¿Qué puedes hacer si la otra persona tiene un ‘gatillazo’?

Hay experiencias en la cama que la mayoría compartimos: que te baje la regla en pleno arranque de pasión, sentir que el orgasmo tarda demasiado en llegar y preocuparte por ello (y que tarde aún más)…

Y entre todas esas vivencias íntimas, se encuentra también la de que tu acompañante haya tenido una pérdida de erección.

El problema es cuando, pese a que se trata de algo normal que hayamos podido encontrarnos en algún momento, por la falta de educación sexual no sabemos ni cómo responder a ello ni cómo acompañar a la otra persona.

pérdida erección pene

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Por lo pronto, una disfunción eréctil -el nombre oficial- o «gatillazo» sucede en la primera etapa de nuestra vida por causas psicológicas, o al menos es así en la mayoría de casos.

Con la edad, esas causas pueden ser mixtas, lo que tienen en común es que como aún existen muchos mitos y prejuicios sobre la sexualidad masculina, puede darse un bloqueo, falta de confianza, vergüenza o ansiedad.

Es decir, una serie de emociones que se entrometen y nos dificultan a la hora de gestionar esa situación.

Ya sea una pérdida de erección puntual o algo que se repite (en cuyo caso sería recomendable buscar ayuda profesional), la erección es algo que si le pasa a la otra persona, no puedes controlar, igual que su reacción.

Lo que sí podemos es tener una serie de herramientas en cuanto a alternativas para reaccionar según se necesite: siguiendo el encuentro con otra alternativa, dando apoyo emocional, hablando del tema…

Que se pierda la erección no significa que no se pueda seguir disfrutando de la actividad sexual, es más, hay diferentes maneras que permiten darle rienda suelta a las ganas.

Hay otras prácticas como caricias, besos o sexo oral que pueden ser muy placenteras y además ayudan a mantener la conexión (¿quién dijo que se cortaba el rollo?). Incluso puede ser un buen momento para introducir un juguete sexual.

Con estas vías, nos alejamos de una sexualidad que se reduce únicamente al coito –el famoso coitocentrismo del que habrás oído hablar- y se alivia la presión y el estrés que están asociados con la necesidad de mantener una erección para tener sexo.

Pero si el mood ha cambiado y la otra persona no tiene ganas de seguir con el sexo, optar por actividades que relajen y disminuyan la ansiedad que puede haber experimentado es otra buena alternativa.

Esa situación de nerviosismo se puede contrarrestar con algo que reduzca el estrés, como puede ser un masaje que mantenga el ambiente íntimo.

O, para las personas más cariñosas, dedicar un rato a una buena sesión de mimos, también fortalece el vínculo emocional.

Para terminar las ideas, un baño o ducha relajante pueden ayudar a mitigar la ansiedad y que se sienta cómodo. Aunque no hay nada que se pueda comparar -para saber a ciencia cierta qué funcionará mejor- que preguntar qué necesita de ti.

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Cómo sacar el tema

Siendo algo delicado, abordarlo puede tener efectos positivos, ya que no se vive como un tabú. Pero plantearnos el hablar de esto puede dejar más preguntas que respuestas, ¿cómo se saca el tema sin ofender?

Para hablar de ello hay que tirar de sensibilidad y decirle a la otra persona que no pasa nada y que estás ahí para apoyarle, algo que puede aliviar la presión.

En función de sus ganas de profundizar en el asunto (recuerda que hay gente que se siente más cómoda abriéndose que otra), puedes continuar con el tema o directamente decirle cosas bonitas.

Remarcar sus virtudes, como puede ser recordar lo mucho que te gusta estar en su compañía o pasar tiempo -u otras cosas que se quieran expresar-, tiene como ‘efecto secundario’ aumentar la confianza del acompañante.

Y, por supuesto, reafirmar que lo sucedido no cambia cómo te sientes y que lo importante de conectar sexualmente es el placer mutuo.

Sí, tener un gatillazo o que tu pareja lo tenga, puede ser una experiencia confusa y frustrante, por lo que hace falta mucha paciencia y comprensión, pero también recordar que la conexión emocional y la intimidad no dependen solo del contacto físico.

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‘Ten una cita con el chico bajo’: los ‘shortkings’ conquistan corazones e internet

«Como parece que hay a quién le interesa, mido 1,82«, empieza la descripción de un usuario en su perfil de una aplicación para conocer gente.

No es el único, que la mayoría de hombres pongan su altura en la primera toma de contacto, la biografía, no es casualidad.

Y es que por mucho que se haya intentado convertir en lema la frase de «el tamaño no importa», parece que sí hay unos centímetros que son la excepción si juzgamos cómo ellos escriben -con mayor o menor sinceridad-, su altura.

Tom Holland y Zendaya

GTRES

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Coincide que es algo sobre lo que tuve un debate hace poco con una amiga, que confesaba que solo se fijaba en chicos que midieran más que ella.

Además de ser una chica bastante alta, es muy reflexiva, así que estuvimos haciendo el ejercicio de por qué nos centramos en esa diferencia de altura hacia arriba.

Pero esta peculiaridad en las relaciones heterosexuales, ¿es una cuestión de biología o de socialización?

Por un lado, es raro ver en la pantalla diferencias de altura incluso cuando él es más bajo que ella, lo que hemos podido comprobar en cualquiera de las películas de Tom Cruise.

Un estudio de la Universidad de Brasil quería averiguar cuánto hay de cierto en las preferencias de la altura e incluyó países como Noruega, Cuba, Canadá, Noruega y Estados Unidos para descartar diferencias culturales y quedarse con una visión más general de las preferencias como especie.

La conclusión de sus investigaciones fue que, mientras que para relación esporádica o a largo plazo las mujeres preferían parejas algo más altas de la media, los hombres sí hacían distinción y preferían mujeres bajas para algo a corto plazo y más altas para largo plazo.

Algo que los investigadores achacan a que las mujeres de menor tamaño pueden tener problemas en el parto por una pelvis menor.

Volviendo a mi amiga y a sus preferencias, puedo entender que hubiera un componente biológico de supervivencia de la especie.

Si hablamos de hace siglos, cuando las probabilidades de que te secuestraran o resistir una invasión podía depender de tener una pareja grande y fuerte, el detalle de la altura en la pareja, cobra sentido.

Sin embargo, nuestros mayores riesgos en la actualidad son recibir un mail de Hacienda avisando de que hemos hecho mal un trámite y, para enfrentarnos a esa ‘amenaza’, lo que necesitamos es un compañero o compañera que nos dé apoyo emocional.

Al tratarse la salud mental de la mayor preocupación, tener una pareja que nos ayude a enfrentarnos a los peligros que puedan amenazarla, la altura no tiene nada que ver.

El novio bajo o shortking

Como le decía a mi amiga, si hacemos un filtro de altura (siendo además bastante altas según la media española), nuestras posibilidades de poder relacionarnos se reducen bastante.

Y además, nos quedamos con mucha gente ‘fuera’ de nuestra criba que puede que sea mucho más compatible que alguien que solo cumple el requisito de la altura.

A lo mejor por eso, de un tiempo a esta parte, el término «shortking» («rey bajo», en castellano) se ha convertido en uno de los hashtags más usados en redes sociales.

Bajo esta etiqueta aparecen vídeos sobre ese novio más bajo que puede ser la pareja perfecta, pero puede pasar desapercibido por cualidades físicas superficiales.

«Ten una cita con el short king», «Por qué debes darle una oportunidad al chico bajo» o incluso «Este va a ser el verano de los short kings», son algunos de los últimos contenidos que aparecen en Instagram y Tiktok, pero también en medios.

Podría parecer que en la era en la que estamos intentando que la belleza vaya más allá de una talla, nos toca trabajar también que pase lo mismo con la altura.

Además, si nos ponemos a buscar estudios, de todo lo que queramos confirmar vamos a encontrar lo que queremos leer.

Un dato que puede interesarte es que la esperanza de vida de la gente baja es mayor, así que desde el punto de vista de una vida sentimental plena, una pareja baja a largo plazo significaría que vas a poder disfrutar de mucho tiempo a su lado.

Si eso no convence a mi amiga, yo ya no sé…

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Sexo casual saludable: cómo disfrutarlo sin terminar sufriendo

Terminar pillándote. Ese es el mayor miedo de quienes nos atrevemos, por lo que sea, a darle una oportunidad al sexo sin compromiso.

«No quiero nada», «No, no, yo tampoco», contesta la otra persona. En ese momento seguramente, ambas lo crean.

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Pero a veces la intimidad de unos besos -y otras cosas-, junto al buen rato pasado en compañía, puede llegar a gustarnos más de lo esperado.

Cuando te das cuenta, estás mirando el móvil cada dos por tres a ver si ha contestado a esa historia que has subido con el único objetivo de llamar su atención.

No te voy a engañar, llegado a ese punto, va a ser difícil que no sufras.

Estaría genial que en la primera conversación que comentaba hubiera alguna manera de decirle al cerebro (o al corazón), que eso es lo que hay y que apague cualquier sentimiento.

Como no es posible, nos queda solamente hacer el esfuerzo gigante de escuchar en qué punto nos sentimos respecto a lo que está pasando e identificar si algo diferente se despierta.

Si eso pasa, cuidado, porque la otra persona puede ser o no honesta. En un mundo ideal, tendría la suficiente responsabilidad afectiva de decirte que no está en ese punto y que mejor vayáis por separado.

Ante la duda, quizás eres tú quien tiene que dar el paso de irse.

No hay forma de evitar al 100% ese riesgo, aunque lo que sí que hay es la forma de que intentes hacerlo lo más respetuosamente posible, para ti y para la otra persona.

Los tiempos son relativos, puedes identificarlo la primera vez que quedáis, la segunda o que nunca te suceda y sea algo que te dicen que le está pasando contigo. Es algo que irás viendo y que irá cambiando.

Entre tanta incertidumbre, sí puedo asegurarte que es una etapa de aprendizaje, de si te gusta esto de ir por libre, de si prefieres otro tipo de vinculación… No hay es forma de saber por adelantado cómo se va a dar, pero sí que puedes comportarte de una manera empática.

¿Hay que evitar el cariño?

Hace unos días una amiga que está probando por primera vez esto del sexo sin compromiso, se preguntaba si, en esta fase de disfrutar de no tener ataduras de ningún tipo, dar un beso en la frente se puede considerar ‘terreno conflictivo’.

En otras palabras, si un gesto cariñoso podía confundir a la otra persona y hacerla creer que estaban surgiendo sentimientos.

Hablamos de una amiga que su forma de ser es esa, que su cercanía y calidez son algo propio de ella, así que lo que no tendría sentido sería que fingiera una forma de ser que no tiene.

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Además, yo creo que la ternura es algo que no debería ser exclusivo de los sentimientos.

Es decir, que durante el sexo podamos dispensar cariño si nos sale.  Que tengamos que tratarnos de una manera fría y distante para que quede claro que solo es sexo, me parece lo menos humano del mundo.

El problema no es el afecto, son otras las señales de que puede que el sexo se te esté quedando corto: si de repente quieres pasar más tiempo con esa persona, si ves que puede haber una relación entre vosotros, si no tienes interés en estar con otra gente…

Y, si se da el caso, lo que puedes hacer es preguntarte qué quieres hacer con lo que te está sucediendo, es tan válido confesar tus sentimientos como no hacerlo.

Lo que sí recuerda que el sexo esporádico, un ligue, un rollete, tiene que ser placentero y divertido, te tiene que gustar la experiencia. Si deja de hacerlo, puedes parar en cualquier momento.

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¿Cómo ligaban realmente en la época en la que se inspira ‘Bridgerton’?

Las declaraciones románticas bajo la lluvia, pedir un beso a escondidas a medianoche o acudir a la casa de la cortejada con flores, son algunas de las tácticas de ligoteo que hemos aprendido (y disfrutado) de la serie Bridgerton.

Y aunque soy muy fan del universo de romanticismo en colores pastel que narra la voz de Lady Whistledown, me picaba la curiosidad si esas tácticas podían parecerse en algo a las del periodo en el que la serie está inspirada.

Es decir, ¿era así también en la época victoriana o es más bien una licencia creativa que se han tomado Julia Quinn y Shonda Rhymes a la hora de llevar la ficción a la pantalla?

Colin Bridgerton Penélope Featherington

Netflix

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Como podrás imaginarte, en la Inglaterra del siglo XIX flirtear no se parecía en nada a las tácticas que podemos conocer actualmente.

La modernez de que a través de un mensaje privado se pueda romper el hielo y empezar una conversación era algo muy alejado de la aproximación que había por aquel entonces.

Que un caballero hablara a una dama era algo rodeado de cortesía, por lo que, según ha recopilado un aficionado a la historia, una manera de aproximarse muy común en aquella época era el uso de tarjetas impresas en las que los hombres se ofrecían como ‘escolta’ para las mujeres.

En su página web tiene varias de ellas y, lo que tienen en común, es la petición de acompañamiento, de esta forma, con el pretexto de ir con ellas a casa para que llegaran ‘a salvo’, podían mantener una conversación y conocerlas, para, más adelante, cortejarlas.

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Según las tarjetas de esta época (1880), las propuestas de acompañamiento iban desde galantes poemas hasta dibujos que representaban los riesgos que el caballero estaba dispuesto a enfrentar con tal de acompañar a la dama a casa (como un perro de aspecto peligroso, un fusil, una porra o un zapato con suela de clavos).

«Déjame ser el orgulloso pájaro que te acompañe a tu frondoso cenador o sufriré la miseria de verte marchar», pone en una de las tarjetas más poéticas.

«Querida señorita: soy de su talla y complexión, voy en su dirección, así que si no tiene objeción, me gustaría ser su protección», pone en otra.

Una versión más alternativa a las tarjetas de acompañamiento era la de aprovechar el espacio para resumir las expectativas sentimentales en una especie de currículum que bien podría ser, a día de hoy, la biografía de cualquier aplicación de ligar.

«Distribuidor mayorista de amor, besos y abrazos, solo atiendo en persona. Dame una oportunidad», dice una de las tarjetas.

 

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Accesorios y secretismo: la seducción de ellas

En cambio, en el caso de las mujeres, la seducción se ponía en práctica de una forma muy distinta.

Dos siglos más tarde, las mujeres podemos expresar nuestras emociones y tomar la iniciativa expresando abiertamente si nos interesa alguien.

Sin embargo, en el XIX se consideraba una falta de moralidad, por lo que para ellas, encontrar una manera discreta de comunicarse, era primordial.

De ahí que muchas optaran por utilizar un lenguaje simbólico con uno de sus accesorios imprescindibles en los contextos sociales: el abanico.

Apoyarlo en la mejilla, en el regazo, abanicarse lentamente o abrirlo y cerrarlo de manera brusca… Estos gestos no eran al azar, sino códigos que recogían las revistas de la época y que podían animar al acercamiento, rechazar o incluso decir el estado civil.

También hay en esas revistas otros códigos de lenguaje con elementos que tenían su propio significado como es la sombrilla, el pañuelo de tela, el sombrero o incluso la ventana.

Que se utilizaran con la misma frecuencia es algo que parece poco probable e igual se trataba más de un artículo de entretenimiento, porque el lenguaje cuya fama ha llegado hasta la actualidad es el del abanico.

La conclusión tanto conociendo estos métodos como viendo Bridgerton es que, con el tiempo, ligar se ha convertido en algo mucho más accesible y fácil para todos.

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La crisis de salud entre los adolescentes: más de 1 de cada 4 tiene una ITS

Quienes tenemos amistades en el sector sanitario llevamos tiempo oyendo un agorero pronóstico: «Las ITS están aumentando».

Pero ahora tenemos los resultados del estudio del Hospital de Basurto (Bilbao) y confirman sus advertencias, ya son más de un cuarto de los adolescentes quienes se han contagiado.

adolescentes móvil

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En la franja de edad de 14 a 18 años, un 25,3% de los participantes tenía gonorrea y un 15,5% clamidia, que, para mayor preocupación, pueden no dar la cara hasta pasado el tiempo y por tanto hacer que sus portadores sean, a su vez, silenciosos focos de contagio.

Y soy consciente de que, como apuntaba otro estudio, la mayoría vamos a tener una ITS al menos una vez en la vida.

Pero una cosa es que suceda cuando ya llevamos años de experiencias y podemos enfrentarnos al problema en la edad adulta y otra que nada más empezar tu recorrido sexual ya te contagies, que es el cambio de tendencia actual.

Además, tenemos que tener en cuenta que a esas edades la sensación de vulnerabilidad, el miedo de la regañina por parte de los progenitores o la vergüenza de que puedan enterarse los compañeros de clase son algunas de las razones que hacen que no digan nada.

Por tanto, en muchos casos, o no van al hospital -los sanitarios son los primeros en estar sorprendidos de los pocos pacientes adolescentes que tienen con la gran incidencia de infecciones-, o van tarde, lo que se paga con mayor avance de la enfermedad y con el aumento de probabilidades de contraer otras.

No estamos hablando de coger un resfriado y, a los pocos días, estar como si nada, estamos hablando de enfermedades que pueden producir dolores pélvicos crónicos, embarazos ectópicos y hasta infertilidad.

Por desgracia las mujeres tenemos más riesgo cuando contraemos una de esas enfermedades, la salud reproductiva de muchas mujeres de las próximas generaciones está en juego.

Y también su calidad de vida, tener una enfermedad inflamatoria desde tu adolescencia no es panorama alentador para nadie.

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Mucha sexualización, poca educación

Podemos debatir durante horas en los motivos que hay detrás de esto, pero la resistencia a que haya una educación sexual es la mayor responsable de un problema que se soluciona con formación acerca de las barreras de protección.

Concienciar de que hay que usar métodos que protejan la salud es ahora mismo vital, sobre todo si tenemos en cuenta que a los 8 años es cuando están teniendo sus primeros contactos con el porno.

Guste o no a los padres, sus hijos están viendo -por accidente en la mayoría de los casos cuando hablamos de esa edad- una serie de prácticas donde preservativos o barreras bucales no aparecen por ninguna parte.

¿Cómo no van a replicar lo que ven en la pantalla si es el único factor educador que tienen a mano?

El escenario que se nos plantea es que debemos empezar ponerle remedio desde las familias, los centros escolares, pero también a nivel social con campañas que promocionen la salud sexual.

De no hacerlo, de no tomar medidas urgentes, en 10 y 20 años vamos a tener una generación con una cuarta parte de sus adultos (y más a este ritmo) padeciendo las consecuencias de las enfermedades que contrajeron en su adolescencia.

No podemos seguir mirando a otro lado, no podemos mantener este vacío de conocimiento en una sociedad cada vez más sexualizada, pero más pobre en educación sexual.

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¿Cómo va a ser nuestra vida íntima de mayores? ¿Se sigue teniendo sexo?

«Según me hago mayor, me preocupa no volver a gustarle jamás a nadie que me guste mucho», me escribió hace poco un seguidor cuando les pregunté a través de mi perfil de Instagram cuáles eran sus preocupaciones sexuales.

Y la suya no es una reflexión atípica. Todo lo contrario, lo que le sucede a la vida sexual durante la tercera edad, es todo un misterio.

pareja mayor

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Aunque claro, ¿cómo no vamos a estar desinformados si la educación sexual, en general, es un tema que tratamos poco y mal? Si se trata de la sexualidad en esa etapa de la vida, aún más.

Nos resistimos a las etiquetas que acaban en «ista» para definir a la sociedad: machista, racista, capacitista y, por supuesto, edadista.

El edadismo es discriminar por la edad no solo a nivel institucional, sino cuando a nivel particular, nos encontramos pensando en que nuestros abuelos o padres -según la edad que tengamos- no pueden tener vida íntima.

Sí, tenemos cierta tendencia a desexualizar a la gente mayor cuando el sexo es algo que nos acompaña toda nuestra vida. Y, en parte, son responsables de esto las historias que vemos en series o películas donde es un tema que no se menciona o retrata, haciendo que solo los intérpretes jóvenes sean quienes protagonizan desnudos o escenas eróticas.

Como sexóloga, soy consciente de los cambios que experimenta cuando el estado físico, propio al envejecimiento, se mete de por medio.

Los desafíos en la cama son diferentes, sí, pero no quitan que se pueda seguir disfrutando y manteniendo una sexualidad en esa etapa vital.

Es más, una de las cosas que se estudian en este tipo de especialidades es de qué manera sentir el placer de la nueva vida sexual.

Sin embargo, las ideas que están extendidas no son de cómo readaptar la intimidad, o esos son los resultados del estudio que ha realizado la Universidad de Illinois en el mes de abril.

Uno de cada cuatro participantes (utilizaron una muestra de 18 a 35 años) respondió que el sexo a partir de cierta edad podía aumentar el riesgo de infarto o uno de cada cinco respondieron que hombres y mujeres mayores no pueden ser parejas, sino que necesitan una pareja joven para sentir conexión sexual.

Los beneficios del sexo

Estos son solo algunos de los estereotipos que podemos encontrar sobre la sexualidad en la tercera edad, a lo que hay que añadir, que tampoco es un tema que nos sintamos cómodos de sacar con los miembros de nuestra familia que puedan darnos una visión realista.

Por eso me parece fantástico el hilo de Reddit de «¿La gente mayor tiene sexo?». En el foro el usuario iniciaba la conversación con una reflexión con la que es difícil no identificarse.

«Por alguna razón he crecido pensando que a partir de los 60 o 70 no se tiene sexo», comentaba.

«Tenemos 73 años y aunque la penetración ha ido bajando a una vez cada 6 semanas desde que cumplidos 70, seguimos acariciándonos, masturbándonos, dándonos mimos y haciendo sexo oral hasta que, hace poco, mi pareja se ha ido a un centro 24 horas porque está en una fase avanzada de Alzheimer. Ahora nos cogemos de la mano cuando la visito», respondía un usuario.

En el hilo, otras personas compartían su caso o el de sus padres: «Me han llegado a decir de su residencia que tienen una vida sexual muy activa».

«Tengo 59, mi novio 52 y nunca había sido sexualmente tan activa», «Tenemos 62 y 55 y lo hacemos entre dos y tres veces a la semana, el nido vacío significa menos demandas y distracciones»…

El estar en un momento de la vida en que se quiere (y puede disfrutar), se añade que muchos tabúes o inseguridades desaparecen, de la misma manera que ya no hay riesgo de embarazo.

Además, hay números estudios que respaldan que mantener una vida íntima es beneficioso para la salud.

Esto incluye mejora de la función cardiovascular, relajación, disminución de la sensación de dolos y de los síntomas depresivos, así que no tenemos que preocuparnos porque vayamos a perder esa fuente de disfrute.

Pero sí que tendremos que seguir preocupándonos de practicarlo de manera segura porque si hay quienes no son edadistas, son las infecciones de transmisión sexual.

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El giro de ‘X’ abre las puertas a la explotación sexual en redes sociales

Viéndolo con perspectiva, que Twitter cambiara de nombre y lo bautizaran como «X», creo que debía habernos puesto en alerta de lo que estaba por venir.

Ahora, la letra que acompañaba la calificación cinematográfica para películas explícitas, es toda una declaración de intenciones de la nueva etapa de la que fue la red social del pajarito.

Hombre móvil x red social

ARCHIVO

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Las últimas declaraciones de la compañía de Elon Musk no me pillan por sorpresa, encontrar contenidos sexuales en Twitter no era algo desconocido para quienes usamos la plataforma.

Pero en los últimos tiempos sí que se convirtió en un spam constante, hasta el punto de que muchos usuarios preguntaban cómo configurar el perfil para evitar ese contenido.

Independientemente del hilo de Twitter (o X) que desplegaras, siempre ibas a encontrar en las respuestas pornografía en forma de imágenes o vídeos, animándote a visitar sus perfiles con el correspondiente enlace a OnlyFans.

Esto será aún más frecuente gracias a las nuevas medidas de la empresa, que buscan, según ellos, equilibrar la «libertad de expresión sexual». 

Pero, ¿al servicio de quién está esta libertad de expresión sexual? Y, sobre todo, ¿a quién beneficia?

Que una red social global como es X (con más de 619 millones de usuarios) esté regularizando la explotación sexual, fomenta la idea de que las mujeres son un bien de consumo, ya que no podemos olvidar que en OnlyFans el 90% de las creadoras son mujeres y el 70% de los suscriptores hombres.

Si se empieza a normalizar una rama del mercado sexual, no se tardará en ver con los mismos buenos ojos otras maneras de explotación como es la prostitución.

«Creemos que los usuarios deberían poder crear, distribuir y consumir material relacionado con temas sexuales siempre que se produzca y distribuya de forma consensuada», afirman desde la plataforma.

Esta es una máxima que otras webs de pornografía dicen seguir y, sin embargo, vídeos de agresiones sexuales siguen colgados en estas páginas, incluso años después de ser denunciados por las víctimas.

Las propias damnificadas son quienes alertan cada vez que reaparecen y ven, con mucha frustración, como es imposible para quienes se encuentran supervisando el contenido de estas webs, seguir el ritmo de las personas que se lo descargan y vuelven a subir por la grandísima cantidad de vídeos que hay.

O al menos, eso es lo que alegan.

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Y claro, ¿cómo no hacerse la pregunta teniendo estos antecedentes de vídeos que circulan sin consentimiento si no se puede comprobar que es consensuado hasta que no llegue la denuncia posterior?

Tener que responsabilizarse del proceso de seguimiento, volver a ver su agresión sexual colgada en internet y a libre disposición es revictimización para las mujeres afectadas.

De la misma manera que el control que supuestamente se va a aplicar para proteger a los menores de edad.

No es casualidad que a los 8 años sea el primer contacto con la pornografía, es que cuanto antes haya un enganche a este contenido, mayor cartera de posibles clientes.

Todo esto sin meterme en la parcela que intento defender desde este espacio: la de una sexualidad libre, deseada y segura.

La supuesta realidad que muestran los contenidos pornográficos mainstream está totalmente distorsionada. Son los mismos estereotipos de siempre que perpetúan una sexualidad que se basa en físicos irreales y dinámicas de violencia y sometimiento hacia las mujeres.

La sexualidad que vivimos y que están viviendo las nuevas generaciones ya se veía afectada por la influencia de la pornografía de las webs, pero este paso de X supone que por primera vez, una red social la sitúa todavía más cerca y la legitiman incluyéndola entre el resto de posts.

El objetivo real

La maniobra de Elon Musk no tiene que ver con la expresión sexual, sino con los beneficios económicos (para sorpresa de nadie).

Con el tráfico interno que pueden generar estos contenidos eróticos, podrían negociar tarifas más altas con anunciantes, que son actualmente su principal fuente de ingresos.

Aunque también hacerle la competencia a OnlyFans, ya que con la función que permite realizar pagos, no hace falta salir de X para la compra-venta en línea.

Este cambio en la política de contenidos afectará en primer lugar a los usuarios de la plataforma, sí, pero como hemos ido viendo, las implicaciones sociales no se pueden ignorar como si nada.

No hay una regulación vigente ni un control del contenido efectiva. Necesitamos que los gobiernos no dejen campar a los empresarios a sus anchas, sino que se organicen y trabajen a nivel internacional para trabajar juntos, estableciendo y haciendo cumplir las normas que supuestamente prometen con sus políticas de uso.

De lo que podemos estar seguros es de que normalizar la explotación sexual en una red social mundial puede influir en la percepción de lo que es aceptable, perpetuando ciclos de violencia y utilización de los cuerpos de las personas.

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Pensar en romper no es señal de que no tienes futuro con tu pareja, pero…

Hace unos días, Álvaro Cobarro, presentador del podcast Nepe, me preguntaba qué pasaba cuando, estando en una relación de pareja, te planteas si deberías romper con la otra persona.

Es decir, si el hecho de pensarlo, no era ya un indicativo de que la historia de amor estaba destinada a terminar.

hombre triste

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Puede que haya personas que, al hacerse esa pregunta, tengan una respuesta clara porque la respuesta les llega como una iluminación repentina y se dan cuenta de lo mal que estaban con esa pareja.

Pero por lo general, que te ronde la cabeza, no es la prueba de que la ruptura sea algo inminente.

Según los expertos, por nuestra mente pasan una media de 60.000 pensamientos diarios y, la mayoría de ellos, son automáticos e incontrolables.

Esto significa que, si la idea de terminar con nuestra pareja nos visita en algún momento, puede que no sea ni consciente. En otras palabras: seguramente la relación esté a salvo.

Es más, si hacemos balance de nuestras relaciones de pareja hasta la fecha, raro es dar con un ejemplo en el que ese pensamiento no haya aparecido ni una sola vez.

Pensar en si queremos o no continuar con ese vínculo es normal. Nos hacemos preguntas constantemente: de si queremos esa comida, ese gel de ducha de aloe vera o el que huele a coco, ese trabajo, ese destino vacacional, ese plan con las amigas o estar en casa…

Puede haber sido al principio de la relación, cuando aún no teníamos claro si queríamos seguir avanzando, o cuando veíamos algo que no nos gustaba de la pareja y nos planteábamos la compatibilidad.

Según vamos conociéndonos confirmamos si esa idea tiene razón de ser, y nos alejamos definitivamente, o si era una percepción errónea nuestra (sí, los pensamientos, aunque sean nuestros, pueden estar equivocados).

Eso es lo que tienen muchas reflexiones, que no tienen por qué reflejarse en las acciones, sino juicios que pasan por nuestra mente de manera fugaz y pueden ser fruto de una conducta o instante concreto.

Ruptura: las señales de alarma

Pero -claro que tenía que aparecer un «pero»- hay pensamientos que nos visitan más a menudo, de manera repetitiva se cuelan y parecen no querer irse.

Entonces si la idea de romper aparece con frecuencia, merece la pena pararse a escucharla.

En esas situaciones, es de mucha ayuda pensar en la ruptura de forma serena y razonada, porque no siempre que te planteas algo, es sinónimo de que quieras hacerlo en realidad.

De la misma manera que puede cruzarse por tu cabeza el pensamiento de que quieres cambiar la tele cuando te aparece una oferta flash, pero luego lo reflexionas y caes en que tu salón está bien así, que no necesitas una nueva porque la que tienes se ve perfectamente.

No quiero poner las relaciones de pareja a la altura de los televisores, pero es para que entendamos que del pensamiento al hecho, hay un trecho.

Si se repite la idea, merece la pena preguntarse de dónde viene, por qué pensamos eso y qué motivos puede haber detrás de esa reflexión. Es decir, ver de la manera más objetiva posible, si hay problemas en la relación.

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Hay unas primeras señales que pueden indicar que la satisfacción amorosa no está en su mejor momento: el fin de la comunicación, de las emociones positivas hacia la otra persona, la rutina, las diferencias irresolubles, sentir que ya no hay amor o el pensar que será así el resto de mi vida (y que esa idea te produzca malestar), lo que lleva al planteamiento de «¿Esta persona es para mí?».

Tras sopesarlo, es también una herramienta muy útil comentar esas dudas a personas de confianza, que siempre van a darnos una visión menos sesgada que la nuestra.

Y, por último, indagar y descubrir los errores que puedan estar sucediendo y sobre todo, si se pueden solucionar.

No quiero terminar sin dar un poco de esperanza y recordar que se puede trabajar para que vuelva la satisfacción de la relación.

Recuerda que la pareja es un reajuste mutuo constante porque las necesidades individuales de los miembros cambian, de la misma manera que lo hacen las condiciones, circunstancias y características de la relación.

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Entre la infantilización y la hipersexualización: la realidad de las mujeres con discapacidad

Artemisa Martínez es activista gallega contra el capacitismo (@realidadesdiversas), la discriminación hacia las personas con discapacidad que incluyen estereotipos, barreras, pero también la invisibilización del colectivo.

Y qué mejor ejemplo que yo misma, que llevo 7 años escribiendo de sexualidad y no había tratado nada relativo a la discapacidad.

Pero al igual que profesionales que han tratado con ella en su descubrimiento de la sexualidad con una discapacidad visual y han llegado a cuestionar que quisiera utilizar métodos anticonceptivos o que fuera a denunciar violencia sexual porque «¿Cómo te va a pasar a ti eso si tienes discapacidad?»

Artemisa Martínez

@martagbrea

La viguesa no juzga, acoge mis dudas, me muestra un montón de paciencia, pero sobre todo, se toma las cosas con humor.

El mayor estigma, en sus propias palabras, que tenemos que trabajarnos como sociedad es que «las personas con discapacidad no son asexuadas, se ha desexualizado completamente al colectivo».

«Se reduce a que no vas a tener atracción física ni emocional por nadie y si se trata la sexualidad, va a ser desde la mirada de los hombres cisheterosexuales y desde una visión muy reduccionista, poniéndolos de pobrecitos que quieren tener sexo y no pueden porque son discapacitados», comenta.

El problema es la falta de educación sexual que debería ser «en y desde la discapacidad», explica Artemisa, ya que «es algo a lo que también nos enfrentamos, cuando sientes ese deseo del que se te ha privado, que se te ha negado, vienen los cuestionamientos, cómo vas a hacer para ligar, si solo vas a tener relaciones con gente como tú…»

¿Hay educación sexual accesible para personas con discapacidades?
Depende del entorno y los recursos que quiera dar el entorno. Hay casos que sí se te da esa charla, pero desde una mirada falocentrista. Se hablan de los métodos barrera y de que no te quedes embarazada. Es esa culpabilidad hacia las mujeres con discapacidad si no cierras las piernas. Siempre con el discurso de «vamos a intentar que no se quede embarazada, porque ya es una carga y se queda embarazada es peor». No se explica nada sobre las ITS. Recuerdo que cuando nos dieron la charla (al cargo de la Xunta de Galiza) dije que no me estaba enterando y la profesional respondió «Vamos a seguir». En mi entorno familiar, la sexualidad nunca se ha tratado y desde la ONCE tampoco se me ha dado educación sexual. En mi caso tuve recursos a la hora de buscar y contrastar la información, pero tuve muchísima suerte porque tuve la curiosidad y las herramientas.

¿Qué es lo que pueden hacer los padres para reconocer como seres sexuados a sus hijos cuando tienen una discapacidad?
Hablarlo, entender que las personas con discapacidad van a tener esas inquietudes y esa relación sexual. No seguir con el mensaje de «No te toques, cierra las piernas, no metas la mano ahí…». Una excusa que se esgrime es «No lo va a entender», pero sí que lo va a entender si le adaptas el discurso, se lo explicas, tienes la paciencia de contestar a preguntas como ¿qué gusta? ¿Qué te deja de gustar? La masturbación es esto, el consentimiento esto. Y también preguntar si lo estás entendiendo. Igual que le explicas otros temas, como mira a ambos lados antes de cruzar, si vas a estar con otra persona, que esa persona quiere estar contigo.

¿Cómo podemos hacer una educación sexual inclusiva en la lucha contra el capacitismo?
Hablando sin tapujos de la diversidad que existe dentro de la discapacidad. Hay miles de formas de vivir la sexualidad y todos los cuerpos son válidos, la educación sexual debe contemplar la realidad de las personas con discapacidad y explicarse a las personas con discapacidad.

¿Cómo describirías la representación de la sexualidad de las personas con discapacidades en los medios de comunicación? ¿Qué cambios tendría que haber?
Inexistente. Las pocas veces que se ha tratado ha sido desde una mirada reduccionista. Tiene que haber una escucha activa al colectivo, aprender a mirar más allá de la movilidad reducida, quitar la mirada de la pena, hablar de esa diversidad del colectivo LGTBI, no hacerlo desde mirada morbosa, sino al igual que tratamos que hay que fomentar la educación sexual a la población general.

¿Cómo influye el patriarcado en la discapacidad?
El patriarcado, que tiene unos tentáculos enormes, también nos afecta y llega a la discapacidad, por eso cuando pensamos en discapacidad, es ese señor blanco de mediana edad en silla de ruedas. Los señores siguen siendo señores y van a aprovecharse de que la sociedad les va a ver como vulnerables. Yo puedo tocarle la teta a una mujer yendo por la calle y como soy un ‘niño’, puedo hacerlo y tengo la impunidad porque no se va a tomar como algo sexual. Las mujeres con discapacidad también somos niñas.

Cuando he tratado el tema de la esterilización forzosa siempre te vienen con el «¿Y si la mujer se queda embarazada, ¿qué pasa?» Para que se produzca un embarazo hacen falta dos personas, ¿por qué culpamos a las mujeres? Hay una mirada censora y culpabilizadora. No puede ser que mujer con discapacidad tenga una vida autónoma y relaciones sexuales. Cuando fui a planificación familiar a pedir la píldora anticonceptiva, la enfermera que me atendió estaba asustadísima. Le conté que tenía relaciones con varias personas y quería blindar esa responsabilidad. «A mí me preocupa mucho que tengas relaciones con varias personas», «A mí no, a mí me preocupan otras cosas, como no tener una ITS».

¿Cómo ha sido tu experiencia en relaciones románticas o sexuales? ¿Qué barreras o apoyos has encontrado?
Mi relación con la sexualidad ha sido un proceso que tuve que hacer sola, aprendiendo sobre los métodos barrera, teniendo confianza en que la persona no me hiciera una cafrada como quitarse el preservativo de repente… Ese pavor existe y nadie te explica que pueda pasar, pero cuando tienes discapacidad visual, aún más. Y luego en consultas médicas el exceso de ofrecimiento de ayuda a la hora de subir al potro o para quitarme la ropa. El perfil se repite, suele ser una enfermera muy preocupada, puedo hacerlo yo, pero ¿por qué tengo que hacer siempre esta labor didáctica? Son situaciones paternalistas.

Con toda la cosificación que hay de las mujeres en general, ¿es algo que le pasa también a las mujeres con discapacidad?
Sí, es como ese morbo de «Ah ¿y cómo lo haces? Siempre he querido probar con alguien como tú». Es como si tuvieran una tabla y tuvieran que tachar «Me he tirado a una tullida». Si tienes una discapacidad invisible o que no es limitante a la hora de repetir patrones, no vas en silla de ruedas o te falta en brazo, se produce esa hipersexualización de las mujeres. Pero por otro lado, cuando lo quieres denunciar, tampoco te creen. Cuando te acosan por la calle, te lo niegan. «¿Cómo te va a pasar a ti eso, si tienes discapacidad?» Me han pasado situaciones de ese tipo, que me han tocado el culo en el autobús y cuando he ido a denunciarlo me han dicho «Lo has malinterpretado». Es la idea de «¿Cómo te van a silbar a ti? ¿Cómo te van a hacer esto a ti?».

También hay situaciones en las que, en relaciones de pareja, hay un discurso de que parece que tienes que dar gracias de que la otra persona se fije en ti. Se dan situaciones de abuso porque nadie te ha explicado tampoco qué son las violaciones. Hay parejas que se aprovechan de ese discurso de qué bien, qué bonito que quiera estar contigo porque se trata de una mujer que está con la autoestima por el suelo y a la que se le ha negado que tenga atractivo o que pueda disfrutar de las relaciones. Debería estar agradecida y hacen lo que les da la gana contigo. Vivimos situaciones de abuso, violencia y maltrato y aunque denuncies nadie te va a creer porque «parece tan buena persona».

Para terminar, Artemisa destaca que la clave para su empoderamiento sexual ha sido «tener una buena red de apoyo que te crea, te acompañe, te ayude, no te juzgue y que no invalide tus experiencias y sentimientos».

Pero también se muestra tajante sobre la educación sexual: «Cuando vayas a solicitar información a profesionales de la sexualidad, hay que exigir que se te dé, que no te traten con paternalismo, no debemos resignarnos, tienes derecho a una información sexual y tienes derecho a tu salud sexual».

«Y recordarnos que eres una persona válida, tienes un cuerpo valioso, que los cuerpos diversos son válidos, que puedes disfrutar de tu sexualidad, puedes disfrutar de esa plenitud en tus relaciones, que puedes pasártelo bien, que nadie te puede negar eso y hay mil formas de vivir el placer».

¿Sabías que el porno puede cargarse tu relación?

A nadie le gusta pensar en los efectos secundarios de las cosas que consume.

Por eso hay quienes prefieren ignorar la etiqueta del «Fumar mata» de los paquetes de cigarrillos o cambiar de tema de conversación cuando se menciona la relación del consumo de carne con el cambio climático.

La pornografía, por inocua que pueda parecer en el momento de reproducirla, forma parte de esta categoría.

PEXELS

(¿Cómo que aún no me sigues en Instagram? Pues venga…)

Con un estilo de vida en el que el teléfono está siempre pegado a nuestra mano, es de imaginar hasta qué punto esto ha beneficiado a la industria del cine para adultos.

Se ha encargado de garantizar acceso libre a cualquiera de sus plataformas con el único requisito de tener conexión a internet.

Sin embargo, hay que hablar de la cara B de este supuesto ‘regalo’, de cómo al igual que al tomar el sol, las células de la piel recuerdan el daño, al ver pornografía, los genitales y el cerebro también.

En el mundo del porno, los cuerpos que aparecen en la pantalla rara vez reflejan la realidad.

Esto genera unas expectativas irreales de físico que pueden afectar negativamente, no solo nuestra percepción del propio cuerpo (algo que explicaría por qué han aumentado las intervenciones estéticas que aumentan el grosor del pene), sino del de nuestra pareja.

El porno puede establecer un estándar inalcanzable, llevándonos a sentir inseguridad y menosprecio.

Y, en una relación, estas inseguridades pueden crear barreras emocionales y físicas, dificultando la conexión íntima y la aceptación mutua.

Dinámicas violentas y repetitivas

Uno de los fenómenos que afecta al porno es el de la habituación. Cada vez se necesitan diferentes vídeos que consigan sorprender, porque lo que me excitaba ayer, hoy se queda ‘corto’.

El problema es que como no hay una forma más sexual de comerse una teta -por poner un ejemplo-, lo que se puede ver es el aumento de nivel en cuanto a la violencia hacia las mujeres.

Esas prácticas extremas que aparecen en la pantalla no reflejan las preferencias y límites de la mayoría de las personas (“Recibe una paliza”, “le doy su merecido”, son algunos de los títulos que podemos leer un día como hoy).

La estimulación con prácticas extremas está creando la expectativa de que estas son aceptables, deseables o incluso necesarias para disfrutar del sexo.

Y la necesidad de una dinámica que incluye violencia, puede ser muy problemática si no es consensuada y buscada por ambas partes.

@meetingmara Sí, puede cargarse tu vida íntima 🫠 #intimidad #vidaintima #fifa #cristianoronaldo #fifa23 #uefa #gaming #saludmasculina #intimidadmasculina #problemasdepareja #problemasintimos #amigodatecuenta #cr7 ♬ sonido original – Mara Mariño

La manera de estimularse

Cuando el porno forma parte de la rutina masturbatoria, es habitual que el cuerpo se termine acostumbrando a un estímulo rápido y fácil, pasándole factura a las relaciones sexuales compartidas.

Es también uno de los motivos más comunes por el que ahora muchos hombres acuden a terapia sexológica, algo que contó Gonzalo, coach sexual a quien entrevisté hace un tiempo y que padeció este problema.

El consumo frecuente de porno dificulta esa vinculación íntima con la pareja. Porque el sexo real, a diferencia del de la pantalla, requiere los respectivos tiempos de quienes participen.

En lugar de buscar una gratificación inmediata, que puede llevar a la frustración cuando no se consigue, es importante centrarse en la intimidad, la comunicación y la conexión emocional con la pareja.

Tomarse el tiempo para explorar mutuamente las necesidades y deseos, puede fortalecer la relación y mejorar la satisfacción sexual.

Y dejar el porno también, por cierto.

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