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No es que el preservativo te apriete, sino que te genera ansiedad

No sé cuántas veces he oído la frase de «Es que el preservativo me aprieta». En serio, no lo sé porque rara han sido las ocasiones en que no la he escuchado.

Y voy a ser muy sincera. Los chicos que me lo decían no tenían una tercera pierna, sino más bien tirando a la media.

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Sin embargo, ahí estaba la excusa, lista para ser esgrimida en cuanto preguntaba «¿Tienes condones?».

Aunque también está el otro gran motivo: «Me quita sensibilidad». La conclusión es que, sea por la razón que sea, lo que no quiere es ponérselo.

El riesgo de pillar una ETS o exponerse a un embarazo no deseado no parecen razones con bastante peso como para aguantar lo que pueda resultar una molestia.

Pero, ¿es tan terrible el preservativo o igual es que hay otra razón por la que resistirse a llevarlo?

Porque, si algo suele ir ligado a utilizarlo, es que muchas veces, la erección se resiente.

Antes de que las palabras «disfunción eréctil» empiecen a iluminarse en tu cabeza, como si fueran un letrero luminoso, te diré que no van por ahí los tiros.

Lo que puede suceder es una perdida de erección transitoria y esporádica. Y sí, puede tener relación con la ansiedad que genera la idea de ponérselo.

Mientras que la erección es la respuesta fisiológica que tiene el cuerpo ante el deseo sexual, pensar en las expectativas puede dar lugar a que los pensamientos intrusivos se lleven la erección por delante.

Por un lado, el nivel de exigencia y, por otro, el miedo a ‘no dar la talla’. Esa actitud negativa hacia el preservativo, que se disfraza de «me aprieta» o «me quita sensibilidad» sale de ahí.

Durante la interrupción se anticipa que puede haber una dificultad y se cree que se bajará.

Siendo el cerebro el mayor órgano sexual, si se piensa eso, es probable que termine pasando. De ahí que el miedo al condón no sea tanto que apriete o que cambie la percepción, sino lo que implica.

Esto es algo que también explica José Alberto Medina Martín, psicólogo y sexólogo (@sex_steem en Instagram).

«Creo que también es por el tema de tengo una erección y hay que aprovecharla, que nunca se sabe cuándo la voy a volver a tener. Entonces el paso de ponerse el preservativo es como tiempo perdido que les hace tomar consciencia de la preocupación que tienen», explica.

«Si no tienen que ponerse preservativo, es mucho más rápido, no hay un paso previo, es lineal. Pero cuando hay pasos previos por protección, tomas más consciencia de esa creencia o el estrés que tienes y es incompatible con la respuesta sexual», afirma el psicólogo.

«Sentir que el condón aprieta o quita sensibilidad, es mentalización, una creencia errónea. No es tanto la sensibilidad física, sino la que pueda propiciar el propio cerebro en cuanto al erotismo que se tenga».

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Para contrarrestarlo, las alternativas van al gusto de cada uno. Se puede comentar que eso sucede de manera sincera a la otra persona con un «oye, esto me tensa e igual se me baja un poco».

No hay que callárselo, si se dice a la pareja, seguramente se ponga, literalmente, manos a la obra para recuperar la erección si eso pasa.

También se puede erotizar el momento de ponerlo, la ocasión perfecta para dedicarle un rato a las caricias. Es algo que también recomienda José Alberto: «No es la erótica del látex, pero sí un voy a disfrutarlo, me gusta, recordar que es una barrera fina…».

Pero, sobre todo, de recordarte que la penetración no lo es todo ni el fin del mundo. Es más, hay muchas prácticas muy placenteras con las que se puede disfrutar tanto o más.

Mara Mariño

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