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Sí, las mujeres nos masturbamos menos que los hombres (pero eso está cambiando)

Era el tabú por excelencia cuando las millennials íbamos al colegio. Mientras que el hecho de que nuestros compañeros se hicieran pajas era la conversación diaria, que alguien insinuara que te hacías «dedos» era el fin del mundo en aquella época.

Ni las chicas de mi generación ni yo tuvimos las cosas fáciles en ese aspecto.

PEXELS

En el momento en que era algo de lo que sentir vergüenza, pasaba a ser un tema que no te atrevías ni a hablar en tu círculo de amigas (nunca sabías cuáles no estarían en tu clase al año siguiente).

Así que descubrir(se) a una misma era algo privado, como para ellos, pero además secreto.

Cuando llega la edad adulta, cambiamos de círculos, el tema se normaliza.

Sentimos que, por fin, podemos sacar nuestra manera de masturbarnos -o en quién pensamos al hacerlo-, en una conversación con una amiga, después de esa clase en la universidad.

Nos ha costado su tiempo, pero finalmente hablamos de ello y lo ponemos en práctica.

Porque no es solo admitirlo abiertamente, es hacerlo por nuestra cuenta.

En uno de los estudios más recientes sobre la evolución de la sexualidad femenina, que nos ha costado llegar a la masturbación, es aún más evidente.

Mujeres de la Generación Z y millennials disfrutamos de una vida sexual individual constante (casi el 50% de las 2.000 mujeres españolas se masturban con frecuencia).

Pero la cifra va disminuyendo conforme la edad aumenta.

Y es que aunque la masturbación parece algo sencillo y normal hoy en día -gracias Satisfyer por abrir el melón del clítoris-, aún pesan cosas en nuestra contra.

Para empezar, ese tabú continúa hasta el punto de que hay mujeres que, cuando se les pregunta acerca de sus hábitos íntimos, no son capaces de contar que lo hacen cuando quizás si lo ponen en práctica.

La vergüenza de ser humilladas en clase por hacerse dedos aún pesa por muy lejos que queden los años de colegio. Es un tabú que se nos ha pegado tanto al cuerpo que hasta nos impide tocarnos.

Luego están las que se masturban pero no saben que lo hacen. Si en las películas eróticas todo lo que vemos es una penetración constante, es imposible saber si lo que ponemos en práctica para darnos placer -tan distinto al porno- es realmente masturbarse.

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Como dice el cómico Ritxi Olivé, ese movimiento que ejecutamos sobre nuestro clítoris se parece más a un patrón de desbloqueo del teléfono móvil que a lo que vemos en la pornografía.

Así que puede que de pequeña empieces frotándote contra un peluche, una mesa o simplemente apretando las piernas, que, como no son dedos, como masturbación tampoco cuenta (o eso pensamos en aquel momento).

Por suerte, hoy en día, las divulgadoras de este tema, nos encargamos de explicar casi desde el principio cómo hacer para tocarse incluso para aquellas que no saben por dónde empezar.

Ahora aprender cómo funcionamos es tan fácil como escribir en el buscador de Google «Cómo masturbarme».

Por último, están aquellas que, del agobio que les produce el tema, son incapaces de dedicarse ese rato para ellas y liberarse en ese sentido.

Las cifras nos alejan todavía un poco de ellos, pero vamos por el buen camino.

Y, ya que he sacado el tema del colegio, aprovecho para poneros esto de deberes para casa y seguir mejorando los porcentajes para el próximo estudio.

El tocaros, viviros, sentiros y disfrutaros. Os deseo todo el placer que podéis daros sin ayuda de nadie que no seáis vosotras.

Está en nuestra mano cambiarlo. Literalmente.

Duquesa Doslabios.
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