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Cómo sacar tu lado dominante en la cama (incluso si crees que no tienes de eso)

Ha pasado. Tu pareja te ha pillado por banda y te ha dicho que ha llegado el momento. Quiere sentirse dominada por ti.

PEXELS

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Si por lo general vuestra vida sexual es tirando a sabor vainilla más que a chocolate y petazetas, pensar en esta situación, fuera de tu zona de confort, puede hacerte hiperventilar de primeras.

Pero, que no cunda el pánico. Antes que nada, no te fuerces a hacer algo que no quieres.

Hay una diferencia entre probar a dominar, porque también te apetece, y pasar por encima de tus limites. Si ese es el caso, deja de leer aquí y explícale que no va a ser posible.

Aunque podéis probar otras cosas con las que sí sientes comodidad.

Si eres del segundo grupo, porque también lo deseas, hay una serie de cosas que debes tener en cuenta.

Como dominante (una figura que puedes adoptar tanto si eres hombre como mujer), vas llevar la iniciativa de la sesión y en ti recae el papel de controlar lo que va a pasar y qué vas a hacerle a la otra persona.

Y, como decía el tío Ben, «un gran poder conlleva una gran responsabilidad», por lo que de ti depende medir la fuerza o el punto al que llegar.

Para ello, una buena charla previa, es la clave del éxito. Ya lo comentaban hace unos días los podcasters de Spank U, Next.

Dominar empieza por mantener una conversaciones abierta y sincera sobre los deseos y necesidades, límites y expectativas para la sesión.

Como punto de partida, puedes preguntarle qué es lo que tiene en mente (y luego ponerlo en práctica llevándotelo a tu terreno).

Normalmente, adoptar un rol sumiso, significa pasar por la ‘pérdida de poder’ -y cesión de control a la otra persona-, de manera consensuada.

Eso puede significar que, para sentirlo, haya prácticas físicas o una serie de juegos mentales que la otra persona provoca.

Es lo que se debe saber con antelación para darle forma a esas ideas.

Puedes atar, amordazar, ordenar, intimidar, elegir la posición en que quieres que se coloque, hacerle sentir incomodidad, cambiar tu actitud, comportarte con frialdad, controlar su orgasmo…

La lista de opciones es larga, pero depende de lo que se espere de ti como dominante.

De la misma manera, para no salir del papel, está en tu mano tomar las decisiones. Asegúrate de haber recopilado toda la información posible y anticípate.

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Ya por último, no puedo hablar de dominar o ceder el control si no menciono la seguridad.

Idea algún tipo de sistema que os permita comunicaros durante la práctica. Vale que lo ideal es tener tan claro el límite que no se necesite usar una palabra de seguridad que implique parar (sino más bien un código que permita medir las sensaciones para saber si seguir más fuerte o rebajar el nivel de intensidad).

Pero, antes la duda o la falta de práctica, mejor utilizarla.

Mara Mariño

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