Archivo de octubre, 2020

No participas en ‘La isla de las tentaciones’, pero has tenido alguno de estos (malos) comportamientos

Si algo nos permite la segunda temporada de La isla de las tentaciones es criticar desde el sofá las malas conductas de los concursantes. Soy la primera que se indigna con Tom, sufre con Melyssa o alucina con Mayka.

@islatentaciones

Y aunque mi vida sentimental dista mucho de lo que veo en la pantalla, ¿de verdad puedo presumir de que nunca he caído en los comportamientos que repiten las cinco parejas?

He repasado algunas de sus actuaciones más tóxicas y sí, en algún momento los he experimentado desde uno u otro lado.

Así que es el momento de que el programa de Telecinco me sirva para hacer un poco de autocrítica y me lleve a vivir unas relaciones más sanas.

  1. Uno de los vicios más extendidos es el gaslighting, o táctica de luz de gas. En este caso, se da sobre todo por parte de los chicos de la isla. Es una táctica que consiste en minimizar constantemente tanto sentimientos como ideas de tu pareja, hasta el punto de que la otra persona duda de sus propias reacciones llegando a tildarlas como ‘locuras suyas’. Una forma de invalidar reacciones con las que no están de acuerdo, en vez de asumir su parte de culpa, llegando al clásico ‘todas mis ex están locas’.
  2. Otro problema que comparten varias parejas es el de responsabilizar a otros de sus propias acciones. Tom o Mayka actúan así porque ‘su pareja no les daba eso’. En el caso de Tom es el roce físico el que afirma que le faltaba y, tratándose de Mayka, es la confianza o intimidad emocional que no decía sentir por su pareja de tres años. Es una sutil táctica de manipulación que quita responsabilidad sobre lo que sucede en la relación echándole al otro las culpas de las decisiones y comportamientos que nacen de uno mismo.
  3. La mentira ‘para proteger’ a la otra persona es la que me resulta más familiar de toda la lista. En primera persona he vivido engaños constantes por parte de mi pareja que terminaban por minar mi confianza hacia ella. Y no, ninguna razón justifica que no haya sinceridad. Lo que hay detrás de este tipo de inventos es una salida fácil para quien los emplea, que sabe que diciendo la verdad puede llegar a tener un conflicto al que prefiere no enfrentarse. No es un acto humanitario por mucho que se use la premisa de ocultar para no hacer daño. No hay nada más doloroso que la mentira en sí.
  4. Muchos de los concursantes afirman que por fin, en la isla, están siendo ellos mismos gracias a la distancia con su pareja. Una vez más se echan balones fuera: la culpa es de la otra persona por no ‘permitir’ desarrollar la propia personalidad. Claro que es importante que en una relación los miembros sean auténticos. Pero hay una diferencia entre dejar salir la forma de ser y otra entre portarse como soltero/a.
  5. Las muestras de afecto no tienen valor suficiente, enseguida salen en las hogueras los «Él nunca baila conmigo» o «es que ella no me da cariño por la mañana», cosas que -por mucho que puede ser que no se den en la pareja-, no justifican comportamientos negativos por la otra parte. Además, que no se den momentos puntuales no quita que haya muchas otras cosas en la relación que merezcan la pena. No podemos reducir toda una historia de amor a un caso concreto (y esto es algo en lo que también me toca trabajar, porque soy mucho de quedarme con detalles puntuales y no ver el panorama completo).
  6. Aunque Sandra no se cansa de repetir que la experiencia en la isla es la que conseguirá llevar sus relaciones a un nivel superior, lo cierto es que no es la mejor forma de tratar los celos. Siendo un problema que comparten todos los concursantes, por un lado u otro, nos hacemos a la idea de la dimensión que tiene uno de los peores sentimientos que se pueden experimentar. Lo suyo para que desaparezcan es trabajar en una comunicación abierta y sincera, tratar a la otra persona con cariño y respeto, cuidar la propia autoestima (a veces pueden salir de ahí) y centrarse en los aspectos buenos de la pareja.
  7. Relacionados con ellos, damos con otro vicio emocional en el que la mayoría caemos. ¿Alguien puede afirmar que nunca ha interpretado lo que ha hecho o dicho el otro? Si nos centramos más en nuestras conclusiones que en escuchar a la otra persona, alteramos el canal de comunicación con nuestra pareja. Es como una especie de ‘teléfono escacharrado’ sentimental que termina por hacernos daño. Así que ante la duda, lo mejor es olvidarnos de las deducciones que hemos sacado y, ante la duda, hablarlo.
  8. Tal vez consideran a estas alturas a Inma y a Ángel como vencedores del programa. Pero tampoco es sano vivir en una relación con dependencia extrema, hasta el punto de que no se puede pasar más de dos noches por separado. Hay una gran diferencia entre tener pareja y fagocitarte con ella. Por eso es tan importante no solo mantener las aficiones o las amistades propias, sino también encontrar momentos para uno mismo.

Duquesa Doslabios.

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El relevo de los succionadores: juguetes sexuales que ven (y tocan) más allá del clítoris

¿Te acuerdas de Sexo en Nueva York? Uno de los mayores hitos de la serie fue convencer a sus espectadoras de que necesitaban en sus vidas un vibrador.

El fenómeno que desencadenó hace 20 años es solo comparable al que, dos décadas después, está arrasando: el succionador del clítoris.

LELO

Si a finales de los 90, la ficción de HBO rompía el tabú de la masturbación femenina y reivindicaba el placer, con el succionador se daba el siguiente paso. Ya no bastaba solo con pasarlo bien, lo suyo era disfrutar yendo a la propia fuente del placer.

Y sí, era necesario, porque midiendo tan solo un centímetro, y con la mayor parte de la estructura por dentro, quedaba relegado a un segundo plano (o incluso olvidado) dentro de la intimidad.

Sin embargo, no sé hasta qué punto los succionadores nos han solucionado la vida. Que proporcionan placer es innegable, pero por otra parte, resulta un disfrute casi mecánico.

Como me comentaba una compañera periodista, los succionadores son demasiado automáticos.

Casi comparables a comerse una cheeseburger de cualquier cadena de comida rápida para matar el gusanillo, cuando lo que en realidad te apetecía era una buena hamburguesa.

Sin embargo, hay vida más allá de los orgasmos casi instantáneos y es lo que la industria de los juguetes también quieren hacernos recordar.

Aunque, quizás más que de vida, debería hablar de calidad sexual.

En eso se centran los artículos que se encargan de dar placer en otras zonas. Una serie de juguetes que recuerdan que estimular el clítoris no es solo centrarse en el trocito que queda a la vista.

Al final, son casi 10 centímetros más los que quedan dentro del cuerpo, divididos en dos ramificaciones que rodean la vagina (como si fuera una Y). De ahí que todo lo que suceda por dentro sea igual de importante a la hora de despertar a esas miles de terminaciones nerviosas.

Por eso es fundamental que el relevo de los succionadores pase por reivindicar las sensaciones que nacen a través de las paredes vaginales y un buen ejemplo de que la industria ha tomado nota de esto, es el Soraya Wave de Lelo.

Claro que la parte externa del clítoris recibe una vibración capaz de generar el clímax, pero lo que me parece más interesante es el movimiento que incorpora el propio juguete y que desencadena cascadas de placer a nivel interno.

Y es que el extremo que se introduce se contrae hasta tocar las paredes tras las que se encuentran esas ramificaciones de la ‘Y’. Como si realmente fueran un par de dedos acariciando la zona.

La diferencia a nivel disfrute no solo es mucho más completa, también nos permite conectar con zonas de nuestra vagina a las que quizás no sabemos bien cómo llegar y que esconden tanto o más placer como lo que tenemos a la vista (y al alcance de la mano).

Si la revolución sexual de 2019 ha consistido en poner el clítoris sobre el ‘mapa’, tal vez 2020 es el momento de recordar(nos) -ya sea experimentando por nuestra cuenta o con este tipo de juguetes, siempre sin prisa y con curiosidad- que hay varias formas de sentir placer más allá de la que resulta tan obvia y sencilla.

Que es igual de importante pasarlo bien como conectar con una misma. Aprender a conocernos averiguando cómo disfrutar de todas las formas que podamos.

Duquesa Doslabios.

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Sueños eróticos con gente que conozco, ¿significa algo, nada o todo?

Cuando se levanta, le sigues al baño. Sabes que es el de hombres, pero en ese momento nada parece más importante que cruzar esa puerta y reunirte con quien está al otro lado. La atraviesas, os miráis, silencio.

De pronto, como quien activa un resorte, la fuerza de atracción surte efecto y un segundo después estás jadeando contra la misma pared de baldosas. Solo que ya no están frías, al tacto resultan cálidas, como todo lo que está sucediendo entre empujes, saliva y pantalones por el suelo.

Y justo en el momento en el que las oleadas de placer amenazan con desbordarse suena la maldita alarma. Porque, como otras veces, solo ha sido un sueño.

 

SAVAGE X FENTY

Lo curioso es que no ha sido con un desconocido, sino con alguien de tu entorno. Quizás una amiga, un compañero de trabajo, el cajero del Lidl o la monitora del gimnasio.

Y la alteración, las palpitaciones o el sudor no engañan: has disfrutado el sueño.

Pero, ¿qué significa eso? ¿La única interpretación posible es que hay una atracción real? ¿Está intentando decirnos algo el cerebro?

Si me remonto a las sesiones con mi terapeuta, el subconsciente es un misterio, sí, pero al mismo tiempo, la otra cara de la moneda de nuestros pensamientos del día.

Al dormir, no solo sigue funcionando, sino que procesa información en la que igual -estando despiertos-, ni hemos reparado.

Tanto puede significar un reflejo de la atracción física, como admiración hacia la otra persona (de ahí que sean amistades incluso del mismo género las que puedan llegar a protagonizar estos encuentros nocturnos si se trata de un soñador heterosexual).

Y es que, en muchas ocasiones, es el mundo onírico en el que podemos encontrar -quizás de una forma retorcida, que casi parece diseñada por Dalí- eso que albergamos en lo más hondo. Nuestros miedos, deseos, aspiraciones, metas o instintos más primarios

Así que mi primer consejo es disfrutarlo. Porque la libertad que tenemos de que pase cualquier cosa, llegando a desafiar incluso leyes del espacio tiempo, es algo de lo que no disponemos (o al menos todavía) en el rato que estamos despiertos.

Tal vez nos obsesionamos demasiado con la idea de que quiere decir algo y no tiene por qué. Sería más importante, en todo caso, cuál es nuestra reacción una vez tenemos los ojos abiertos y vuelve el recuerdo, vívido, a la mente.

Porque puede que debamos analizar por qué nos resulta atractiva la persona del sueño. Si es por aspectos de nuestra personalidad que nos gustaría potenciar o si es, simple y llanamente, porque despierta algo más. Igual es el momento de preguntarle si quiere salir un día a cenar.

Duquesa Doslabios.

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Es porque te quiero que necesito espacio

El confinamiento ha sido para mí una montaña rusa. Y, estando en pareja, todavía más. Tras esos meses de convivencia intensiva -de los que creo hemos salido bien parados (e incluso algo más fuertes)-, ahora quiero introducir una novedad.

Una noche al mes sin el otro.

DEREK ROSE

No digo una noche fuera de la relación de pareja, me refiero a una noche separados físicamente.

Y sí, claro que sé que incluso sin necesidad de hablarlo, ya antes de plantearlo podíamos tener esa noche. Los dos contamos con la libertad de estar con los amigos o familia cuando queramos.

Pero incluso teniendo la posibilidad, ni yo ni él la practicábamos de manera habitual.

De forma que ponerlo sobre la mesa -y hacerlo oficial-, ha sido lo que ha conseguido que llegue a suceder.

Y puede que pienses: «Eso es que algo va mal. ¿Por qué sino querrías distanciarte de una persona a quien quieres?»

Pero no tienes que estar pasando un momento complicado para disfrutar de algo de distancia. Para mí esa noche es, o bien una excusa más para hacer algún plan con amigas o para estar a mi aire, simplemente un rato que dedico al 100% para lo que me apetezca.

Porque viviendo juntos, compartiendo tantas aficiones y, en nuestro caso, grupos de amigos, es difícil encontrar momentos por separado fuera de esos círculos.

El objetivo es doble: no solo conectar conmigo misma, con quién soy fuera de mi pareja, sino también aprender a apreciar el tiempo que pasamos juntos.

Que si no se da por hecho pasar todo del que disponemos juntos, igual empezamos a darle la importancia que tiene. Y que, más allá de los momentos rutinarios, lo convirtamos en tiempo de calidad.

Por mucho que hable en primera persona, esto es algo que él también va a tener, por supuesto. Una noche en la que lo mismo puede salir con sus amigos, invitarles a ver el fútbol o ponerse todos los capítulos del documental de Michael Jordan. Durante esas horas, la casa es para él.

Lo que no concibo es que, como individuos, nos desdibujados. Y aunque nuestros trabajos y rutinas nos permiten realizarnos a cada uno por nuestra cuenta, creo que de la misma manera en los momentos de ocio debemos encontrar un hueco a cultivarnos a nosotros mismos.

A fin de cuentas, la felicidad no es algo que vaya a venir únicamente de la relación, hay que trabajarla por cuenta propia. Al contar con ese tiempo de dedicación en esas otras áreas -que nos hacen sentir tan bien-, nos aseguramos de mantener el equilibrio.

Duquesa Doslabios.

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