Archivo de la categoría ‘2018’

¿Cómo sé si es el momento de mudarme con mi pareja?

Estoy en ese punto en el que parece que regalan los alquileres con las cajas de cereales, ya que la mayor parte de mis amistades se encuentran compartiendo piso o en vías de hacerlo próximamente.

Mudarte con tu pareja es EL PASO de los millennials, una generación que se caracteriza por la falta de compromiso (y las infinitas suscripciones al gimnasio lo demuestran). Pero no es algo que suceda a la ligera.

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Tomar la decisión significa que, prácticamente, tienen que alinearse los planetas, ya que tienen que coincidir el momento, el lugar, la persona y, sobre todo, la situación económica. Llamadme poco romántica, pero como decía Marilyn Monroe «Un beso puede ser grandioso, pero no va a pagar el alquiler de tu pisito».

Sin embargo, pongámonos en que eres mileurista y que puedes permitite el lujo de terminar en un estudio de 30 metros cuadrados. ¿Tu relación está realmente preparada para dar el paso?

Según la consultora de pareja Lesli Doares, que habló con Bustle acerca del paso de mudarse juntos, «la cosa más importante de la que se debe ser consciente antes de dar el paso es tener claro el motivo por el que se está haciendo. Si es porque, conscientemente, se elige llevar la relación al siguiente nivel, genial, pero si es por otras razones como que ya pasas toda la noche con tu pareja o porque estás más cerca del trabajo o porque quieres cambiar el piso» mejor echar el freno.

Mantener una relación necesita acciones, no intenciones y va a requerir mucho trabajo por parte de los miembros de la pareja.

Si funcionáis bien viajando, durmiendo juntos o cohabitando varios días armónicamente, puede ser un buen indicativo, pero para saber cuál es el momento puedes prestarle atención a las señales que demuestran que en vuestra pareja os encontráis listos para dar el siguiente paso.

Algunas cosas a tener en cuenta antes de hacerlo es hablar del dinero, ya que tienes que organizarte con tu pareja a la hora de cubrir gastos ¿Cómo va a ser el pago de la casa? ¿Y las facturas?

Descubrirás nuevas diferencias que pueden hacerte la vida más o menos sencilla o incluso hábitos extraños del otro, pero si son cosas que conoces ya o que al descubrirlas las aceptas y te ves capaz de vivir con ellas (o de ponerlas sobre la mesa para que las cambie), tendréis mucho ganado.

De hecho, ser capaz de sincerarse, de tener una buena comunicación y ser capaces de hablar de vuestras necesidades es fundamental, no solo para resolver discusiones sino para llevar la relación de manera sana.

Aunque tu anterior estilo de vida puede cambiar un poco, es vital mantener la independencia así como aprender a daros espacio manteniendo vuestros intereses o incluso vuestro lugar dentro de casa.

Y, por supuesto, tener encendida la chispa como compromiso de ambos. Hay que tener claro que no todo va a ser un camino de rosas antes de pasar al siguiente nivel, pero hay un común denominador que lo puede todo.

¿El ingrediente fundamental? Las ganas, la disposición de querer trabajar en ello. Si tienes eso, y mucho amor, lo tienes todo ganado.

Duquesa Doslabios.

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Las razones por las que nunca quedas (ni quedarás) con tu ‘match’ de Tinder

«Tinder está fatal», empezó a comentarme un amigo de pasada. Perfiles sin trabajar, dos fotos descuadradas… Y luego está que te hagan match. Si tienes la suerte de coincidir, es probable que se quede en un saludo sin respuesta. 

Otra amiga metía en el saco a las personas que, si no contestas inmediatamente, te escriben varios mensajes a la vez terminando con un «Hola? :(«, lo que hace que pasen automáticamente a la categoría de next.

La realidad idílica si usas Tinder

También otras que, al poco de empezar a hablar, empiezan con algo grosero o sacando en la conversación las (grandes) partes de su anatomía. O por ejemplo, sabemos de la existencia de esos individuos que, nada más abrirse la opción de chat, mandan una foto-polla.

Ambos coincidían en aquellos matches que se cancelan o gente que, al poco de hablar, desaparecía misteriosamente de la aplicación para volver días más tarde y que te volvían a escribir como si nada con «estaba hasta arriba/me fui de viaje/estaba de vacaciones pero me gustaría quedar contigo».

Y en muchos de esos casos, continúas la conversación que es más diálogo de besugos que otra cosa, hasta el momento de «¿me das tu móvil?» cuando te das cuenta de que, en realidad, tampoco te gusta tanto.

Tinder está fatal y se nota en las citas opina mi amiga, las citas que nunca llegan por motivos de agenda (es imposible ponerse de acuerdo), te da plantón (la otra persona decide no aparecer en el último momento) o se cancela tantas veces que se te antoja tan complicado que pierdes las ganas que podías tener de conocerle.

La conclusión es que, aunque no queramos pensarlo, puede llevarte miles de swipes colocar a una sola persona enfrente de ti en una cita, algo que resulta bastante desalentador y frustrante.

La realidad es que Tinder es agotador. La cantidad de gente, mensajes, y sobre todo, tiempo que debes invertir para pasar del «Hola» virtual al saludo en la vida real puede llegar a ser agobiante.

Y si nos cansa tanto, ¿por qué seguimos usándola? Algunos estudios han conseguido arrojar un poco de luz al respecto.

La compañía financiera LenEdu estudió a 3.800 millennials entre 18 y 22 años de los cuales el 72% eran usuarios de Tinder descubriendo que la mayor parte, el 70%, no habían conocido a ninguno de sus matches.

Cuando se preguntó los motivos de usar la aplicación, «buscar una relación» o «echar un polvo» quedaban en tercer lugar siendo «subir la autoestima» la categoría ganadora.

La aplicación para ligar se ha convertido en una herramienta de validación. Y si no pensemos en las ocasiones en las que hemos consolado a nuestra amiga o amigo porque el match no ha sido recíproco o cuando has celebrado que se lo hayan devuelto.

Entonces, ¿es Tinder el nuevo sandwich de cumplidos? Abres la aplicación y encuentras mensajes de gente desconocida alabando tus ojos o tu sonrisa, en definitiva, dándote un nivel de atención que te pone el ego por las nubes mientras continuas disfrutando de la soltería.

Y es que un estudio de la propia app que entrevistó a una muestra de 1.000 personas solteras entre 18 y 25 años, reveló que el 81% coincidía en que carecer de pareja era una ventaja en todos los aspectos de su vida (más tiempo para trabajar, para dedicarle a las amistades, a las aficiones…).

Ya que la mayoría de esas personas decían encontrarse sin pareja a propósito, eso convierte a Tinder en una manera de hacer llevadera la soltería, sintiendo que seguimos en el campo de juego sin necesidad de hacer realmente nada.

Duquesa Doslabios.

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«Por no habernos querido a tiempo»

Puede que las heridas del corazón necesiten cuidados intensivos, pero hay quienes hemos encontrado en la escritura una terapia. Hoy os traigo una pluma invitada que, por mucho que se preocupa más por la tinta impresa en los guiones, sabe también cómo usarla para cicatrizar(se).

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Almas.

Hemos viajado por un tiempo y un espacio que ha visto fuego y luz en todos lados. Sobrevivido a universos y vidas que desconoce cualquier humano.

Eones que siempre terminan con nuestros besos y cogidos de la mano. 

En este tiempo, en estos cuerpos, nuestros almas no se han encontrado. Nunca se han perdido, pero en esta historia, nos hemos varado.

Asumir que nos tendríamos, fue el principio del comienzo de este inicio.

De un inicio que terminaría con un final extremo. Donde la meta no sería, sino el epílogo de nuestro libro.

Uno de hojas en blanco sin historias para contar una vida que cuente. Un libro lleno de vacío. Un libro que solo tiene la marca de nuestros nombres en la solapa.

Con un lomo tan grueso y distante que como el destino, en esta edición, impide que ambas partes se unan.

En este libro vivimos.

En este cuerpo, donde no somos más que una marca. Almas que olvidaron lo que aprendieron en mil vidas. Perdidas en cuerpos que se deshacen con los años.

Llenos de sueños, llenos de llantos. Por no habernos querido a tiempo. Por no habernos valorado. Por todo: nunca nos amamos.

Señor Origásmico.

«Somos el eBay de las bragas usadas»

Si hablamos del fetichismo de bragas usadas es probable que venga a tu mente la imagen de las máquinas expendedoras que todas las personas que han estado en Japón afirman haber encontrado por las principales ciudades niponas.

FACEBOOK PANTY.COM

Pero no hay que ir tan lejos, los fetichistas de ropa interior femenina usada no necesitan mirar hacia el país del sol naciente, ya que, como pude comprobar, en España el mercado de compra y venta de bragas está en plena ebullición.

Todos conocemos casos por redes sociales de intercambios con algún seguidor que te manda un privado preguntándote por esos calcetines, sin embargo yo os hablo de algo mucho mayor y, también, mejor organizado.

En una de mis vueltas por el Salón Erótico de Barcelona me encontré con Elsa Angulo, a quien entrevisté como portavoz de Panty.com, una web que pone en contacto a las vendedoras (que en este caso también son productoras) con los clientes.

Si bien el pago se da fuera de la web, ellos establecen la conexión entre ambos en un espacio seguro, que es el portal. ¿El negocio? Una cuota prémium de 15 euros que solo deben pagar los consumidores si quieren acceder a los artículos en venta.

Además de tomarse la privacidad de las vendedoras y los clientes como prioridad, el sitio da libertad a la hora de hacer el negocio ya que «tú pones el precio, aunque depende de lo que hayas hecho con las bragas puestas«.

De esta manera, si un precio base puede ser de 20 o 25 euros muchas aumentan la cantidad en función de si han ido al gimnasio o si se han masturbado por poner unos ejemplos.

Lógicamente la historia de las bragas vende, por lo que es recomendable hacer descripciones detalladas del producto a la venta para suscitar un mayor interés.

«Solo necesitamos un correo electrónico y en tres minutos puedes tener tu tienda» me dice Angulo. Aunque empezaron con las bragas «luego se extendió. Tienen cabida otras prendas» como es el caso de calcetines o calzado usado para los fetichistas de pies.

Además, como en una especie de TripAdvisor lencero, los consumidores pueden dejar opiniones sobre lo que han adquirido (si el envío fue rápido, la comunicación sencilla…).

No solo encontramos prendas lenceras dignas de desfile de Victoria’s Secret, sino que, como me confirma Elsa Angulo «también hay bragas muy normales», ya que algunas vendedoras usan la plataforma como vía de salida de prendas más antiguas.

A la hora de conocer los patrones de consumo me dice que «un fetichismo es como un capricho» y que lo mismo tienen clientes que compran seis o siete bragas en dos semanas hasta otros que solo una o dos al mes.

Independientemente de si nos atrae o no la idea de deshacernos de esa manera de nuestra ropa interior, ¿no es fascinante que haya quien disfrute de la feromona pura que resulta de un aroma corporal natural?

Como olfateadora profesional de los rincones del cuello de mis parejas, puedo llegar a entenderlo.

Duquesa Doslabios.

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‘Sexness’ o cómo el ejercicio beneficia al sexo

Podría hacer una lista de los motivos por los que deberías hacer ejercicio diariamente pero más allá de la típica retahíla sobre el corazón o la lucha contra el sedentarismo, hay razones muy interesantes que se traducen en una mejora de nuestra intimidad.

Fácil y rápido: el sexo mejora la vida sexual.

FACEBOOK UNDER ARMOUR

Hacer ejercicio de manera regular desarrolla nuestra resistencia corporal, que es algo de lo que podemos beneficiarnos entre las sábanas (no es lo mismo la postura de la vaquera cuando tu actividad diaria se reduce a subir las escaleras del metro, que si tienes algo de fondo).

Por extraño que pueda parecernos, cuanta más energía gastas, más energía obtienes (de ahí que tu vecino, el que sale a correr a las 7 de la mañana, siempre tenga ese aspecto tan estupendo). Es una manera de combatir la fatiga que tenemos de todo el día y llegar con ganas al momento clave.

Al hacer ejercicio, el cuerpo genera endorfinas, que son las culpables de que se haga adictivo, a su vez estas estimulan la liberación de hormonas sexuales entre las que se encuentra la testosterona, muy ligado al deseo sexual.

De hecho, dos universidades quisieron investigar este hecho y la University of British Columbia probó que, después de veinte minutos en bicicleta, las mujeres son más excitables respecto a aquellas que no hacen actividad física (veinte minutos, compañeras).

La Florida Atlantic University, por su parte, averiguó que el cuerpo se muestra más preparado a la actividad física sexual porque es más sensible al tacto y a la intensidad de los estímulos en las personas que hacen deporte.

Otra razón para practicarlo, según los expertos, es que moverse ayuda a prevenir problemas ligados a la sexualidad como la eyaculación precoz o la disfunción eréctil.

Obviamente no hace falta meterse a hacer Crossfit o un triatlón, basta con correr dentro de nuestras capacidades, nadar o incluso andar. Lo importante es activarse dentro de nuestras posibilidades.

También los ejercicios que se centran en los músculos o en mejorar la flexibilidad como el pilates o la yoga (y que además son de potencia moderada) permiten que los músculos que se utilizan en el acto sexual se mantengan ágiles.

Por supuesto no hay que olvidar el componente psicológico, ya que sentirse (y verse) en forma da más confianza y ayuda a que nos sintamos mejor con nosotros mismos.

Y como bien sabemos, sexo equivale a más sexo. Algo que podríamos resumir como que si te encuentras bien tienes una buena calidad relaciones sexuales, y las relaciones son de buena calidad si física y mentalmente estás bien.

Además, piensa que practicarlo en pareja puede hacer crecer el deseo (llamadme rara, pero ver a mi pareja exhausta y sudada consigue encenderme rápidamente).

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Duquesa Doslabios.

Por qué deberíamos dejar de decir «coñazo»

(Y no, no es una pregunta. Es una afirmación.)

No sé en qué momento empezamos a convertir los genitales en expresiones, pero me gustaría retroceder al segundo concreto en el que se repartieron los calificativos para cada uno. Curiosamente lo relativo al pene, es «la polla» y «cojonudo», mientras que si hablamos de la vagina, es un «coñazo».

GTRES

El lenguaje es la manera de construir nuestro pensamiento. Y como decía Descartes «Pienso, luego existo», por lo que si pensamos que lo referente al falo es genial, y lo que tiene que ver con la vulva es negativo, estamos construyendo una existencia bastante desigual, ¿no?

Y yo, que la igualdad es la más fuerte de mis fantasías sexuales, quiero darte algunos motivos para que dejes de decir «coñazo» en tu jerga coloquial si lo usas con esa connotación.

En primer lugar porque naciste de un coño. No solo tú, yo también. El señor que tienes delante en el metro también. Pero ten presente que hace unos años viniste de uno de ellos, concretamente el de tu madre, así que teniendo en cuenta que fue tu vía de entrada a la vida, ¿no debería ser la cosa más guay y genial del mundo? Un altar es lo que deberíamos hacerle a los coños.

Por si no lo habías sospechado, decir «qué coñazo» como algo malo es machista. Lo he explicado antes, según nuestro lenguaje la polla es guay, y los testículos cojonudos, todo lo relativo a los genitales masculinos es lo más. Solo lo relativo al coño es malo. Y ¡eh! Últimas noticias: tener coño no es malo.

Porque «coñazo» según la real Academia Española significa que algo es aburrido o pesado (persona o cosa latosa, insoportable) y yo, que ya llevo más de 20 años con un coño entre las piernas, no entiendo por qué seguimos haciendo esa relación. Vamos a ver, yo tengo uno y nunca nos hemos aburrido juntos, de hecho me lo paso estupendamente cuando le dedico un ratito.

Para quienes digan que utilizan la palabra porque no hay ninguna expresión equivalente, decirles que hay adjetivos alternativos que podemos utilizar en su lugar. No es como el caso de «esternocleidomastoideo», que no tiene sinónimos el pobrecito. El significado que se le ha atribuido a «coñazo» nos permite encontrar más maneras de expresarlo. ¿Quieres ejemplos? Tedioso, rollazo, aburrido, pesado, insufrible, irritante, molesto, fastidioso…

En definitiva, es un buen momento para dejar de utilizarlo porque forma parte de esas expresiones del lenguaje habitual que solo está perpetuando un estereotipo denigra a las mujeres. Pero, si realmente quieres que siga formando parte de tu vocabulario porque se te llena la boca cada vez que dices «co-ña-zo», ¿por qué no empezar a utilizarla en un contexto positivo?

Ojalá poder escuchar algún día «Cómo mola Avengers 4, el final es la polla, un auténtico coñazo«.

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Duquesa Doslabios.

Las mentiras sobre la menstruación que seguramente oíste de pequeña

La menstruación, esa cosa tan misteriosa para unos y tan pan de cada día para otras. Un extraño ciclo que hace que una vez al mes sangremos como si Quentin Tarantino se hubiera decidido a grabar una película en nuestra vagina.

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Por ello siempre ha estado sujeta a mitos e invenciones que han hecho que cuando te bajaba por primera vez la menstruación, la regla te pareciera una especie de maldición sobrenatural.

Sin embargo con el paso de los años se ha averiguado que la mayoría de las leyendas no eran otra cosa más que invenciones. De hecho quizás te suenen, ya estoy segura de que las has escuchado en algún momento de tu vida:

  • No te puedes bañar en la piscina. Bueno, quizás hace unos años cuando la compresa de tela era lo único que tenían nuestras abuelas, darse un chapuzón en el riachuelo no era la mejor de las ideas (aun así existe algo llamado presión que evita que salga a no ser que hagas fuerza). Pero ahora las copas menstruales o los tampones están para que el calor no nos tenga pegadas a la toalla y podemos echarnos unos largos si nos apetece.
  • Es imposible quedarse embarazada durante la regla. Un mito que no cuenta con la duración de los espermatozoides que aguantan hasta cinco días con vida. Si por lo que sea tu siguiente ovulación sucede con rapidez puedes quedarte embarazada con toda la normalidad del mundo, así que usa protección siempre.
  • Si has usado tampón ya no eres virgen. El mito se debe a que las primeras veces que nos lo ponemos, seamos realistas, puedes pecar de inexperta y romper el himen. De cualquier manera, sexo es sexo, tampones son tampones y no podemos mezclar la velocidad con el tocino. Una persona virgen es aquella que no ha tenido relaciones sexuales y por mucho que tu himen se haya roto, no es la cosa más importante, sino disfrutar de la experiencia.
  • No puedes preparar ciertas comidas porque se estropean. Mi compañero Alfred López escribió un tema muy interesante sobre los mitos de la menstruación que podéis leer aquí, pero resumiendo, no hay ninguna evidencia científica de que con la regla se te corte la mayonesa o que no se hagan bien las conservas. Es probable que se deba a tu habilidad cocinando más que a la menstruación. Piensa que si así fuera, todos los hombres serían expertos mayoneseros, y no es el caso (a excepción quizás de Martín Berasategui).
  • La regla huele mal. Bueno, para empezar la sangre de la menstruación es el mismo tipo de sangre que de cualquier otro tipo. Vale, hay coágulos de tejido sí, pero viene siendo sangre también. Este mito que encima es promovido por los anunciantes de productos de higiene femenina es totalmente falso. La vagina no huele ni a flores ni a nubes, como todos los genitales, necesita una higiene, pero nadie puede oler si estas con la menstruación. Igual el perro de tu vecina te ve y te olisquea la entrepierna, pero es por las hormonas, no por la sangre, y tampoco es como si el animalito se lo fuera a contar al edificio.

La clave es que seamos conscientes tanto hombres como mujeres de que la regla forma parte de la vida, que la llevamos teniendo desde el principio de la historia de la Humanidad. Puede resultarnos más o menos cómoda pero lo importante es que la vivamos con total normalidad.

Duquesa Doslabios.

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Salón Erótico de Barcelona: porno en vivo y educación sexual de calidad

Cualquier excusa es buena para pasar unos días en Barcelona, y el Salón Erótico que se organiza anualmente en la ciudad, fue mi último motivo para acercarme a uno de mis lugares favoritos.

FACEBOOK SEB

Nunca había acudido anteriormente al Salón, pero todos nos hacemos una idea, aproximadamente, de lo que allí vamos a encontrar: sexo, sexo y más sexo.

Quizás yo, que soy aún más exagerada, lo esperaba todavía más tróspido: con condones usados por el suelo, gente manteniendo encuentros en los baños… Una especie de orgía gigante en el Pabellón del Vall d’Hebron.

Pero claro, una cosa es la película porno que me había montado en mi cabeza y otra muy diferente la realidad, justo como pasa con la ficción que se ve en esas películas y lo que sucede en el sexo realmente, que son como el día y la noche.

En el Salón Erótico de Barcelona hay sexo en directo, claro. Las actuaciones se sitúan cada pocos minutos en los diferentes escenarios y stands de expositores con una velocidad en la que cada pocos metros encuentras a un puñado de curiosos grabando con las cámaras lo que allí sucede.

Porque aunque todos somos un poco voyeurs y nos paramos para ver el intercambio sexual que tiene lugar encima del escenario, te cruzas con un tipo de asistente al Salón que ha venido exclusivamente para ello. Hombres de una edad entre los 40 y los 60 años que solo te encontrarás rondando los shows.

Y si bien es el público mayoritario, no es, para mí, el más relevante. El rompedor vídeo de presentación del Salón ha atraído a un nuevo público con el que me he sentido más identificada.

Gente joven, en pareja o por su cuenta que llenan y colapsan las charlas y talleres de educación sexual que tienen lugar desde que abre la feria hasta que cierra sus puertas.

Es aquí donde realmente siento que el Salón ha prometido su premisa del vídeo viendo que las sillas se convierten en el elemento más cotizado pero que incluso a falta de ellas, la gente se queda de pie o sentada por el suelo no dejando ni un solo centímetro libre.

¿El motivo? Simplemente son demasiado interesantes como para perdérselas.

De esta manera acudo a un tuppersex, a una charla acerca de dolores menstruales y orgasmos, a una ponencia sobre el hombre multiorgásmico, la eyaculación femenina, el fortalecimiento del suelo pélvico e incluso a un taller de iniciación al BDSM.

Tanto yo como la mayoría de los que se quedaron fuera de las charlas por motivos de aforo, pedimos a los que se encontraban controlando el número de asistentes que el año que viene ampliaran el espacio para que de esta manera pudiera acudir más gente a ellas.

Este público del Salón es ávido, no tanto de sexo en directo y pornográfico en el que se ve lo de siempre y a lo que estamos acostumbrados, sino de sexo real, del que podemos aprender y aplicar en nuestra vida diaria, del que pueda mejorar nuestra intimidad.

Ya lo decía el vídeo del SEB 2018, nos han enseñado que el sexo es porno, y si bien el Salón cuenta con porno, del ‘de siempre’ que aparece en los vídeos X, su objetivo de este año era transformarse para acercarnos a otra sexualidad más igualitaria.

Es por eso también que, al lado de la, por lo que me contaron, clásica área swinger, se encontraban artistas feministas, expositores acerca de sexo consentido o incluso un stand que explicaba las diferentes expresiones de género.

El objetivo de volver el sexo más consciente, diverso y representativo ha contado con algunas vicisitudes. Sin embargo, ha sido un punto de partida para la que, ojalá, sea la nueva dirección del Salón Erótico de Barcelona. Una cita para disfrutar, subir la temperatura y para, al mismo tiempo, instruir a una sociedad que tan necesitada se encuentra de educación sexual de calidad.

Duquesa Doslabios.

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Así es cómo deberías tener la charla del «¿Qué somos?»

Hay un punto de no retorno en todas las relaciones que es conocido como «la charla».

Normalmente sabes que ha llegado el momento de tener la conversación cuando tus amigas te dicen «Ah, ¿que no habéis hablado aún que sois? ¿Y cuándo vais a tener la charla?»

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La charla es ese momento en el que ya no puedes seguir eludiendo la pregunta de ¿qué somos? o ¿a dónde va esto? Tenerla es una manera de sincerarte no solo personalmente con tu persona sino con quien estés compartiendo la experiencia.

Con los años he ido perfeccionándome en la técnica porque al principio era de soltar la bomba y esperar a ver si no hacía mucho estropicio, cuando, realmente, puedes hacerlo con tacto y cariño sin que resulte incómodo para nadie ni te sientas como que estás poniendo todas tus entrañas en una picadora.

Porque aunque a veces no nos guste, «¿qué somos?» es una pregunta que tarde o temprano debemos hacer. Y es que llega un momento en el que lo de las maripositas en el estómago se parece más a un tifón tropical visceral y quieres a esa persona toda la mañana del domingo en vez de solo cinco minutos antes de que se vista y se marche.

Hablar las cosas siempre va a ayudarte a que veas todo claro. Asume que la respuesta que puedes recibir es negativa, (no está en el mismo punto/no quiere lo mismo que tú) pero de esa manera, recuerda que conocimiento es poder, podrás tomar la decisión al respecto de si seguir o no sabiendo que por la otra persona no hay mucho futuro.

Si das con alguien que solo quiere pasar un buen rato, piensa que está en todo su derecho, pero que es mejor que tú seas consciente de ello y no te estés montando la película de que vais a ir a Bali a haceros la foto para Instagram cogidos de la mano sobre una canoa con las montañas en el agua de fondo.

A la hora de sacar el tema, evita ir al grano en plan «Eh, que qué somos». Hazlo más delicado, más casual, más «Oye, ¿podemos hablar de cómo estamos viviendo esto?» sin que parezca que le estás poniendo entre la espada y la pared.

Pero ante todo, sinceridad. Ábrete porque es la única manera de que la otra persona esté al tanto de lo que pasa por tu cabeza.

Pregunta si tienes dudas. Si no terminas de verlo claro o si te dicen «Yo es que no creo en las etiquetas». Que te parece estupendo pero no eres una tienda de ropa sino una persona.

Lo importante es que resulte como resulte, os queden las cosas claras y podáis seguir adelante juntos o por separado pero sabiendo lo que hay.

Duquesa Doslabios.

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Motivos para hacer el ‘pretzel’ con tu pareja (y no me refiero a la receta)

Has alcanzado un nuevo nivel de curiosidad entre las sábanas cuando te metes a Internet en busca de posturas que consigan darte sensaciones nuevas.

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Ese fue mi caso cuando descubrí el ‘pretzel, y no, no es el famoso pan alemán al pretzel que me refiero, sino al que puedes hacer en compañía fuera de la cocina (o dentro, vaya, que eso ya es cosa tuya).

El pretzel forma parte de las posturas que parecen complicadas y dignas de una película erótica pero que luego en realidad puedes imitar en casa.

Por lo visto hay dos maneras de realizarlo. Por un lado está el pretzel para las personas que quieran respetar el kamasutra, el clásico que consiste en que la mujer se tumbe medio de lado y pase una pierna por encima de su pareja que está de rodillas enfrente.

Sin embargo si pones pretzel en el buscador de una página de pornografía, la postura que sale consiste en que la mujer se coloque boca arriba y se doble sobre sí misma echando las piernas hacia atrás y sujetándolas con los brazos. Como si quisieras hacer la posición fetal pero al revés. Y os hago saber que de las dos variantes, esta última es mi favorita.

Independientemente de cuál quieras probar, ambas comparten cinco razones por las que el pretzel se debería convertir en tu próximo movimiento estrella para sorprender a tu pareja:

  1. Porque la penetración es profunda: si lo tuyo es el contacto, con esta postura consigues llegar hasta el fondo.
  2. Porque produce sensaciones intensas por el rozamiento de la postura.
  3. Porque es cómoda para ambos: no requiere cargar peso ni estar colocado de manera extraña
  4. Porque no necesitas ser flexible como una yogui: tu pareja puede sujetarte las piernas
  5. Porque te miras a los ojos: que lo sexual no quite lo romántico en el caso de que quieras hacerlo con sentimiento.

No la meto en el ranking porque solo favorece a uno de los dos miembros, pero es también ideal para poder alcanzarte el clítoris (y todas sabemos en qué se traduce eso, en un billete directo a Villaorgasmo sin paradas).

Ahora solo te queda probarla. Y, por supuesto, contármelo en los comentarios.

Duquesa Doslabios.

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