Archivo de febrero, 2018

«A los 50 lo que quieres es dormir»

Firma invitada M.C.M.E. para El blog de Lilih Blue

«Cuando nos enamoramos, queremos compartir todo con esa persona: nuestros sentimientos, intelecto y apetencias sexuales giran a su alrededor. Nos las prometemos felices y nos lanzamos a una vida en pareja, mediante contrato o sin él. La duración del enamoramiento es limitada: «no es bueno estar en la nube todo el rato» nos aseguran los expertos en química cerebral. Pero el amor permanece y nos aventuramos en una etapa criando hijos, que llenarán nuestras noches y días.

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Nuestra vida como pareja se puede ver reforzada o debilitada, porque nuestra prioridad son esos pequeñines a los que hay que cuidar. Vamos sumando aniversarios mientras los hijos crecen. Tal vez ya ni los celebres, o te regale, después de olvidarse los últimos años, un jersey horroroso y le dices que muy bonito, (pobre, que ya que se acordó).

Con el paso del tiempo cimentamos la soñada vida común, acumulando experiencias gratificantes y agravios. Las discusiones pueden ser un «más de lo mismo», porque, nuestra memoria, no permite que nos olvidemos de antiguos rencores, que saldrán una y otra vez, cuando surja un desencuentro.

Nos volvemos tan previsibles, que es fácil dejarnos llevar por la rutina. Es posible que un silencio denso, insoportable, esté multiplicando la distancia, a una escala cósmica, del espacio que separa las butacas en las que sentados, veis alguna pantalla. Y pasan lustros, décadas, y te ves en la mitad de tu vida, con el tiempo lleno de ocupaciones.

¿Y el tiempo para el sexo? Las amistades te dicen: «A los cincuenta lo que quieres es dormir, o prefieres leer un libro antes que ponerte al tema, o tienes más ganas que tu pareja, que ya casi ni te mira«. Igual estáis instalados en la falsa calma de los que llevan tiempo juntos y apenas comparten sus inquietudes y mucho menos sus ilusiones, y ya ni siquiera discuten porque les parece un esfuerzo inútil, y el sexo esporádico.

Como dice la canción de Luz Casal: «Y no me importa nada, nada…escucho tus bobadas acerca del amor y del deseo… Que rías o que sueñes, que digas o que hagas… Por mucho que me empeñe… Que vengas o que vayas…»

La pareja necesita tiempo para compartir ideas, afecto y el deseo sexual, porque si no, su vida puede resumirse en un compartir piso, con derecho a roce o no. Buscar tiempo para los dos, para hablar de lo que pensáis y sentís. Poner en común para mejorar. Elegir actividades para disfrutar juntos. Planificar un viaje. Revisar todo lo que se puede cambiar. Olvidar lo que no permita avanzar. Organizar una cena o comida romántica de vez en cuando. Hacer todo aquello que os impulse a seguir adelante juntos, porque creáis que merece la pena.»

Los errores que cometes (sin saberlo) cuando practicas sexo anal

De la serie Los errores que cometes (sin saberlo) cuando le haces una felación, y Los errores que cometes (sin saberlo) cuando le haces un cunnilingus, llega el tercer volumen para todos los que tienen curiosidad acerca del sexo por la puerta de atrás.

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«Las cosas no están bien por hechas, sino por bien hechas», una máxima que deberás aplicar a la hora de tener sexo anal ya que estos son los errores más comunes a la hora de ponerse manos a la obra:

  1. Estresarse: el acto de ser enculado empieza en la mente. Para comenzar hay que estar mentalizado de que es una práctica sexual como cualquier otra, que no tiene nada de malo y cuyo fin es el placer. Aquí hemos venido a pasarlo bien.
  2. No ir al baño antes. No digo inflarse a laxantes, una limpieza de colon o usar una pera para ducha íntima. Basta con que hayamos ido al baño un par de horas antes para que tengamos el camino despejado. Y por supuesto lavarnos la zona con agua y jabón.
  3. No excitar. El recto es un músculo, y aunque mentalmente no lo podemos controlar podemos conseguir que se relaje. ¿Cómo? Estando excitados, por lo que lo mejor es estar estimulando el clítoris de manera continua de principio a fin.
  4. No lubricar adecuadamente o directamente no lubricar. Si no hay una adecuada lubricación puede ser la primera y última vez que practiques sexo anal. Piensa que el recto está diseñado como vía de escape, no como zona de carga y por tanto no se humedece naturalmente.
  5. Usar lubricantes de base oleosa es mucho más incómodo que usar uno de base acuosa. El lubricante a base de agua no se convierte en algo pegajoso, y aunque hay que reponerlo más a menudo, es preferible a la hora de tener sexo anal.
  6. Meter el pene directamente. Al ser un músculo, hay que acostumbrarlo previamente. Se puede empezar metiendo un dedo delicadamente (prohibido llevar uñas largas) y una vez entre sin problema pasar al pene.
  7. No usar condón. Independientemente de que a través del ano no exista riesgo de embarazo, sigue siendo una vía de contagio de enfermedades de transmisión sexual, por lo que el condón, además de más higiénico, es obligatorio.
  8. Ser impaciente. Esto no es como el sexo vaginal, no se puede meter nada rápido. Hay que tomarse su tiempo por lo que escoge un momento en el que no tengas ningún tipo de prisa y puedas dedicarle la atención que se merece.
  9. Dar duro. Esto no es una película pornográfica en la que los actores puedan meterse una berenjena por el ano sin sentir ni padecer, por lo que es muy importante la gentileza y ser delicado. El sexo anal es una cuestión de confianza, ya que confías plenamente en que la otra persona va a parar si a uno le duele. Recuerda que el dolor es una señal de que algo está yendo mal. Es mejor parar y volver a empezar varias veces antes que arriesgarse a un desgarro.
  10. La posición inadecuada. Para creativos en la cama ya está el sexo vaginal. En el anal el receptor debe estar relajado, por lo que las posturas más cómodas son la del perrito o tumbados medio de lado. Esta última hace algo más tediosa la penetración pero es la que permite que el receptor pueda estimularse cómodamente mientras el otro trajina a sus espaldas.

Una vez está entro, solo queda disfrutar de los orgasmos estelares, ya que la sensación de placer es mucho más intensa que durante la penetración vaginal (recordad que el clítoris no debe abandonarse en ningún momento), y, también, aguantar las ganas de ir al baño, que son algo normal y simplemente fruto de lo que está pasando detrás.

Duquesa Doslabios.