Archivo de marzo, 2021

Amiga, 10 reflexiones para que te liberes un poco (más) este 8M

En un 8M en el que las madrileñas no podremos salir a la calle (aunque a las 20h circulan convocatorias para que bajemos a los portales de nuestras casas para seguir convirtiendo la ciudad en una manifestación), toca reflexionar sobre el papel de la mujer en la actualidad.

Y toca reflexionar porque todavía se escucha que ya lo tenemos todo conquistado, que tenemos los mismos derechos, que podemos llegar a los mismos empleos o que incluso cada vez hay más amos de casa que se encargan de la crianza de los pequeños.

Lo comentaba hace unos días, seguimos teniendo pendientes muchas desigualdades. En discursos, a la hora de relacionarnos, en la cama o incluso ante los ojos del capitalismo mediante los anuncios.

SAVAGEXFENTY

Así que para empezar el Día Internacional de la Mujer, quiero animarte a que luches desde casa. Porque la mayor revolución del feminismo no es que te eches a las calles o grites consignas, es la que sucede en tu cabeza la primera vez que descubres que existe un sistema que te discrimina que se llama Patriarcado.

Mi forma de hacerlo ha sido engancharme a Libres, una serie de Arte.tv (es gratuita y la encuentras en la web) que tiene 10 episodios con un solo objetivo: abrirte los ojos de los temas que tenemos pendientes.

Así que he recopilado las 10 reflexiones que más me han llamado la atención -una por capítulo-, para que te animes si no a verla, a plantearte cómo es que las cosas siguen tan desequilibradas cuando, aparentemente, no deberíamos quejarnos por tenerlo ya ‘todo’.

  1. El esperma es solo comparable a un jugo divino. Olvida el zumo de apio de las famosas o el smoothie cargado de antioxidantes. ¿Cuántas veces has leído (normalmente porque te los han pasado) artículos sobre los beneficios del esperma? Que si bueno para la piel, que si reduce el cáncer de mama… No verás estudios de la importancia de vaciar la copa menstrual de tu compañera de un sorbo ni de lo placentero que podría ser para nosotras untarles la cara de flujo. La adoración y exaltación sexual de los fluidos es un carril de un solo sentido.
  2. Las dick pics o fotos de penes no son una forma de conquista. No te las manda ese chico que lleva secretamente enamorado de ti desde el instituto y desea convertirse en el padre de tus hijos. Tampoco importa si quieres recibirla o que no la hayas pedido en absoluto, es una forma de demostrar su poder. Si nosotras mandáramos fotos de nuestras vulvas, teniendo en cuenta la no educación sexual que han recibido muchos, a más de uno le costaría identificar qué es eso.
  3. El conservadurismo del mommy porn o por qué los cuentos de amor modernos pasan por castigar a las mujeres. Se ha popularizado un BDSM suave (gracias a romances eróticos anticuados que se han adaptado) pero solo somos nosotras las que recibimos el mensaje de adoptar el papel de sumisas. Un rol bajo el que según estas historias, solo con el control físico, emocional y sexual de un hombre podemos liberarnos.
  4. Estamos en 2021 y la sangre de los anuncios de compresas se sigue cambiando por un líquido azul. Cada mujer pasa aproximadamente 2.250 días con la menstruación y sigue siendo un tabú que está apartado de toda clase de representaciones culturales. No solo en los anuncios, también en las películas pornográficas las actrices introducen una esponja para evitar que salga una sola gota. Si nosotras estamos acostumbradas a bajarnos las bragas y ver sangre tantas veces al año ¿la sensibilidad de quién protege entonces mantenerla oculta? Correcto, a la de ellos.
  5. El audio que se filtró en los premios Goya deja de manifiesto cuánto trabajo queda por hacer en este punto: la mujer solo tiene validez bajo la mirada masculina. Y es un valor asociado al físico, es decir juventud y cuerpo. La identidad femenina solo existe si se puede esgrimir como trofeo. Da igual que seas una actriz reconocida o una cantante de fama mundial si solo se te ve como «puta» por llevar tatuajes.
  6. Lo que nos lleva al control de peso y una vida en la que las dietas son conocidas para la mayoría de nosotras. Y, si no las dietas, las restricciones alimentarias. «Mejor no me pido postre», «No voy a repetir» o «Solo una patata frita», son pensamientos que se nos pasan por la cabeza por el miedo a engordar. Y por mucho que estemos en la era del bodypositive, también hay que decir que los cuerpos supuestamente curvy que se popularizan en pasarelas o como modelos de lencería, tienen proporciones poco realistas.
  7. Entre las sábanas, la brecha se manifiesta en forma de orgasmos desiguales y una concepción de la vida sexual que parece que todo gira alrededor de la penetración mientras que el resto de prácticas son solo un preliminar. Mientras que los hombres viven su vida íntima con orgullo, entre las mujeres todavía pesa el ocultar la cantidad de parejas. Sorprendentemente, recae en nosotras la responsabilidad de romper la rutina, de innovar para que él no se canse. Porque si es solo para un hombre, tu pareja, sí está bien visto que te sueltes la melena.
  8. La bisexualidad es solo aceptable si es entre dos mujeres (e incluso aplaudida y celebrada) mientras que los hombres se horrorizan cuando insinuar que, en un botellón, se besen entre ellos. Curiosamente, la mayor cantidad de porno lésbico es consumida por hombres.
  9. Muy relacionado con el punto anterior se encuentra la eterna disyuntiva por el ano. Es una zona que tenemos por igual todos pero que sigue relacionándose con la humillación (¿cuántos insultos se te ocurren relacionados con ‘dar por culo’?). Eso consigue que forme parte del inconsciente colectivo y que, como hombres -aka los que están por encima en la sociedad- no esté bien visto decir que su novia les ha metido un dedo por ahí y lo han flipado.
  10. El pelo está prohibido (si eres mujer). Ya que la mayoría de barbudos son hombres, relacionamos virilidad con vello corporal y se tacha por completo como cualidad femenina -cuando todos tenemos una capa de vello más o menos fina-. Desde pequeñas las muñecas nos recuerdan que solo podemos tener pelazo en la cabeza y el capitalismo se sube al carro colándote en la cabeza la idea de que con sus bandas de cera o cuchilla depilatoria conseguirás la confianza que te falta para no perderte ese plan de playa o piscina con tus amigas.

Duquesa Doslabios.

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No es otra ‘review’ de un succionador de clítoris

Tengo cuatro succionadores de clítoris. Cuatro. No son iguales, pero es un producto que, sea de la firma que sea, suele garantizarte el orgasmo (la velocidad a la que llegues ya es otra historia).

Y no te puedes imaginar lo feliz que me hace que siga siendo uno de los productos con más éxito de ventas o que sea raro encontrar a una mujer que no tenga uno en su casa.

Duquesa Doslabios

Para quienes, como yo, hemos pasado gran parte de nuestra vida sexual pensando que algo no funcionaba bien entre las piernas (por no disfrutar tanto de la penetración cuando eran las películas las que estaban pintando un sexo de ficción), el succionador es un puñetazo en la mesa.

La declaración de intenciones de que tú y yo estamos bien hechas. Solo que estábamos mirando hacia otro lado sin tener en cuenta que hacían falta menos juguetes para meter por la vagina y más productos pensados en estimular las 8.000 terminaciones nerviosas del clítoris.

Y, una vez pruebas el juguete en casa, te corres noventa veces y te preguntas para qué gastarías tanto dinero en hacerte las pestañas cuando era un buen orgasmo lo que realmente te iba a iluminar la mirada, llegas a la conclusión de que no puede haber ningún artículo comparable a tu sex toy estrella del cajón.

O, al menos, eso pensaba yo muy convencida después de probar los diferentes modelos.

Pero hace unos días llegó un paquete a mi casa de Lelo, quienes se han encargado no solo de amenizarme 2020 sino de rescatarme cuando volvía a estrenar soltería (y por tanto de hacerme más amena la estancia conmigo misma) y me mandaron Enigma.

¿Otro succionador de clítoris? Fue lo primero que pensé. Ya he probado el normal, el que va más lento, el de boquilla amplia… ¿De verdad hay más maneras de excitar esa zona que sean más efectivas que las que había probado hasta ahora?

Pues como puedes adivinar viendo la imagen, no era otro succionador. O no uno como los que había probado hasta ese momento.

Con esa boquilla diminuta tampoco me parecía 100% estilo conejito, los que llevan un dildo pegado a una protuberancia que te estimula el clítoris.

Era algo distinto. Un mix entre los dos. Como si hubieran tenido una noche loca en La Isla de las Tentaciones y les hubiera salido una hija de la Generación Z que hace Tik Toks y lleva el pelo degradado.

Y como hemos venido a este mundo a probarlo todo, ahí estaba yo, entendiendo qué tenía de diferente ese juguete con forma de interrogación respecto a los demás.

La primera conclusión es la más evidente, mi nuevo amigo no es para la superficie, hay que meterlo (o al menos parte de él).

Y a no ser que ya estés excitada solo con la idea, recomiendo usar lubricante o algo de saliva en su defecto. Respiras hondo, relajas los músculos de la zona y aquello va entrando solo (por la parte del apéndice curvado, claro, no cometas la burrada de meterlo por donde los botones, que eso es el mango).

Si que es verdad que de primeras te puede parecer un poco raro esto de que la parte que queda fuera de la vagina te parezca que está invertida, pero en cuanto ya notes que tienes la boquilla del succionador a la altura de tu clítoris, estás lista para la acción.

Y es que esa es una de las cosas que más me gusta, que como la unión con forma de ‘U’ es flexible, puedes regularlo a tu altura, no está diseñado para una vulva específicamente porque se adapta a todas.

El funcionamiento es como el de sus antecesores con una diferencia. La zona de dentro vibra también tocando esas paredes que coinciden con la parte interna del clítoris (y debidamente estimuladas, terminan por hacer que te arda la cara).

Además del modo clásico de vibración o los que son intermitentes, hay un par de opciones que alternan la vibración interior con el succionador. Aquello es la fantasía.

Por dos razones, la primera porque no te lleva al orgasmo de inmediato, sino que te hace conectar primero con el interior de tu vagina y segundos después con el clítoris, con un breve (y glorioso) periodo en el que ambas coinciden.

Como digo, no es un orgasmo inmediato, pero la sensación de ‘pasar’ de una a otra parte es tan placentera que, el orgasmo que puedes vislumbrar al final del camino, se vaticina espectacular (y termina siéndolo).

¿Que si compensa para usarlo en pareja? En mi caso, me ha tocado probarlo sola, pero ¿por qué no usarlo como aprendizaje? Quizás si alguien lo ve en marcha entiende qué zonas debe estimular con los dedos o con la lengua.

En cualquier caso, para sexo anal (o un buen beso griego) me parece una opción muy interesante, ya que otros vibradores pueden entorpecer las posturas. Con la forma de interrogación nos aseguramos que quede por delante «el grueso» del juguete y no moleste nada.

Duquesa Doslabios.

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¿Por qué si una mujer habla de sexo es una ‘guarra’?

Querido lector,

Hoy te hablo a ti directamente. A ti, que desde, que empecé a escribir en 2017, me has llamado de todo.

Bueno, de todo no. Me has dicho «guarra», «cerda», «puerca», «marrana», «zorra», «puta», «perra»…

Me lo has llamado sin conocerme de nada. Sin saber quién soy, dónde me encuentro, cómo me llamo ni cómo me siento al respecto.

Me lo has llamado por escribir aquí, de sexo.

SAVAGEXFENTY

Y me lo has llamado tantas veces desde hace 4 años, hablara de lo que hablara, que ya no es que no te guste un tema concreto, un enfoque, mi opinión del ghosting o del sexo anal.

Me lo has llamado por ser mujer y por la temática del blog.

Porque ha sido compartiendo en este espacio mi opinión sobre un tema tan natural como es el sexo, que merezco, bajo tu punto de vista, ser insultada.

Y no insultada de manera constructiva, animándome a mejorar la escritura, sino con la que es la ofensa más fuerte hacia la mujer, la perla de los improperios, la estrella de la colección, el comodín que vale para todo lo que hacemos que está mal para ti, ya sea escribir, rechazarte en un bar o tener un salario más alto que el tuyo.

No puedo evitar preguntarme -ya que la mayoría de los insultos vienen de hombres como tú-, si se daría el caso contrario si fuera un Duque Doslabios, un Pepito Miravet o un Luis Blue el que escribiera un espacio sobre cómo disfrutar del sexo, cómo hacer una buena comida de coño.

Me pregunto si a diario se meterían mujeres en la sección de comentarios a faltarle el respeto, a tacharle de pervertido, a decirle, -como me dices tú-, que es un puto, un perro, un marrano.

Es obvio que no, vosotros os libráis porque pensáis que seguís pudiendo encabezar la caza de brujas del siglo XIX, demonizando a las mujeres que, como yo, experimentamos nuestro deseo sexual.

Las que hablamos del placer, nos acostamos con ese tío que hemos conocido en un bar porque nos pone y que ni lo tapamos ni lo escondemos, quienes no oprimimos nuestro deseo ni seguimos haciendo como si no existiera.

Esas que lo vivimos por y para nosotras en vez de para tu disfrute.

Ya no te compramos que, para que nos aceptes, para que nos consideres decentes, tengamos que mantener esa parte bien escondida, ser damas en la calle, pero putas en la cama. Seremos lo que nosotros decidamos y te tocará respetarnos igualmente por ello.

Si tanto te molesta como hombre que yo hable de la igualdad en la cama (de mis deseos y de los de otras compañeras que puede que no tengan un blog en un diario), es que dejas en evidencia la falta que hace de que existan profesionales como yo, que se dediquen a publicar estas ideas.

Así que tengo una mala noticia que darte: por cada «guarra», «cerda», «puerca», «marrana», «zorra», «puta» o «perra», escribo con más ganas.

Porque me das gasolina al saber que tienes tanto interés en que deje de hacerlo. Y con cada artículo que animo a otras mujeres a verse, sentirse, reivindicar que no van a quedarse a medias nunca más, jugar en igualdad de condiciones, follarse a un desconocido o decir ‘No’ si cambian de idea, se prende una chispa.

La liberación de la mujer no es solo poder abrirnos una cuenta en el banco, votar o decidir si nos quedamos en casa o salimos a trabajar. Lo queremos todo. La libertad es también que podamos disfrutar y hablar de esto en las mismas condiciones que lo haces tú.

Querido lector, a mí y a mis compañeras nos gusta el sexo (tanto como a ti), nos ponemos cachondas, nos tocamos, nos corremos (incluso varias veces seguidas) y somos igual de respetables por ello.

Aunque te pese, nuestra sexualidad es solo nuestra y ni tú ni nadie nos va a juzgar por cómo la decidimos vivir. Bienvenido a 2021.

Duquesa Doslabios.

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Olvida el café, la nueva pausa del teletrabajo es para masturbarse

Qué locura esto de que ahora la oficina esté en casa. Desde que hemos descubierto que basta poner un jersey por encima del pijama para dar el pego en las reuniones por videollamada, no hay quien nos vista.

¿Nos estamos desatando con esto de estar lejos de la supervisión del jefe o el resto de compañeros? Pues un poco sí. Al menos, tenemos todo de nuestra parte para añadir, a la pausa del café, la pausa para masturbarse.

BIJOUX INDISCRETS

Un rápido sondeo entre mis seguidores me confirma mis sospechas, la mayoría hemos aprovechado la seguridad de estar en casa, así como la ventaja de poder organizarnos la faena a nuestro ritmo, para dedicarnos un rato en la intimidad.

El deseo sexual en horario de trabajo es la razón más común, pero le sigue de cerca, según las respuestas, la necesidad de combatir el estrés.

¿Agobio por la cantidad de trabajo? ¿Una reunión pesada? ¿Se aproxima la fecha de entrega y sigues en pleno bloqueo? Hacer una pausa a solas para aliviarse parece la mejor manera de combatirlo (o al menos de conseguir esa descarga de endorfinas, dopamina y oxitocina inmediata).

Aunque también hay quienes contestan que es una forma de luchar contra el aburrimiento y que la jornada pase de manera más amena.

No podemos obviar que claro que resulta excitante por partida doble hacerlo mientras se supone que estamos trabajando. Tiene el añadido de que es algo prohibido, ya que deberías estar contestando ese mail y no con la mano entre las piernas.

Quizás una de las respuestas que más me llaman la atención es que, a la hora de ver las diferencias entre los hábitos de mujeres y hombres, las que recurren a juguetes y las que pasan de ellos, logran empatar en los resultados.

En cambio, en el caso de los masturbadores laborales masculinos, gana la mano por goleada. Puede que por la comodidad o porque, a diferencia de nosotras, no hay un equivalente al succionador capaz de hacerles la competencia.

También coincidimos en que usar estímulos externos -como pornografía, audios eróticos…- es de gran ayuda. Duplican la cantidad de quienes tiran de imaginación (mujeres en su mayoría).

Y, ¿qué pasa con retomar el trabajo después de masturbarse? ¿El rendimiento mejora, empeora o se mantiene igual?

Pues entre volver a conectarse con las mismas o más ganas, muy pocos consideraran que afecta de manera negativa a la actividad laboral (para la alegría de nuestros superiores).

Duquesa Doslabios.

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