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¿Y si hubiera una forma fácil de saber si vais a quedar en persona?

Hace poco, una amiga muy sabia creó el concepto ‘Romance de Schrödinger’, algo que definió como una historia de amor que sucede y no sucede al mismo tiempo.

Y no se me ocurre mejor ejemplo para explicar la forma en la que nos comportamos hoy en día, cuando se trata de ir un paso más allá con alguien.

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Porque, por un lado, parece que aquello tiene futuro. Hay señales inequívocas. Te ha contado sus traumas infantiles, le detallaste al milímetro aquella movida que hubo en tu familia y no pasa un día sin que os preguntéis cómo estáis.

En tu cabeza ya fantaseas con lo que puede salir de ahí (¡y qué fantasías! ¿No te apellidarás Grey?), pero a la hora de la verdad aquello no termina por ir a ningún lado.

Lo bueno es que, si prestas atención, hay una serie de indicadores que adelantan el resultado. Una serie de spoilers que, por mucho que te niegues a ver, son la prueba de que no vais a quedar.

  1. De 0 a 100 y 0 otra vez, así son la mayoría de las conversaciones. Hay días que es como si no hicierais otra cosa más que responderos y otros en los que tarda varias horas en contestar. Y no solo eso. Cuando lo hace, emplea monosílabos, frases cortas y tira poco del hilo para que el tema siga fluyendo. En definitiva, no le apetece tanto hablar. Una conducta que puede terminar en un ghosting o, igual de cruel, contigo en el banquillo. Esperando a que un día se aburra, vea una historia en la que sales especialmente bien o no tenga nada mejor que hacer y decida emplearse a fondo hablando.
  2. Aunque claro que en la era digital es muy común que parte del proceso de conocer a una persona suceda a través del teléfono, lo que no es del todo normal (ni siquiera en la era Covid-19) es que nunca se dé el contacto físico. ¿Siempre habla de una hipotética quedada que nunca llega a materializarse? ¿Contesta con un ‘estaba con lío’ cuando le dices de tomar algo’? ¿Deja en leído la conversación al intentar cerrar plan, pero luego sigue hablándote como si nunca hubieras dicho de veros? No son buenas señales. Cuando hay interés auténtico, lo de verse en persona se convierte en una necesidad real.
  3. También puedes fijarte en las respuestas que recibes cuando intentas cerrar una fecha. Constantes cambios del plan, que no pueda acudir en el último momento o que siempre tenga una cita el día que ya le habías dicho son pruebas de que -aunque te cueste creerlo- no eres una prioridad en su vida y va a tratarte como un plan de segunda, llegando a dejarte detrás del dentista (y mereces a alguien que te valore al menos tanto como a una buena limpieza bucal).

En definitiva, actitudes evasivas e irregulares sin ningún tipo de explicación -que pueden darse en estos ejemplos y en tantos otros-, deberían hacer sonar las alarmas en tu cabeza. Cuanto antes lo identifiques y dejes de gastar tu tiempo con estas personas, antes podrás conocer a alguien que de verdad quiera conocerte sin trampa ni cartón y no como si fueras el plan B.

Duquesa Doslabios.

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Todo lo que tienes que tener en cuenta antes de quitarte la mascarilla en una cita

Las llaves, la cartera, el móvil y la mascarilla: las cuatro cosas que necesitamos antes de salir de casa para una cita. Y aunque de tres de ellas casi no te enteras, la cuarta puede arruinarte un poco el momento.

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Porque, por muy acostumbrados que estemos a estas alturas a lavarnos las manos más veces al día de las que podamos contar, es difícil recordar que, también con alguien que nos gusta, no podemos bajar la guardia.

La espontaneidad es un lujo que no podemos permitirnos desde que estalló la crisis sanitaria. Este permanente estado de alerta, incluso con quien queremos que pase a un ámbito más íntimo, es lo que nos toca ahora.

Pero la vida sigue, la gente se mueve -o lo hacía antes de las restricciones- y los sentimientos florecen. No podemos esperar a que llegue esa hipotética fecha en 2022, la que pronostican los expertos como vuelta a la normalidad (normalidad real, de la de antes)

Hasta el nuevo horizonte sin virus, nos acompañará la pregunta del millón.

Si ya ha pasado un tiempo, las cosas van bien y le vemos potencial a lo que va surgiendo, ¿cuándo podemos quitárnosla?

Es nuestra responsabilidad mirar más allá del impulso inicial y tener en cuenta a qué gente estamos exponiendo. Si vivimos con abuelos o un familiar inmunodepresivo (o incluso si la otra persona lo es) está en nuestro entorno, es como para pensarlo dos veces.

Si nos da confianza para dar ese paso, también dependerá mucho de conocer cuáles son las medidas que toma. ¿Está pendiente de desinfectarse? ¿Procura relacionarse lo mínimo posible? ¿Estornuda en el codo? Son buenas señales.

Otros factores, como el lugar de trabajo, se escapan de nuestro control. Pero, por desgracia, la exposición no es la misma estando en casa teletrabajando, que yendo en metro todos los días a una oficina.

Así que, lo mejor que podemos hacer, es darnos tiempo. Tiempo para averiguar todo eso y aprovechar para decidir si realmente es algo con futuro.

Hasta entonces, tener citas al aire libre con poca gente será clave. Cuando llegue el momento -quizás un par de semanas más tarde-, habrá que poner sobre la mesa si solo se está viendo (y si solo se va a ver) a la otra persona antes de tomar la decisión. Un primer ensayo de la famosa charla del compromiso versión Covid-19.

Y, mientras, toca aguantarse las ganas, jugar con las miradas y entrecruzar las manos solo si las hemos pasado por gel hidroalcohólico.

También aferrarse a que, en algún momento, podremos echar la vista atrás y brindar -con un poco de suerte, con la misma persona- por aquel periodo tan raro que ya ha quedado en el pasado.

Duquesa Doslabios.

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¿Verdadero o falso? Estamos más salidos después del confinamiento

Primero fue la fase del encierro con todo ese tiempo libre que no sabíamos a qué dedicar -cuando las exparejas volvieron a la carga incluso después de años-, a continuación siguió la fase de la adaptación, convirtiendo el nuevo campo de juego para ligar en las aplicaciones para conocer gente.

Y, con la desescalada, la última de ellas: la del desfase.

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Las imágenes que vemos de aglomeraciones en playas o fiestas, se pueden comparar a cómo está ahora el panorama de las citas teniendo en cuenta que se han levantado las restricciones.

Hemos cogido la vuelta a la normalidad -sí, aunque sea nueva-, con tantas ganas que ¿cómo no caer en la euforia sexual?

Por un lado, está la liberación de poder volver a tener contacto físico, aunque sea con medidas de seguridad, después de haber estado varios meses en aislamiento.

Esas parejas separadas por el estado de alarma, han vuelto a encontrarse. Lo mismo que los matches, que por fin se han puesto cara.

Y es que durante esos meses, las apps no han dejado de crecer, pero ahora han pasado a bullir, lo que ha permitido que cada cual diseñara su particular agenda para cuando volviera a estar permitida la vida social.

De esa forma, hay quien ve la urgencia de tener sexo ahora como una especie de reacción lógica al periodo en el que solo tenía cabida la masturbación.

Por otro lado, el miedo del rebrote sigue ahí. La incertidumbre ante la llegada de una posible segunda ola hace que se haya adoptado la postura del carpe diem, aprovechando al máximo los días en los que sí es posible tener encuentros, algo que me confirman mis amigos solteros.

Esto incluye encuentros que igual antes ni se planteaban y se ven ahora con otros ojos (ya sea el vecino del quinto que hasta antes del aislamiento te parecía insoportable o incluso ese ex).

El miedo por la pandemia, el consecutivo encierro, la sensación de irrealidad constante por vivir algo que nos imaginábamos imposible sumado a la sensación de libertad de la nueva normalidad, hace que nos sintamos llenos de vida, con ganas de aprovechar al máximo.

Así que disfrutemos, mientras nos dejen, pero con cuidado. El riesgo no ha desaparecido.

Duquesa Doslabios.

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¿Y si en las aplicaciones de ligar solo ‘triunfan’ los mismos?

Da igual la cantidad de veces que hagas swipe right, que dejes un match o un superlike. Si al poco tiempo de usar una aplicación para ligar te sientes como si estuvieras solo porque nadie te devuelve las interacciones, hay una explicación.

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Es gracioso que, cuando te planteas dar el paso y abrirte una cuenta, en seguida te sale el amigo o amiga de turno diciéndote que lo vas a tener facilísimo, que hay muchos peces en el mar (aunque sea digital).

Además, si a tu compañero del trabajo le sirvió para encontrar pareja, ¿por qué a ti no?

Lo que no te cuentan cuando marcas las casillas mediante las que aceptas que conozcan casi hasta tu marca de pasta de dientes es que las aplicaciones de ligar tienen truco y se llama algoritmo (sí, como el de Instagram).

Según diferentes estudios, se ha descubierto que este tipo de apps tienen un sistema que ordena a los usuarios en función de su deseabilidad.

Esto se traduce en que si te da match alguien popular en la aplicación (que a su vez tiene un perfil alto de deseabilidad), te convertirá en parte de ese círculo, llamémoslo vip, abriéndote a su vez la puerta virtual a que conozcas usuarios en la misma linea de puntuación.

Por el contrario, si esa misma persona te rechaza o quienes te hace match son usuarios con bajo nivel de deseabilidad, tu calificación, a ojos de la aplicación, bajará y solo te mostrará perfiles de nivel (bajo) parecido.

Es decir, aunque te dé la sensación de que puedes encontrarte con cualquiera, lo cierto es que una gran cantidad de gente siempre estará -por mucha geolocalización que tengas activada-, fuera de tu radar.

A esa conclusión llegó un estudio sobre Tinder publicado en Medium.com (que podéis leer más en profundidad si os interesa) también comprobó que los que se encuentran en los primeros puestos del 80% de los hombres más atractivos de la aplicación, según sus parámetros, son los que llegan al 22% de las mujeres más atractivas.

De la misma forma, el 78% de las mujeres más atractivas se cruzarían con el 20% de los hombres más atractivos.

No solo el nivel de deseabilidad es crucial a la hora de posicionarte en el ranking, hay otras cosas que te afectan a los puntos. Datos que van desde las veces que te conectas, las palabras que más usas o el tiempo que pasan los usuarios con los que te cruzas viendo tus fotos.

Otro sesgo -de carácter bastante machista bajo mi punto de vista-, coloca a las mujeres mayores de 21 años en puestos bajos de la lista (independientemente de si tienen una carrera, un piso cerca del Mercadona o sean autosuficientes económicamente), lo que sucede a la inversa si ese usuario es un hombre. Un varón mayor de 21, con estudios y trabajo se considera un partidazo, mientras que nosotras seguimos sufriendo el estigma de la ‘solterona’.

Esto no significa que no vayas a encontrarte con alguien que te pueda gustar y con quien puedas tener una conexión e incluso algo más. Pero, ¿hasta qué punto estamos de acuerdo con que decidan por nosotros de quién nos podemos enamorar?

Duquesa Doslabios.

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Ligar ya no volverá a ser como antes según las series de Netflix

«Las series hablan de nosotros y nosotros somos como en las series» fue una frase que me dijo mi padre hace poco. Y sí, coincido con él por completo.

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Por un lado, se nutren de lo que vivimos, lo que conocemos, la forma que tenemos de relacionarnos, nuestros anhelos, nuestros miedos…

Por otro, tendemos a sentirnos identificados con lo que sale en la pequeña pantalla, acercándonos a causas, lugares o aficiones nuevas de las que trata la ficción.

Así que casi parece predictivo el hecho de que, al poco de empezar el confinamiento, fueran Love is blind y Too hot to handle dos de las series más vistas del catálogo de Netflix.

¿Significa que nuestra forma de relacionarnos, de conocer gente y de crear conexiones románticas –en definitiva, el amor– está cambiando? Si nos fijamos en sus tramas, parece que sí.

La primera trataba de darle el ‘Sí, quiero’ a un desconocido con el que solo te habías relacionado a través de conversaciones, uno aislado del otro.

Mientras que la segunda reunía a un grupo de solteros en una villa que no podían tener contacto físico sexual, algo que solo estaba permitido si llegaban a crear conexiones emocionales primero.

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Al eliminar las posibilidades de que se diera atracción por el físico o de tener sexo fugaz, los concursantes tenían que conocer a fondo a la otra persona.

Teniendo en cuenta que hemos estado (al menos los madrileños y catalanes) tres meses aislados en casa, recurriendo a formas de ligar alternativas que solventaran la distancia física, hemos vivido, como los participantes de ambos reality shows, nuestro particular proceso de deconstrucción.

Y, aunque ahora vuelve a estar permitido relacionarse en vivo y en directo -aunque sea en grupos pequeños-, como en los programas de Netflix, el contacto físico no entrará en juego hasta pasado un tiempo por cuestión de prudencia o desconfianza.

Es posible que el modelo de usar y tirar aplicado a las relaciones, el fast dating, se haya terminado. O, al menos, hasta que se encuentre una vacuna para el coronavirus.

Duquesa Doslabios.

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El arte de ligar en la ‘nueva normalidad’

Da igual que haya una pandemia mundial, que nos quiten lo ‘tocao’ o que nos aíslen en casa durante meses. Siempre querremos buscar el amor.

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Pero volver al terreno de juego analógico, saliendo del mar de matches y ‘me gusta’ de las aplicaciones de ligar (o incluso del propio Instagram), es otra historia.

Pasará tiempo hasta que volvamos a sentirnos cómodos con el sencillo gesto de cogernos de las manos. La duda de si habrá o no un beso al final de la cita, no será solo motivo de ilusión, también de preocupación por si esa persona es positivo en el virus y no lo sabe o no muestra síntomas.

En definitiva, que si ya de por sí era algo complejo esto de conocerse, la ‘nueva normalidad’ no va a poner las cosas más fáciles.

Para empezar, encontrar un sitio donde verse va a ser tan complicado como sacar un billete en la web de la Renfe. ¿Estará abierto? ¿Cumple todas las medidas de seguridad? ¿Hay que pedir cita previa? Pero, ¿realmente han desinfectado la mesa de la terraza antes de que nos sentáramos?

Los lugares con mucha gente están automáticamente descartados. Nada de conciertos (que, a estas alturas, están todos cancelados) o garitos en Malasaña donde no cabe ni el oxígeno para respirar en condiciones.

La intimidad, tan codiciada antes de la crisis sanitaria, será imprescindible, así que citas que tengan lugar en el autocine o visitas -en pequeños grupos- al museo serán la alternativa.

Aunque tampoco podremos tirar la casa por la ventana con los planes. Los ERTE, la subida del carrito de la compra (sí, supermercados, nos hemos dado cuenta)  y la crisis económica que no se cansan de anunciar, van a hacer que nos cueste pagar la cuenta, incluso si solo es nuestra mitad.

Pero hay una solución (varias), podemos volver a poner de moda los paseos, admirar un atardecer en cualquier sitio alto de la ciudad -a la debida distancia de otros transeúntes-, quedar a ver romper las olas o a dar pan a los patos del parque, esos grandes olvidados (con las manos bien limpias, por favor).

Al final, la tecnología nos lo pone lo bastante sencillo como para convertir dos horas sentados sobre cualquier césped en un concierto privado vía Youtube. Así que la imaginación será la que marcará la diferencia en esta nueva era del amor.

Duquesa Doslabios.

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El paseo de las 20:00, la nueva revolución sexual

La canción de La Casa Azul se reproduce automáticamente en mi cabeza cuando se acerca el momento de dar el paseo de la tarde (de siempre soy más de atardeceres).

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Uno de los versos –«Tú, que anticipabas un futuro catastrófico, hoy pronosticas la revolución sexual»-, es el que me parece el ejemplo perfecto para la nueva fase de desescalada aprobada por el Gobierno, la que nos permite salir a la calle a andar unas horas al día.

Yo misma tuve dudas de qué ponerme para salir a andar. Las zapatillas de cordones, comodidad ante todo, estaban más que aseguradas.

Pero mentiría si os dijera que, por encima de la crema solar, no iba un poco de colorete.

En medio de mi crisis de armario, una de mis amigas comentaba por videollamada que ella iba a vestirse bien por si ligaba, aunque fuera en la distancia.

Si algo nos unía a las dos, con y sin pareja, era las ganas de salir con nuestro mejor aspecto, de vernos bien, lo que consigue extenderse a nuestro ánimo.

Por mi barrio pasaba algo parecido. Además de cruzarme con otras vecinas también arregladas, las altas dosis de colonia también llamaban la atención.

Era como si nos hubiéramos puesto de acuerdo en acicalarnos, como si indirectamente, todos los sentidos que nos captaran, nuestros y ajenos, registraran el mensaje de «Aquí estoy yo».

Al final, con todo lo que hemos pasado, encontrar las ganas de seguir adelante, es una forma también de sobrevivir.

Y sí, eso incluye querer ligar. Tener ganas de conocer a alguien, de gustar y que te gusten aunque sea andando a un metro de distancia, de cruzar miradas atravesando el paso de cebra o, lo más sencillo, viéndote el reflejo en un escaparate y pensar que tienes un aspecto increíble, son pequeñas victorias.

No solo vivimos de harina, levadura, Netflix y libros. La ilusión, sobre todo la que sentimos hacia nosotros mismos, hay que alimentarla.

Duquesa Doslabios.

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El futuro de las relaciones: sexo, citas y amor después del coronavirus

La sed y el hambre son dos de las cosas más difíciles de soportar. Y, estando aislados en casa, hemos llegado a la conclusión de que el contacto humano podría ir detrás de ellas.

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Se habla de la vuelta a la ‘normalidad’, de cómo será salir a la calle, movernos en transporte público, viajar…

Pero, ¿qué va a pasar con la desescalada a nivel emocional?

Esta experiencia nos dejará marcados y no sabemos hasta cuando. Por lo pronto, habrá que despedirse del roce en una cita.

Y eso que, como comunidad, tocarnos es casi fundamental para relacionarnos. Nos hace sentir confiados, conectados como parte de algo y nos ayuda a despedirnos del estrés.

Estar cómodos en la intimidad podría cambiar. Por mucho que en un futuro haya una vacuna, después de las imágenes que hemos visto, los síntomas que conocemos de primera mano y familiares que hemos perdido en estas circunstancias, ¿quién no se lo pensará dos veces antes de cogerse de las manos? ¿Quién no dudaría antes de acercarse a dar un primer beso?

El amor no desaparecerá, pero nos lo pensaremos dos veces.

Aguantando semana tras semana en casa, el sexo ha quedado fuera de carta. En su lugar, hay barra libre de aplicaciones para ligar.

Incluso en estas circunstancias, se ha encontrado una vía de seguir avanzando: hablar. Las videollamadas, chats interminables o citas virtuales lanzan un alentador mensaje: el punto fuerte es tener una buena conversación.

Y si antes no había pie a una segunda oportunidad -teníamos tantas opciones que, ¿quién querría esforzarse en conocer más a fondo si había la mínima duda?-, ahora no nos atrevemos a descartar con tanta facilidad.

O incluso a la hora de volver a retomar contacto con esa antigua pareja a la que, obra de la cuarentena, hay quien se arrepiente de haber dejado escapar.

Duquesa Doslabios.

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Alerta spoiler: no vais a quedar cuando todo pase, estás en la ‘coronazona’

Justo cuando ya nos habíamos vuelto profesionales en identificar los comportamientos que revelaban que no íbamos a conseguir nada más allá de una amistad con la persona que nos gustaba, llega el aislamiento y surge una nueva manera de, no ya sentarnos en el banquillo, sino de dejarnos fuera de juego: la coronazona.

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Así que antes de que siga avanzando, permite que te haga un spoiler y te adelante el final.

La cuarentena se va a acabar (algún día), sí, pero cuando llegue ese glorioso día, es más que probable que sigas sin verle la cara ni otras partes de su cuerpo.

La prueba la encontrarás en los mensajes que circulan estos días. ¿Cómo se comporta cuando hablas del momento del encuentro? ¿Tiene tantas ganas como tú o más bien coge el tema con pinzas y trata de esquivarlo?

Si la segunda reacción es la que más te suena, igual es el momento de que hagas sonar la alarma y no sigas haciéndote ilusiones.

Que no, que ese mensaje a la una del mediodía preguntándote si sigues durmiendo, no es interés real en ti. Me temo que se llama aburrimiento.

Es el equivalente al «¿Hoy sales?» que recibías por la noche del viernes o sábado, solo que con la hora cambiada, los dos en pijama y el mismo desenlace.

Y es que por mucho que la cuarentena esté sacando nuestro mejor lado en muchos aspectos (aplaudimos a rabiar a las 20h, ayudamos a esa vecina a subir la compra y hasta hemos regalado un gel higienizante al guardia del supermercado del barrio), emocionalmente seguimos teniendo malos hábitos.

El peor, en este momento, es la cuarenzona. Cuando una de las personas se está haciendo ilusiones de que está teniendo una conexión real con la otra mientras que, simplemente, está siendo un pasatiempo que hace más ameno el día en casa.

Puedes comprobarlo también en que no muestra interés en conocerte -en profundidad, quiero decir-; que viene con una barra libre de likes bajo el brazo, pero no llega a hablarte más que lo justo; que parecen interesarle más las fotos de nudes que tu última receta vegetariana; te responde al cabo de horas o que se borra del mapa cuando sacas el tema de quedar.

La cuarentena ha cambiado muchas cosas de nuestra vida. Ha cambiado la forma de relacionarnos, de comprar, de trabajar o de estudiar. Pero no cambia el hecho de que mejor alejarse cuando damos con una persona que no nos tiene como primera opción.

Duquesa Doslabios.

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Los 3 pasos básicos para volver a entrar al juego de las citas después de una ruptura

Has pasado ya la fase de negación («Esto no está pasando, volveremos»), la de la ira («¿Cómo ha sido capaz de hacerme esto a mí? ¿A mí? Le odio»),  negociación («Si vuelve, prometo ser más paciente la próxima vez que deje la tapa del wáter subida») y la de depresión («Voy a ponerme Adele y a llorar hasta que encuentre Someone like you«).

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Si te resultan familiares, sabrás qué momento viene a continuación: el de aceptación. Una vez entiendes que lo vuestro es agua pasada, da comienzo un nuevo capítulo en tu vida. Y lo mejor es que no tienes que compartir protagonismo con nadie.

Es probable que, llegado ese instante, pienses «Creo que soy demasiado mayor para estas cosas». Da igual si tienes 17, 23 o 45 años, la idea de volver a entrar al ruedo de las citas, las intrigas de los mensajes sin responder o las aplicaciones para ligar, se te hacen un poco cuesta arriba.

Antes de que la ansiedad te lleve de vuelta a la cama a ver Modern Love con los restos de polvorones navideños, quiero darte mi plan maestro para retomar ‘el juego’. Un sencillo método de tres pasos con el que podrás ponerte a punto de nuevo y abrir tu corazón (o la parte del cuerpo que quieras abrir, eso ya es cosa tuya) a nuevas personas.

  1. Ten citas contigo. Puede parecer ridículo pensar en dedicarnos tiempo cuando lo que queremos es alguien nuevo a nuestro lado. Pero si no sabes cómo eres, ¿cómo identificar lo que mejor funciona contigo? Después de una relación, sobre todo si ha sido de mucho tiempo, es probable que hayamos cambiado en ciertos aspectos. Averigua qué te gusta, qué no, haz autocrítica. ¿Saldrías contigo si te conocieras? Trabajar en ti va desde aprender de lo que puedes mejorar hasta conocer a la perfección lo que quieres en tu vida a partir de ahora.
  2. Liga, y, si no sabes cómo, pregunta. Tus amistades te darán consejos y frases de oro. Si sigues sin saber, puedes preguntarle incluso a él o a ella. Una forma de romper el hielo y de paso empezar con dosis de humor lo que sea que dé comienzo. En el amor y en la guerra todo vale, así que aprovecha las nuevas tecnologías para conectar con más gente. Cualquier sitio es bueno para dar rienda suelta a tus encantos, ¡piensa que hay personas que ligan en iglesias!
  3. Sal, la más obvia y la más difícil. «Pero es que no me acuerdo de cómo se hacía eso de las primeras citas». Da igual, ligar es como montar en bicicleta, solo necesitas un empujoncito para arrancar la marcha que enseguida recordarás cómo se hacía. A fin de cuentas, a diferencia de los móviles, es un mundo que no cambia tan rápidamente. Y sí, chicas, podéis llevar la iniciativa.

Duquesa Doslabios.

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