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¿Puedo convencer a mi pareja de abrir la relación?

Hace unos días, me preguntaba una seguidora cómo podía hacer para convencer a su pareja de abrir la relación.

Algo que teniendo en cuenta el boom del poliamor, es una opción que se plantean muchas personas últimamente.

relación de pareja

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Pero, desde que leí su planteamiento, me pareció incorrecto, porque lo cierto es que se trata de una cosa de la que podamos ‘convencer’ a nadie.

Puede que nuestra compañera o compañero no se sienta atraído de la misma manera por ese tipo de experiencia.

Incluso puede -y con toda la razón del mundo- argumentar que eso no es algo que se hubiera acordado a la hora de empezar la relación.

Todo lo que es relativo a la sexualidad debe ser deseado, por lo que es necesario que a quien se lo propongamos, se encuentre también con ganas de dar el paso.

Así que si, una vez sacado el tema, la respuesta es negativa, no queda otra que aceptarlo y plantearse que si se quiere tener intimidad con otras personas, quizás es el momento de tener otra relación.

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Aunque vamos a imaginarnos que es el caso de que nuestra pareja se lo haya planteado.

Incluso siendo así, tenemos que tener una conversación de cómo y hasta qué punto se siente cómoda con el grado de apertura.

Como comentan las escritoras Dossie Easton y Jeanet Hardy en el libro Ética Promiscua, las relaciones abiertas son como un tren que debe ir siempre a la velocidad del vagón más lento, o en otras palabras, quien quiere ir más despacio en la experimentación.

De otra manera, intentar avanzar a marchas forzadas, hace que corramos el riesgo de que prácticas no deseadas, reproches y la tensión vaya in crescendo hasta que termine acabándose la relación.

Así que más que plantearte cómo convencer de abrir la relación, piensa si quieres tener una relación abierta y estás con alguien que también.

En caso negativo, es tu momento de plantearte si esa monogamia te compensa o prefieres cambiar tu modelo relacional porque ya no va contigo.

Mara Mariño

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No lo llames ‘poliamor’, llámalo cuernos o lo que no es tener una relación abierta

Hace unos días me contaba un amigo que los chavales de hoy en día ‘estaban fatal’ después de oír a dos hablando sobre sus relaciones abiertas.

Básicamente lo que hacían era estar en una relación de pareja con sus novias mientras tenían sexo con más mujeres sin que ellas se enteraran.

trío relación abierta

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Algo que se conoce como ‘no monogamia no consensuada’ o, como lo conocemos la mayoría, ‘poner los cuernos’.

Es interesante que, hasta la banda Veintiuno describe algo similar con una estrofa de la canción La vida moderna.

Le llamáis poliamor a los cuernos de siempre

La conclusión parece clara, parte de la población (y ya ni te digo si preguntas a los que nacieron antes de los años 70) relaciona automáticamente ‘poliamor’ o ‘relación abierta’ con adulterio.

Yo entiendo que, pasando de la monogamia, la reina por excelencia de las relaciones de pareja, a una etapa donde se nos han abierto nuevos modelos de estar con otra persona, los comienzos pueden ser confusos.

Además, es difícil que no se dé esa conexión -errónea, por cierto-, entre los términos si hay personas que llaman a lo que hacen algo que no es para nada.

Pero por eso es importante, por básico que resulte, repasar qué es y qué no es una relación abierta (y por qué los chicos que hablaban de sus ‘relaciones abiertas’ al principio del artículo, no pueden estar más equivocados).

Una relación es un acuerdo entre dos, tres o las personas que sean. Ese acuerdo tiene que ser tomado de manera libre y con el compromiso de respetarlo por todas las partes.

Así que ‘monogamia’ es el acuerdo de que la intimidad sexual y emocional se vive con una única persona.

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Todo lo que salga de ahí -trieja, poliamor no jerárquico, swingers, polifidelidad, anarquía relacional…- es lo que se engloba dentro de las ‘no monogamias’.

Los acuerdos aquí son más complejos por la simple razón de que, a más personas, más gestión emocional y por tanto más comunicación y logística de cara a organizarse.

(Que de hecho, ya os confesé que yo en parte era monógama por vaga).

Pero una vez establecidos y respetados, el funcionamiento es igual de bueno y satisfactorio que en la monogamia.

Aquí entra que, en todas las formas de relacionarse que he enumerado, los miembros que pertenecen a ellas están al tanto y consienten a que esa sea la relación.

En cambio, cuando no todos los miembros están conformes y se oculta deliberadamente otros vínculos, es lo que podría definirse como infidelidad o ruptura del contrato.

Independientemente del acuerdo que escojamos, la honestidad y la ética tiene que ser una parte fundamental de este.

Y si bien la monogamia es tan válida como las demás, hay que ser honrados y no eximirnos de la responsabilidad de las (malas) acciones, sacándonos de la manga un término cuya definición no se cumple en absoluto.

Porque, si la monogamia no te encaja, existen un sinfín de alternativas.

Pero mentir, fallar a la otra persona y, por el camino, alimentar una fama negativa inmerecida a las relaciones no monógamas, no debería ser una de ellas.

Mara Mariño

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No, el poliamor no va a terminar con la monogamia: nos lo confirma una socióloga

A día de hoy, casi todos tenemos a alguien en nuestro entorno que está en una relación no monógama (del tipo que sea).

Es más, quienes nos decantamos por estar solo con una persona, podemos incluso llegar a sentirnos ‘raros’ por nuestra elección.

poliamor

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Pero no es que la monogamia esté destinada a desaparecer, simplemente que cada vez hay menos prejuicios en la manera en la que construimos nuestros vínculos.

Para profundizar en ello, una charlita con la socióloga Cecilia Bizzotto, me ayuda a entender muchas cosas (y puede que a ti también).

Y es que la experta es portavoz de JOYclub España, una plataforma que busca crear una comunidad online liberal y también organiza eventos para que sus miembros se conozcan.

Según Cecilia «gracias a las luchas feministas y el activismo no-monógamo, cada vez más orientaciones relacionales son válidas».

«En la actualidad, las relaciones poliamorosas o sexualmente abiertas están mejor consideradas que antes, hay más recursos disponibles y es más fácil aprender a vincularse de manera distinta a la monogamia».

«Esto no significa que ahora todo el mundo se vaya a volver poliamoroso y que la monogamia se vaya a extinguir de la noche a la mañana, sino que podemos elegir más cómo queremos vivir nuestros vínculos sexoafectivos, de manera consciente e informada y sin ser (tan) juzgadas».

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Pero claro, para quienes no están muy puestos en el tema poliamoroso, parece que la palabra solo tiene un sinónimo: promiscuidad.

Uno de los mitos que Cecilia desmiente: «poliamar no implica (solo) acostarse con más gente, sino abrir la puerta a experimentar más vínculos afectivos. Eso implica más cuidados, más responsabilidad afectiva, mejor gestión de los tiempos, trabajo emocional… No solo follar».

«De hecho, una broma que corre por estos ambientes es que cuando eres poliamorosa no follas mucho, hablas mucho».

«A esas personas les diría que se informen de las diferencias entre los términos antes de juzgarlos. Y que se replanteen por qué les causa incomodidad la (presunta) promiscuidad ajena».

Divulgación del poliamor

A esta apertura han contribuido también las obras de ficción. Las series -uno de los últimos ejemplos es Machos Alfa– son algunas de las que sacan las nuevas formas de relacionarse en sus tramas.

«Hay algunas propuestas buenas, aunque la verdad es que lo poco que he visto en el cine, es bastante desacertado y lleno de topicazos».

«Muchas veces se confunden términos, se hipersexualiza esta orientación, se redunda en mitos absurdos, se reflejan estereotipos sobre las relaciones abiertas e incluso los clásicos típicos de género…», afirma la socióloga.

No es la única forma de ‘normalizar’ el poliamor. «Divulgación, estudios científicos de lo social, la naturalización de la sexualidad, la creciente crítica contra el patriarcado y el amor romántico, el fácil acceso a la información veraz y de calidad, el crecimiento de grupos de poliamor en diversas localidades de España…», son otras maneras a través de las que, según Cecilia, estamos alcanzando una mayor libertad afectiva y sexual.

Especialmente en España, país donde, según la experta, somos «más críticas con el sistema monógamo, por lo que diría que la visibilidad de las relaciones no-monógamas (no solo el poliamor) están cogiendo fuerza».

Si lo que ha comentado Cecilia Bizzotto te produce curiosidad, también ha dejado una lista de libros con los que puedes profundizar sobre el tema, además de la revista de JOYclub donde hacen entrevistas con terapeutas y expertas en la materia:

Ética Promiscua, de Dossie Easton y Janet Hardy.
Todo eso que no sé cómo explicarle a mi madre. (Poli)amor, sexo y feminismo, de Sandra Bravo.
Pensamiento monógamo, terror poliamoroso, de Brigitte Vasallo.

Y en cuanto a podcast:
Esas cosas del follar, de Beatriz Cerezo y Lionel Delgado.
Dónde estás corazón, de Alba Centauri.

Mara Mariño

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Monógama por elección en el mundo de las no monogamias

Si algo me ha permitido escribir este blog es conocer desde prácticas que jamás me había planteado a formas de relacionarme más allá de la monogamia.

Es más, es una de las cosas en las que creo que más nos hemos abierto mentalmente, que lo que antes ni nos sonaba (poliamor, relación abierta…), resulta cada vez más familiar.

pareja monogamia

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Ahora, las series o películas cada vez representan más a menudo diferentes tipos de modelos relacionales (como por ejemplo, Emily in Paris).

También en cualquier grupo de amigas, hay al menos una que tiene o ha estado durante un tiempo en una relación abierta o poliamorosa. E incluso he llegado a plantearme ¿es esto para mí?

Sí, que la monogamia sigue siendo el vínculo que predomina en la sociedad -y se da por sentado-, es indiscutible. Pero para mí, resulta el más compatible con mi forma de ser y mi perspectiva de futuro.

Con esto no digo que el resto de modelos o acuerdos me parezcan peores, sino que no van conmigo (mientras que pueden ser la alternativa perfecta para otra persona o pareja).

Como nuestro tiempo y energía son limitados, nos organizamos la vida en función de la escala de importancia que le damos a las cosas.

Para mí, en el top está desarrollarme profesionalmente y cumplir mis metas.

Esa ambición que me acompaña necesita que le dedique la mayor parte de mi energía a mi trabajo, ya sea en este blog, redes sociales o proyectos paralelos que tengo en marcha.

Y, para eso, que el resto de ámbitos de mi vida me proporcionen estabilidad y felicidad, es clave.

Hay personas para las que dedicar energía a charlar con otras personas y crear otros vínculos afectivos o sexuales, además del vínculo principal, es un aliciente, para mí es una distracción.

Priorizo la tranquilidad de tener solo un vínculo y dedicarme a crear un proyecto vital con una única persona, lo cual es más fácil de cara hacer gestión emocional (para lo que también hay que dedicar tiempo y energía).

Claro que las relaciones monógamas requieren mantenimiento y cuidados, pero para mí, afrontar una es más sencillo y práctico, aunque haya a quien le aburra la idea de estar con solo una persona.

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Siendo mi vida profesional donde elijo volcar mi energía y creatividad, la principal prioridad, quiero contar en el ámbito sentimental con una pareja que lo entienda y me apoye.

Alguien, de paso, que lo vea de la misma manera.

Porque ese soporte, llámalo compañero de vida o copiloto sentimental, es lo que me permite centrarme al máximo en lo que hago y se convierte en un soplo de aire que me da la capacidad de volar más alto y más lejos.

Y puede que esperaras una respuesta apasionada o peliculera, pero justo por haberme desprendido de los mitos del amor romántico, puedo mirar las relaciones desde una perspectiva más lógica, con razones contundentes de por qué decido mantenerme en este modelo relacional y no en otro.

A mí no me ha llegado el amor de repente y ha cambiado todo. A mí me ha llegado el amor y yo he decidido que, la mejor forma de ajustarlo a mi vida, es construyendo mano a mano con una persona.

No es un amor de «solo tengo ojos para ti» o «mi vida está vacía si tú no estás», es un amor de «te elijo cada día, de todas las personas que hay por el mundo, quiero compartir mi presente y futuro contigo».

Mara Mariño

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¿Es el momento de abrir la relación de pareja? Tres ‘swingers’ te dan consejo

En el Salón Erótico de Barcelona tuve la oportunidad de conocer a tres swingers.

Y claro, con tantos años de relación abierta a sus espaldas, una de las primeras preguntas fue cómo saber si era el momento de, estando en pareja, dejar entrar a más personas.

abrir relación pareja

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Si algo me quedo claro después de hablar con ellos, es que no es tan sencillo como empezar a tener sexo a diestro y siniestro -quizás una de las ideas más equivocadas que tenemos de quienes se mueven en este mundillo-.

«Cada pareja tiene su momento» y no se referían solo a llegar a la edad en la que más gente decide abrir la relación (a partir de los 35 años).

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El requisito básico es «concebir el sexo solo como un juego». Y, además, el ritmo debe ser como un convoy, siempre a la velocidad del más ‘lento’ para que funcione.

Según mis entrevistados es a los 35, porque es la edad a la que las parejas están ya afianzadas y tienen estabilidad y madurez.

Sí, la madurez es imprescindible ya que la gestión emocional de ver a tu pareja disfrutando con otras personas, no es poca.

«Hay que hablarlo mucho y trabajar la parte emocional. La comunicación es súper importante», me dice una de los swingers.

Es decir, no solo entra en juego el grado de madurez individual, sino también el de la pareja. De ahí que, como ellos mismos admiten, «hay gente que lo prueba y no lo sabe llevar«.

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La certeza de que «vas a pasártelo bien», algo que no necesitaría que me afirmaran, porque es la motivación de abrir la pareja, no es la única.

Al preguntarles qué otras cosas gana la relación me contestan que mucha complicidad, un sexo excelente y por supuesto cumplir esas fantasías sexuales que tenías en la cabeza.

Claro que, tampoco significa que la pareja deba estar siempre abierta si uno de los dos quiere bajar la velocidad. De hecho, una de ellos comenta que «se hacen parones para desconectar, aclarar las ideas o bajar el ritmo».

Y la pregunta del millón: ¿y si quieres empezar? El consejo que dan es el de ir poco a poco.

Recomiendan hablar con parejas que ya están dentro antes de entrar y, sobre todo, ir a la vez (no abrir la relación solo porque uno de los miembros de la pareja quiere hacerlo).

También me parecía interesante saber algunos de los tópicos que se relacionan con esta forma de vivir las relaciones de pareja.

«Los swingers no salimos del armario, no está bien visto», me contesta uno de ellos.

Y es que en muchos casos sigue la mentalidad machista de que «tu marido te está ofreciendo», dice ella. A lo que contesta su pareja: «no puedes compartir nada que no sea tuyo y mi pareja no es mía».

También que todos los que hacen esto son adictos al sexo, que todos los días hay fiestas o que las parejas no se quieren, que es algo que se hace para reactivar la vida erótica, son otras ideas preconcebidas que no se corresponden con la realidad.

De hecho, al terminar la entrevista, uno de los swingers me contesta que lo primero es arreglar los problemas que tengas en tu relación de pareja y, si eso, «diviértete después».

Gracias a Su y Ni de @su_ni87 y a @Erotonomia por contestar a todas las preguntas, podéis encontrarles en Twitter.

Mara Mariño

¿Relaciones más flexibles? Reflexiones de parejas tras el confinamiento

Hasta hace poco, creía que la mayor prueba de fuego para una pareja era la de vivir juntos (descubrir las respectivas costumbres y que la relación siga, pese a ellas, es todo un reto).

Pero claro, hablo de la era precoronavirus.

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He cambiado de idea y he decidido que el desafío más grande ha sido el de aquellas parejas que han convivido juntas durante confinamiento.

Si ya de por sí el roce hace que en ciertas ocasiones surjan discusiones, lo de estar las 24 horas juntos, sin poder ver a nadie más, ha llevado la paciencia -y las broncas- a otro nivel.

No todo iba a ser malo, por supuesto, soy de las que piensa que, todas aquellas relaciones que hayan sobrevivido, han subido otro escalón.

Los meses aislados en casa han dado para mucho. Redescubrirnos a nosotros mismos, conocer de nuevo al otro y crear una rutina en pareja, cuando la vida social era poco viable, ha sido como crear una nueva relación dentro de la nuestra.

Si la cuarentena nos ha hecho reflexionar sobre la vida, el capitalismo o la política, mirar al otro y analizar de nuevo la relación, también han pasado por ahí.

Y la conclusión, en ciertos casos, no ha sido precisamente la de seguir como antes. Según un estudio realizado por la plataforma Ashley Madison, donde se han encuestado a más de 1.800 usuarios, 1 de cada 5 mujeres (19%) tiene previsto pedir una relación abierta a su pareja.

Como miembros de una sociedad monógama, que esta opción se ponga sobre la mesa, puede ser un shock siempre que una de las dos personas no se encuentre en ese punto.

Pero lo cierto es que salirse de la exclusividad parece ser el siguiente paso que algunos quieren que dé su pareja. También, según el estudio, tener citas y aventuras era la segunda actividad más deseada y esperada.

Nos tocará descubrir si será la vida sentimental para quienes acepten esta nueva forma de amor, capaz de alcanzar en popularidad a las relaciones exclusivas.

Al final, como en cualquier otro tipo de pareja, la sinceridad, la confianza y el cariño seguirán siendo las bases (con el añadido del número extra de miembros).

Duquesa Doslabios.

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¿Es para mí la monogamia? Lo que se plantean algunas parejas en el estado de alarma

Pasar las 24 horas del día junto a tu pareja ha sido una de las pequeñas ventajas para las personas que, como yo, solíamos coincidir poco antes del estado de alarma.

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Y aunque creo que mi caso es uno de los más afortunados -quitando las típicas discusiones y algún que otro momento de necesitar un poco de espacio hemos sabido llevarla-, hay parejas que no sienten lo mismo (preparaos, la temporada de las rupturas está al caer).

Pero quitando quienes han descubierto que prefieren terminar la cuarentena estrenando soltería, la mayoría de parejas hemos tenido que dar un paso más en la relación.

De una u otra manera, creo que tanto quienes estamos teniendo que convivir en pareja, como los que han pasado la cuarentena separados, hemos tenido que crear normas o dar con ideas para hacer más llevadera la situación.

Volvernos imaginativos en el sexo, crear romanticismo -incluso cuando solo se puede crear una cita en las cuatro paredes de casa-, o intentar no pagar los enfados del trabajo con el otro serían algunos de los ejemplos más comunes.

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No han sido los únicos, podría haber relaciones planteándose lo de tener sexo solo con su pareja.

Según el estudio que analiza el comportamiento sexual de los españoles en cuarentena realizado por JOYclub, comunidad basada en la sexualidad liberal, la idea del intercambio de pareja se ha pasado por las cabezas.

Un 40% ha hablado o pensado en hacer un intercambio de pareja cuando la situación vuelva a la normalidad, afirma el estudio.

Y más allá de que, para su primera vez, el 88% preferiría que fuese con amigos mientras que el 15% cree que los desconocidos son mejor opción, lo que en realidad esto da a entender no es tanto que nos estemos planteando experimentar con este tipo de intercambios.

En mi opinión, si alguna conclusión se puede sacar al respecto, es que hay quienes se están planteando la monogamia, quizás de una manera como nunca antes.

Quizás vernos obligados a estar juntos en todos los aspectos con solo una persona ha sido determinante a la hora de descubrir que, por mucho que socialmente aceptemos el ‘felices para siempre’, lo cierto es que la sexualidad liberal cada vez parece ganar más fuerza como alternativa a la convencional pareja.

Según la comunidad del estudio, esas nuevas prácticas pueden ayudar a fortalecer la confianza en una relación y abrir nuevos horizontes en el sexo.

Que no estemos acostumbrados, no significa que no debamos entenderlo y respetarlo. Al final, es tan libre la elección de quien quiere estar solo con una persona como la de quien decide que no es lo suyo.

Duquesa Doslabios.

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