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El mensaje detrás de la masturbación colectiva protagonizada por estudiantes brasileños

Los canales de difusión masiva han cambiado de manera radical cómo se difunden las noticias. De esta manera no solo nos enteramos al instante de lo que pasa en cada momento, sino que lo vemos también independientemente de la parte del mundo en la que se encuentre.

Es lo que ha pasado con el beso de Luis Rubiales y la vuelta al mundo que ha dado, pero también con las fotos modificadas por IAs de las alumnas de Almendralejo.

Pareciera que, de un tiempo a esta parte, los hombres mayores o menores de edad españoles, están encargándose de dejar bien claro que, por mucha igualdad que ostentemos en permisos de maternidad y paternidad, el nuestro es un país machista. Punto.

São Paulo

PEXELS

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Quienes hemos entonado el #SeAcabó que inició Jenni Hermoso, llevamos toda la vida con la misma cantinela.

Que esto no son manzanas podridas ni casos aislados, que no son casualidades ni una mala racha, que esto es un sistema que victimiza a todas las mujeres que se llama patriarcado.

Y sobre todo que es algo que pasa en todo el mundo, no solo en España.

Gracias a esa civilización informativa de la que formamos parte, nos ha llegado otro ejemplo de violencia machista ejercido por los estudiantes de medicina de la Universidad de Santo Amaro en São Paulo.

Las imágenes y vídeos virales de la veintena de chavales con los pantalones y los calzoncillos bajados masturbándose delante de dos equipos de voleibol femenino que estaban compitiendo, podrán hacernos dudar de si las nuevas generaciones de verdad harán del mundo un lugar mejor de las anteriores.

Pero no nos deja dudas del mensaje que transmiten sus acciones: «Nosotros tenemos el control».

«El control sobre nuestro cuerpo y nuestra polla, el control de sacárnosla cuando y donde queramos. El control de masturbarnos incluso en un lugar público sin que puedan pararnos».

«El control sobre el espacio, da igual que sea a plena luz del día o en un sitio frecuentado por gente, da igual que sea enfrente de un campo donde estáis practicando un deporte. A puerta cerrada en casa o en el campo de juego, todo es nuestro».

«El control sobre vosotras y vuestra sexualización. Vemos erótico que juguéis y así os lo hacemos saber. El control sobre vuestra concentración en el partido, da igual que estéis jugando, no sois más que el objeto de deseo de nuestras pajas».

«El control del foco de atención, el protagonismo. No es vuestro triunfo ni vuestra competición lo importante del día, es controlar la narrativa del momento y que sea, más que un evento deportivo, una película porno live action».

«El control de demostrar que somos muy machos. Fíjate si somos masculinos que nos pajeamos delante de todo el mundo en grupo. Y además gritamos mientras tanto para que a nadie se le escape lo varoniles que somos. Y nos aseguramos de hacerlo delante de un grupo de mujeres, por supuesto, porque si fuera frente a un equipo de hombres sería de gays y la masculinidad hegemónica ve con malos ojos la homosexualidad».

«El control del presente, porque la única consecuencia es una expulsión momentánea de la universidad durante unos días, y del futuro, porque somos estudiantes de medicina y en unos años estaremos trabajando de ginecólogos, cirujanos o anestesistas con mujeres adultas y/o menores de edad en consulta».

«Y también las controlaremos».

Mara Mariño

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El problema no es que las mujeres seamos ‘muy exigentes’, sino los hombres que no se han adaptado

Mis dos abuelas trabajaron por un tiempo tanto dentro como fuera de casa.

Ambas compartían que, sin el salario de sus maridos, no habrían sido capaces de salir adelante con aquellos (pocos) ingresos que recibían, quedando relegadas a dedicarse a la familia.

mujer sola feliz

PEXELS

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Dos generaciones después, sus nietas -y las nietas de tantas otras abuelas-, nos hemos liberado en cierta manera de aquella estructura que nos destinaba sí o sí a ser amas domésticas hasta el fin de nuestros días.

Ya no necesitamos un hombre al lado, podremos pagarnos un piso de solo 40m2, pero somos independientes, tenemos nuestro trabajo.

El camino para llegar a este punto ha sido largo, muy largo. Tanto que hemos tenido que aprender a priorizar nuestra carrera profesional sin remordimientos y a preguntarnos si realmente queríamos ser madres (y no dar aquel destino por hecho).

Y en ese proceso ha entrado también mirar desde un punto de vista crítico todos esos mensajes del amor romántico que nos decían que solas no éramos nada.

Solo a través del amor podíamos validarnos, sentirnos realizadas.

Ahora tenemos la libertad de elegir en todo, parejas incluidas. Lo que puede explicar que a veces sea tan complicado dar con una persona con quien queramos compartir nuestra vida.

Hay quienes sostienen –coaches del amor en su mayoría- que solo nos movemos en estratos de tíos ‘superiores’ o, como los llaman, los ‘tíos top‘.

Te puede interesar leer: Cuidado con el ‘coach’ del amor que dice que es mala señal no tener sexo en la primera cita

Hombres que, según ellos, son a los que concedemos citas por estar monetaria y educativamente a nuestro nivel.

Pero la realidad es que escogemos parejas porque las queremos, no porque las necesitamos.

Y nos ha llevado mucho trabajo entender qué es lo que queríamos, llegar a la conclusión de que estamos mejor solas que con una pareja que no cumple nuestros requisitos más básicos.

Esos requisitos no son de poder adquisitivo o educación, porque, como digo, ya tenemos esas cosas nosotras. Pero son estándares mucho más difíciles de encontrar: empatía, respeto, cariño, responsabilidad afectiva

Lo que ha pasado es que la estructura que antes nos tenía en casa, y nos empujaba a buscar pareja para sobrevivir, ha cambiado.

Esta nueva estructura para los hombres ya que no les beneficia como la anterior, porque no les garantiza una pareja con la única condición que tenían antes: ser la figura patriarcal autoritaria, el cabeza de familia por ser el suministrador.

Pero en vez de tratar de adaptarse al cambio, de hacer el esfuerzo de aprender de emociones y relacionarse de manera más igualitaria con nosotras, lo que veo es que somos las mujeres quienes recibimos el mensaje de que bajemos las expectativas.

Allá donde mires, hables con quien hables, si estás soltera te dicen que es que «Eres muy exigente», «Eso te pasa por ser selectiva» o que quizás «Si bajaras la vara de medir, tendrías más citas» .

En definitiva, volver a esa estructura anterior porque era lo que funcionaba para ellos.

La situación actual es que los hombres a los que les falta esa adaptación, nos critican diciendo que o rebajamos las exigencias o vamos a acabar solas con gatos (y locas, claro).

Sin embargo, pasan dos cosas, la primera es que estamos en el punto en el que preferimos no tener pareja, antes que estar mal acompañadas.

Nuestras amistades, familiares y redes de apoyo son una fuente más que suficiente de amor y diversión.

Y la segunda, que tampoco nos quedamos solas porque cada vez hay más hombres evolucionando.

Lo que quizás refleja es el miedo que pueden tener aquellos que no se plantean cambiar ni un ápice, porque quienes van a quedarse solos, son ellos.

Mara Mariño

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Los defensores de Dani Alves, el mejor ejemplo de la ‘cultura de la violación’

Dani Alves sigue en prisión a la espera del juicio.

Y, aunque el testimonio de la víctima, del miembro de seguridad de Sutton, del informe médico y los vídeos parecen apuntar a su culpabilidad, hoy no voy a hablar del jugador de fútbol (y presunto agresor).

Sí, todavía hay que decir ‘presunto‘.

Dani Alves

@DANIALVES

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De lo que quiero pronunciarme es de los mensajes que me encuentro escritos por sus defensores.

Mensajes que se pueden leer en cualquiera de las noticias que forman la cobertura mediática de lo que le está sucediendo con su caso.

Porque hay quienes no solo creen firmemente en la inocencia del deportista, sino que alegan una serie de argumentos que solo se pueden entender en el marco de algo que forma parte de una de las bases del patriarcado: la cultura de la violación.

Los comentarios que circulan por la web dan diferentes razones que respaldarían la inocencia de Dani Alves, que el futbolista no cometió esa presunta agresión.

Ayudan a quitarle peso al culpable, normalizando la violencia que pudo haber ejercido minimizándola hasta el punto de querer hacerla increíble, casi de ficción.

Esta minimización, que no hace más que destruir el discurso de la víctima poniéndolo en tela de juicio, y todo lo que le acompaña, pasa por exponer una serie de factores que poco o nada tienen que ver con las razones que llevan a cometer una agresión sexual.

Pero, ¿cómo se articulan estos argumentos que eximirían a un presunto agresor sexual como Dani Alves?

Para empezar, con las descripciones físicas del jugador.

Sus fans comentan que «le llueven las mujeres voluntariamente», «Con las tías que podrá tener siendo futbolista ¿para qué va a violar a nadie?» o «Se ve que le faltan las mujeres dispuestas a este millonario brasileño, trigueño de ojos claros y forma física casi perfecta».

Pero lo cierto es que ser guapo o estar en buena forma no garantiza que cualquier persona del planeta quiera tener un intercambio sexual en cualquier momento y del tipo que sea.

Lo importante es el consentimiento y es algo imprescindible para tener sexo independientemente nivel de belleza de los participantes en el encuentro.

Una agresión no sucede por carencia de belleza física (¿es necesario recordar que Ted Bundy, que confesó 30 violaciones y homicidios de mujeres, era considerado «guapo»?)  se trata de ejercer el poder, la dominación sobre otra persona sin respetar su voluntad.

En estos casos en los que una estrella se ve involucrada en alguna polémica, no falta el componente de que se ha beneficiado de su posición de poder.

Algo que hemos visto con casos como el de Harvey Weinstein o Plácido Domingo entre muchos otros. Por eso el argumento de «un tío millonario no necesita abusar de nadie» tampoco tiene ningún sentido.

Precisamente por ostentar un cargo privilegiado, muchos tienden a pensar que pueden salir de la situación con dinero o contactos, lo que puede dar falsa sensación de impunidad, de estar por encima de la ley.

 

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El éxito de Dani Alves con las mujeres es algo que también se ha usado como argumento para desacreditar la versión de la víctima.

Empezando por alusiones a la belleza de su pareja o a su trayectoria sexual: «un tipo que habrá estado con 500 pibas mínimo, rico, bailongo, mazao y ultrafamoso. Cualquiera con dos neuronas sabría que es una denuncia falsa», se puede leer en el muro de Instagram de un famoso medio de comunicación.

Con estos razonamientos se busca sostener la idea de que la violación es algo a lo que únicamente recurriría quien careciera de vida sexual.

Se debe a una necesidad imperiosa por tener sexo y, teniendo una vida íntima satisfactoria, no haría falta recurrir a la violencia física para conseguirlo.

Sin embargo, es el momento de recordar que no solo el sexo no es una necesidad -como si son comer o beber, pero nadie se muere por no echar un polvo-, sino que la cultura de la violación sostiene que el hombre es incapaz de reprimir su deseo.

Pero lo cierto es que es una cuestión de voluntad y recurrir a la fuerza, una elección.

«Un tío famoso y millonario no necesita abusar de nadie», «De verdad pensáis que este chico tiene necesidad de ir por ahí violando mujeres?», «Seguro que le hace falta agredir sexualmente», los verbos ‘necesitar’ o ‘hacer falta’ hablan de esa imperiosa necesidad.

No, ni Dani Alves ni nadie ‘necesita’ violar a una mujer. Pero el hecho de que haya violaciones con personas con novias, esposas, amantes, etc, demuestra que es se hace porque se quiere hacer.

También parece que el lugar es algo que le resta importancia. «Como si le fuera la vida en un mal polvo en un cuarto de baño», hay quien comenta.

Si tenemos en cuenta que, como decía anteriormente, es una cuestión de ejercer el derecho que creen que tienen de conseguir lo que quieren cuando quieren, el sitio es lo de menos.

Porque lo mismo puede ser una habitación de un hotel -uno de los lugares preferidos de Bill Cosby para drogar y abusar de sus víctimas, que el baño de una discoteca de Barcelona.

La cara B de la cultura de la violación

No falta tampoco la otra cara de la cultura de la violación en los comentarios de los defensores del jugador de fútbol: acusar a la víctima fomentando ideas misóginas.

Entre los mensajes que le han rodeado, no han faltado los que afirman que es para hacerse famosa.

Sin embargo, a nadie se le viene a la mente nombres de celebridades que hayan construido carreras de éxito tras una agresión sexual.

No caigo en mujeres que hayan entrado en la lista de millonarios de Forbes, hayan recibido un Nobel, les hayan ofrecido oportunidades de trabajo infinitas o una estrella en el paseo de la fama de Hollywood a raíz de denunciar a nadie.

Cabría preguntarse, ¿qué fama? Porque la única que logran al denunciar a una celebridad (o a cualquier hombre, en realidad) es la de ser puestas en el centro de la polémica siendo juzgado cada detalle de sus vidas, desde su ropa, su comportamiento o lo que suben a sus redes sociales.

Y sin embargo aún se lee que «si consigues que te meta mano, pues le puedes sacar pasta«, como dice un usuario.

Es tal la extensión de la creencia de que el dinero es el motivo para denunciar una agresión, que la víctima ha renunciado a la compensación económica para combatir esas ideas.

Como la jueza le recordó, tiene derecho a ser resarcida económicamente por las lesiones y los daños morales sufridos. Pero ella lo que quiere es «que se haga justicia».

Solo que justicia es también esto. Y cultura de la violación sostener que, si eres violada por un famoso, tienes que renunciar para que no se diga que es por fama o dinero.

Mara Mariño

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Amiga, 10 reflexiones para que te liberes un poco (más) este 8M

En un 8M en el que las madrileñas no podremos salir a la calle (aunque a las 20h circulan convocatorias para que bajemos a los portales de nuestras casas para seguir convirtiendo la ciudad en una manifestación), toca reflexionar sobre el papel de la mujer en la actualidad.

Y toca reflexionar porque todavía se escucha que ya lo tenemos todo conquistado, que tenemos los mismos derechos, que podemos llegar a los mismos empleos o que incluso cada vez hay más amos de casa que se encargan de la crianza de los pequeños.

Lo comentaba hace unos días, seguimos teniendo pendientes muchas desigualdades. En discursos, a la hora de relacionarnos, en la cama o incluso ante los ojos del capitalismo mediante los anuncios.

SAVAGEXFENTY

Así que para empezar el Día Internacional de la Mujer, quiero animarte a que luches desde casa. Porque la mayor revolución del feminismo no es que te eches a las calles o grites consignas, es la que sucede en tu cabeza la primera vez que descubres que existe un sistema que te discrimina que se llama Patriarcado.

Mi forma de hacerlo ha sido engancharme a Libres, una serie de Arte.tv (es gratuita y la encuentras en la web) que tiene 10 episodios con un solo objetivo: abrirte los ojos de los temas que tenemos pendientes.

Así que he recopilado las 10 reflexiones que más me han llamado la atención -una por capítulo-, para que te animes si no a verla, a plantearte cómo es que las cosas siguen tan desequilibradas cuando, aparentemente, no deberíamos quejarnos por tenerlo ya ‘todo’.

  1. El esperma es solo comparable a un jugo divino. Olvida el zumo de apio de las famosas o el smoothie cargado de antioxidantes. ¿Cuántas veces has leído (normalmente porque te los han pasado) artículos sobre los beneficios del esperma? Que si bueno para la piel, que si reduce el cáncer de mama… No verás estudios de la importancia de vaciar la copa menstrual de tu compañera de un sorbo ni de lo placentero que podría ser para nosotras untarles la cara de flujo. La adoración y exaltación sexual de los fluidos es un carril de un solo sentido.
  2. Las dick pics o fotos de penes no son una forma de conquista. No te las manda ese chico que lleva secretamente enamorado de ti desde el instituto y desea convertirse en el padre de tus hijos. Tampoco importa si quieres recibirla o que no la hayas pedido en absoluto, es una forma de demostrar su poder. Si nosotras mandáramos fotos de nuestras vulvas, teniendo en cuenta la no educación sexual que han recibido muchos, a más de uno le costaría identificar qué es eso.
  3. El conservadurismo del mommy porn o por qué los cuentos de amor modernos pasan por castigar a las mujeres. Se ha popularizado un BDSM suave (gracias a romances eróticos anticuados que se han adaptado) pero solo somos nosotras las que recibimos el mensaje de adoptar el papel de sumisas. Un rol bajo el que según estas historias, solo con el control físico, emocional y sexual de un hombre podemos liberarnos.
  4. Estamos en 2021 y la sangre de los anuncios de compresas se sigue cambiando por un líquido azul. Cada mujer pasa aproximadamente 2.250 días con la menstruación y sigue siendo un tabú que está apartado de toda clase de representaciones culturales. No solo en los anuncios, también en las películas pornográficas las actrices introducen una esponja para evitar que salga una sola gota. Si nosotras estamos acostumbradas a bajarnos las bragas y ver sangre tantas veces al año ¿la sensibilidad de quién protege entonces mantenerla oculta? Correcto, a la de ellos.
  5. El audio que se filtró en los premios Goya deja de manifiesto cuánto trabajo queda por hacer en este punto: la mujer solo tiene validez bajo la mirada masculina. Y es un valor asociado al físico, es decir juventud y cuerpo. La identidad femenina solo existe si se puede esgrimir como trofeo. Da igual que seas una actriz reconocida o una cantante de fama mundial si solo se te ve como «puta» por llevar tatuajes.
  6. Lo que nos lleva al control de peso y una vida en la que las dietas son conocidas para la mayoría de nosotras. Y, si no las dietas, las restricciones alimentarias. «Mejor no me pido postre», «No voy a repetir» o «Solo una patata frita», son pensamientos que se nos pasan por la cabeza por el miedo a engordar. Y por mucho que estemos en la era del bodypositive, también hay que decir que los cuerpos supuestamente curvy que se popularizan en pasarelas o como modelos de lencería, tienen proporciones poco realistas.
  7. Entre las sábanas, la brecha se manifiesta en forma de orgasmos desiguales y una concepción de la vida sexual que parece que todo gira alrededor de la penetración mientras que el resto de prácticas son solo un preliminar. Mientras que los hombres viven su vida íntima con orgullo, entre las mujeres todavía pesa el ocultar la cantidad de parejas. Sorprendentemente, recae en nosotras la responsabilidad de romper la rutina, de innovar para que él no se canse. Porque si es solo para un hombre, tu pareja, sí está bien visto que te sueltes la melena.
  8. La bisexualidad es solo aceptable si es entre dos mujeres (e incluso aplaudida y celebrada) mientras que los hombres se horrorizan cuando insinuar que, en un botellón, se besen entre ellos. Curiosamente, la mayor cantidad de porno lésbico es consumida por hombres.
  9. Muy relacionado con el punto anterior se encuentra la eterna disyuntiva por el ano. Es una zona que tenemos por igual todos pero que sigue relacionándose con la humillación (¿cuántos insultos se te ocurren relacionados con ‘dar por culo’?). Eso consigue que forme parte del inconsciente colectivo y que, como hombres -aka los que están por encima en la sociedad- no esté bien visto decir que su novia les ha metido un dedo por ahí y lo han flipado.
  10. El pelo está prohibido (si eres mujer). Ya que la mayoría de barbudos son hombres, relacionamos virilidad con vello corporal y se tacha por completo como cualidad femenina -cuando todos tenemos una capa de vello más o menos fina-. Desde pequeñas las muñecas nos recuerdan que solo podemos tener pelazo en la cabeza y el capitalismo se sube al carro colándote en la cabeza la idea de que con sus bandas de cera o cuchilla depilatoria conseguirás la confianza que te falta para no perderte ese plan de playa o piscina con tus amigas.

Duquesa Doslabios.

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No existen las ‘zorras’, existen las personas enfadadas con mujeres

A lo largo del día escucho tantas veces la palabra «zorra» dirigida a mujeres, que he tenido que hacer el ejercicio de reflexionar sobre ella. Y he llegado a la conclusión de que una zorra no existe.

PIXABAY

Te pongo un ejemplo. Despega los ojos de la pantalla y mira a tu alrededor. ¿Qué ves? La ventanilla del metro, el café del desayuno, tu teléfono, el teclado… Son cosas reales, tangibles. Objetos que seguirían estando ahí si el ser humano se extinguiera de un día para otro.

¿Pasaría lo mismo con una «zorra»? No a no ser que se trate de la hembra del zorro, y te diré por qué.

Una «zorra» es un apelativo que se basa en una construcción social, pero no de cualquier tipo, sino una patriarcal. Esto significa que quien ejerce el papel dominante es el hombre, por lo que la mujer se encuentra siempre por debajo.

Es decir, «zorra» no es otra cosa más que el antiguo «bruja» con unas pequeñas diferencias. La palabra que invocaba a la hechicería tenía un objetivo claro: eliminar a aquellas mujeres que pudieran suponer una amenaza por cualquier motivo, ya fuera su influencia, su posición, sus actividades o, simplemente, en aquellas que no eran muy apreciadas por los vecinos.

Una palabra tan poderosa (perdonad el juego, pero hablando de brujería tenía en bandeja la expresión) que servía para quemarla viva y sacarla de en medio. En otras palabras, el paraíso de los hombres que consideraban a una mujer un peligro para su existencia.

Puede que «bruja» se haya quedado anticuado y ya no sirva para subir a la receptora del apelativo a la hoguera.

¿La nueva estrategia? Buscar una nueva palabra que sirviera para ‘quemar’ socialmente a aquellas que no se sometieran, ya sea en redes sociales, en la universidad, en el trabajo ¡y hasta en el colegio!

Para «zorra» no hay un significado unánime, es un término que sirve para todo. Y con todo, me refiero por supuesto, a todo lo que esté sujeto a ser criticado.

«Zorra» puede ser la que tontea en un bar. «Zorra» es la que te rechaza porque no le gustas. «Zorra» es la funcionaria que te dice que te has equivocado de centro de la Seguridad Social. «Zorra» es la que es infiel (si es a ti o a otra persona es lo de menos). «Zorra» es la que aprueba el examen a la primera. «Zorra» es la que perrea hasta el suelo con Daddy Yankee. «Zorra» es a la que le dan el trabajo cuya entrevista no pasaste.

¿A qué conclusión se puede llegar? Que cuando se usa ese término es fruto de algún sentimiento negativo que puede ir desde la envidia al deseo, pasando por el rencor.

De hecho, se ha vuelto tan famosa la palabra que, como «bruja», incluso las propias mujeres la usamos entre nosotras para desprestigiarnos.

Al final, como apuntó un amigo mío: «No existen las zorras, solo personas enfadadas».

Duquesa Doslabios.

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Desmontando mitos machistas: «El amor puede con todo»

Mito:
-Conjunto de creencias e imágenes idealizadas que se forman alrededor de un personaje o fenómeno y que le convierten en modelo o prototipo.
-Invención, fantasía

Beatles, que flaco favor nos hicisteis con All you need is love, que al final nos lo hemos tomado en serio.

En el Romanticismo, el amor romántico se convirtió en una verdad inalterable. Presentaba dificultades constantemente, un precio alto, fruto de sacrificios, y una lucha infinita que se justificaba por lo que nos podía proporcionar en nuestras simples y llanas vidas, unas sensaciones imposibles de vivir con cualquier otra cualquier experiencia.

PIXABAY

Pero no es algo que se quedó en los cuentos de los hermanos Grimm, sino que el mito ha ido perpetuándose a lo largo de los años hasta llegar a nuestro tiempo.

Te lo suelto rápido antes de que pienses un argumento en contra de lo que te estoy diciendo: Titanic. Una película que trata de cómo la pareja está todo el rato enfrentándose al mar, a la sociedad e incluso a la muerte en el nombre del amor.

Un amor tan fuerte, poderoso y definitivo que aún años después del hundimiento, con un feliz matrimonio de por medio, Rose solo es feliz volviendo a encontrarse con Jack.

No solo de cine vive el mito, pensemos en los primeros discos de Taylor Swift, en la canción Love Story que no paraba de sonar en Los 40 principales diciéndonos en 2009: «Romeo llévame a algún lugar en el que podamos estar solos, te estaré esperando y todo lo que tenemos que hacer es huir«.

Una tórrida melodía en la que el padre no deja a los amantes estar juntos, pero que da igual, porque, según la cantante «es un amor difícil pero es real».

«Romeo, sálvame. Me he sentido tan sola. Te he estado esperando pero nunca venías» era una de mis estrofas favoritas con 17 años, cuando ya me estaban diciendo que tenía que estar esperando a mi amor y me lo creía a pies juntillas.

Los mitos son tan sutiles a través de todo lo que nos rodea que forman roles en las relaciones de pareja y se asumen de manera diferente. Nosotras crecemos con la idea del príncipe azul por el que hay que aguardar mientras que ellos tienen que ser quienes den el primer paso y que reconozcan la belleza y el amor que les profesa una mujer. Somos los príncipes y princesas del patriarcado.

De hecho nos lo creemos de tal manera que si falla la relación se nos dice enseguida que «No era amor», que «No era tu media naranja» (un mito del que hablaré algún día), que «No se luchó lo suficiente»… Sencillamente tenemos el amor romántico en un pedestal tan grande que no nos importa echarnos la culpa antes que pensar que podemos estar aferrándonos a un concepto demasiado idealizado por nuestra parte.

Fotograma del vídeo ‘Love Story’ de Taylor Swift. YOUTUBE

En mi caso, La Bella y la Bestia era una de mis películas preferidas. Tanto que cuando llegó mi «bestia» yo ya sabía que pasara lo que pasase, al final, la película iba a acabar bien. Eso me habían prometido toda mi vida.

Mi príncipe embrujado no tenía biblioteca llena de libros ni una rosa encantada, pero de mal genio iba sobrado. Por eso cada vez que recibía gritos aguantaba estoicamente, como Bella, porque es lo que se hace por amor.

Esto es simplemente un ejemplo de cómo es precisamente en los momentos en los que estamos viviendo una relación cuando reproducimos esos mitos que tenemos interiormente aprendidos.

Por amor sabía que no podía tirar la toalla en aquella lucha diaria que era nuestra relación, hasta que descubrí que las películas están muy bien pero que la mía no iba encaminada hacia el «y vivieron felices para siempre» por mucho que yo pusiera de mi parte. Y poner de mi parte había sido tolerar los celos, el control e incluso a la violencia.

Hace dos días me escribió mi amiga. Su novio le había montado una escena en un centro comercial y le había agarrado del brazo impidiéndola que se fuera. Le había dejado marca.

Ella le dijo que no quería verle más y él le respondió que estaba reaccionando de una manera exagerada. Que nunca más iba a volver a pasar, que la quería.

Pero querer ya no basta, porque, como vemos en las estadísticas, el amor «no puede con todo» pero puede con nosotras que somos las que tenemos las de perder, ya que en lo que va de año son 25 las mujeres asesinadas por violencia machista, y, la mayor parte de ellas, por sus parejas.

Porque esa idea del amor romántico, mata.

Y ya basta de soportar atrocidades en el nombre del amor. El amor, el de verdad, tiene que empezar por nosotras mismas.

Duquesa Doslabios.

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Desmontando mitos machistas I : «Quien come bien en casa no se va de restaurante»

Desmontando mitos machistas II: «Las mujeres son traicioneras, los hombres son nobles»

Desmontando mitos machistas III: «Tengo celos porque te quiero»

Cómo evitar que te llamen «violador»

Me fascina la cantidad de hombres a los que les he oído decir, preocupados, que ahora tenían miedo de acercarse o decirle algo a una mujer por si eran tachados de «violadores».

GTRES

Pero no os hablo solamente de los que me leéis al otro lado de la pantalla, de gente de a pie, sino incluso de actores de Hollywood que han compartido públicamente esta angustia con la prensa.

«Si ahora hablo con una mujer, ¿quién sabe que va a pasar?» decía el actor Henry Cavill (Superman en La Liga de la Justicia) refiriéndose a que tenía miedo de que por ligar o silbar a una mujer fuera a terminar en la cárcel o etiquetado como «violador».

Os diré algo, últimas noticias, solo hay una cosa que hace que se llame a una persona «violador» y es que haya violado.

Por piropos indeseados, insistencias, exceso de toqueteo, intentar dar un beso sin consentimiento o demás comportamientos con los que no nos sentimos cómodas y que se hacen en contra de nuestros deseos por el hecho de que creáis que estáis en vuestro derecho de hacerlos, no van a hacer que os califiquemos de violadores, sí de  sobones, pesados, aprovechados, acosadores, cerdos o machistas, pero no de violadores.

Pero lo realmente preocupante es que haya hombres que realmente se planteen si sus comportamientos van a ser tachados de «violación» por dos motivos.

En primer lugar porque no mola que den a entender que, como de costumbre, estamos con la histeria propia de nuestras hormonas exagerando y sacando las cosas de quicio porque somos unas perturbadas que se aburren (todo comentarios que he leído aquí escritos, queridos lectores).

Las mujeres SABEMOS qué es una violación, qué es un abuso y qué es un acoso. Que no os haga gracia que ahora señalemos cosas que hacíais impunemente hasta hace relativamente poco, es otra cosa.

Pero no utilicéis lo de «es que si intento entrarle a una tía me va a llamar violador» para desprestigiar nuestra causa ni quitarle peso a la seriedad que tienen las violaciones.

En segundo lugar, si realmente no sabes por qué cosas te pueden llamar «violador», tenemos un problema más serio, y el problema es que no sabéis cuándo una mujer está accediendo a tener sexo.

Puede que las películas porno que veis en vuestras casas os hagan pensar que les encanta que la asfixiéis o que, por mucho que diga que no, quiere tener algo porque «mira cómo se lo goza la tía». Bueno, esa tía es actriz y cobra por gozar (o al menos fingirlo) delante de una cámara.

Todo lo demás es la película que os estáis montando en vuestra cabeza y por la que sí podemos llamaros «violadores».

Así que a todos esos hombres preocupados que se sienten «perseguidos y atosigados», les digo dos cosas, uno, bienvenidos a cómo nos sentimos nosotras con vuestros piropos, insistencias y toqueteos. Dos, no os preocupéis tanto por lo que os podamos llamar o no llamar y actuad de manera CORRECTA sabiendo que una mujer es una persona y solo eres un violador si abusas sexualmente de ella.

De nada.

Duquesa Doslabios.

¿Feminista yo? Por supuesto. ¡Y viva FEMEN y el sextremismo!

Querid@s,

¿He oído feminista? Sí, lo soy. Por su puesto, creo que el que no lo sea es un reaccionario primate. Soy una defensora a ultranza del feminismo, lo contrario sería la muestra evidente de que el Hombre (como especie) no hace sino involucionar. Según reza la RAE, el feminismo es, ni más ni menos, ni menos ni más, que esa ideología que defiende que las mujeres deben tener los mismos derechos que los hombres. Para mi siempre prevalecera sobre esa deleznable y asquerosa actitud de prepotencia de los varones respecto de los mujeres, mundialmente conocida como machismo puro y duro. Después de esta pequeña apostilla aclaratoria, pasemos al asunto que hoy nos ocupa.

Después de estar 4 días bloqueada, FEMEN está de vuelta en Facebook. La página de Femen España se establece de acuerdo a las normas comunitarias en Facebook: de acuerdo con la política del Sr. Zuckerberg de la que ya debatimos aquí, se muestran cuerpos sin contenido sexual o pornográfico. Como las chicas de FEMEN no quieren hacer daño a los sexistas sensibles, reinauguran temporada con una imagen con tetas de hombre. Estas si las aceptan. Manda huevos. De nuevo, ¿#micromachismo?

femen

Desde este blog feminista y antimachista, antisexista y que persigue la igualdad y la paz en el mundo, brindo todo mi apoyo a las chicas FEMEN, especialmente a aquellas que sufren brutal represión y hasta cárcel en países como Túnez o Marruecos. ¿Pero de qué estamos hablando? Pueden descubrirlo en este resumen de la traducción del texto de la fundadora de la organización, la rusa Inna Shevchenko, que se despacha bien a gusto sobre el establishment y su yugo.

En su blog de The Huffington Post, Inna Shevchenko, fundadora de FEMEN levanta ampollas: «Necesito confesaros a todos un terrible secreto sobre la civilización – la mujer no es un ser humano». Incluso en el tercer milenio, en 2013, dice, el cuerpo femenino es negado, usado, vendido, abusado… se lo considera obsceno, sucio, culpable. El cuerpo de la mujer siempre es demasiado… otras veces no es suficiente, extremos que hemos acabado creyendo hasta las propias mujeres.

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Todo el mundo habla de él y todos nos indican cómo usarlo. «Por ello la mayor preocupación del feminismo moderno es cómo liberar el cuerpo de la mujer del secuestro al que está sometido por el sistema patriarcal y devolverlo a sus legítimas propietarias, las mujeres», asegura. Nosotros debemos hacer y hacemos con nuestro cuerpo lo que nos da la gana, viene a insinuar. Y con ayuda de este cuerpo, ellas, las FEMEN, protestan, reivindican, intentan proteger los intereses de las mujeres en todo el mundo.

Así nacen, al unísono, como almas gemelas, el Sextremismo y FEMEN. Un movimiento activista, agresivo, pero sin violencia, provocador y provocativo, pero sin banalidades, con un mensaje que se grita alto y claro. Mensaje y medio (el cuerpo desnudo) sugieren escándalo, mujeres activistas en topless que con sus pechos defienden la igualdad social y sexual en el mundo.

Provocador sí, ¿y por qué no? 

El Sextremismo no sólo nos permite revolver las conciencias sobre algunos de los problemas más duros a los que se enfrentan las mujeres de hoy, sino también para descubrir el nivel de liberación (también sexual) de la mujer en cada país. El Sextremismo es insurgente contra el patriarcado al utilizar la sexualidad de la mujer como protesta política, utilizando las armas sexistas del patriarcado contra ellos mismo. Jugar con los códigos estereotipados es una forma de romper las nociones de dominación masculina sobre la naturaleza de la sexualidad femenina a favor de su elevada misión revolucionaria.

FEMEN quiere mostrar al mundo nueva interpretación del feminismo moderno, donde el desnudo se convierte en un instrumento activo para luchar contra las instituciones patriarcales, como la iglesia, la dictadura y la industria del sexo. «Ser FEMEN significa movilizar cada célula de tu cuerpo en una lucha implacable contra siglos de esclavitud de la mujer«.

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¿Quiénes son las sextremistas? 

Las FEMENistas son mujeres moral y espiritualmente en forma y cada día se involucran en acciones civiles con una alta dosis de dificultad y provocación. Inna las define como una demostración de superioridad intelectual, psicológica y física de las mujeres. La superioridad de alcanzar la igualdad, porque sí existen mujeres en muchos rincones, ciudades y países del mundo que son vejadas, maltratadas y violadas que todavía necesitan andar mucho camino para alcanzar finalmente la igualdad de sexos y la igualdad sexual.

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En FEMEN las mujeres se manifiestan y protestan ligeras de ropa, en topless, en países de todo el mundo. En los países democráticos les estrechan la mano, en estados totalitarios son golpeadas, secuestradas o encarceladas, incluso las amenazan con matarlas, no sin antes pasar un buen rato con ellas. A través de la belleza natural del desnudo femenino, FEMEN está examinando la verdad o la farsa de las democracias mundiales, una prueba de fuego para la democracia en todo el mundo. Así, inauguran una nueva ola de feminismo en el tercer milenio y cuenta con miles de seguidores en todo el mundo. Su símbolo- una corona de flores que adornan las cabezas de mujeres valientes de los cinco continentes.

«La magia del cuerpo cautiva, involucra y el coraje de la acción despierta el deseo de protesta. ¡Sal, descubre tus pechos y gana!», grita Inna Shevchenko. Por si alguna se anima a unirse al batallón.

Tras su retorno a las redes sociales, se despiden como señoras.

Como todos somos libres para decidir qué páginas seguir, si nuestras imágenes les molestan, no nos importa, pero antes de informar de nuestras páginas, simplemente no nos visite. Las quejas y los ataques a nuestras páginas sólo hacen que nos demos cuenta del poder de nuestro mensaje y lo necesario que es para poner fin a la censura en el cuerpo de la mujer. ESTAMOS DE VUELTA.

Gracias FEMENistas, yo no lo habría dicho mejor.

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Al que no le guste, que no mire. Que follen mucho y mejor.