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Cómo hablar de sexo con los hijos: así debería ser ‘la conversación’ según una sexóloga

En la educación sexual que recibí en casa por parte de mi madre, la palabra «consentimiento» no estaba en la conversación.

Pero tampoco hizo falta, porque se me grabó que, como ella decía, cada vez que tuviera sexo debía ser con quien yo quisiera y deseara.

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PEXELS

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De esa manera tan sencilla aprendí no solo que tenía libertad absoluta, sino que tenía que quererlo.

Y aunque el sistema de mi madre no tiene por qué ser el que te convenza, Rosa Navarro, psicóloga y sexóloga que colabora con Diversual.com da algunos consejos a la hora de abordar el tema en casa con los más pequeños.

¿Cómo acompañar a un hijo/a si no quiere tener relaciones sexuales, pero su pareja sí?
Para empezar, deberíamos dejarle claro que mantener relaciones sexuales no es lo mismo que tener penetración y que las experiencias sexuales pueden incluir o no coito. En el caso de que detectemos que nuestro hijo o hija se encuentra en una situación en la que su pareja desea tener relaciones sexuales y él o ella no, hay que generar un espacio de escucha. No quitarle importancia a la situación y tampoco limitarnos a frases hechas. No es aconsejable optar por un enfoque en el que pongamos el foco en criminalizar a su pareja, ya que podemos generar lo contrario a lo que estamos buscando.

Podemos hacer algunas preguntas, pero dejando que se exprese y que explique lo que realmente le apetece o lo que quiere hacer. Hay que escuchar con calma, intentando animarle a contar cómo se siente, reforzando de forma positiva el hecho de que esté confiando en nosotros. Para esto podemos usar pequeños mensajes y frases intercalándolos en la conversación: “Gracias por compartir esto conmigo”, “Entiendo lo que me cuentas y valoro mucho que nos lo estés contando”. Pero, sobre todo, recordarle que haga lo que haga, siempre va a poder acudir a nosotros para resolver dudas o simplemente hablar.

¿Cómo podemos explicarle la importancia de que quiera ese encuentro?
Hemos de hablar sobre deseo y consentimiento. También ver cuáles son sus expectativas acerca de lo que se espera de una relación de pareja, dejándole claro que tener una relación sexual es algo opcional, y que no debe convertirse en una obligación. Si hemos hecho un trabajo previo en cuanto a educación sexual en casa, ya tendremos una base sobre la importancia de los límites y del respeto de las decisiones dentro de una relación. Hay que recordarle sus derechos y que sepa que puede decidir con quién y cómo estar tanto en el plano sentimental como sexual. Y que decidir no tener relaciones sexuales y decir a una pareja lo que se quiere de forma asertiva no significa que no se quiera a esa pareja.

También podemos darle ejemplos de formas de gestionar momentos en los que no se cumpla lo pactado o en los que no se sienta cómodo con la situación. Explicarle que la comunicación y, ante todo, la comunicación asertiva es la mejor vía para conseguir relaciones afectivo-sexuales plenas y satisfactorias. Y como a hacer se aprende practicando y también observando a los demás; incluso podemos aventurarnos a hacer un pequeño role playing en el que pueda practicar o ver como nosotros mismos rechazamos propuestas con las que no nos sentimos cómodos.

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¿Cómo sé si está preparado para tener relaciones sexuales? ¿Puedo ayudarle de alguna manera?
Si está o no preparado para las primeras relaciones sexuales es algo que debe averiguar él mismo. Está claro que vamos a intentar protegerlo al máximo y evitarles cualquier mal trago o daño. Y para esto, nuestra mayor herramienta es la educación y que aprenda a tomar decisiones de forma responsable y con la mejor y mayor información.

Si creemos que se está adelantando y que no está preparado está en nuestra mano hacerle reflexionar sobre lo que implican las relaciones sexuales, lo que le hace sentir ese momento y sus expectativas. Atender también a sus necesidades de información y aunque no estemos de acuerdo, acompañarle proporcionándole acceso a métodos de protección. Existen muchísimos recursos a los que podemos redirigirlos, y algo muy efectivo es acercarnos a ellos a través de su mismo lenguaje: usando cuentas de
Instagram, podcasts, series conocidas e incluso TikTok. Hay muchas plataformas que se dedican a mostrar otras realidades sexuales de diversidad sexual, incluso existen marcas como Diversual que cuenta con una Academia Erótica con gran variedad de información sexual.

¿Cómo influye en la sexualidad la presión de grupo?
En la adolescencia, la presión de grupo puede influir de forma que se sientan obligados a realizar conductas sexuales para las que no se pueden sentir preparados o con las que no se sienten cómodos. La seguridad de muchos adolescentes se basa en la aceptación de su círculo de iguales. La opinión y lo que digan de ellos les suele afectar mucho y puede forzarles a tener comportamientos con la única intención de reafirmarse ante los demás. Esas ganas de ser aceptados por el grupo pueden propiciar que los adolescentes reproduzcan modelos sexuales inadecuados.

¿Cómo hablarlo con tu hijo/a?
De forma natural, haciéndole ver que es normal que sienta esa necesidad de parecerse a sus amigos. Pero también recordándole la importancia de ser sincero o sincera con lo que siente y de cuidarse a uno mismo y de desear y consentir de verdad lo que se hace, sea en el plano sexual o en cualquier otro. De nuevo, es fundamental validar sus emociones y acompañarle sin reproches, pero sí reforzando aquellas habilidades sociales que le sirvan para empoderarse. Como es complicado que nos vea a nosotros como referentes, podemos darle buenos ejemplos de jóvenes más cercanos a su edad que le hagan cuestionar las situaciones a las que va a enfrentarse.

¿Cuál es el papel como padres respecto a la primera vez de un hijo/a?
Lo principal es no mirar a otro lado. Aunque nos cueste un poco, hemos de asumir que nuestros hijos e hijas son personas que en algún momento van a iniciarse sexualmente y van a practicar sexo con otras personas. Nuestro papel pasa por influir de forma positiva sobre su educación sexual y para ello hay que hablar con ellos de todos los temas, dejando de lado nuestra vergüenza. Dar ejemplo es también parte de educar en sexualidad, y si perciben que evitamos tener conversaciones con ellos sobre temas de sexualidad que les preocupan, al final estamos alimentando la idea de que la sexualidad es algo que debe mantenerse en secreto o por la que hay que sentir culpa o miedo. A veces, presuponemos lo que nuestros hijos e hijas tienen ‘x’ información y no sabemos realmente qué necesidades reales en cuanto a educación tienen. Preguntar sobre qué saben sobre un tema concreto nos puede ayudar a saber de qué punto partir.

Más allá de métodos anticonceptivos, hemos de tratar temas como la autoestima, la importancia de las caricias y besos, el respeto, el consentimiento y las relaciones sanas. Toda esta información, siempre ajustada a su edad y a su nivel de comprensión.

Mara Mariño

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Menos tabúes, más mujeres hablando de sexo

Hace cinco años me ofrecieron la oportunidad de hacer algo inesperado, escribir un blog de sexo.

Y, como buena ex alumna de colegio de monjas, mi único requisito fue poder hacerlo bajo el pseudónimo de Duquesa Doslabios.

(No fuera a ser que alguien de mi entorno estuviera al tanto de que escribo la palabra «vagina» tantas veces al mes y provocara un escándalo).

PEXELS

En aquel momento, muy poca gente era consciente de mi doble vida. De que, además de periodista de otras cosas, escribía artículos de BDSM, pareja, ghosting o enfermedades de transmisión sexual.

El Satisfyer todavía no había aparecido, y algunos de los temas -como el hecho de que el clítoris fuera un órgano para dar placer- todavía estaban lejos de convertirse en la carne de Twitter que son hoy en día.

Compatibilizar ambos mundos me parecía un reto al principio. ¿Qué podía aportar que resultara interesante?

No era una experta en sexo. Pero sí podría hablar con personas que lo fueran.

Las entrevistas han sido y son mi perdición. Cuando una sexóloga, psicólogo, doctora o eminencia del mundillo con ‘X’ me cuenta algo para que escriba sobre ello, me doy cuenta de lo grande y variado que es nuestro ámbito más íntimo.

En estos cinco años he aprendido a estar en pareja, he reflexionado de relaciones del pasado, he compartido anécdotas de otras mujeres que querían que hablara sobre algo que les había pasado.

Me he enfadado, me he reído, he escrito artículos llorando de rabia. Porque si algo ha conseguido Lilih Blue es conectarme conmigo misma en todos los niveles de mi vida.

Tanto emocional como sexual, el más evidente quizás.

Este viaje que me ha llevado a sitios tan inesperados como el Salón Erótico de Barcelona o a charlas en boutiques eróticas. He entrevistado lo mismo a un sumiso por Facebook que a una chica que vendía sus bragas.

En estos cinco años de bloguera, he visto un cambio imparable. De repente el clítoris, las red flags, los amores tóxicos o el consentimiento -que algo se hablaba, pero menos-, eran temas de conversación fuera de la pantalla.

Pienso que, hasta hace nada, una violación se seguía considerando abuso. El porno era nuestra única ‘escuela’ educación sexual. Y una mujer que hablara de sexo, de deseo, era una ninfómana.

O una mala mujer por disfrutar con su cuerpo y enseñar a otras a hacer lo mismo -y no necesariamente acompañadas-.

El placer femenino ha sido invisibilizado durante siglos y tengo (y tenemos) la suerte de que ahora podemos hablar de ello. Y, ser escuchadas.

Escuchadas en grupos de amigos, en reuniones familiares, escuchadas en el blog de 20minutos.es. No tener límites ni impedimentos tratando este tema es dar un paso hacia el mundo que quiero.

Ese en el que no se nos juzga por vivir libremente nuestros deseos, en el que hay menos tabúes y más igualdad tanto dentro como fuera de la cama.

Y esto me ha llevado aquí, a desprenderme de la máscara -aunque lleve una en la foto-, a quitarme los prejuicios de los que sigo hablando y en los que sigo trabajando, a reeducarme sexual y afectivamente, a salir a la luz y decir que estoy orgullosa de este espacio, de tener la oportunidad de hablar en este diario, de que me encanta mi trabajo.

Así que, ¿por qué no empezar a firmarlo, después de cinco años, con mi nombre y apellido reales?

Mara Mariño.

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Comunicación en la cama: lecciones básicas del idioma que se aprende sin ropa

La sincronización entre las sábanas va mucho más allá de llegar al orgasmo al mismo tiempo. Es aprender a leer e interpretar lo que quiere la otra persona.

Y ponerlo en práctica, por supuesto, haciendo de los dedos, lengua o genitales las herramientas de escritura sobre el tapiz de la piel para probar que hemos entendido su lenguaje.

SavageXFenty

Aunque llegar a entenderlo a la perfección es un proceso de traducción por el que podemos perdernos al principio.

No se nos enseña a atender a las necesidades sexuales de otra persona. Y tampoco a prestarles atención.

Conocemos las propias gracias a las terminaciones nerviosas que nos indican que la visión de esa lengua enroscada en nuestro pezón nos excita.

Pero conocer cómo afectan nuestros intentos de dar placer es un ejercicio no ya de empatía -ponernos en el lugar de cómo podemos tocar o acariciar-, sino también de escucha activa y, sobre todo, de memorizar.

Se puede esperar al momento de acción. Aprovechar la cercanía de una oreja para susurrar al oído un sugerente «Quiero que me hagas esto».

Pero también exprimirlo y usarlo como juego hablándolo en otro momento. Se puede convertir en una conversación subida de tono por WhatsApp o en directo.

Expresarnos de forma sincera recordando qué nos ha gustado más de lo que han puesto en práctica sobre el cuerpo es un estímulo positivo ideal para potenciar esa memoria.

De la misma manera que un «Sí», «Sigue», «Más rápido» o «Despacio», esas las palabras comodín que sirven de ayuda, pero también de aliciente.

Los sonidos, gemidos y miradas son grandes indicativos de los que dar rienda suelta cuando llega el momento de disfrutarse.

Incluso no encontrando las palabras es fácil interpretar cuando la respiración se acelera o el cuerpo comienza a arquearse.

La forma no expresada de decir «Vas por el buen camino».

Personalmente, encuentro excitante por partida doble cuando te cogen la mano -o la parte del cuerpo que sea- y te indican cómo hacerlo a su gusto.

En ese movimiento silencioso (cargado del morbo de saber que lo que hagas a continuación siguiendo sus indicaciones, va a ser acierto asegurado) es tan instructivo como estimulante.

Ya que cada uno tiene unos gustos distintos, podemos mostrarlos guiando, indicando o incluso mostrando cómo hacerlo.

Doy fe de que ver una masturbación en vivo y en directo es la manera más efectiva de que se quede grabada la lección en la retina.

Duquesa Doslabios.

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¿No hablaste con tus padres en su día sobre sexo? Ahora también es un buen momento

Un plátano del frutero. Eso fue lo que usó mi madre para enseñarme a poner (bien) el preservativo.

PLATANOMELÓN

Y es que gracias a ella, el sexo nunca fue algo vergonzoso ni secreto en casa, más bien un tema natural con el que hasta nos hemos reído a menudo.

Aunque, hablándolo con amigos, muchos de ellos se extrañaban al no haberlo vivido así en sus casas. ¡Incluso pasada la veintena, seguían sin poder tratar el tema sin sentir bochorno!

Pero siendo algo que forma parte de nuestra vida, tanto como alimentarnos o trabajar, debería ser algo que pudiéramos hablar con toda la comodidad del mundo.

Es algo en lo que me insiste Mónica Branni, psicóloga y sexóloga de Platanomelón, remarcándome la importancia de mantener conversaciones sobre sexualidad a lo largo de toda nuestra vida, incluso en la tercera edad.

¿Que no pudimos tratar el tema en la adolescencia con nuestros padres o, en el caso de que me leáis los progenitores, con vuestros hijos? No es tarde, todavía podemos ponerle remedio.

¿Cuáles son los beneficios de que los padres hablen de sexo con sus hijos? ¿Y el riesgo de no sacar el tema de conversación en el entorno familiar?
Hablar de sexualidad es fundamental para el desarrollo sano y feliz de la persona. ¡Y es que somos seres sexuados desde que nacemos! Es abrir las puertas a conversaciones sobre valores, relaciones, respeto, consentimiento y autoconocimiento. Así que, proporcionar educación sexual es esencial para entender el mundo, las relaciones y a nosotros mismos desde un punto de vista más íntimo a uno universal. Las personas que reciben información afectivo-sexual en edades tempranas, actúan de forma más consecuente, toman decisiones razonadas y conocen mejor sus límites. Por lo contrario, ocultar temas como los genitales, el placer y el consentimiento generan cierto misterio, terreno fértil para tabúes y distorsiones. Por decirlo de alguna manera, no vivimos el sexo de forma natural, sino que pensamos y actuamos desde el desconocimiento. Finalmente, hay que tener claro que la “charla” en la adolescencia no tiene mucho éxito en la educación de la persona. ¿Por qué no tener muchas charlas a lo largo de la vida? Igual empezar por llamar a la vulva, “vulva”, y al pene, “pene”, puede ser un gran punto de partida.

¿Es algo que solo se aplica a la adolescencia o que deberíamos mantener a lo largo de nuestra vida?
A lo largo de toda la vida nos enfrentamos a experiencias y realidades distintas: el significado que le atribuimos a las relaciones no es el mismo a los 5 años o a los 18. De la misma manera que nuestro pensamiento madura y evoluciona, ¡nuestro concepto de sexualidad también! El ambiente también nos proporciona inputs distintos que moldean y construyen nuestra forma de experimentar la sexualidad: “tu cuerpo está cambiando”, “existen muchísimas orientaciones sexuales más allá de la tuya”, “tu cuerpo es tuyo y tú eres la única persona autorizada a decidir por ti”.

Si no hemos tenido este tipo de conversaciones en la infancia o adolescencia, ¿cómo hacer para sacarlas más adelante?
Como es fácil de imaginar, empezar estos diálogos cuando ya tenemos cierta edad, es más complicado, ¡pero no es imposible! Los obstáculos nos obligan a salir de nuestra zona de confort y a aprender cosas nuevas: así que, ¿por qué no aprovechar para sacar alguna conversación sobre sexualidad con los padres/madres y romper tabúes? Una buena forma de introducir la educación sexual en las familias puede ser a través de temas actuales o reflexiones que puedan generar debates (las noticias, el texto de una canción, el boom de un juguete erótico, etc). Finalmente, no olvidemos que las madres/padres también reciben muchísima información de los hijos, con lo cual, una buena estrategia para hablar de sexo en casa podría empezar precisamente por los más jóvenes.

¿Cómo encontrar el momento? ¿Es mejor sentarse en familia a hablar o hacerlo de manera informal?
Hay que naturalizar la sexualidad y hablar de ella como si de salir a cenar se tratara. Así que, para quitarle hierro al asunto, es más lógico actuar en consecuencia, sin crear momentos incómodos o trascendentales. Hablar de sexo significa abarcar temas muy diversos, ¡no solo lo que ocurre debajo de las sábanas! Nuestro consejo es buscar un momento en el que te sientas a gusto y debatir sobre un tema que te parezca interesante, generando dudas y escuchando las opiniones de otras personas. Lo demás vendrá solo.

¿De qué forma cambia la comunicación sexual cuando tanto padres como hijos son adultos? ¿Se pasa de ser una figura de formación a una de apoyo?
Cuando las dos partes son adultas, las opiniones de ambas pueden ser una gran fuente de conocimiento. Esa distancia entre educador y niño se difumina, por tanto cada uno puede aprender de las experiencias del otro. En definitiva, las conversaciones sobre sexualidad desde la adultez pueden ser muy divertidas, inspiradoras y enriquecedoras.

¿Cuáles son las bases de una buena comunicación sexual en la vida adulta? ¿Cómo asentarlas?
La comunicación sexual, tanto dentro como fuera de la cama, es esencial para que haya un intercambio de información y experiencia, por tanto se pueda aprender y explorar más formas de disfrute. Además, el diálogo favorece más empatía e intimidad, donde ambos (o más) miembros de la relación puedan sentirse cómplices y afines. Para afianzar una comunicación sexual abierta, es importante “guiar” a la otra persona durante el encuentro, expresar las fantasías y deseos eróticos, incluso hablar antes y después del encuentro. ¿Qué nos gustaría que nos hicieran? ¿Con qué me siento cómoda y con qué no? ¿Hay algo nuevo que me gustaría probar? Todas estas informaciones son parte de la misma experiencia sexual y, además de afianzar el vínculo emocional, también nos permite ser amantes más atentos. ¿A que antes de cocinar algo para nuestra pareja, es mejor saber qué le gusta y qué no? Las parejas que no están familiarizadas con este tipo de comunicación, ¡pueden empezar a implementarla a través de juegos y retos!

¿De qué forma los padres pueden hacer saber que están predispuestos a seguir hablando de sexo o pareja con sus hijos en la vida adulta de estos?
Sin duda, ¡haciéndolo! De la forma más natural, intentando que sus propios tabúes no limiten la educación de sus hijas e hijos. Pero, sobre todo, escuchando: los niños, desde muy pequeños, preguntan y exploran el mundo y su propio cuerpo. Todo es una inexorable fuente de conocimiento e información, por lo tanto, es importante tener referentes fiables que puedan guiarlos en este proceso. ¿Quién mejor que sus propias madres y/o padres? De la misma forma que les explicamos las cosas y actualizamos ese mensaje a medida que van creciendo, la misma dinámica se aplica con la educación sexual: empezar a hablar de temas como el cuerpo, los espacios de intimidad y el consentimiento con un lenguaje que pueda entender, es importantísimo y un gran ejercicio para los mismos padres y madres. Poco a poco, los temas de conversación se irán ampliando sin que dé vértigo tener “la charla” a los 16 años.

Duquesa Doslabios.

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