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Es el momento de dejar de llamar ‘consoladores’ a estos juguetes sexuales

Hoy en día, entrar a una tienda erótica es como recorrer la fábrica de chocolate de Willy Wonka.

Todo lo que no podías ni imaginar que iba a gustarte -partes de tu cuerpo en las que ni habías reparado, pero que tienen un lado erógeno- se encuentran reflejadas en los productos.

LELO

Tienes la sección de estimuladores de clítoris, de masturbadores masculinos, juguetes de dominación y sumisión, aceites para dar masajes y por supuesto la sección de dildos.

Normalmente, estos últimos, llenan una pared donde puedes encontrar realistas diseños -supuestamente inspirados en los hombres que aparecen en el packaging- con venas perfectamente esculpidas.

También los modelos más minimalistas que podrían pasar por un objeto decorativo de arte contemporáneo.

Entre tanta variedad, y por mucho que haya avanzado la industria, son los de forma fálica los que muchas veces se siguen llamando «consoladores».

Y, si me paro a pensarlo, creo que el hecho de que se conozcan todavía con ese nombre demuestra dos problemas.

El primero, teniendo en cuenta que son los artículos para un público femenino los que se llevan el título, que las mujeres necesitamos consuelo y los hombres no.

Que somos el sexo débil siempre sujeto a desvaríos emocionales.

En segundo lugar, que ese consuelo solo se puede conseguir a través del sexo.

Promovemos la idea de que conectamos emociones con algo físico cuando podemos tener ganas de follar (o de disfrutar de un buen orgasmo a pilas) sin ningún tipo de implicación sentimental.

Mi sugerencia es que mejor los llamemos juguetes, vibradores o, como hacemos ya muchas, por el propio nombre de pila del producto (nunca tantas estuvimos tan interesadas en «Lucas»).

La época de llamarlos así puede quedar ya en el pasado, concretamente cuando se relacionaba el útero con la histeria femenina y solo con este tipo de artefactos se podían calmar.

Duquesa Doslabios.

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¿Se pueden intercambiar de orificio los dildos vaginales y los juguetes anales?

Soy de las que piensa que has alcanzado un nuevo nivel de curiosidad en tu vida cuando, tirada en la cama, te planteas si ese juguete anal que tienes guardado serviría también para darle otro uso.

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Me consta que todos los juguetes que te compras vienen con un pequeño librito de instrucciones, pero, sinceridad, ante todo, cuando llegas con eso a casa lo único que pasa por tu cabeza es probarlo cuanto antes.

Los límites en la cama se ponen donde tú quieras, de hecho, hay una gran cantidad de posibilidades que, a algo que te has comprado, le encuentres un uso alternativo también muy placentero.

Pero no es lo mismo usar la fusta en el culo que en la palma de los pies, el azote viene a ser lo mismo, que cambiar el agujero para el que un juguete fue concebido.

Respecto a los juguetes anales, podemos respirar con tranquilidad. Puedes usarlos para cualquier orificio. Aunque quizás la anatomía no te resulta tan intensa como la forma de un dildo normal, puede estar bien para salir de la monotonía.

Eso sí, imprescindible que esté bien lavado. No cometas el error de utilizar el juguete indiscriminadamente porque puedes pasar bacterias a tu vagina y nadie quiere eso.

Sin embargo, a la hora de usar un aparato vaginal, tenemos que hacer saltar las alarmas. Mientras que la vagina es un espacio mucho más reducido con un límite, el ano se comunica con el intestino, por lo que no tiene ningún tipo de tope.

La estructura de los juguetes anales, si te fijas, suelen tener algún tipo de sujeción más ancha que evita que el juguete se pierda en las profundidades intestinales, algo de lo que carecen los vaginales.

La conclusión es que, por poder, se puede usar, al igual que por poder puedes comerte los bordes quemados de la pizza llenos de acrilamida, pero no es recomendable. De hecho, tengo un amigo doctor que me ha comentado en varias ocasiones la de objetos perdidos que ha llegado a encontrarse dentro de un culo.

Recuerda que no puedes jugar al fútbol si se pierde la pelota. Y menos si se pierde en tu intestino.

Duquesa Doslabios.

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Juguetes sexuales para celebrar el Día del Orgullo Friki

Es 25 de mayo, lo que significa que es el Día del Orgullo Friki, celebración que tiene lugar año tras año en la jornada del estreno de la primera película de la saga La Guerra de las Galaxias (no confundir con el día de Star Wars, que se celebra el 4 del mismo mes).

Y la cosa es que un día navegando por la web (a continuación podéis averiguar qué tipo de webs) encontré una pagina de juguetes sexuales para frikis y no pude resistirme a dejarme las imágenes guardadas para compartirlas con mis lectores en esta jornada tan especial. Las piezas son oro (y placer) puro.

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Para empezar la selección, tenemos una vagina masturbatoria de Han Solo para quedarte crionizado de placer, un pene de goma verde inspirado en el maestro jedi Yoda que «mucho placer tu conseguir si este juguete usar» y la mordaza de la Estrella de la Muerte (usar antes de que los rebeldes localicen el punto débil y la destruyan).

 

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Siguiendo con la La Guerra de las Galaxias, el estimulador de R2D2 o de Darth Vader no emiten pitidos ni respiraciones mecánicas, pero algún que otro gemido te sacarán seguramente, así como el tapón anal de C3PO, que no ha sido programado en 3 millones de formas de comunicación pero tampoco te harán falta para saber cómo se usa.

 

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Los consoladores/sable láser son perfectos para combatir el Lado Oscuro de la Fuerza pero también para que los encuentres cuando apagues la luz de la habitación y te apetezca darle a tu cuerpo un poco de alegría (aunque no te llames Macarena) antes de irte a dormir.

 

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Y para quienes prefieran los superhéroes antes que el hiperespacio, los juguetes inspirados en Batman, Superman o Linterna Verde salvarán el día a golpe de orgasmo. Definitivamente el héroe que Gotham (o la ciudad de España desde la que me leas) merece y necesita.

 

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Si eres fan de Rick y Morty no puede faltar un Plumbus en tu casa, además todo el mundo tiene uno. ¿Que para qué sirve? Tendrás que averiguarlo.

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Alien, Pokémon o la fiebre enloquecida por el mundo de los unicornios son los juguetes que rematan la categoría de ‘frikadas’ y que nos demuestran que, independientemente de nuestras aficiones, hay algo de lo que todos disfrutamos, del buen sexo (ya sea solos o acompañados).

Duquesa Doslabios.

¿Cómo nos gustan los dildos?

«Los españoles las prefieren largas y gordas» no es una película protagonizado por Marilyn Monroe y Jane Russell, ya que, en el caso de que se grabara, sería fantástica con actores como Maribel Verdú, Mariano Peña o Silvia Abril.

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La declaración, sin embargo, viene de los resultados que arrojó el estudio de la web de citas Jaumo cuando quiso saber más acerca de los gustos de diferentes países sobre los juguetes sexuales.

La medida preferida por los españoles es ni más ni menos que de 18,8 cm, los juguetes más largos si se tienen en cuenta el resto de países que participaron en el estudio (seguidos muy de cerca por los alemanes, que de salchichas largas saben un rato).

Y es que ya puestos a jugar con dildos, mejor que sobre a que falte. Aunque tampoco hay por qué usar el juguete entero, que esté por si las moscas nunca viene mal.

También es verdad que cualquier cosa que supere esa medida puede resultar hasta molesta, ya que la sensación de «tope» que produce que te alcancen el cuello del útero no es precisamente placentera.

Juguetes largos, sí. ¿Gordos? También. Lo queremos todo ya que estamos. Que ya que nos dejamos el dinero que nos den la máxima cantidad de producto. Unos 4,4 cms de grosor de media es lo que buscan los españoles que compran este tipo de juguetes.

Porque esa es otra, dejarnos el dinero en el sex shop es algo que nos cuesta, no como a nuestros primos mediterráneos del país de la pasta y la pizza que son los menos reacios a mirar el bolsillo. Casi 50 euros de media por juguete se dejan los italianos, mientras que nosotros somos más modestos y de media podemos gastar unos 27 euros según el estudio.

Tanto el vibrador como el clásico consolador son los más populares en todo el mundo, dejando en un digno tercer puesto los juguetes anales (de mi experiencia con uno de ellos os hablé el otro día aquí) y por lo general se prefieren realistas, de hecho, en el caso de los españoles, a ser posible en color carne, no como otros países que sienten predilección por el rosa.

Ahora que sabes lo que según el estudio preferimos los españoles y pensando en tu experiencia… ¿coincides?

Duquesa Doslabios.

Ora, el juguete sexual que simula sexo oral

Querid@s,

¡Qué ilusión más grande me ha hecho recibir hoy el correo! La famosa marca de juguetes sexuales LELO me ha regalado el último grito (literalmente) en sexo oral artificial. Ya tengo en mi poder Ora, un elegante simulador de sexo oral creado galardonado con prestigiosos premios internacionales. No es para menos.

Con un cabezal rotatorio más grande situado bajo una suave capa de silicona, Ora ofrece largas y seductoras rotaciones e intensas pulsaciones sobre y alrededor del clítoris. Este hermoso juguete está dotado de un mecanismo interior que “rota” y “toca”, recreando los movimientos de la lengua durante el sexo oral. Con un vanguardista diseño de silicona circular y tecnología SenseTouch, Ora le ofrece hasta 10 programas diferentes de estimulación. Puede usarlo en la ducha, la bañera e incluso bajo el mar. Es 100% sumergible.

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Ora viene con su cargador, su fundita de satén y un muy útil manual para las usuarias, por si se lían. Está disponible en tres colores (morado, negro y azul), y además se lo enviarán discretamente por su cara bonita (entrega exprés en 3 días). Si se le escoña en algún momento de tanto usarlo, que sepa que tiene 1 año de garantía y otros 10 años de garantía de calidad. Todo esto por menos de 130 euros.

En realidad no es el primer juguete que simula el sexo oral, pero sin duda es el más avanzado en su especie. Yo le recomiendo que se entregue al placer oral más fascinante que pueda imaginar. Ora es, además, muy complaciente con la usuaria. Casi tanto como las lenguas más dedicadas.

¿Se acabaron los hombres? No, por Dios. Eso jamás. Pero a falta de lenguas hacendosas y dispuestas, que Ora nos dé placer.

Pruébelo, le va a gustar.

Que follen mucho y mejor.

Histeria femenina. Y con ella llegó el vibrador

Querid@s,

En mi mesita de noche, silencioso y expectante, descansa mi pequeño pero letal vibrador. Hasta que abro el cajón para darle vida, claro.

Este es un llamamiento a las mujeres que habitan la faz de la tierra, porque tienen ustedes que saber quién ideó este bendito invento. Fue el médico británico Joseph Mortimer Granville, allá por la época victoriana. ¿Sabían ustedes que hasta mediados del siglo XIX existía en la medicina occidental una enfermedad llamada histeria femenina? En el contexto de la época se la denominaba «paroxismo histérico» y cualquier cosita de nada era  más que suficiente para que a una la consideraran histérica: que si no duerme por las noches, que si  pierde el apetito, que si le duele la cabeza.

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Hysteria, Doctor Joseph Mortimer Granville tratando a una paciente

Antes de que el vibrador hiciera su aparición estelar, el tratamiento consistía en que el propio médico acariciaba manualmente a la paciente hasta que alcanzaba el orgasmo, sanando así la histeria. Vamos, que literalmente la masturbaba. El tratamiento masturbatorio finalizaba cuando la mujer llegaba al orgasmo, a lo que se referían como «paroxismo histérico», considerando el deseo sexual femenino reprimido como una enfermedad.

Quizás porque el buen doctor no querría andar todo el día con las manos en la masa (tampoco era lo más ortodoxo médicamente) o porque a su esposa no le haría ni puñetera gracia que se pasará el día otorgando orgasmos a otras (quizás a todas menos a ella) y metiendo los dedos en las vaginas de media ciudad, Granville inventó el primer vibrador a pilas con fines puramente terapéuticos, sustituyendo las manos del médico por una auténtica bomba orgásmica.

Fue en 1870. El nuevo artilugio conseguía que, en menos de diez minutos, las pacientes alcanzaran el orgasmo y se volvieran histéricas.

Hubo entonces que aguardar hasta expectantes hasta finales del siglo para ver como en los balnearios más lujosos de Europa y Estados Unidos, los tratamientos anti histeria con vibradores alcanzaban una popularidad absoluta. No fue hasta 1902 cuando la compañía estadounidense Hamilton Beach lanzó el primer vibrador eléctrico destinado a la venta comercial, convirtiendo al vibrador en el sexto aparato doméstico en ser electrificado. Así fue como este pasatiempo sexual comenzó a venderse como churros y muchas compañías diseñaron sus propios modelos. Las distintas versiones se anunciaban en revistas y catálogos de moda y confección, atiendan, como máquinas de masaje antiestrés. Razón no les faltaba. Una página del catálogo Sears de electrodomésticos de 1918 incluye un vibrador portátil con accesorios, anunciado como “muy útil y satisfactorio para el uso casero«. A ver si lo encuentran entre todas las ayudas para ellas.

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Con el tiempo y una caña la imagen y reputación de los vibradores cambió completamente a mediados del siglo XX. Para bien y para mal, les explico. En 1952, la Asociación Americana de Psiquiatría por fin declaró oficialmente que la histeria femenina no era una enfermedad legítima, sino un mito obsoleto, carca y anticuado. Por otra parte, los vibradores adquirieron más difusión con un cine porno que comenzaba a mostrar actrices utilizando el vibrador como juguetito para el placer sexual.

Hasta ahora los vibradores se vendían disfrazados con fines terapéuticos, pero se hizo público que el tratamiento para la histeria femenina era básicamente una sesión de masturbación puesto que la enfermedad no existía, y el cine porno mostraban a las actrices porno gozando de la mano de estos artilugios, ratificando el auténtico uso del  vibrador, la gente empezó a ver a los vibradores como objetos de perversión sexual. Acaso ese fue el  motivo por el que desaparecieron de las revistas femeninas, catálogos y estantería de tiendas como Sears, donde se habían exhibido sin vergüenza durante casi medio siglo. Vena sino esta publicidad de 1910.

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Gracias a la modernización de la sociedad, la revolución tecnológica, al empeño de los fabricantes de juguetes sexuales, hoy en día con estos artilugios una se corre en menos que canta un gallo. Precisamente esta mañana ando más feliz que una perdiz. Aunque hoy he dormido sola, esta mañana he salido folladita de casa. No ha sido en brazos de un hombre, esta vez Ocean, mi vibrador, que es mi insaciable fuente de placer onanista, me ha dado lo mío. ¿Ocean? se preguntarán. Sí, porque el placer con él, junto a él, provocado por él, es infinito. Como el océano.

Que los hombres no se alarmen, no se me echen las manos a la cabeza y aclamen al cielo. Los vibradores pueden ser, si ustedes quieren y se dejan llevar, excelentes aliados para los hombres que se atrevan a innovar.Con o sin vibrador…

Que follen mucho y mejor.

El sexo está en el aire: llega el dildo drone

Querid@s,

Me muero por compartir la siguiente información con ustedes. Claro está que las mujeres estamos sobradamente preparadas para hacer dos cosas a la vez, pero ¿qué me dicen si la ciencia y la tecnología se embarcan juntos para echarnos una manita en esas cuestiones tan nuestras e íntimas como coquetear con nuestro consolador o vibrador particular? Mientras podemos dedicarnos a lo que más nos guste, ya sea comer, beber o hacer corte y confección. O no hacer nada, simplemente disfrutar de este dildo que funciona sin manos!!! Además hasta te persigue por toda la casa para darte lo tuyo y lo de tu prima. No hay escapatoria. Ahora sí que sí,  Sex is in the air.

 Les estoy hablando del dron más sexual de la historia de los drones. Un híbrido mitad juguete sexual, mitad avión que es capaz de geo localizar su vagina e introducirse en ella para hacerle gozar, sin que usted tenga que mover un solo dedo. Literalmente. Ya está aquí y se llama Dildo Drone. Este cachivache es un avión vibrador no tripulado que va en busca de su ama y señora para ofrecerle la más vibrante y completa de las experiencias onanistas. ¿Cómo funciona este cacharro? El vídeo promocional del artículo, protagonizado por la humorista Jenni Ruiza, lo deja claro como el agua. Si requieren más señas de identidad, apunte. El dildo drone ha de conectarse al ordenador con una simple llave electrónica. Compatible con Windows, Mac y Linux. Podrá tener absoluto control sobre el dildo drone  utilizando la interfaz online  desde cualquier parte, incluso desde el móvil.

No se me emocionen en demasía señoras, desgraciadamente el dildo drone es por el momento una bromita de su creador, el guionista y creativo publicitario Michael Krivicka, para una conocida marca de dildos. Es su particular manera de desternillarse de todos nosotros, de nuestra paleta sociedad obsesionada con robots que lo hagan todo por nosotros, de tal modo que pronto acabaremos convirtiéndonos en completos inútiles incapaces de hacer algo por nosotros mismos. Se ríe del furor que están causando estos pequeños artefactos voladores que funcionan con control remoto y para los que se buscan las más sorprendentes aplicaciones. ¿Qué mejor que el sexo?

Ojala, pero en este caso es harto difícil que la realidad supere la ficción, pues estos drones aparentemente inofensivos entrañan no escasos peligros para nuestra integridad física. ¿Recuerdan al pequeño Enrique Iglesias que por ir de gracioso e intentar hincarle el diente – más bien la mano- a uno de estos objetos voladores inanimados casi se queda manco? No quiero ni pensar qué podría ocurrirle a cualquiera de sus genitales. Ténganlos a buen recaudo, se lo ruego. Pero no es la primera ocurrente salida del amigo Michael Krivicka, pues su cabecita no para. Hace unos meses ya sorprendió a todos con un invento del palo: el palo-selfie-dildo. Otra falsa alarma a las que ya nos tiene acostumbrados este genio de los dildos. Ver para creer.

Aunque ambos son productos de ciencia ficción, el artista afirma en su twitter que ya son muchas las client@s que solicitan pedidos reales. Michael, no sea pérfido  y deje de jugar de una vez con nuestros sentimientos. Vaya un paso más allá y conviértalos en realidad. Que nosotras sí somos de carne y hueso.

P.D.: Yo ya soy un juguete roto. He perdido la ilusión.

Que follen mucho y mejor.