Archivo de marzo, 2019

Sobre el sexo oral y las arcadas

¿Sabéis de qué estoy harta? De las mamadas que te producen arcadas. No porque sea la reacción que desencadenan, no, sino por el tío de turno que te agarra el pelo de la nuca y te empuja la cabeza hacia su entrepierna, como si quisiera fusionarte con su cuerpo haciendo de tu cabeza un tercer testículo, hasta que, cuando ve que empiezas a regurgitar, relaja la presión.

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Lo que podemos reconocerle a las películas eróticas es que han construido una imagen para que una arcada en plena felación resulte estimulante para ellos, llegando incluso a tener una categoría específica de mujeres que las sufren practicando sexo oral. Y lo más fuerte es que es una de las categorías más vistas. ¿Gracias, porno? Todo lo contrario.

A fin de cuentas, una arcada es una reacción del cuerpo, unas contracciones de los músculos respiratorios y abdominales que realiza para provocar el vómito, movimientos que se han vuelto muy populares gracias al cine para adultos. Pero, si te paras a pensarlo, ¿cómo reaccionaríamos si tuviéramos una arcada y jamás hubiera aparecido en el porno?

-Ghhhhhh
-Perdona, Laura. ¿Estás bien?
-Real que casi echo las lentejas
-Tía, no te la metas tanto a ver si vas a potar
-Jajaja ¿te imaginas?

En mi cabeza así sería la reacción normal que tendríamos al respecto sin la ‘arcadización’ de las felaciones.

Imaginemos un caso a la inversa y que cada vez que nos hicieran un cunilingus, si apretáramos más su cabeza contra nosotras, les produjera un estornudo. A nadie le excita que las reacciones naturales del cuerpo hagan acto de presencia.

Que se empiece a toser o estornudar te saca del momento. Incluso si en pleno polvo a alguien le empezaran a dar arcadas nos preocuparíamos bastante (así como escaparíamos del alcance de un posible vómito).

Pero volvamos a ese chico que empieza a estornudar comiéndole todo a su novia. Imaginad que llega un director, decide hacer de eso algo erótico y se pone a grabar escenas constantemente de chicos estornudando mientras bajan al pilón.

¿No os parecería preocupante que una persona tuviera que estar estornudando hasta cinco o seis veces? Parece algo no solo agotador para el pobre chaval que tuviera que practicarlo, sino poco morboso (no conozco ninguna parafilia que consista en ver a gente estornudando).

Una encuesta rápida entre mis amigas, compañeras y hasta seguidoras, me confirma lo que llevo comprobando desde la primera vez que me tocaron la campanilla, las arcadas nos cortan el rollo.

De hecho, hay quienes se emocionan tanto en conseguir la ansiada reacción de película que hacen que termines medio asfixiada, algo que, creedme, hará que nos lo pensemos dos veces antes de volver a pasaros por la cama.

«Me encanta ver cómo disfrutas», se atreve a decir más de uno mientras notas cómo la tortilla del mediodía está empezando a emprender su camino hacia tu boca. Así que si todavía no ha quedado claro, lo voy a repetir: no disfrutamos.

Si de algo me siento afortunada es de haber entendido que, por mucho que el porno marque un camino, yo no tengo por qué seguirlo si no estoy cómoda físicamente o si no lo comparto por mis principios.

Y, os digo desde ya, que tener que sufrir espasmos no es algo que esté dispuesta a hacer. Rebelaos. Que las arcadas vuelvan a recuperar su significado y sucedan solo si hemos comido algo en mal estado.

Ya está bien de seguir promoviendo la imagen de que produce morbo ver mujeres sufriendo. La sensibilidad por parte de muchos hombres cada vez brilla más por su ausencia y lo que empieza por algo tan simple como puede ser tener una arcada chupándola termina en un grupo violando a una mujer.

¿Y todo por qué? Porque han aprendido que, si le salen lágrimas, está sin aire y se encuentra incómoda, es excitante.

Duquesa Doslabios.

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Esas películas que se monta el cine sobre el sexo

Apenas unos metros separan a ambos. La respiración entrecortada aumenta agitándose. Se miran desatando una corriente que haría erizarse el vello de cualquier piel. Y, sin poder contenerse, con el ímpetu propio de quien lleva tiempo deseando hacer algo, se alcanzan recortando el espacio entre ellos.

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Él clava sus manos en la ropa, retirándola con esa habilidad característica que adquirimos cuando abrimos con urgencia un regalo. Ella hace lo mismo liberándole de la camiseta. La ropa cae al suelo. Pero ni siquiera toda. Simplemente con la bragueta a medio bajar y las bragas por la mitad de las piernas, se funden en el suelo. Dos segundos más tarde ambos contraen el gesto, aprietan las manos, fruncen el ceño y se corren en un magnífico orgasmo, más sincronizados que las cheerleaders del intermedio de un partido de baloncesto.

O al menos, eso es lo que siempre pasa en la tele.

Algo tienen las películas que las mujeres se excitan solo con una mirada. Que no digo que no pase, pero, por lo general, solemos necesitar algo de trabajo en la zona sur para que aquello esté en condiciones.

Que creo que todos coincidiremos en que es más fácil tirarse por el tobogán de Aquapark si hay algo de agua en la superficie para deslizarse. O si hay lubricante en su defecto, algo que también brilla por su ausencia.

En la pantalla, las mujeres siempre estamos a punto. Tan excitadas que, con solo dos sacudidas, ya estamos listas. Son los polvos más veloces del mundo.

Más rápidas que calentarte la sopa en el microondas. De hecho te sobran segundos para mirar cómo gira el plato hondo si quieres echar uno antes de cenar.

Debe ser que los hombres de la pequeña y gran pantalla tienen el poder de hacerte sentir oleadas de placer sin apenas tocarte. Es tan habitual la escena en la que, solo con rozar la cadera, ella ya se encuentra jadeando, que llegas a plantearte hasta qué punto tu sentido del tacto funciona con corrección cuando tú no estás tan alterada por mucho que tu novio te agarre un pecho.

Porque esa es otra gran diferencia respecto al sexo en la vida real y el de las películas, nosotras nos quitamos el sujetador mientras que las actrices lo llevan puesto hasta el final. Además de que desabrocharlo es lo primero que quiero hacer al llegar a casa (y en la cama, ya ni hablamos), no hay nada comparable a que te toquen bien todo el cuerpo.

No engañemos a las nuevas generaciones. Si por contrato la actriz no graba topless, que no lo haga, que el cámara enfoque la espalda, pero dejad de hacernos creer que no se nos haga creer que es normal llevarlo puesto si tenemos sexo.

Las películas muestran una realidad tan alternativa que no se usan métodos de protección de ningún tipo ni para ninguna práctica, porque no hay riesgo de embarazos o de enfermedades de transmisión sexual. Los condones en el cine se obvian a no ser que tengan relevancia en la trama porque se rompen (¡Hola, Grease!).

Pero embarazos aparte, en el cine se da una utopía donde todas estas enfermedades han sido erradicadas. No se contempla el riesgo de coger SIDA, sífilis ni cáncer de garganta. Todo es maravilloso y todo el mundo es muy sano.

Al terminar no te pienses que él va a pedirte mimos. Como mucho, el actor se levantará para irse a su casa o se quedará dormido. Lo de hacer la cucharita o estar abrazados es un placer que, por lo visto, solo podemos permitirnos en el otro lado de la pantalla, no vaya a ser que la virilidad se vea amenazada mostrando una escena de ese tipo.

Si después de un polvo te levantas de la cama para ir al baño, acuérdate, si eso, de ponerte las zapatillas, porque lo de taparse pudorosamente con la sábana después de que te ha visto sudando, jadeando, con la cara roja, gritando y explotando, queda un poco ridículo.

Y todo esto, claro, en el caso de que estés en la franja de edad que no supera los 35 años, ya que, como todos sabemos por las películas, la gente mayor no tiene sexo. No existe. No verás una escena erótica con un culo flácido, una espalda arrugada o unas tetas caídas.

Pues, querido cine, a cualquier edad, el sexo, sigue siendo una puñetera maravilla.

Duquesa Doslabios.

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Me pones pero me muero de sueño, la batalla entre el sexo y el cansancio

Hay algo que nos caracteriza a los millennials: lo queremos todo. Queremos trabajar, ir al gimnasio después de la jornada laboral, comprar fruta antes de llegar a casa, quedar con los amigos aunque sea a tomar un café y ver el capítulo de la serie que toque ese día de la semana. Tantos compromisos y tanta energía empleada en cumplirlos todos que, cuando llegamos a casa, solo podemos pensar en dormir.

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Vivimos cansados y pasa factura, en la pareja sobre todo (aunque también tengo un conocido que afirma que ese es el motivo por el que se está quedando calvo a los 25 años). Son varios los casos de este estilo que se dan en mi círculo, desde la preparación para unos exámenes de vuelo, oposiciones o turnos de trabajo incompatibles con la intimidad porque uno tiene jornada de mañana y el otro tiene turno de tarde.

Cuando coinciden casi a medianoche, hora a la que por fin ha terminado la jornada, se encuentra a su novia en el quinto sueño descansando para empezar de nuevo, al día siguiente, a las siete de la mañana. En la batalla entre el sueño y las ganas, el cansancio suele hacerse con la medalla. Y la pregunta que nos hacemos todos, ¿es grave?

Le pese a quien le pese, hay que escuchar al cuerpo. Y si el cuerpo, que es muy sabio, pide descanso, es algo que le tenemos que dar. Pero claro, el cuerpo de tu pareja quiere otra cosa. Pierde la presión a no tener ganas de hacerlo por agotamiento. No es un entrenamiento, debe ser considerado una forma de establecer un vínculo íntimo.

Creo que sería más preocupante si, más que por motivos de cansancio, fuera una falta de atracción por nuestra pareja lo que nos llevara a ese punto. Pero si el interés sigue ahí, y las ganas también están intactas, solo hay que preocuparse por hacerle un hueco. ¿Las claves para retomarlo? Buscar el momento.

Es mejor que encuentres una manera y una frecuencia que os funcione, siempre, por supuesto, abriéndote al respecto. Tu pareja no va a ponerte pegas porque llevas casi 12 horas dando clase a niños de primero de la E.S.O. y solo quieres tomarte la píldora anticonceptiva viendo American Gods. Quien bien te quiere, te entenderá.

Puede ser de manera espontánea o previo acuerdo. Hay relaciones en las que, lo de tener un día a la semana, funciona ya que sirve como aliciente y se prepara con especial cuidado el momento. Si lo de escoger uno (o varios) para hacerlo, no va contigo, apuesta por dejarlo para cuando tengáis más libertad de responsabilidades como el fin de semana o una franja horaria concreta.

Además, no siempre tienes que pasar por todas las fases de masaje en la espalda-preliminares-estimulación oral-penetración-cucharita. Puedes cambiar el orden, hacerlo al revés, hacer uno o masturbaros e iros a dormir.
Hay otras maneras de tener intimidad que se reducen a seguir conectando en otros aspectos, algo que también debe ser tenido en cuenta con gestos como salir en una cita romántica, cocinar en pareja, cogerse de las manos, vaguear en el sofá, darse un beso de buenas noches, etc.

Obviamente, si ni con esas eres capaz de encontrar el momento de pasar a la acción con tu pareja, igual debes plantearte ciertos hábitos en cuanto a gestión del tiempo o cómo es tu estilo de vida. A lo mejor puedes dejar tu carrerita de 5 kilómetros para antes de desayunar o es el momento de que, en vez de ducharte en el gimnasio, lo hagas en casa con alguien más haciéndote compañía bajo el chorro de agua calentita. Solo es una idea…

Duquesa Doslabios.

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Sobre la prostitución: «La imagen de felicidad que se proyecta no es así, te sientes sucia y vacía»

Dentro de la prostitución: conversaciones con Ojitos Hechiceros
Tras leer la experiencia de Chica X, se puso en contacto conmigo Ojitos Hechiceros, un pseudónimo con el que protege su identidad y que, como exprostituta, sabe cómo funcionan las cosas en la otra cara de la luna, esa más oscura y desconocida por la gran mayoría de nosotros. Tiene 24 años pero llegó a España mucho antes. Una nueva vida en un país diferente en el que empezó como estudiante de secundaria, después un curso de grado medio y, luego, la prostitución.

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¿Cómo empezaste en esto? ¿Fuiste tú quien decidió empezar a ejercerla o te viste coaccionada a hacerlo?
Empecé por necesidad y problemas económicos familiares. Me veía en la necesidad de hacerlo. Se pusieron en contacto conmigo por internet a través de una página para ligar y me empezaron a comentar si estaría interesada en trabajar en la prostitución diciéndome que ganaría mucho dinero en poco tiempo. A mí me sonaba que era una cosa que no estaba bien pero no le hice mucho caso al asunto hasta después de 4 0 5 años.

Tenía 24 años cuando empecé en una casa. No fue nada fácil para mí cuando me tocó el primer hombre. Era joven pero su manera de comportarse fue muy desagradable, chula y asquerosa. Me trató de forma muy violenta pasándose de lo que se había acordado.

¿Consideras que es algo que hacer libremente o más bien una vía de escape que te permita sobrevivir? 
Pues por la experiencia que yo viví es una manera de sobrevivir, de todo lo que me habían contado nada tuvo que ver con realidad. De lo bonito y fácil que me habían dicho que sería, nada fue verdad. Llegué con poco y con poco me fui.

¿Te gustaría dedicarte a otra cosa? ¿A qué?
Pues de momento a estar detrás de un mostrador como dependienta, como hace poco, que estuve reponiendo y arreglando cosas atendiendo al público.

Cuéntame un poco cómo era tu día a día. ¿Cuántos hombre solían visitarte?
Pues muy triste, la verdad, sin sentido y vacía. Solía tener una máxima de dos o tres al día, aunque había días o semanas que no se hacía nada.

¿Consideras la prostitución una forma de violación ya que, si no fuera por el dinero, no accederías a tener sexo con esas personas?
Considero que es una violación en toda regla porque estás dando tu consentimiento porque te pagan para que abusen de ti y te hagan de todo, desde humillaciones hasta que te roben y más cosas.  Yo no estaría con esos tíos ni para mirarlos de los guarros, enfermos y misóginos qué son.

 ¿Crees que es realista la imagen que se busca dar de mujeres felices que lo ejercen libremente ganando sueldos de miles de euros al mes?
Para nada es así, esa imagen que proyectan de la prostitución de felicidad no es así. Esa vida no es nada bonita, te sientes sucia y vacía y de lo peor. Lo de cobrar miles de euros lo dudo, no te vas a hacer rica en esto, no es así.

¿Cómo es el tipo de cliente que te visita? ¿Qué perfiles dirías que hay?
Chavales de 18 años, tíos de 35 y hasta hombres mayores de 56. Casados y, en su gran mayoría, misóginos. De esos venían montones

¿Alguna vez han reaccionado de manera violenta o realizando algo que te haya hecho sentir especialmente incómoda?
Muchas veces. Recuerdo uno que vino a agredirme de todas las maneras posibles verbalmente y sexualmente. Intentaba hacerlo sin preservativo porque se ve que venía con intención de hacer daño. Recuerdo decirle al putero que tuviera cuidado con el preservativo, que yo veía venir lo que quería hacer: quitar el preservativo y meterla sin nada. Yo pensaba cómo de enfermas tienen las cabezas estos tíos para ir por ahí sin tomar precauciones.

Solo con verle la cara cuando llegó tenía que haberle dejado plantado ni atenderlo porque estaba loco. Me agredió físicamente yendo con el coche en marcha muy rápido y sin cinturón y dándome contra la parte del asiento de detrás del coche en la cabeza y en el pecho para robarme el móvil.

En varias ocasiones varios se quitaron el preservativo sin mi consentimiento, otro me dejó tirada en medio de la calle porque se le fue la olla y yo sin dinero para volver, otro se puso violento pidiéndome que le devolviera el dinero por las guarradas que pedía. Van sin conocimiento y su salud les da igual. Si tienen parejas las compadezco, porque no saben lo que tienen en casa una persona sin escrúpulos cogiendo enfermedades por todos los lados.

Muchos pedían que la chupara sin goma o meterla sin condón por el culo, correrse en la boca, en medio de los labios de la vagina o que les chupara el culo o los pies. Una serie de cosas asquerosas que me daban repugnancia.

¿Te sentías segura realizando ese trabajo?
No, muchas veces me daba miedo con lo que iba a salir el próximo tío que vendría. Muchas supongo que tienen chulos. Yo tenía un chulo que se llevaba la mitad de todo. Si era una miseria también y encima ni te protegen.

¿Crees que en España la justicia está de parte del putero o de las personas que ejercen la prostitución?
Sin duda alguna del putero. La peor fama se la lleva la mujer.

¿Qué preferirías, que la prostitución se regulara o que se aboliera?
Que se aboliera claramente.

¿Dirías que es una profesión que pasa más factura física o emocional?
De las dos, tanto física como emocionalmente. Es jodido estar en esa vida porque ya no te sientes mujer.
Ya no te sientes nada. Yo aún estoy superando ese estilo de vida.

Que cada cual saque sus propias conclusiones, pero la mía está clara. Hay que poner fin a este negocio basado en la explotación, en el engaño, en el sufrimiento, en el maltrato, en el sometimiento de mujeres aprovechándose de una necesidad económica.

Son hombres que no vienen a buscar cariño y amor como piensa la mayoría. Los hay que empiezan a ligar y que hacen como que se interesan por ti, pero te das cuenta de que solo quieren follar gratis. Yo he llegado a sentir afecto por alguno, pero si un hombre paga por compañía es por sexo o porque tiene un problema. Quien viene aquí viene a maltratarte, a humillarte, a vejarte, a tratarte como una mierda, a intentar follar de gratis, a engañarte o a robarte.

Me ha pasado de no poder superarlo incluso estando estudiando o no poder acabar un curso por las heridas que me había dejado. Esto es muy duro, me sentía hundida y tenía que dejar a medias los estudios. Te pierdes mucho y a la hora de querer conocer a alguien, desconfías.

 

Y a todos aquellos defensores de la práctica, que ni leyendo estos testimonios tan duros sois capaces de empatizar con mis entrevistadas viendo lo necesario que es abolirla, contestadme a una pregunta: si tan a favor estáis de la prostitución, ¿os gustaría que vuestra hija se dedicara a ello?

Duquesa Doslabios.

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Amor, si el karma existe, que no vuelva a ponerme en tu camino

Estoy a punto de cumplir 27 años. La edad que tú tenías cuando me conociste. En aquel momento, los seis años que nos diferenciaban me parecían una tontería por mucho que tú te empeñaras en llamarme «pequeñaja» continuamente.

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Hay quien dice incluso que es hasta recomendable que el hombre sea más mayor. Yo creo que lo recomendable es que sea buena persona.

Voy a cumplir 27 años y, hubo un momento de mi vida, en el que no las tenía todas conmigo de si llegaría a cumplirlos. Por ti, claro. Por ti que me hiciste dudar tantas tardes de si volvería o no a mi casa.

Con los acelerones, los frenazos, las conducciones en sentido contrario con coches viniendo de frente, tus manos fuertes, tus puños llenos de arañazos, tu boca sangrando.

Y todavía alguien se preguntará por qué a punto de cumplir 27 años tengo miedo a la oscuridad. Y al día, no nos engañemos. No me acuerdo de lo que es pasar por mi calle sin miedo, sin el corazón galopándome en el pecho antes de abrir el portal, sin salir de casa mirando antes a ambos lados, sin que se me atenace la garganta cuando veo un Peugeot morado.

Desde que llegaste a mi vida y yo me fui de la tuya, cumplo, cada año, con miedo. Pensando si algún día volverás a cumplir todas las sentencias que me pusiste por escrito. Los mails, mensajes y whatsapps en los que me declaras muerta son tantos que se me antoja aún increíble que no acataras ninguna.

De ahí que nunca esté tranquila. Porque dijiste que sería tuya para siempre. Que, aunque me fuera, seguiríamos perteneciéndonos. Y ahora que he aprendido que no soy de nadie más que de mí misma, me da miedo que vuelvas a terminar el trabajo.

Voy a cumplir 27 años, que es cuando tú te topaste con una yo de 21 y le dijiste que no valía nada y que su único valor residía en el amor que decías sentir por mí.

No me imagino, a mis casi 27 años, amenazando a nadie ni de 21 ni de 22 ni de 30 ni de 60. No me imagino diciendo las cosas que me hiciste escuchar.

Que estaba liada con todos mis amigos, que, si había karma en este mundo, terminaría con sida o algo peor por puta, por zorra. Que cómo me atrevía a moverme por el presente si no era contigo al lado, a tener un pasado, a pelear por mi futuro, en definitiva, a ser yo sin ti.

A punto de cumplir los 27 sigo andando más rápido si siento pasos detrás de mí, sigo con miedo de espacios abiertos con gente donde podamos encontrarnos, sigo evitando pasar por tu Madrid.

Tú decías que, si la justicia poética existe, volveríamos a encontrarnos algún día. Yo rezo porque si realmente hay en el mundo algo así, no vuelva a ponerme en tu camino. Porque sigo con el temor de estar en él sin darme cuenta y de que decidas que hasta ahí han llegado mis pasos.

Escapar de ti fue el más pequeño de los desafíos incluso con cubertería afilada, golpes, gritos, escupitajos, persecuciones y casi un accidente con un conductor de autobús de por medio.

Eso es lo gracioso, que aquella tarde infernal fue lo más sencillo de todo. Lo complicado es llegar así a los 27 años.

Pero puedo garantizarte que, cuando llegue mi día, soplaré esas velas con todo el aire de mis pulmones. Porque el acto más revolucionario que se me ocurre, después de ese amor tan envenenado que trajiste bajo el brazo, es vivir y seguir cumpliendo (y celebrando) los años.

Y aún con miedo seguir saliendo a la calle, seguir riéndome a carcajadas, seguir maquillándome cuando tanto te molestaba, seguir teniendo amigos, compañeros, hombres de confianza, amigas que me quieren y no como las que te encargaste de apartar de mi vida dejándome aislada.

Lo más rebelde de mis 27 años es tener la suerte de darle las gracias a mis padres por apoyarme, por saber que algo pasaba, por pagarme una psicóloga, por darme tanto cariño y apoyo en casa.

Porque el acto más insurrecto de todos ha sido aprender, de nuevo, a querer, a quererme.

Duquesa Doslabios.

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Sexo por narices, ¿usas en la cama el sentido del olfato?

El sexo es de las pocas actividades que deja salir nuestro instinto más animal. Un momento en el que apartamos a un lado los pensamientos y nos limitamos a dejar que sean los sentidos los únicos encargados de guiarnos.

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Presenciar un desnudo, definir una espalda con las yemas de los dedos, una palabra potente al oído y una lengua curiosa son prácticas que convierten la vista, el tacto, el oído o el gusto en, quizás, los sentidos que más ponemos en práctica.

Pero no menos importante es el papel que cumple en cualquier intercambio sexual el olfato.

Para incluirlo de una manera más activa, son varias las empresas de productos eróticos que crean perfumes específicos, como es el caso de Bijoux Indiscrets. Su CEO, Elsa Viegas, nos recuerda la importancia que tiene convertir los olores en parte del juego.

Se dice que los hombres son más visuales y que nosotras nos dejamos seducir por el oído. Pero, ¿qué papel tiene el olfato en el erotismo?
Simplificando: todo. Tanto la tendencia a ser seducido por la vista de los hombres como el oído de las mujeres, es una cuestión evolutiva. Pero no tienen nada que hacer frente al olfato. El olor que desprendemos por nuestras glándulas es una invitación continua a dejarse llevar por el deseo, algo que aunque se haya perdido en gran medida en el tiempo, sigue coleando en nuestros instintos más primarios.

¿Es uno de nuestros aspectos más animales que estamos descuidando? ¿Ha pasado a un segundo plano?En absoluto. Creo que está muy en boga, desde hace muchas décadas, el perfumarse, por ejemplo. No es nuestro olor natural, pero es la prueba viva de que intentamos seducir mediante el olfato. Si hablamos de nuestro propio olor nuestras referencias de seducción han cambiado. Lo que ahora es sexy por oler al último perfume de una marca cara, antes era el olor a sudor de una dura jornada de trabajo, hablando de hombres, claro. El olor de la mujer por general nunca se ha visto demasiado bien, no en público al menos.

¿De qué manera podemos volver el olfato un aliado de la sexualidad? ¿Cómo podemos entrenarlo?
Creo que lo fundamental es desestigmatizar el olor natural del cuerpo. Todo está demasiado aséptico, tanto que no solo estamos limpiando nuestro cuerpo sino que estamos quitándole muchas propiedades necesarias para la salud. Por ejemplo, ¿cuánta gente sabe que la vulva solo debería lavarse con agua? ¿Que realmente no huele mal y que la vagina se limpia sola? El mejor entrenamiento es comprender esto, conocer los cuerpos e identificar qué es insalubre y qué no.

Ya que se dedican a crear productos de cosmética erótica, ¿a qué diría que huele el erotismo?
Te diría que dulce e intenso. Probablemente un aroma que exista actualmente y lo relacione con el erotismo sin ninguna duda es Aphrodisia, un aroma creado en exclusiva para nosotras por un maestro perfumista de Barcelona basado en una receta milenaria afrodisíaca del Kamasutra. Es realmente único y engloba a la perfección la idea de seducir mediante el olfato.

¿Cómo se decide un perfume en vez de otro? ¿Qué se tiene en cuenta?
Es un proceso complejo. Para empezar, en Bijoux Indiscrets tenemos un respeto absoluto por el medio ambiente y el mundo animal, por lo que descartamos cualquier ingrediente o proceso que incida en eso. Investigamos las últimas tendencias como punto de partida y a partir de ahí trabajamos, junto con maestros perfumistas, la formulación. Siempre se espera de un aroma que te transporte a algún momento agradable o que aluda a un momento atractivo para el imaginario colectivo.

¿Cómo nos afectan en la cama los diferentes aromas? ¿Despiertan diferentes sentimientos distintas fórmulas?
Cada aroma despertará un sentimiento distinto, dependiendo de si has tenido o no relación con ese aroma y qué recuerdo tienes de él o qué te inspira. No es lo mismo un aroma cálido y fuerte con toques de canela que una fragancia fresca floral y cítrica; seguramente la primera te resulte más sugerente y la segunda más amena. Aunque no es una ciencia cierta, porque la persona que lo lleve también despierta algo por sí misma, con o sin perfume.

Saliendo de los más típicos como pueden ser la fresa o el chocolate, ¿qué perfume nos recomendaría para experimentar?
Bubble Gum, nuestra última creación para gel de masaje e íntimo y bruma corporal. Los aromas deberían evocar algo y creo que no hay momento más feliz que el de la adolescencia, donde experimentas, donde te echas un chicle en a la boca por si al final te atreves a dar el paso con el chico o la chica que te gusta. Es divertido, dulce y gamberro. Lo tiene todo para pasar un muy buen rato.

Así que si, tras leer esto, tienes ganas de volver a tu nariz más experimental, empieza por algo tan sencillo como mantener cerrados los ojos o usar una venda para taparlos. A ciegas, guiándote solo de los otros cuatro, notarás que empiezas, sin darte cuenta, a volverle a prestarle atención al olfato.

Duquesa Doslabios.

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Orden en el amor: aplicando la filosofía de Marie Kondo a las relaciones

Del documental de Marie Kondo, la experta del orden cuya filosofía ha querido llevar Netflix a todos los rincones del mundo en forma de serie de autoayuda, me ha servido para dos cosas. En primer lugar para cambiar radicalmente la organización de mi cajón de la ropa interior (nunca volveréis a doblar los calcetines igual).

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Pero además, escuchando sus consejos sobre cómo ordenar mi espacio, me di cuenta de que eran lecciones que podía aplicar a otros aspectos de mi vida, y, especialmente, a mi intimidad. Una manera de estructurar mis relaciones independientemente del tipo que fueran.

Así que, para personas caóticas como yo, esta es la conclusión que podéis sacar del método KonMari.

Quédate solo con lo que te traiga alegría es una norma ideal para perder de vista todo lo que vamos acumulando por casa, sí, pero también con las personas. Piensa por un momento de qué te sirve gastar tu energía, tu tiempo e igual hasta tu dinero, en una persona con la que no sientes que aquello vaya a trascender.

Las relaciones estancadas, las que solo traen discusiones, peleas, días sin hablar, rupturas constantes, silencios incómodos y malestar en vez de momentos de felicidad, entran también en el mismo saco imaginario.

Es importante que te des cuenta de ello para aplicar su segunda máxima: dejar ir para hacer espacio a las cosas que importan. Se incluyen en esta categoría los por si acasos, que es lo que se conoce como el banquillo.

Ya seas recurrente en el asiento o si eres quien está al otro lado fichando si están los sitios ocupados, mejor cortar por lo sano y dejar marchar a las personas o bien irnos si estamos esperando turno.

Para Marie Kondo es fundamental tratar las cosas como si estuvieran vivas, evitando dejar los objetos tirados, arrugados o descolocados, algo que, desgraciadamente, hacemos en ciertas ocasiones en pareja de manera más o menos consciente. Por ello, el equivalente de esta norma, sería tratar siempre bien al otro.

La clave del orden es tener las cosas organizadas por categorías, manteniendo cada cosa en su lugar. Las camisetas en un lado, los zapatos en otro y los vasos de la cocina todos juntos en vez de desperdigados.

¿Cómo se extrapola esto? Además de servir para ordenar el cajón de las perversiones (vibradores en sus bolsitas, los frascos de lubricantes agrupados…), ayuda a clasificar tus relaciones.

A muchos no nos gustan las etiquetas, especialmente cuando salen de manera irremediable en las comidas familiares, pero en el método KonMari emocional puedes usarlas libremente. Hay personas con las que sabes que puedes pasar un buen rato sin compromiso, algunas para hacer planes subidos de tono, otras que puede llegar a interesarte conocer más en profundidad…

Los objetos sentimentales tienen tanta cabida en el espacio de nuestra casa como en las relaciones. Antiguas cartas de ex parejas, regalos… ¿Son cosas que realmente te traigan felicidad? De ser así guárdalas donde corresponda.

De lo contrario despídete dándoles las gracias (mostrarse agradecido por el bien prestado es algo muy importante en la filosofía del orden) y tíralas sin mirar atrás. Te han traído buenos momentos y pasarán a tus recuerdos. Ahora tienes espacio para las cosas realmente importantes, las que te traen verdadera felicidad.

Por último, el objetivo es comprometerse con el orden y verlo como una actividad de disfrute, es decir, mantener a largo plazo esas máximas en nuestra vida y no caer en las costumbres anteriores. Es todo un reto, pero como dice muy sabiamente: «El espacio en el que vivimos debería ser para la persona en la que nos estamos convirtiendo ahora, no para la persona que fuimos en el pasado«, un mantra que funciona a nivel personal.

Duquesa Doslabios.

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¿Ha llegado el apocalipsis sexual?

Como mujer nacida en los 90, hay varios problemas que me preocupan de mi generación: la crisis económica que nos ha dejado independientemente de nuestros estudios en el paro, las malas condiciones laborales cuando tenemos la suerte de encontrar trabajo, la fuga de cerebros para trabajar de pizzero en Londres… Y, por supuesto, la crisis sexual.

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Creo que los millennials nos encontramos en pleno apocalipsis de la sexualidad y ni siquiera nos hemos dado cuenta de que lo tenemos sobre las cabezas.

De entre nosotros ya salen los primeros impotentes, ya que muchos hombres jóvenes están teniendo problemas a la hora de excitarse por culpa de los estímulos de la pornografía.

Estando expuestos y encontrando placer viendo imágenes explícitas e irreales hacen que las relaciones sexuales convencionales resulten poco estimulantes y terminen padeciendo disfunción eréctil siendo el nuevo mercado de las clínicas de salud sexual masculina.

Aunque no tenga relación con la industria cinematográfica, cabe mencionar también que la calidad del semen ha empeorado.

Ni Crossfit ni puenting, vivir en las ciudades es el nuevo deporte de riesgo ya que factores ambientales como la contaminación, los químicos que llegan a los alimentos así como un estilo de vida poco saludable en el que abunden las sustancias poco recomendables pasan factura a los espermatozoides volviéndolos más pequeños y deformes.

La conclusión es que cada vez son más parejas las que tienen que recurrir a las clínicas de fertilidad y fecundación asistida para poder tener hijos, otro punto en contra de la vida sexual de la Generación Y.

Si 1980 fue la década del sida, en los últimos 5 años podemos hablar del cáncer de garganta provocado por el sexo oral, una enfermedad que no hace otra cosa más que crecer en España.

Aunque todavía estamos muy por detrás del número de personas que lo padecen en Estados Unidos o en Europa, a este ritmo de parejas sexuales sin protección alguna, aumentarán los casos. Una enfermedad que, encima, tienen más riesgo de contraer los hombres.

E irónicamente, en contraposición a la promiscuidad y falta de barreras que hacen que crezcan los casos de contagiados de VPH, como millennials somos la generación que menos practica sexo.

Quitando aquellas personas en los veintitantos que han aceptado el celibato como forma de vida, el menos número de casos, varios estudios han revelado que nuestra vida sexual es mucho menos activa que la de la generación anterior, la nacida entre los 60 y 70.

Por mucho que parezca que las tecnologías nos acercan, la conexión online no siempre es la clave. Estamos tan saturados que nos perdemos el contacto directo, experiencias reales, vínculos en vivo y conversaciones más allá de emoticonos.

En plena era del #MeToo, la preocupación sobre la seguridad está más latente que nunca ya que cada vez hay más conciencia sobre los riesgos de quedar con personas desconocidas.

La masculinidad tóxica propia de una sociedad machista también deja claro que debemos aprender nuevas maneras de relacionarnos alejadas de los estereotipos de género y del mito del amor romántico.

Y si a eso le sumamos nuestros problemas de compromiso, que no nos casamos, que no tenemos prisa en dar pasos acompañados, (algo que no tiene por qué ser necesariamente malo) tenemos el último factor que prueba que los millennials estamos en pleno cambio afectivo-sexual.

Pero que no cunda el pánico, al igual que hemos salido de la etapa de los contratos de prácticas cuando parecía imposible, saldremos de esta. Somos millennials.

Duquesa Doslabios.

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¿Sufres de estrés? Enamórate

Sí, yo también he leído el titular con voz de anuncio de la Teletienda al escribirlo. Pero por mucho que podamos pensar que lo más agobiante del mundo es llegar a casa y ver que nuestra pareja no ha vaciado el lavavajillas, sino que se ha limitado a sacar un plato para recalentarse la cena, el amor es el mejor antiestrés.

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Mejor que cualquier ansiolítico y 100% natural, una medicina en forma de persona de carne y hueso.

Así como hay otras buenas razones para enamorarse, como poder compartir los postres, hay varios estudios que han puesto el amor bajo la mira descubriendo que independientemente de si está en el aire, como decía John Paul Young, ronda por el cerebro.

Hay varios cambios que suceden sin que nos demos cuenta en el interior de nuestro cráneo. Modificaciones que van desde la explicación de la felicidad, la tranquilidad o la falta de miedo.

De hecho, por mucho que el amor romántico diga que la persona de la que nos enamoramos tiene que ponernos el mundo del revés, la cabeza en los pies y el corazón a ritmo de hombros de Shakira, lo cierto es que, a nivel fisiológico, supone todo lo contrario.

Calma y seguridad son dos sensaciones que experimentamos cuando estamos con la persona de la que nos hemos enamorado.

La Neurobiología del Amor, un estudio de la Universidad de Medicina de Berlín de 2005, fue la investigación que descubrió de qué manera estar enamorado interaccionaba con los sistemas de respuesta del estrés.

Ante discusiones, problemas o situaciones de agobio, una persona enamorada reacciona de manera más calmada.

Al aumentar la sensación de seguridad, disminuyen la de estrés y ansiedad. De hecho, es tal la estabilidad que se siente, que es incluso extensible a otros aspectos de la vida, lo que permite tomar mejores decisiones que si los enamorados estuvieran en un estado emocional alterado.

Este cambio lo secundó el Instituto Blavatnik, de la Escuela de Medicina de Harvard de Medicina, con un estudio realizado en parejas enamoradas averiguando por qué cuando estamos enamorados enseguida nos lo notan en casa.

La felicidad que sentimos, es difícil de disimular hasta el punto que sentimos que brillamos, algo que sucede a nivel cerebral en algunas zonas.

El amor nos hace sentir satisfechos, de hecho hace que aumente la actividad en las zonas que están asociadas con el sexo, la memoria y la recompensa ya que se iluminan en los escáneres de las personas enamoradas.

¿A cambio? Disminuye la actividad cerebral en las zonas relacionadas con el miedo y el disgusto. Lo que nos da la ecuación de que Amor= – menos mal rollo + más felicidad.

Tampoco podemos olvidar el papel de la dopamina en el amor, un neurotransmisor que estimula los centros de placer que se libera en mayor cantidad cuando estamos en pareja, así que ante la duda, enamórate y mucho.

Duquesa Doslabios.

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8 de marzo, no es por mí por quien marcho

Te digo que no, que no es por mí por quien grito, que no es por mí por quien marcho.

GTRES

No es por mí por quien agitaré las manos en alto, por quien protesto, por quien reclamo.

No es por mí, pero sí es por todas las que no pueden estar a mi lado.

Es por la que quedó con su exnovio, «Una vez más, te lo prometo, mamá», solo para romper en persona y terminó reventada contra la mediana de la carretera.

Es por la que se fue de Erasmus y se despertó sin bragas, con la cabeza y la boca pesadas. La que entendió que no había sido solo un sueño sino una pesadilla que repetiría su cabeza en bucle desde ese día.

Es por la que salió a correr, como cualquier otra tarde, y terminó tirada, desnuda y asesinada, detrás de unos arbustos.

Es por la que llegaba a casa y le reventaron la cabeza a puñetazos en su portal. O por la otra a la que le reventaron el resto del cuerpo.

Es por la vecina de tus abuelos, esa a la que siempre pegaba su marido cuando llegaba a casa independientemente de si había pasado por el bar primero.

Es por ellas y es por ti. Que te tocan el culo sin permiso en la discoteca, que se agachan para verte las bragas mientras subes las escaleras mecánicas del metro cuando llevas falda, que te dicen «guarra» por mandarle un WhatsApp de madrugada y negarte luego a ir a su casa, que te piden que te apartes si amamantas, que eres una monja si vas muy tapada, que sonrías que estás más guapa, que te llaman calientapollas por subir a Instagram una foto sin sujetador, que te acompaña a casa con la condición de que le dejes subir, que te hacen gestos cuando bailas reggaeton, que te dicen que eres una desconfiada si no aceptas hacerlo sin condón.

Es por todas por quien daré la cara, la voz y las palabras. Hoy es por nosotras.

Nos vemos en las calles.