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Las veces en las que fui machista (sin darme cuenta)

Es imposible, o al menos en mi caso, no hacerme autocrítica con todo lo que estamos viviendo (no en vano «feminismo» ha vuelto a ser una de las palabras del año).

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Y es que resulta que me he portado muchas veces de manera machista. No ha sido de manera consciente ni consecuente, no es que realmente piense que el hombre está por encima de las mujeres.

Pero sí que es fruto de haber crecido en una sociedad machista con unos ideales machistas que me van moldeando a través de las películas, las series, la publicidad, las canciones o los propios mensajes de las camisetas del Primark.

Gracias a mi madre, a leer muchos libros al respecto, a Pamela Palenciano, a Barbijaputa o a Caitlin Moran, poco a poco me he quitado la venda de los ojos y me los he pintado de morado. Pero hasta ese momento, en el que aún me queda mucho por ver a través de las gafas de cristal violeta, repito, he tenido varias actitudes machistas.

He juzgado la vida sexual de otras mujeres, desde compañeras del colegio que daban un beso hasta otras de la carrera que hacían pleno acostándose con un hombre diferente cada día de la semana. Así hasta darme cuenta de que cada una podía hacer lo que le diera la gana, que no cambiaba absolutamente nada.

Me he atormentado a mí misma pensando «¿Y la maternidad para cuándo?» como si fuera lo único alrededor de lo que debiera construir mi vida. Según ha pasado el tiempo me he dado cuenta de que no es una prioridad y que no solo no pasa nada sino que no soy menos mujer por ello. No es necesario que tenga hijos para que, como persona, tenga valía.

Me he levantado de la mesa en numerosas ocasiones a ayudar a recoger a mi madre mientras otros miembros de mi familia (varones) se quedaban sentados esperando a que las mujeres limpiáramos, sirviéramos y volviéramos a limpiar el siguiente plato. Y ya van 26 años. Aunque, por suerte, en mi casa, es algo que vamos cambiando.

He utilizado «qué coñazo» cuando algo me parecía aburrido y «cojonudo» si quería expresar alegría. He insultado diciendo «hijo/a de puta». Ambos los he cambiado de mi vocabulario por otras expresiones más acertadas y menos ofensivas (para las mujeres, claro).

Incluso he llegado a decir que era feminista, pero en ningún caso feminazi. Luego terminé entendiendo que feminazi no existe, es un término creado para desprestigiar la búsqueda de la igualdad. Y que si me lo llaman, sigo sin ser una persona que va a Polonia a asesinar judíos.

Me he reído de un chiste o una gracia machista en público solo por no generar polémica, por no incomodar a la otra persona. Y por no incomodar contestando, he llegado a sentirme incómoda yo al recibir un piropo pensando «No es para tanto, solo te ha dicho algo bonito» sin entender que lo único que estaba dejando la otra persona hacia mí era un acoso normalizado.

Y ahora soy capaz de ver esas cosas porque reconocí que tenía un problema. No es tan grave haber tenido comportamientos machistas en una sociedad machista como darse cuenta de ello y no hacer nada para cambiarlo. El machismo es como la ignorancia, se sale queriendo.

Duquesa Doslabios.

(Y acuérdate de seguirme en Twitter y Facebook)

«Rompí con mi carnicero por machista»

«- Hay uno por ahí del barrio que te quiere violar– suelta mi carnicero a bocajarro a una chica que pasa junto al puesto de carne en el que trabaja.

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No conozco a la chica, pero hace ya diez años que acudo al mismo sitio a comprar, al mismo puesto del mismo mercado madrileño y casi siempre a hacer los mismos pedidos.

Sé que el hombre es de lisonja fácil, siempre en la punta de la lengua, preparada para disparar. Es de esos que siempre te tratan de ‘guapa’ tengas 20 o 70 años. Y si bien puede gustarnos más o menos según las clientas, una cosa es que pasemos esas confianzas por alto en bien de las compras, que ese tipo de comentarios.

Por muy neutra que me pueda considerar, correcta y tratando de evitar conflictos que puedan ser esquivables (que ya bastante nos pone la vida por delante como para ir buscando el enfrentamiento) no pude quedarme callada ante semejante apreciación.

– Hombre, yo creo que la cosa no está como para que hagas ese tipo de comentarios teniendo en cuenta la cantidad de mujeres que denuncian abusos sexuales– le digo tratando de hacerle entender que hay límites que uno debe procurar respetar, y más en el trabajo.

Él, no solo responde a la defensiva esgrimiendo las denuncias falsas como si fueran su blasón de batalla, que debiera defender a toda costa. Prefiero no meterme en que esas denuncias, de las que él tan orgulloso se siente, no llegan al 0,01% de todos los casos denunciados a las autoridades (ya os ha quedado claro que evito el enfrentamiento). Pero él sigue, hinchado, imparable, arrollador:

– Además, yo sé por qué lo digo. A esa también le gustaría que la violara. Y, entre tú y yo, te digo yo que no gritaría– me dice como de confidencia, socarronamente, ebrio de su ego, satisfecho de su comentario de ‘machito’.

Y pienso que no hay derecho en que nadie haga ese tipo de comentarios de ningún ser humano, y menos a una clienta en su puesto trabajo. No hay derecho en que alguien considere que puede agredir a otra persona, forzarla a hacer algo que no quiere utilizando la violencia, por mucho que lo utilice como broma.

Era como si me hubiera dicho que a esa persona también le habría gustado ser torturada por él.

Como si me hubiera dicho «a esa también le gustaría experimentar los efectos del gas mostaza personalmente, y entre tú y yo, no gritaría ni con las quemaduras químicas por la cara» o » a esa le habría gustado que le pusiera inyecciones intravenosas de soluciones con yodo y nitrato de plata, y te digo que no gritaría, no, ni aun con la hemorragia vaginal o el cáncer cervical«.

Porque lo que tienen en común esas prácticas con la violación es que todas son crímenes contra la humanidad. Y si ya de por sí son deleznables, no me parecen para hacer un chiste de ellas.

Me di cuenta de que, después de tantos años trabajando en una carnicería, mi carnicero había terminado viendo a las mujeres como un pedazo de carne, como esos con los que estaba tan habituado a tratar.

Cogí mi pedido, uno de los más habituales que llevo haciendo en estos diez años que llevo yendo a su puesto del mercado, y me fui. Ya que a él le parece bien bromear con el abuso hacia las mujeres, a mí me parece mejor no volver a comprar en su tienda.

(Solo espero que después de lo revuelta que llegué a casa por su comentario, no me sienten mal los filetes de ternera)»

El texto ha sido extraído de la carta «Rompí con mi carnicero por machista» de J. A. para El blog de Lilih Blue

Por la retirada del videoclip y la canción de Maluma ‘Cuatro Babys’. Absolutamente denigrante para la mujer

Querid@s,

Pasen y vean el último tema musical que la está petando en las redes y lo que no son las redes.

Este caballero se hace llamar Maluma y su último temazo es Cuatro Babys. Esta joya literaria cuenta con la inestimable participación de artistas internacionales como Noriel, Bryant Myers y Juhnse. De este denigrante, machista y misógino videoclip ya se han hecho eco los principales medios de comunicación, no es para menos. Lean atentamente sino algunos impagables retales de la letra a la que le sobran perlitas por todas partes. Rimas baratas y pareados soeces aparte, díganme qué les parece el temazo que la peta en las discotheques de medio planeta.

«Estoy enamorado de 4 babys. Siempre me dan lo que quiero. Chingan cuando yo les digo. Ninguna me pone pero»

«Dos son casadas. Hay una soltera. La otra medio psico y si no la llamo se desespera«.

«La primera se desespera, se encojona si se lo echo afuera. La segunda tiene la funda y me paga pa que se lo hunda. La tercera me quita el estrés, polvo corridos siempre echamos tres. A la cuenta de una le bajo la luna pero ella quiere con Maluma y conmigo a la vez».

«Tú tienes toas mis cuentas de banco y el número de la Master Card. Tú eres mi mujer oficial»

«Todas quieren chingarme encima de billetes de cien. Me tienen en un patín. Comprando en San Valentín. Ya me salieron más caras que un reloj de Ulysse Nardin»

El artista colombiano se defiende en Instagram de los ataques con la misma brillantez que inundan sus letras reggaetoneras de tan galante y caballeresco trovador. «Por una cosa o la otra siempre te van a juzgar, solo haz lo que te salga del corazón, lo que te haga feliz. Si hablaron de Jesucristo por qué te sorprendes cuando hablan de ti?»

No juzgo los gustos sobre este género musical y sus ritmos, me reservo la opinión. Lo que no me callo es que bajo ningún concepto se puede consentir que este latin lover de chichinabo nos llame zorras a la cara y nos trate como agujeros cualquiera que sirven de trinchera únicamente para satisfacer los deseos sexuales de ellos y a golpe de billetera. Machismo en estado puro, involución absoluta. Tampoco se me olvida el efecto devastador que la denigrante letra que canturrea este ídolo musical puede desencadenar entre los millennials y adolescentes de nuestra era. Con letras como ésta que se pinchan sin reparo ni vergüenza ajena en las discos de moda y en las estaciones de radio más importantes, ¿cómo creen ustedes que los adolescentes de nuestra sociedad van a creer ahora que han de tratar a las chicas? Como objetos sin valor, seres inferiores sin más atributos que los sexuales. También sin respeto alguno, con violencia y desprecio. Como Maluma. Miedo me da.

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A raíz de las palabras publicadas por la artista visual y activista Yolanda Domínguez en el Huffington Post, la madrileña Laura Pérez Sánchez se ha servido de la plataforma de peticiones populares change.org para solicitar la retirada del videoclip y de la canción de Maluma que lleva como nombre Cuatro Babys por considerarla denigrante y humillante para la mujer.

«La canción y el videoclip ‘Cuatro Babys’ del cantante Maluma es absolutamente denigrante para el género femenino. Tanto la letra como las imágenes hacen apología a la violencia directa hacia las mujeres,  la cuales son descritas como meros cuerpos sin valor, intercambiables y absolutamente disponibles al servicio del deseo sexual ilimitado de los autores. La figura de la mujer aparece representada como un ente sin poder de decisión, que únicamente existe para complacer las necesidades físicas de un grupo de viriles muchachotes con dinero. Ellas no eligen, son elegidas única y exclusivamente por sus virtudes sexuales.» denuncia la promotora de la iniciativa. Dirigida a la Asociación para la Autorregulación de la Comunicación Comercial y a la Comisión Fiscalizadora de Espectáculos Públicos, la petición arrancó con el apoyo de una sola persona y ahora supera las 77.000 firmas. Yo acabo de sumarme. No nos miren, únanse.

Que follen mucho y mejor.

¿Feminista yo? Por supuesto. ¡Y viva FEMEN y el sextremismo!

Querid@s,

¿He oído feminista? Sí, lo soy. Por su puesto, creo que el que no lo sea es un reaccionario primate. Soy una defensora a ultranza del feminismo, lo contrario sería la muestra evidente de que el Hombre (como especie) no hace sino involucionar. Según reza la RAE, el feminismo es, ni más ni menos, ni menos ni más, que esa ideología que defiende que las mujeres deben tener los mismos derechos que los hombres. Para mi siempre prevalecera sobre esa deleznable y asquerosa actitud de prepotencia de los varones respecto de los mujeres, mundialmente conocida como machismo puro y duro. Después de esta pequeña apostilla aclaratoria, pasemos al asunto que hoy nos ocupa.

Después de estar 4 días bloqueada, FEMEN está de vuelta en Facebook. La página de Femen España se establece de acuerdo a las normas comunitarias en Facebook: de acuerdo con la política del Sr. Zuckerberg de la que ya debatimos aquí, se muestran cuerpos sin contenido sexual o pornográfico. Como las chicas de FEMEN no quieren hacer daño a los sexistas sensibles, reinauguran temporada con una imagen con tetas de hombre. Estas si las aceptan. Manda huevos. De nuevo, ¿#micromachismo?

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Desde este blog feminista y antimachista, antisexista y que persigue la igualdad y la paz en el mundo, brindo todo mi apoyo a las chicas FEMEN, especialmente a aquellas que sufren brutal represión y hasta cárcel en países como Túnez o Marruecos. ¿Pero de qué estamos hablando? Pueden descubrirlo en este resumen de la traducción del texto de la fundadora de la organización, la rusa Inna Shevchenko, que se despacha bien a gusto sobre el establishment y su yugo.

En su blog de The Huffington Post, Inna Shevchenko, fundadora de FEMEN levanta ampollas: «Necesito confesaros a todos un terrible secreto sobre la civilización – la mujer no es un ser humano». Incluso en el tercer milenio, en 2013, dice, el cuerpo femenino es negado, usado, vendido, abusado… se lo considera obsceno, sucio, culpable. El cuerpo de la mujer siempre es demasiado… otras veces no es suficiente, extremos que hemos acabado creyendo hasta las propias mujeres.

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Todo el mundo habla de él y todos nos indican cómo usarlo. «Por ello la mayor preocupación del feminismo moderno es cómo liberar el cuerpo de la mujer del secuestro al que está sometido por el sistema patriarcal y devolverlo a sus legítimas propietarias, las mujeres», asegura. Nosotros debemos hacer y hacemos con nuestro cuerpo lo que nos da la gana, viene a insinuar. Y con ayuda de este cuerpo, ellas, las FEMEN, protestan, reivindican, intentan proteger los intereses de las mujeres en todo el mundo.

Así nacen, al unísono, como almas gemelas, el Sextremismo y FEMEN. Un movimiento activista, agresivo, pero sin violencia, provocador y provocativo, pero sin banalidades, con un mensaje que se grita alto y claro. Mensaje y medio (el cuerpo desnudo) sugieren escándalo, mujeres activistas en topless que con sus pechos defienden la igualdad social y sexual en el mundo.

Provocador sí, ¿y por qué no? 

El Sextremismo no sólo nos permite revolver las conciencias sobre algunos de los problemas más duros a los que se enfrentan las mujeres de hoy, sino también para descubrir el nivel de liberación (también sexual) de la mujer en cada país. El Sextremismo es insurgente contra el patriarcado al utilizar la sexualidad de la mujer como protesta política, utilizando las armas sexistas del patriarcado contra ellos mismo. Jugar con los códigos estereotipados es una forma de romper las nociones de dominación masculina sobre la naturaleza de la sexualidad femenina a favor de su elevada misión revolucionaria.

FEMEN quiere mostrar al mundo nueva interpretación del feminismo moderno, donde el desnudo se convierte en un instrumento activo para luchar contra las instituciones patriarcales, como la iglesia, la dictadura y la industria del sexo. «Ser FEMEN significa movilizar cada célula de tu cuerpo en una lucha implacable contra siglos de esclavitud de la mujer«.

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¿Quiénes son las sextremistas? 

Las FEMENistas son mujeres moral y espiritualmente en forma y cada día se involucran en acciones civiles con una alta dosis de dificultad y provocación. Inna las define como una demostración de superioridad intelectual, psicológica y física de las mujeres. La superioridad de alcanzar la igualdad, porque sí existen mujeres en muchos rincones, ciudades y países del mundo que son vejadas, maltratadas y violadas que todavía necesitan andar mucho camino para alcanzar finalmente la igualdad de sexos y la igualdad sexual.

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En FEMEN las mujeres se manifiestan y protestan ligeras de ropa, en topless, en países de todo el mundo. En los países democráticos les estrechan la mano, en estados totalitarios son golpeadas, secuestradas o encarceladas, incluso las amenazan con matarlas, no sin antes pasar un buen rato con ellas. A través de la belleza natural del desnudo femenino, FEMEN está examinando la verdad o la farsa de las democracias mundiales, una prueba de fuego para la democracia en todo el mundo. Así, inauguran una nueva ola de feminismo en el tercer milenio y cuenta con miles de seguidores en todo el mundo. Su símbolo- una corona de flores que adornan las cabezas de mujeres valientes de los cinco continentes.

«La magia del cuerpo cautiva, involucra y el coraje de la acción despierta el deseo de protesta. ¡Sal, descubre tus pechos y gana!», grita Inna Shevchenko. Por si alguna se anima a unirse al batallón.

Tras su retorno a las redes sociales, se despiden como señoras.

Como todos somos libres para decidir qué páginas seguir, si nuestras imágenes les molestan, no nos importa, pero antes de informar de nuestras páginas, simplemente no nos visite. Las quejas y los ataques a nuestras páginas sólo hacen que nos demos cuenta del poder de nuestro mensaje y lo necesario que es para poner fin a la censura en el cuerpo de la mujer. ESTAMOS DE VUELTA.

Gracias FEMENistas, yo no lo habría dicho mejor.

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Al que no le guste, que no mire. Que follen mucho y mejor.

Ni una víctima más, ni una mujer menos #SuicidateAntesDeMatarla

Querid@s,

Contra la violencia machistaLlego tarde. Lo sé, no tengo excusas. Este miércoles fue el Día de la Eliminación de la Violencia Machista, aunque deberían serlo todos los días.

864. Es el número de mujeres, jóvenes y adolescentes muertas (de 2001 a 2014) a manos de esos que les decían que las querían. Sus novios, sus maridos, sus amantes, sus ex parejas. 48 en lo que va de año.

Todos ellos las mataron porque les dio la gana, porque sí, porque les pasó por los cojones. Quien bien te quiere te hará llorarLa maté porque era mía. Basta ya de mamarrachadas.

Me dan ganas de vomitar y de aplicar la ley del Talión (ojo por ojo, diente por diente) cada vez que me entero de que un hombre decide llevarse por delante a una mujer. Pero no serviría de nada. O sí.

¿Cómo? Apuñaladas, golpeadas, disparadas con arma de fuego, estranguladas, degolladas, asfixiadas, quemadas, golpeadas y otros métodos. Como ven, no falta el ingenio.

 Tina S. fue apuñalada por su marido a los 74 años. No sobrevivió. Su marido decía  “Yo me voy a morir pronto, pero te voy a llevar por delante”. Las supervivientes, las que no acaban muertas, tampoco corren mejor suerte. Para muchas, su condena durará hasta el día en el que su verdugo muera. Y ya se sabe que mala hierba nunca muere.
Miriam, superviviente: Su expareja intentó matarla clavándole un cuchillo: «Soy víctima y estoy cumpliendo condena»
Los hombres tienen que unirse y participar de lleno en la lucha por la erradicación de la violencia machista. Quedarse callado, mirar hacia otro lado, darle la espalda es colaborar a que esta brutal lacra continúe. Gracias a los que no son neutrales, a los que se unen a la casa, a los que son un@ más.

Arias Cañete, aplíquese el cuento. Grabado a fuego tengo la perla que soltó sobre la “superioridad intelectual de los hombres” sobre las mujeres. Con dos cojones. Tampoco ayudan mucho algunas compañas contra la violencia de género que se me antojan un tanto machistas. La intención es buena, pero el fin no justifica los medios.

Que no venga un Torrente a darle lecciones a Susi de lo que tiene o no tiene que hacer por Internet. Parece que la culpa la tiene Susi, cuando aquí el único culpable es él. No sé cómo lo verán ustedes. Aún recuerdo cuando un verano en la playa de Benidorm, en un supermercado de confianza, iba yo en bikini y con pareo de playa a comprarme un refresco, que hacía una calina que pa qué. Tendría 25 años y un señor, acompañado de su mujer, me miró de arriba a abajo con odio, con rabia, desnudándome muy pervertidamente con la mirada y me soltó:  ¡Cómo vais así medio desnudas! Y luego os quejáis de que os violan. Con dos cojones. Como Cañete. ¿Por qué se intimida a la «víctima», que bastante tiene con lo que tiene. ¿Por qué se la culpabiliza? ¿Por qué se la amedranta? ¿Por qué se le echa la culpa de lo que un hombre decide hacer de forma voluntaria con ella?  Creo que esta es más acertada. Véanla.

Los amores no matan. Ninguno. Porque por amor no te prohíben quedar con tus amigos. Por amor no te obligan a follar si no quieres.

Por amor no te hacen llorar. Por amor no te pegan y luego te dicen “Mira lo que me haces hacer“.

Por amor no te dicen que todo lo haces mal. Por amor no te tienen acorralada.

Por amor no te dicen que estás gorda. Por amor no ahogan tu alma.

Por amor no te dejan el ojo morado y te dicen “lo siento”. Por amor no te vuelven a dejar el ojo morado y te vuelven a pedir perdón.

Por amor no te hostian cada vez que se le antoja. Por amor no te dejan vestirte como a ti te da la gana.

Por amor no te llaman puta. Por amor no te maltratan.

Por amor no te amenazan con matarte si te vas.

Si alguno de estos verdugos anda por aquí, #SuicídAntesDeMatarla, no después. Ni una víctima más, ni una mujer menos.

Por un amor verdadero.

Que follen mucho y mejor.