilingus tuve una ilusión solo comparable a la que creo que sentiría Messi si alguien le pidiera que explicara cómo meter un gol. No es que me considere la Messi del sexo, al menos no hasta que domine el 69 vertical, pero teniendo una vagina entre las piernas, quieras que no, de esto sé un rato.

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Aunque la pregunta de mi amigo no era qué errores no cometer, un tema que había tratado en este espacio con anterioridad, sino cómo hacerlo bien.

En la búsqueda del cunninlingus perfecto, quise compartir con él algunas de las claves en las que, previa encuesta con varias conocidas de diferentes edades vía WhatsApp, todas coincidíamos.

Para empezar, el uso de dientes está muy limitado, ya que se trata de una zona sensible. Es mejor dejarlos solo para la zona de los muslos (a nadie le disgustan mordiscos suaves a modo de calentamiento) y dejar para el resto las partes suaves como los dedos, lengua o labios.

El cunnilingus perfecto necesita tiempo y mucha constancia. Nuestro placer sigue un camino diferente que el masculino, tal y como expliqué en esta gráfica hace un tiempo.

DUQUESA DOSLABIOS

No es una tarea fácil. Estimular a una mujer, sin parar, hasta que llegue al orgasmo, puede dejar a más de uno (o una) con la sensación de que es hasta cansado. Sin embargo, merecen la pena el esfuerzo y la constancia, lo garantizo.

El secreto del cunnilingus perfecto no está en otra cosa más que en el clítoris. Y no, no me refiero solo a la ‘bolita’ que veis asomando al comienzo de nuestros pliegues.

Esa es la zona que queda a la vista, pero el clítoris oculta todo un mundo detrás, ya que continúa por dentro del aparato genital femenino siguiendo una forma similar a una ‘Y’ invertida.

Es por eso que no basta solo con estimularlo con la lengua con una técnica que haría palidecer de envidia al movimiento del cepillo de dientes eléctrico. También un dedo dentro de la vagina realizando un suave movimiento (como si trataras de alcanzar la parte del ombligo desde dentro), como si hicieras el gesto de «ven aquí».

El roce interno estimula las partes internas del clítoris (los dos palitos de la ‘Y’) haciendo que la experiencia sea mucho más placentera. Y de la potencia del orgasmo mejor ni hablo.

Pero si todavía te quedan dudas al respecto, en mi Instagram encontrarás un esquema del circuito básico del sexo oral con el que es imposible fallar.

Duquesa Doslabios.

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