Hace poco me decía una amiga que le gustaba quedar conmigo porque no hacíamos cosas ‘locas’ como con el resto de sus amigos, sino que hacía cosas de ‘adulta’. No me llamó aburrida, pero por la descripción sonaba justo a eso.
Yo soy lo que en el panorama de citas actual se consideraría una beige flag andante.
PEXELS
(¿Cómo que aún no me sigues en Instagram? Pues venga…)
Permite que te introduzca este nuevo concepto, porque la diferencia entre red flag y green flag ya te la sabes, ¿no?
Mientras que las green flags son cualidades positivas que apreciamos en alguien, las red flags son todo lo contrario, señales de alarma o indicativos de que mejor salir de ahí cuanto antes.
La beige flag es la neutralidad y, por lo que se ve en el caso de quienes cuentan las beige flags que se han encontrado en otras personas, cosas como que conduzcas muy despacio, que prefieras una agenda en papel antes que la del móvil, que te lleves una silla y una sombrilla a la playa o que te encanten los Crocs.
En definitiva, es algo que no molesta, pero que está ahí. Y tampoco es lo más emocionante del mundo.
Y yo, como buena defensora de este tipo de banderas, he de decir que las considero las nuevas green flags porque son la prueba de que estamos ante una persona normal.
Me explico. Socialmente relacionamos el enamoramiento con idas y venidas, subidas y bajadas por el chute hormonal.
Además, según las series y películas, relacionamos amor con aventura y expectación, con una persona que nos tiene la cabeza descolocada y no sabemos por dónde va a salir hoy: si vendrá a casa con un ramo de flores o ignorará los mensajes mientras sufrimos por esa frialdad.
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Pero eso al final es una muestra de que se está teniendo un amor sin ningún tipo de estabilidad ni evolución, que nos mantiene en un estado ansioso e inseguro.
En cambio una persona estable, rutinaria, se mueve en la tranquilidad y es eso lo que busca y transmite en su vida, por lo que la relación no va a ser una montaña rusa, sino un apacible paseo.
Es más, cuando vivimos con alguien de serenidad tendemos a pensar que se ha apagado la llama o que la relación no da más, cuando es en esa calma que se puede construir la confianza en quien sabemos que no nos va a fallar y por tanto el vínculo se fortalece.
Mi conclusión es que mientras sigamos viendo que las personas normales son las que se deben evitar, caeremos de cabeza en quienes llevan las red flags, que son el auténtico peligro.
Y encima nos creeremos que eso es amor de verdad.
Mara Mariño
¿Qué sentido de relación puede haber en un mundo en el que la censura de un pezón es lo más sano y digno?
¿Qué sentido de sexualidad puede haber en un mundo en que continuamente se censura la realidad natural del ser humano?
¿Qué tipo de psicología puede existir en ese entorno antinatura e hipócrita, represor, a favor de la natura humana?
Pues eso, el ser humano negando la verdad natural en favor de la artificiosa mentira oficial de los censores de esa realidad maravilla.
29 mayo 2023 | 12:20
El mundo no existe, de igual manera que tampoco existe el sexo, ni el cuerpo humano. Sólo existe la mente, pura y cristalina, además de fotochopiada, como merece esta especie tan evolucionada y perfecta.
El mundo dejó de existir hace unos años, cuando amaneció un culo bailando el twerking. De ahí en adelante vino el proceso hacia la hecatombe que tuvo su puntilla en la aparición de un pezón femenino en los medios de comunicación oficiales, tan sanos y sabios ellos. Y fue por un descuido, que se olvidó la mano santa de emborronar un pezoncillo y he ahí a desgracia del fin del mundo que se hizo realidad. Porque, como los medios de comunicación oficiales decían, como se vea un pezón, la mente entrar á en barrena y se terminará por perturbar todo el mundo. Caerán las neuronas en un agujero negro y absorberá toda la inteligencia de este planetita nuestro. Así fue, se vio un pezón y se putrefactó todo cerebro, de mujeres incluidos, cosa rara, pero es así como lo pronosticaban siempre los medios y mira tú por dónde que era verdad (bueno, al verdad de los noticieros ya se sabe qué verdad es…) Ahora vivimos en el Universo paralelo (para lelos)
Y destruido el mundo, ¿para qué hablar de sexo? Así mataron dos pájaro de un tiro los medios y se ahorraron el emborronar pezones (los culos parece que no les perturbaban las neuras) y no pasaron por el trance de tener que ver un sexo para no sucumbir su Universo interior antes que sucumbiera el resto.
Ahora están felices y contentos los medios porque entre las nubes, con tanta nube, no hay cuerpo alguno que perturbe sus excelsos cerebros.
También están contentos porque ya no salpican al orinar por fuera, que como tenían prohibido ver genitales antes de los 18, y después también si no se ponían la venda que los mantuviera imperturbables, pues les era más difícil acertar con el agujero de la taza.
El mundo es por fin salvo y seguro, sin sexo ni pezones ni cuerpos. Qué maravilla.
29 mayo 2023 | 16:52
Paz y tranquilidad, nada de sobre saltos, que hay de malo en ello? no todo es innovar o probar cosas nuevas o ya lo has probado y ya esta,
06 junio 2023 | 11:53