Creo que he perdido la cuenta de la cantidad de veces que he escuchado que con la mentruación el deseo sexual aumenta. Yo no sé a quién le sucederá pero si de algo estoy segura es de que no es el caso de la mayoría de mujeres que conozco.

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Más que nada porque cuando estás con la regla lo que más te pide el cuerpo es apalancarte en tu cama junto a una provisión de antiinflamatorios digna de un batallón, una bolsa de agua caliente en la tripa y hacerte una bola sobre ti misma (o por lo menos en los días que padeces más molestias).
Si hay algo que llegas a saber con el tiempo es el estado de la particular duquesa que cada una lleva en la entrepierna. Cada día que te bajas las bragas para hacer pis sabes, por lo que te encuentras, el estado de tu vagina de puertas hacia dentro, ya que externamente no presenta ninguna diferencia.
Explicándolo rápido y de manera sencilla, sobre todo para aquellos que no contáis con una vulva las 24 horas del día, atravesamos diferentes momentos a lo largo del mes. Nuestro flujo cambia de color, cantidad y consistencia continuamente y es cuando se acerca la regla que desaparece y te deja la zona con la misma sequedad con la que se te queda la boca después del tercer polvorón. Y os diré algo: el sexo en esos momentos no es tan agradable.
No sé si es ya el hecho de que sabes que puedes padecer molestias o que aquello no se humedece ni con toda la saliva del mundo, pero tu predisposición a que surja ‘tema’ ya es diferente. Una vez baja la regla, si eres de las que alterna cada cuatro horas el paracetamol con el ibuprofeno y va del sofá a la cama y de la cama a por otro ibuprofeno, lo último que te apetece es bajarte la ropa interior a no ser que sea para revisar el estado del tampón o de tu copa menstrual.
No es ya solo que físicamente no estás al 100% sino que emocionalmente tus ánimos van del «Me siento como un globo» al «Quiero mimos» sin pasar por el (a diferencia de lo que muchos parecen pensar) «Cariño, qué caliente me hace sentir la idea de tener una compresa super con alas a modo de pañal entre las piernas mientras me duelen los pezones solo con quitarme la camiseta. Hazme tuya aquí, aquí y aquí».
Claro que hay ocasiones, esos días en los que ya notas que empiezas a manchar menos o que estás teniendo una menstruación de esas maravillosas de las que ni te enteras, en las que no tiene por qué afectar a tu vida sexual más allá de poner una toalla encima de la sábana para no dejarla como una pintura abstracta, ya que el sangrado no afecta para nada a la relación sexual (a no ser que uno de los dos sea quisquilloso con el tema, de hecho, estos últimos siempre pueden encontrar una alternativa en el sexo anal).
Mi opinión es que siempre que se pueda y se quiera se practique tranquilamente, ya que además los orgasmos ayudan a relajar la musculatura de la zona. Pero también que, si eres de las que no tiene ánimos para tocar algo que no sea el portátil para ponerse una película, evites sentirte culpable ya que el bajón es algo normal.
Cada una es un mundo y lo importante es no solo que nos aceptemos sino que nuestras parejas (independientemente de si son esporádicas o no) hagan lo mismo. No olvidemos que el sexo es una cosa que debe ser placentera para ambos.
Duquesa Doslabios.