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Sí, se puede ligar (bien) por Instagram de esta manera

Instagram es el nuevo Tinder. Y a las pruebas me remito, mis últimas historias románticas se han cocido en la bandeja de entrada de los mensajes directos.

Al cupido digital es relativamente fácil sacarle partido. Una publicación en el post, una historia, el sticker de pregunta…

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Las excusas para romper el hielo son infinitas, pero nunca está de más recordar lo que es mejor no poner en práctica en Instagram.

Porque por mucho que reconocemos universalmente el significado de la reacción del fueguito, su tasa de efectividad es del 0%.

Hasta donde yo sé, nadie ha conseguido una quedada solo usando esta reacción. Ni tampoco recorriéndote el feed hasta el final y dejándole likes en las primeras fotos que colgó en 2016.

Es más una especie de llamada de atención, la manera de decir «Me sigues poniendo y te daba un buen meneo». Pero no pasa de ahí.

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Por lo general, no solemos responder a las reacciones más que para darles un ‘Me gusta’. Así que toca profundizar.

También es cierto que ligar por Instagram es como hacer un cocido madrileño. No vas a ligar de forma instantánea, necesita cariño, dedicación y tiempo.

Pero, una vez abres la puerta a las conversaciones interesantes, que terminéis por conoceros, es mucho más viable que usando los fuegos.

En mi opinión (y la de quienes me seguís en Instagram) estas son las maneras en las que ligar con esa persona.

  1. Lo básico, hablar se consigue hablando. Y no, no tengas miedo a empezar la conversación porque de eso trata Instagram. Comenta una historia, explícale por privado a qué te ha recordado la foto de su feed, participa en sus encuestas pero amplía información por DM…
  2. Nos pierde el sentido del humor. Nadie quiere a su lado a una persona más seria que un ajo. Tira de memes y gifs para que la conversación resulte todavía más amena.
  3. Da recomendaciones: «Oye, si te mola la canción que has usado para esta historia, te recomiendo a Rigoberta Bandini», una foto de un libro sobre feminismo puede darte pie a que le comentes que has leído el último de otra escritora y se lo aconsejas. Da pie a hablar y a descubrir que…
  4. Tenéis cosas en común que podéis compartir. ¿Le gusta el deporte? ¿La cerveza artesanal? ¿Bailar bachata? Qué curioso. A ti también. Todas.
  5. Evidentemente, si no son cosas que te gusten, no te montes una persona que no eres. La clave del éxito es ser tú al natural. Con tu simpatía que tendrías en el cara a cara, pero mostrándote real.
  6. Vale que Instagram es imagen pura, pero mostrar solo interés físico (si el objetivo es algo más) juega un poco en contra. Los clásicos «guapa» o «pibón» son más bienvenidos si te los suelta una amiga, al igual que los fuegos de la reacción.
  7. Debatir en Instagram sobre algo que ha publicado es una manera interesante de compartir puntos de vista. Pero intenta no meterte demasiado en ningún berenjenal. Recuerda que tu objetivo es gustarle, no que piense que le estás explicando algo de manera condescendiente. Aprovecha temas como la comida, el último taquillazo de Marvel… Si te pasa con política, religión o incluso la gestión del Covid, puede salirte el tiro por la culata.

Y aunque me parece básico, me toca recordar que todo esto hay que hacerlo sin mandar dickpics (sí, las fotos en ropa interior que muestras tu paquete, cuentan como tal).

Mara Mariño.

(Y, si quieres, puedes seguirme en Instagram,  Twitter y Facebook).

Tú también haces Gatsbying para llamar su atención (y lo sabes)

Sábado por la noche. Un mensaje de tu amiga «En media hora hay que estar en la cola» y toda tu colección de maquillaje tirada por encima del edredón.

Te prepararás lo más rápido que puedas. Pero la urgencia de salir de casa no va a estar reñida con el momento de plantarte delante del espejo y sacarle una foto a tu lookazo.

UNSPLASH

Estiras el cuerpo, sacas la cadera, adelantas la pierna y disparas. Una, dos, quinientas veces… Hasta dar con la foto buena.

Metes un filtro (o no) ,  en lo que te llama tu amiga (desesperada porque no vas tarde, vas tardísimo), tu historia ya está publicada.

Las reacciones de tus seguidores no se hace esperar y tu emoción tampoco. Un mensaje, algún que otro me gusta, el fuego de quien siempre aprovecha la ocasión para subirte un poco la autoestima… Pero nada de quien esperas.

Repasas la lista de personas que la han visto y ahí está él (o ella). Su foto es tan característica que ya sabes qué colores buscar esa nube de círculos que son las fotos de perfil.

No ha contestado, pero tienes la prueba de que ha pasado por ahí. De que sigue pendiente de lo que posteas. De que, de una manera o de otra, le interesas.

Al menos la ha visto, y es un pensamiento tranquilizador y frustrante al mismo tiempo. Quizás para la próxima. Será por ocasiones.

Ya contestará.

Lo que quizás no sabías es que, esta manera de intentar llamar su atención, se llama Gatsbying.

En un mundo en el que los términos anglosajones parecen haberse hecho con el monopolio del universo de las citas, toca que conozcas el último de la lista.

Y como el ghosting, es uno de los comportamientos que casi todos hemos puesto en práctica sin saberlo.

Al igual que Jay Gatsby intentando llamar la atención de Daisy, organizando cada vez fiestas más espectaculares, Instagram nos ofrece la misma posibilidad (con menos esfuerzo).

Con las historias de la aplicación nos encargamos de compartir esos vídeos o fotos para que el (o la) crush de turno las vea.

Conseguir que la conteste ya es otra cosa, pero no deja de ser interesante cómo utilizamos la app para ligar de la manera más sutil.

Es una de las ventajas de la tecnología. Que podemos ‘invitar’ a quien nos gusta, como si de un espectador se tratara.

Pero también dejarle caer, disimuladamente, lo que podemos ofrecerle y darle excusas para que nos hable contestando a cualquiera de ellas.

Ya sea a la foto previa de salir de fiesta como al plano de domingo resacoso en pijama y con los gatos en la cama.

Duquesa Doslabios.

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Las redes sociales no me dejan olvidar(te)

Fue el día antes de que nos despidiéramos que te lo dije. «Ahora ya sabes lo que toca. Todos mis artículos van a hablar de lo que te voy a echar de menos».

Y es que es tan difícil olvidar.

PIXABAY

Admito que era un tanto ingenuo por mi parte pensar que, solo poniendo tiempo y distancia de por medio, dividiendo a la mitad lo que habíamos construido en estos años, conseguiría que el proceso de pasar página fuera más eficaz.

No había contado con Facebook ni Instagram. Pensaba que me había adelantado a ellos eliminándote como amistad y dejando de seguirte.

Pero no entraban en mis planes la cantidad de fotos que tendría que volver a ver -tanto en tu perfil como en el mío- de los momentos que compartimos. Los buenos, claro, los que disfrutas mostrando al círculo de contactos.

Los viajes a Italia, a Asturias, al fin del mundo si hubiera hecho falta…

Y no solo eso, sino la cantidad de seguidores de tu entorno. Tus familiares más cercanos, todas tus primas lejanas e incontables, tus amigos, tus compañeros de trabajo, hasta tus clientes.

El proceso de silenciar a todos y cada uno de ellos me hizo volver al momento de conocerles, cuando descubría nuevos aspectos de tu vida que se abrían como ventanas a una faceta desconocida de tu personalidad.

No ser lo bastante minuciosa me llevó a que uno de ellos se escapara de mi filtro (imposible llevar la cuenta de todos) y terminara apareciendo en mi pantalla el sábado noche que estabais pasando juntos.

Bastó una historia de 15 segundos para que volviera a desmoronarme. A llorar. A enfadarme. A que el nudo que llevo bajo el pecho oprimiera todavía más mi respiración. A repetirla una y otra vez para fijarme en tus gestos, tu ropa, para seguir la dirección de tus miradas.

Y lo peor, a llegar a pensar -después de reproducirla por vigésima vez- «Joder, qué guapo estás».

Ya he llegado a la conclusión de que las redes van a ser mis propias enemigas en este sentido. Y será porque yo misma les he dado las herramientas para ello al hacerles partícipes de tantos episodios que hemos compartido.

Sé lo que viene ahora. Los recuerdos en mi cabeza van a ser tan vívidos como cuando me salten las alarmas de Facebook avisando de que ya hace 3 años desde que te convertiste en el protagonista de mi Trabajo de Fin de Máster.

La alternativa la conozco. No va por borrarte a ti, sino por salirme del círculo social. Por partir de cero también en internet con nuevos perfiles.

Pero como de momento no es algo que me plantee hacer (quizás recule, ya sabes lo mucho que me impactó el documental The Social Dilemma), fantaseo con la idea de que las aplicaciones ofrecieran el botón de «corta con tu pareja» y se encargaran de quitar las interacciones, las fotos y los comentarios, esos que ahora paso de puntillas para que no me escuezan.

Hasta entonces, mi perfil será un mausoleo de lo que fue nuestra historia de amor. Un lugar en el que perderse (si se quiere) en los instantes más maravillosos.

Duquesa Doslabios.

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«Orbitar», la nueva tendencia para (no) ligar en las redes sociales

¿Te acuerdas de aquella persona que conociste hace poco? Sí, esa en la que estás pensando, ya sabes a quién me refiero.

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Teníais química, te encantaba su manera de echarse el pelo hacia atrás, su sonrisa, su estado de WhatsApp… Y de repente, desapareció de tu vida sin darte ningún tipo de explicación.

Sufriste «ghosting», que es el nombre que se le da a este fenómeno de desvanecerse sin dar razones al respecto, lo que en español podríamos definir como «Ya no me interesas, pero como me da mazo palo decirte nada, mejor me marco una Cuerda Huida a lo Pokémon y si te he visto no me acuerdo».

Del ghosting nos toca aprender que no siempre las relaciones son correspondidas (ojalá), pero que el rechazo forma parte de nuestra vida (aunque sea un rechazo así de cobarde) y debemos aceptarlo y vivir con ello.

Sin embargo, con las redes sociales, el ghosting ha evolucionado y ha dado lugar a una nueva manera de relacionarse (por llamarlo de alguna manera) que Anna Iovine, autora de Man Repeller, ha bautizado como «orbiting».

Orbitar es la acción que realiza una persona sobre ti con la que, independientemente de vuestro pasado (solo amigos o salidos de una relación/noche de pasión/X), quieres tener algo más.

Pero por mucho que uno de los dos quiera dar el siguiente paso, la otra persona se muestra distante, sí, pero en órbita, ya que está al tanto de lo que acontece en tu vida gracias a las redes sociales.

En resumen: tienes en órbita a esa persona que nunca te manda un mensaje (no, ni aunque fuera el Armagedón) pero es la primera en ver las historias de Instagram o en darte «Me gusta» a una publicación.

Se dice que se la tiene orbitando porque, aunque la persona no está dispuesta a mantener algo contigo, quiere que sepas que en cierto punto tiene interés en ti. Y tú que pensabas que lo de Estados Unidos y la URSS era una Guerra Fría… Te doy la bienvenida al siglo XXI.

Lo de tener una persona que nos gusta en órbita se nos va de las manos cuando cambiamos el contenido que publicamos solo para comprobar si tenemos algún tipo de reacción por su parte al respecto.

«Entonces ¿qué hago? ¿Cómo huyo de la órbita?» Houston, no tenemos un problema. Es tan fácil como hacer clic en el botón «Bloquear» para que no vivas en la angustia constante de revisar tus redes a ver si te ha dejado un like.

«Pero, ¿y si de verdad un día quiere algo conmigo y yo le estoy cerrando la puerta definitivamente» Tesoro, quítate la venda que te has puesto y abre los ojos. Esa persona te mantiene con un «enganche» emocional de manera egoísta porque no es capaz de lanzarse por ti. Y tú te mereces a alguien que se tire a la piscina, incluso si con esa cabeza tuya se te ha olvidado poner el agua.

Si hay muchos peces en el mar, imagínate cuántos cuerpos celestes vas a encontrar en el espacio.

Duquesa Doslabios.

Las 10 cosas que haces mal cuando quieres ligar por Instagram

Siempre se suelen dar dos formas de hacer las cosas: una buena y otra que no lo es tanto. En el caso de tratar de seducir a alguien a través de una red social como es Instagram, el «no lo es tanto» se convierte en algo mortal que puede llegar a conducirnos, no solo a un unfollow categórico sino a un bloqueo vital.

PIXABAY

Tras consultar a mis fuentes de amistades que usan regularmente la aplicación, estas son las conclusiones que hemos extraído al respecto:

1.Acosar no es ligar. Contestar a cada historia que sube la persona (ya sea con una palabra, frase o reacción) es molesto. No hace falta que le felicites porque se ha comprado una planta, que le comentes la captura de la canción o que reacciones al vídeo boomerang de unas cervezas brindando, hay historias que se suben sin más. Lo que te lleva a…

2.Parecer desesperadx. Y no hay nada peor que eso. Cuando la insistencia es lo único que pone en práctica alguien tiendes a cansarte. De la cárcel se sale, de que a alguien le des pereza, no.

3.No aceptar un «no» por respuesta es algo que todos debemos trabajar por cambiar. Que nos dejen en «Visto» y los mensajes solo vayan dirigidos de nuestra parte significa, de manera sutil, que la otra persona no está interesada. Da igual que nos montemos películas de que verdaderamente es el hombre o la mujer de nuestra vida, cuando antes entendamos que no le interesamos, antes dejaremos de perder el tiempo.

4.Las excusas terribles para pedir el teléfono que van desde «No me entero muy bien de cómo funciona Instagram» o «Es que quiero mandarte un audio y por aquí no se puede». Si quieres el teléfono sé valiente y pídelo en condiciones. «Me gustaría tener tu teléfono para que habláramos más regularmente e invitarte a quedar», punto. Si por lo que sea decide no dártelo, acuérdate de evitar el número 3.

5.Likes excesivos. Los «Me gusta» que llegan de repente a las fotos antiguas son tremendamente sospechosos. Sobre todo si esas fotos son de hace cuatro años y sabes que esa persona se ha tirado más de seis minutos deslizando el dedo por la pantalla para llegar a ellas. Si quieres saber cómo era esa persona, hazlo, pero no dejes pruebas que te lleven a parecer que estás totalmente pilladx. Lo mismo sucede cuando de repente te llegan quince notificaciones de likes de la misma persona. Llama la atención, sí, pero solo para que mentalmente suene la señal de alarma.

6.Comentarios terribles que deberían estar multados. No ya solo los piropos de obrero que también han llegado a la red (o los emoticonos que cumplen su función sin necesidad de redactar), sino contestar mensajes haciendo gala de un horterismo («Si me rozas te lo gozas») que debería haberse quedado en 2005 con Tuenti y los tatuajes de estrellas en el codo. Sin embargo, la libertad de sentir que se pueden hacer impunemente se debe a…

7.Tomarse confianzas que no tienes, confianzas que, de hecho, tampoco te han dado a entender que dispones de ellas. Aquí es donde entran los apodos cariñosos que surgen a los cinco minutos de conversación, motes que en la vida real tardarían semanas o meses en aparecer como «cariño», «mi niña», «princesa», «preciosa» y que culminan en la ‘fotopolla’ o ‘fototetas’, que son el culmen de esta mala práctica.

8.Perfil que habla (mal) por sí solo. Puede parecer una tontería, pero lo que ponemos en el perfil, tanto la foto como la biografía, es lo primero que va a llegar de nosotros mismos. Si lo que tenemos puesto es que nos encanta el dinero, las cadenas de oro y los coches tuneados, está genial para participar en un programa de MTV, pero no para comunicar información que pueda suscitar interés en que se nos conozca.

9.La ortografía, la gran olvidada y que supone una de las primeras cribas que inconscientemente tenemos. «K psa prexiosa» ya te está dando a entender por dónde van los tiros de esa persona, pero que escriba «Ha ver si nos vemos» puede ser el detonante que haga que demos un billete directo y sin escalas al limbo de seguidores que fracasaron en el intento.

10.Contenido. A no ser que tengas una cuenta de perros, las 10293498 fotos de tu mascota que van desde que se levanta por la mañana hasta que la sacas a hacer el último pis del día, no son interesantes, y lo mismo pasa con selfies o fotos en el gimnasio. Si ya van acompañados de hashtags como «hotboy» «hotguys» «sexy» «likeforlike» o «modelo» (a no ser que seas modelo de verdad) es muy difícil que no te pongan la cruz.

Duquesa Doslabios.

¿Has sufrido Tindstagramming?

Todos hemos usado Internet para ligar, todos. Y quien esté libre de pecado que niegue haber dado nunca un like con segundas intenciones.

GTRES

Hace diez años, el ligoteo se daba a través del Messenger, con esas conversaciones tan llenas de emoticonos que hacían las palabras innecesarias, con los zumbidos urgentes que seguían los apremiantes «cnt» o «ctxt» y con abreviaturas que harían las delicias de cualquier desencriptador.

Después pasamos a las redes sociales, a Tuenti, Facebook, Instagram y esos «Me gusta» que en realidad significan «Me da absolutamente igual lo que publiques porque quien me gusta eres tú«.

Es algo tan natural y a lo que estamos tan acostumbrados que ya nadie se sorprende cuando te dicen que dos personas se han conocido en la red, especialmente desde el desarrollo de aplicaciones como Loovoo, Tinder, Happn, Meetic… o un sinfín más de juegos de palabras en inglés convertidas en los nuevos puntos de encuentro en la era 2.0.

Algunas, como es el caso de Tinder, te permiten enlazar tu cuenta de Instagram con el perfil del programa, lo que significa que se da acceso a las imágenes de la red social y permite a los que ven tu perfil conocerte más allá de la información que se escriba en la aplicación.

Sin embargo, hay ciertos usuarios que, no contentos con el unmatched (cuando el otro usuario decide que no está interesado y elimina a esa persona de la lista de usuarios que pueden verla o mantener conversación con él o ella) deciden salir de la aplicación e iniciar conversaciones en Instagram, llegando incluso al punto de, en algunos casos, insultar a la persona por no haberle dado la oportunidad de conocerse.

Esto, además de demostrar la incapacidad de más de uno (o de una) de no aceptar un «no» por respuesta, es una falta de respeto hacia la voluntad de la otra persona y algo que demuestra que no se tiene mucho amor propio a la hora de forzar una conversación, que por uno de los lados no es deseada, de esa manera.

No olvidemos que una cosa puede ser insistir y otra muy diferente acosar. Y me temo que los hay que tienen los conceptos mezclados.