Archivo de mayo, 2024

Entre la infantilización y la hipersexualización: la realidad de las mujeres con discapacidad

Artemisa Martínez es activista gallega contra el capacitismo (@realidadesdiversas), la discriminación hacia las personas con discapacidad que incluyen estereotipos, barreras, pero también la invisibilización del colectivo.

Y qué mejor ejemplo que yo misma, que llevo 7 años escribiendo de sexualidad y no había tratado nada relativo a la discapacidad.

Pero al igual que profesionales que han tratado con ella en su descubrimiento de la sexualidad con una discapacidad visual y han llegado a cuestionar que quisiera utilizar métodos anticonceptivos o que fuera a denunciar violencia sexual porque «¿Cómo te va a pasar a ti eso si tienes discapacidad?»

Artemisa Martínez

@martagbrea

La viguesa no juzga, acoge mis dudas, me muestra un montón de paciencia, pero sobre todo, se toma las cosas con humor.

El mayor estigma, en sus propias palabras, que tenemos que trabajarnos como sociedad es que «las personas con discapacidad no son asexuadas, se ha desexualizado completamente al colectivo».

«Se reduce a que no vas a tener atracción física ni emocional por nadie y si se trata la sexualidad, va a ser desde la mirada de los hombres cisheterosexuales y desde una visión muy reduccionista, poniéndolos de pobrecitos que quieren tener sexo y no pueden porque son discapacitados», comenta.

El problema es la falta de educación sexual que debería ser «en y desde la discapacidad», explica Artemisa, ya que «es algo a lo que también nos enfrentamos, cuando sientes ese deseo del que se te ha privado, que se te ha negado, vienen los cuestionamientos, cómo vas a hacer para ligar, si solo vas a tener relaciones con gente como tú…»

¿Hay educación sexual accesible para personas con discapacidades?
Depende del entorno y los recursos que quiera dar el entorno. Hay casos que sí se te da esa charla, pero desde una mirada falocentrista. Se hablan de los métodos barrera y de que no te quedes embarazada. Es esa culpabilidad hacia las mujeres con discapacidad si no cierras las piernas. Siempre con el discurso de «vamos a intentar que no se quede embarazada, porque ya es una carga y se queda embarazada es peor». No se explica nada sobre las ITS. Recuerdo que cuando nos dieron la charla (al cargo de la Xunta de Galiza) dije que no me estaba enterando y la profesional respondió «Vamos a seguir». En mi entorno familiar, la sexualidad nunca se ha tratado y desde la ONCE tampoco se me ha dado educación sexual. En mi caso tuve recursos a la hora de buscar y contrastar la información, pero tuve muchísima suerte porque tuve la curiosidad y las herramientas.

¿Qué es lo que pueden hacer los padres para reconocer como seres sexuados a sus hijos cuando tienen una discapacidad?
Hablarlo, entender que las personas con discapacidad van a tener esas inquietudes y esa relación sexual. No seguir con el mensaje de «No te toques, cierra las piernas, no metas la mano ahí…». Una excusa que se esgrime es «No lo va a entender», pero sí que lo va a entender si le adaptas el discurso, se lo explicas, tienes la paciencia de contestar a preguntas como ¿qué gusta? ¿Qué te deja de gustar? La masturbación es esto, el consentimiento esto. Y también preguntar si lo estás entendiendo. Igual que le explicas otros temas, como mira a ambos lados antes de cruzar, si vas a estar con otra persona, que esa persona quiere estar contigo.

¿Cómo podemos hacer una educación sexual inclusiva en la lucha contra el capacitismo?
Hablando sin tapujos de la diversidad que existe dentro de la discapacidad. Hay miles de formas de vivir la sexualidad y todos los cuerpos son válidos, la educación sexual debe contemplar la realidad de las personas con discapacidad y explicarse a las personas con discapacidad.

¿Cómo describirías la representación de la sexualidad de las personas con discapacidades en los medios de comunicación? ¿Qué cambios tendría que haber?
Inexistente. Las pocas veces que se ha tratado ha sido desde una mirada reduccionista. Tiene que haber una escucha activa al colectivo, aprender a mirar más allá de la movilidad reducida, quitar la mirada de la pena, hablar de esa diversidad del colectivo LGTBI, no hacerlo desde mirada morbosa, sino al igual que tratamos que hay que fomentar la educación sexual a la población general.

¿Cómo influye el patriarcado en la discapacidad?
El patriarcado, que tiene unos tentáculos enormes, también nos afecta y llega a la discapacidad, por eso cuando pensamos en discapacidad, es ese señor blanco de mediana edad en silla de ruedas. Los señores siguen siendo señores y van a aprovecharse de que la sociedad les va a ver como vulnerables. Yo puedo tocarle la teta a una mujer yendo por la calle y como soy un ‘niño’, puedo hacerlo y tengo la impunidad porque no se va a tomar como algo sexual. Las mujeres con discapacidad también somos niñas.

Cuando he tratado el tema de la esterilización forzosa siempre te vienen con el «¿Y si la mujer se queda embarazada, ¿qué pasa?» Para que se produzca un embarazo hacen falta dos personas, ¿por qué culpamos a las mujeres? Hay una mirada censora y culpabilizadora. No puede ser que mujer con discapacidad tenga una vida autónoma y relaciones sexuales. Cuando fui a planificación familiar a pedir la píldora anticonceptiva, la enfermera que me atendió estaba asustadísima. Le conté que tenía relaciones con varias personas y quería blindar esa responsabilidad. «A mí me preocupa mucho que tengas relaciones con varias personas», «A mí no, a mí me preocupan otras cosas, como no tener una ITS».

¿Cómo ha sido tu experiencia en relaciones románticas o sexuales? ¿Qué barreras o apoyos has encontrado?
Mi relación con la sexualidad ha sido un proceso que tuve que hacer sola, aprendiendo sobre los métodos barrera, teniendo confianza en que la persona no me hiciera una cafrada como quitarse el preservativo de repente… Ese pavor existe y nadie te explica que pueda pasar, pero cuando tienes discapacidad visual, aún más. Y luego en consultas médicas el exceso de ofrecimiento de ayuda a la hora de subir al potro o para quitarme la ropa. El perfil se repite, suele ser una enfermera muy preocupada, puedo hacerlo yo, pero ¿por qué tengo que hacer siempre esta labor didáctica? Son situaciones paternalistas.

Con toda la cosificación que hay de las mujeres en general, ¿es algo que le pasa también a las mujeres con discapacidad?
Sí, es como ese morbo de «Ah ¿y cómo lo haces? Siempre he querido probar con alguien como tú». Es como si tuvieran una tabla y tuvieran que tachar «Me he tirado a una tullida». Si tienes una discapacidad invisible o que no es limitante a la hora de repetir patrones, no vas en silla de ruedas o te falta en brazo, se produce esa hipersexualización de las mujeres. Pero por otro lado, cuando lo quieres denunciar, tampoco te creen. Cuando te acosan por la calle, te lo niegan. «¿Cómo te va a pasar a ti eso, si tienes discapacidad?» Me han pasado situaciones de ese tipo, que me han tocado el culo en el autobús y cuando he ido a denunciarlo me han dicho «Lo has malinterpretado». Es la idea de «¿Cómo te van a silbar a ti? ¿Cómo te van a hacer esto a ti?».

También hay situaciones en las que, en relaciones de pareja, hay un discurso de que parece que tienes que dar gracias de que la otra persona se fije en ti. Se dan situaciones de abuso porque nadie te ha explicado tampoco qué son las violaciones. Hay parejas que se aprovechan de ese discurso de qué bien, qué bonito que quiera estar contigo porque se trata de una mujer que está con la autoestima por el suelo y a la que se le ha negado que tenga atractivo o que pueda disfrutar de las relaciones. Debería estar agradecida y hacen lo que les da la gana contigo. Vivimos situaciones de abuso, violencia y maltrato y aunque denuncies nadie te va a creer porque «parece tan buena persona».

Para terminar, Artemisa destaca que la clave para su empoderamiento sexual ha sido «tener una buena red de apoyo que te crea, te acompañe, te ayude, no te juzgue y que no invalide tus experiencias y sentimientos».

Pero también se muestra tajante sobre la educación sexual: «Cuando vayas a solicitar información a profesionales de la sexualidad, hay que exigir que se te dé, que no te traten con paternalismo, no debemos resignarnos, tienes derecho a una información sexual y tienes derecho a tu salud sexual».

«Y recordarnos que eres una persona válida, tienes un cuerpo valioso, que los cuerpos diversos son válidos, que puedes disfrutar de tu sexualidad, puedes disfrutar de esa plenitud en tus relaciones, que puedes pasártelo bien, que nadie te puede negar eso y hay mil formas de vivir el placer».

¿Sabías que el porno puede cargarse tu relación?

A nadie le gusta pensar en los efectos secundarios de las cosas que consume.

Por eso hay quienes prefieren ignorar la etiqueta del «Fumar mata» de los paquetes de cigarrillos o cambiar de tema de conversación cuando se menciona la relación del consumo de carne con el cambio climático.

La pornografía, por inocua que pueda parecer en el momento de reproducirla, forma parte de esta categoría.

PEXELS

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Con un estilo de vida en el que el teléfono está siempre pegado a nuestra mano, es de imaginar hasta qué punto esto ha beneficiado a la industria del cine para adultos.

Se ha encargado de garantizar acceso libre a cualquiera de sus plataformas con el único requisito de tener conexión a internet.

Sin embargo, hay que hablar de la cara B de este supuesto ‘regalo’, de cómo al igual que al tomar el sol, las células de la piel recuerdan el daño, al ver pornografía, los genitales y el cerebro también.

En el mundo del porno, los cuerpos que aparecen en la pantalla rara vez reflejan la realidad.

Esto genera unas expectativas irreales de físico que pueden afectar negativamente, no solo nuestra percepción del propio cuerpo (algo que explicaría por qué han aumentado las intervenciones estéticas que aumentan el grosor del pene), sino del de nuestra pareja.

El porno puede establecer un estándar inalcanzable, llevándonos a sentir inseguridad y menosprecio.

Y, en una relación, estas inseguridades pueden crear barreras emocionales y físicas, dificultando la conexión íntima y la aceptación mutua.

Dinámicas violentas y repetitivas

Uno de los fenómenos que afecta al porno es el de la habituación. Cada vez se necesitan diferentes vídeos que consigan sorprender, porque lo que me excitaba ayer, hoy se queda ‘corto’.

El problema es que como no hay una forma más sexual de comerse una teta -por poner un ejemplo-, lo que se puede ver es el aumento de nivel en cuanto a la violencia hacia las mujeres.

Esas prácticas extremas que aparecen en la pantalla no reflejan las preferencias y límites de la mayoría de las personas (“Recibe una paliza”, “le doy su merecido”, son algunos de los títulos que podemos leer un día como hoy).

La estimulación con prácticas extremas está creando la expectativa de que estas son aceptables, deseables o incluso necesarias para disfrutar del sexo.

Y la necesidad de una dinámica que incluye violencia, puede ser muy problemática si no es consensuada y buscada por ambas partes.

@meetingmara Sí, puede cargarse tu vida íntima 🫠 #intimidad #vidaintima #fifa #cristianoronaldo #fifa23 #uefa #gaming #saludmasculina #intimidadmasculina #problemasdepareja #problemasintimos #amigodatecuenta #cr7 ♬ sonido original – Mara Mariño

La manera de estimularse

Cuando el porno forma parte de la rutina masturbatoria, es habitual que el cuerpo se termine acostumbrando a un estímulo rápido y fácil, pasándole factura a las relaciones sexuales compartidas.

Es también uno de los motivos más comunes por el que ahora muchos hombres acuden a terapia sexológica, algo que contó Gonzalo, coach sexual a quien entrevisté hace un tiempo y que padeció este problema.

El consumo frecuente de porno dificulta esa vinculación íntima con la pareja. Porque el sexo real, a diferencia del de la pantalla, requiere los respectivos tiempos de quienes participen.

En lugar de buscar una gratificación inmediata, que puede llevar a la frustración cuando no se consigue, es importante centrarse en la intimidad, la comunicación y la conexión emocional con la pareja.

Tomarse el tiempo para explorar mutuamente las necesidades y deseos, puede fortalecer la relación y mejorar la satisfacción sexual.

Y dejar el porno también, por cierto.

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Si quieres subir la temperatura, haz estas preguntas

Resulta irónico que, en una sociedad tan sexualizada, lo que menos natural nos resulte sea precisamente hablar de sexo.

Por un lado, lo vivimos con vergüenza si venimos de un entorno de secretismo donde era algo que no se mencionaba, por otro de desconocimiento (aunque también podemos aprender de ello en la vida adulta).

Solo que a diferencia de la famosa frase de «lo que no se habla, no existe», del sexo no se habla, pero existe y no tenemos ni idea.

pies cama

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Comentaba en una entrevista que me hicieron hace poco para el podcast de sexualidad Nepe, que se debería normalizar poder hablar del tema antes de ponerlo en práctica.

Lo veo similar a cuando ponemos sobre la mesa qué destinos nos gustan, antes de hacer un viaje juntos, o cuáles son nuestras preferencias culinarias para dar con un restaurante que nos conquiste el paladar.

Sin embargo el sexo es el único ámbito en el que la mayoría de las veces nos tiramos a la piscina sin saber gustos, deseos, fantasías, límites

Así que con la idea de arrojar un poco de luz, te propongo lo siguiente. La próxima vez que estés con alguien, haz estas preguntas.

Puede ser tu pareja o la persona a la que estés conociendo (si aún es una fase temprana, tantea primero su comodidad con el tema o espera a que tengáis más confianza).

Espera a un momento en el que estéis sin más compañía que la vuestra, en un sitio donde podáis hablar del tema sin interrupciones y arranca con el cuestionario.

@meetingmara Para reactivar el deseo con tu pareja o ayudarte a conectar en el terreno íntimo con la persona que estás conociendo 👀🔥 #pareja #juegoparejas #planparejas #ocioenpareja #trucoparejas #parejasdetiktok #parejasgoals #ligar #comoligar #conectar #consejos #tips #terapiadepareja #vidaintima #fyp #foryoupage #parati ♬ favorite – versations

Cuándo, dónde y una definición

Empieza rompiendo el hielo preguntando cuándo se siente más sexy. Es una manera de conocer de primera mano qué cosas, situaciones o momentos le ayudan a disparar su autoestima erótica.

Continúa preguntando por un lugar en el que le guste hacerlo. Recuerda que tener sexo va mucho más allá de la penetración, así que una respuesta como «Me encanta que me den besos en el cuello mientras veo una serie en el sofá», puede ser igual de válida.

Si ya habéis tenido relaciones anteriormente, puedes seguir con «¿Qué hago en la cama que te guste mucho?».

Es información privilegiada que puedes usar poniéndola en práctica en más ocasiones si te apetece.

De cara a saber cuáles son sus fantasías, puedes consultarle sobre algo que le gustaría que hicierais que todavía no habéis hecho.

Sin juzgar, dale una vuelta a lo que te responda y pregúntate si es algo que también puede apetecerte, quizás se encuentra también en tu lista. Si la respuesta es positiva, adelante.

Si la respuesta es de duda, es el momento de tener una conversación de qué términos tendrían que darse para realizarlo.

Y, para terminar, y quizás de conocimiento íntimo más general, puedes pedir que te defina cómo es tener buen sexo desde su punto de vista.

Las respuestas pueden ser todo lo subjetivas que quiera. En el momento que hay cuerpos diversos, experiencias distintas y mentes con repertorios únicos, hay una sexualidad por cada persona en el mundo.

Aunque con estas cuestiones podrás conocer la de con quien quieres compartirla y, de paso, hacértelas tú también.

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5 cosas que debes evitar al apoyar a tu pareja en el duelo

Un familiar, una mascota, alguien del círculo de amigos…

Cuando vemos que nuestra pareja está atravesando un periodo de duelo, se nos junta el dolor de ver sufrir a la persona querida, con no saber del todo cuál es el sustento emocional que tenemos que dar por nuestra parte.

pareja duelo

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Eso nos puede llevar, sin quererlo, a tener alguna conducta que no sirve de ayuda en el proceso de acompañamiento.

Y, ya que nuestra intención es la mejor, conocer algunos de los errores más comunes nos ayuda a evitar caer en ellos.

Es el caso de los comentarios como «no estabais tan unidos» o «solo es un gato» por poner algunos ejemplos.

Pero entrarían en esta categoría todas las aportaciones que lo que hagan sea intentar minimizar el dolor de la pareja.

El duelo e un proceso personal, gradual y complejo que depende de muchos factores. En ese momento de pérdida, lo que se necesita es apoyo en vez de cuestionamiento.

Estas frases incluso pueden llegar a sentirse como una invalidación emocional.

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Puede suceder también que, con la idea de aliviar el sufrimiento, optemos por distraer a la otra persona con planes, ideas o conversaciones.

Sin embargo, esa no tiene por qué ser su necesidad, y que lo que le venga bien de nuestra parte sea estar en silencio, llorar o que escuchemos sus historias de cuando estaba con el ser querido.

Una buena manera de salir de dudas es tirar de franqueza y hacer la pregunta mágica de «¿Hay algo que pueda hacer para ayudarte?».

A veces la respuesta es simple y llanamente estar sin ocupar la conversación ni organizar la agenda de ocio para entretener.

En tercer lugar, no meter prisa. No hay nada peor que estar despidiéndote emocional y físicamente de alguien y sentir que tu pareja está ‘mirando el reloj’.

«Es que llevas ya muchos días con el bajón», «deberías empezar a sentirte con más ánimos» son frases que se oponen al cariño y paciencia que deben dispensarse cuando se procesa una pérdida.

No hay plazos fijos, cada duelo tiene su propio ritmo… Y sus maneras de querer atravesarlo.

Afecto físico y ritos de despedida

Quienes somos de tirar de afecto físico en todo momento -en los buenos y en los malos-, podemos querer hacer uso de besos y abrazos para consolar a la otra persona.

Pero aquí también es interesante saber hasta que punto tenemos luz verde en ese espacio personal.

Hay personas que prefieren procesar la pérdida solas, otras que quieren compañía constante y otras que querrán ese tipo de afecto pero de manera intermitente.

Ante la duda, podemos expresar que estamos ahí para lo que quiera o necesite. Si tu pareja quiere ese abrazo, créeme que te llamará para que acudas a su lado.

Por último, ya que en la muerte entran también las ideologías personales, debemos respetar por encima de todo los rituales de despedida escogidos.

Los funerales son los comúnmente aceptados, pero hay despedidas en forma de encender una vela, plantar un árbol, crear una caja de recuerdos o incluso subir una foto a redes sociales.

Quiero recordar que no debemos cuestionar la elegida ni hacer un chiste de ella (por mucho que no la compartamos, ya que nuestra manera de honrar sería distinta).

Y para terminar, tras nombrar las cinco cosas que no deberíamos replicar, ahí va una que sí.

Por experiencia, he comprobado que asegurarnos de los cuidados más básicos: de que beba agua, de que coma bien, de que esté el espacio ordenado, etc; contribuye al bienestar físico y emocional.

La tristeza va a jugar un papel crucial haciendo que la persona no tenga la cabeza en nada que no sea procesar la pérdida y que incluso esas tareas o encargarse de sí misma/o, puede resultar abrumador.

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‘Lovebombing’, ‘gaslighting’… Los términos que tienes que saber identificar si tienes citas

Si de algo han servido las redes sociales es para poder reconocer y, sobre todo, ponerle nombre a comportamientos que dejan bastante que desear en el terreno sentimental.

De hecho, gracias a quienes han compartido en TikTok o Instagram cómo las personas a las que estaban conociendo, desaparecieron de la nada (así como especialistas en psicología exponiendo estas maniobras), palabras como ghosting se han incorporado a nuestro vocabulario.

mujer teléfono móvil

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Incluso series de televisión -como es el caso del reciente estreno de Netflix, Thank you next-, beben de estos términos que empleamos habitualmente para etiquetar, de alguna forma, comportamientos en el ámbito sentimental a los que tenemos que prestar atención.

Aunque no significa que, hace unos años, eso de desaparecer de repente sin dejar rastro, no sucediera. La diferencia es que la exposición online nos ha permitido estar más al tanto que nunca de estas prácticas tóxicas.

Y, por desgracia, es raro que revisando el glosario de palabras, no reconozcamos el significado de alguna porque la hemos vivido en carne propia.

Una que sí tiene equivalente en el castellano es el benching, que hace alusión a la conducta de mantener el interés de alguien para que, cuando nos apetezca quedar, haya predisposición por su parte.

Lo que viene a ser tener a alguien en el banquillo de toda la vida. Aunque si esa otra persona está dispuesta a establecer una relación, en ese caso hablaríamos de cushioning.

A diferencia del benching, el cushioning hace más referencia a esa otra posible pareja de reserva en caso de que no funcione nuestra relación actual.

Tener a alguien ‘calentando’ para salir se consigue también a través de una atención esporádica, lo que recibe el nombre de breadcrumbing o echar migajas de atención en forma de interacciones puntuales en redes.

Es algo que alienta el interés de esa persona, sin tener que hacer una gran inversión de tiempo ni esfuerzo, cuando lo suyo sería que ambas personas dedicaran estas variables de una manera más o menos compensada.

También esto de comunicarse en un lenguaje que solo existe en perfiles sociales es algo de lo que se nutre el orbiting.

Esa persona no forma parte de tu vida real sin embargo está muy activa en el plano online contestando a tus historias, posts, dando me gusta… Lo que, de cierta manera, te da a entender que sigue cerca, mirándote porque le interesas.

Tienen en común estas estrategias que el objetivo es mantenerse o más bien mantener a la otra persona en el ‘anzuelo’ emocional, a mano por si las circunstancias cambian.

Y, en caso de haber estado fuera del radar mucho tiempo, está la estrategia del submarining, que, a diferencia del ghosting, después de haber desaparecido sin dar explicaciones, la persona vuelve a aparecer como si nada hubiera sucedido.

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Esto provoca una sensación de emoción, ya que el retorno produce ilusión ante las nuevas perspectivas de futuro (y si nos gusta mucho, ese sentimiento puede superar la decepción o confusión de la bomba de humo que hizo que se esfumara).

Aunque no solo del factor sorpresa vive esa conquista. A la hora de seducir, no es raro haber oído hablar del negging como táctica un tanto cuestionable, pero efectiva según los pick-up artists o gurús sentimentales.

Estos coaches como Neil Strauss, autor del libro El Método, hablaba de esta práctica como el «arte» de hacer piropos seminsultantes para las mujeres con un doble objetivo: distinguirte del tipo de hombres de los que puede recibir muestras de interés normalmente.

El segundo sería atacar su autoestima para que, tras el piropo envenenado, quiera ganarse la aprobación y sea «más vulnerable a tus avances».

En el extremo contrario, estaría el lovebombing, una manera de conquistar basada en hacer sentir a la otra persona muy abrumada por tantos afectos románticos, para luego cambiar el chip por completo.

Se diferencia entre el interés romántico real en que este es sostenido en el tiempo y gradual, mientras que quien es víctima del ‘bombardeo’ de amor, lo vive como algo apresurado, precipitado y que apenas le da tiempo a pensar en si quiere o no tanta atención.

Cuando los esfuerzos de son para hacerte sentir tan especial, en un periodo de tiempo muy corto, se puede caer más fácilmente al llegar a pensar que quizás no se va a encontrar a nadie que lo intente tanto (esfuerzo que desaparece en cuanto la relación comienza).

Tácticas tóxicas cuando ya sois pareja

¿Estamos a salvo dentro de la relación? Podría parecer que la mayoría de estas estrategias están únicamente pensadas para conseguir una conquista rápida.

Sin embargo, cuando el vínculo ya se ha establecido, hay otros métodos que pueden hacer acto de presencia, y, en el caso del roaching, en una etapa muy temprana de la relación.

Con este nombre se define las personas que se escudan en comentarios efusivos o términos inexactos para mantener la historia de amor sin que sea del todo exclusiva, aunque la otra persona crea que sí lo es.

Con ese lenguaje, se tiene la excusa perfecta para justificar haber tenido otros líos de por medio porque nunca se dijo que fuerais pareja.

Aunque también puedes llegar al punto de caer en que, pese a llevar un tiempo saliendo, no conoces a nadie de su entorno, ni a familia, amigos, compañeros…

Si a eso se le suma que te oculta en redes sociales y, en general, de cualquier persona de su vida a la vez que pone pegas cuando se trata de que le introduzcas a personas de tu círculo, estás siendo víctima de lo que se conoce como stashing.

Puede ser por una infinidad de razones: no ve la relación como algo serio, tiene otra relación, quiere dejar la puerta abierta a otras historias… Más allá de los motivos, el denominador común es el ocultamiento deliberado.

Esto además puede verse acompañado de tácticas de gaslighting o luz de gas para hacerte creer que son sensaciones tuyas, que no está pasando nada de eso o, en definitiva, que estás perdiendo la cabeza.

Una estrategia de manipulación que pasa por invalidar y así seguir sin asumir ninguna consecuencia por no tomar en serio las necesidades o deseos de la pareja.

Y, para terminar, dentro de las rupturas más crueles que hay, está el slow fade, cuando ha decidido ponerle fin a la relación, pero no lo comunica.

Sin embargo, la relación cambia la dinámica y comienzan las señales confusas. Por un lado te dice que quiere estar contigo, pero nunca está disponible, ya no quiere quedar, te dispensa un trato frío

Lo que pretende este plan es que la otra persona se canse y tome la decisión de romper. Al no tener que hacerlo, se libera de asumir ninguna responsabilidad en ser quien ha puesto punto y final.

Más allá de que los anglicismos parecen haber tomado el absoluto control a la hora de ponerle nombre a estas conductas, que se hable de ellas en redes sociales con un alcance mundial, nos da una ventaja considerable respecto a las relaciones que podían tener nuestras madres o abuelas.

Y es que conocer esto e identificarlo nos permite comprender las dinámicas que se están utilizando actualmente.

Gracias a eso podemos ser más conscientes de nuestras acciones y de las de los demás, por lo que es una forma de empoderarnos emocionalmente.

Somos capaces de reconocer qué señales son alarmas y evitar caer en abuso emocional, manipulación o mentiras, poniendo límites claros o tomando decisiones beneficiosas.

Como estamos en constante evolución, tener esta información es seguir aprendiendo y pudiendo comunicarnos con amigos, familiares o profesionales en caso de necesitar apoyo por no saber cómo enfrentarnos a estas situaciones.

Tenemos que hablar de esa escena en ‘Mi reno de peluche’

Hacía tiempo que una serie de Netflix no nos atrapaba tanto como Mi reno de peluche. Y hacía tiempo que no estábamos de acuerdo en lo dura que resulta de ver.

Sí, por supuesto me refiero a esa escena en la que el protagonista, Donny Dunn, es víctima de una agresión sexual.

Mi reno de peluche

NETFLIX

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La imagen ha conmocionado al mundo entero, una periodista británica compartía que la advertencia de «Escenas de violencia sexual» no era suficiente y que le había generado mucha angustia.

Pero, ¿no es lo que estamos acostumbrados a ver cuando son víctimas las mujeres?

Hace unos meses os comentaba que había tomado la decisión de dejar de consumir series o películas en las que una mujer o niña fuera víctima de violencia sexual.

Y, como comprenderéis, mi catálogo de opciones se quedó bastante reducido, pero fue lo que hizo que me diera cuenta de que era raro encontrar una trama donde no apareciera esta agresión.

Incluso en historias donde no aportaban nada a la trama, la violación estaba ahí igualmente.

Pero no solo eso, también me había dado cuenta de que cada vez las escenas estaban más erotizadas. Es decir, la perspectiva ya no era la de criticar una realidad haciéndonos sentir incomodidad, sino pintándola como algo deseable, casi pornográfico.

Ninguna de esas escenas han generado el impacto social, el revuelo en redes y en prensa, que sí ha conseguido Mi reno de peluche.

 

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La violencia sexual hacia los hombres

Habrá quien diga que este es precisamente el objetivo de la serie, el de conmocionar para señalar como algo horrible lo que le sucede al protagonista, ser víctima de una violación.

Sin embargo es inevitable preguntarse por qué cuando la víctima es mujer no se despierta la misma indignación, sino morbo.

Entre la frecuencia de estas escenas y cómo se narran, las hemos normalizado, al igual que el hecho de que existan agresiones.

Y claro que los hombres también pueden ser víctimas. De hecho, Richard Gadd, el actor que interpreta al camarero es el ejemplo ya que comenta su historia real.

Pero que no nos deje con la falsa sensación de que estamos ante un problema que no tiene género.

Según los datos que publicó en 2023 el Ministerio del Interior, el 90% de las víctimas de delitos sexuales contra la libertad son mujeres y niñas.

El 95% de los agresores, de los responsables de esos delitos, son hombres.

Así que por muy necesaria y muchos estereotipos que haya roto la serie sobre los hombres siendo víctimas de violencia, que los árboles no nos tapen el bosque.

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Las claves de una ginecóloga para evitar infecciones de orina tras tener relaciones sexuales

Todas tenemos una amiga que, cada dos por tres, tiene infecciones de orina (y si no la tienes, para tu desgracia, sueles ser tú).

Y aunque sabemos que hay algunas precauciones básicas, como la eterna y sagrada norma que nos han enseñado nuestras madres de nunca dejarnos puesta la braguita del bikini si está húmeda, hay otros factores que desconocemos por completo y nos llevan al mismo desenlace.

infección de orina

PEXELS

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Estoy hablando, como el titular adelanta, de cómo tener relaciones sexuales puede ser también un determinante en lo que a nuestra salud sexual se refiere.

Así que, para arrojar un poco de luz sobre este asunto, la dra. Aurora Torralba Ramírez, que es especialista en Ginecología y Obstetricia, confirma lo que más tememos: sí, nosotras somos mucho más propensas a desarrollar infecciones de orina.

Y, uno de los momentos más críticos, es el coito.

En pleno arranque de pasión, la mayoría de nuestros pensamientos están centrados en el placer que estamos compartiendo con la otra persona.

Salir de esa burbuja para hacer algo ‘cortarrollos’, como es cuidar los hábitos higiénicos, se nos puede pasar por alto fácilmente.

Sin embargo, como la doctora recomienda: «Es imprescindible mantener una buena higiene antes y después del coito. Esto no significa que debamos lavarnos los genitales demasiado, sería hasta contraproducente, pero una higiene previa y posterior con gel íntimo especifico y de ambos miembros de la pareja puede ser aconsejable, sobre todo si sueles padecerlas con frecuencia».

«Una buena hidratación en el momento del coito también es importante» explica, y es imposible no pensar en los pequeños desgarros que pueden producirse en la vulva y vagina (sangrado incluido) por una falta de lubricación.

Los síntomas a los que tenemos que prestar atención son, según la especialista, «tenesmo (sensación de no poder acabar de hacer todo el pipí que tienes ganas de hacer), disuria (disconfort y escozor a la hora de orinar), presión o dolor suprapúbico e incluso fiebre en los casos más avanzados, pero entonces estaríamos ya hablando de una infección que probablemente haya llegado a nivel renal (pielonefritis).»

Por otro lado, tener una ajetreada vida sexual es otro factor de riesgo, algo que la doctora explica: «los síntomas pueden estar asociados a irritación en la vulva si ha sido secundario a múltiples relaciones sexuales en poco tiempo y con mucha frecuencia».

Pero ¿cuál es el motivo de nuestra susceptibilidad a las infecciones urinarias? Si hay que ‘señalar’ a una culpable, esta sería nuestra uretra.

«La de las mujeres es más corta y horizontal, por lo que ser una chica ya nos hace más vulnerables en este aspecto», afirma la dra. Torralba.

Y eso sin olvidar «los cambios en la flora vaginal, que pueden estar asociados a patología o ser únicamente secundarios a cambios hormonales y fisiológicos», cambios que también nos hacen más vulnerables en este aspecto.

«Ciertas condiciones como el embarazo, en el que se ven alteradas nuestras defensas y anatomía o algunos problemas funcionales o morfológicos del tracto urinario también pueden afectar. Con la menopausia o el uso de ciertos métodos anticonceptivos, la vulva y la vagina pueden estar más secas, y eso tampoco ayuda», explica.

Otras precauciones que pueden ayudarte

Más allá de la higiene hay otros cuidados que ayudan a reducir el riesgo de infecciones después de tener relaciones sexuales.

«Mantener una buena alimentación sin exceso de azúcares libres, la vulva hidratada e incluso si son recurrentes tomar algún complejo natural que tenga probiótico, de manosa, frutos rojos, pacran y algunos otros componentes. Hay bastantes y buenos productos en el mercado, tu ginecóloga puede ayudarte», explica.

Sin embargo, no hay nada como estar atentas a nuestro propio cuerpo, porque las infecciones urinarias postcoitales pueden ser bien algo puntual o recurrentes para algunas mujeres.

Para aquellas que sea su caso, la doctora recomienda «además de las medidas que ya hemos explicado te pueden llegar a recomendar toma de antibiótico después de cada coito, o al menos cada 72h si las relaciones son más seguidas. Como suelen ser en mujeres jóvenes y no ser graves, normalmente la dosis de antibiótico es única y no una durante semana, en cambio en mujeres más mayores a veces optamos por otro tipo de antibiótico».

Independientemente del motivo, hay que buscar atención médica ante la sospecha de que podemos estar desarrollando una infección urinaria después del coito.

«Nada es una tontería si tú crees que tu cuerpo puede estar funcionando diferente a lo habitual», explica la doctora.

«Por supuesto si ves que es frecuente, que siempre te sientes mal después de mantener relaciones, que tienes síntomas de gravedad (fiebre, dolor intenso, retención urinaria aguda, etc) o que incluso evitas tener sexo por miedo a los síntomas, mi consejo es que consultes a una profesional y no realices tratamiento por tu cuenta.»

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‘El fin de la virginidad es seguir reproduciendo la subordinación de las mujeres’

Que «la categoría ‘virgen’ está bien para el aceite, no para las personas» es el mensaje que la socióloga Miriam Jiménez Lastra querría que perdurara de su libro, La virginidad no existe ¿o sí? (Ediciones en el mar, 2024).

Sin embargo, aunque gracias a la educación que podamos tener en la actualidad, seamos más conscientes que nunca de hasta qué punto la virginidad ha sido un invento cultural, su ensayo es más necesario que nunca.

Miriam Jiménez Lastra

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Cuando iba al colegio cada relación que tuviéramos las chicas con nuestro cuerpo era de ser unas ‘guarras’: hacerte dedos era de ‘guarras’, llevar unas bragas de cualquier color que no fuera blanco o negro era de ‘guarras’, que se transparentara el sujetador era de ‘guarras’, besarte con varios chicos era de ‘guarras’…

Ya ni hablamos de si se extendía el rumor de que habías tenido sexo.

Aunque era la primera penetración la que se llevaba la palma, esa especie de frontera entre mantener la virginidad y perderla.

Y que, una vez superada, nos dejaba a la mayoría de nosotras con la sensación de engaño por partida doble: ni había sido tan placentero ni nos parecía lo bastante trascendental como para que se le atribuyera tanta importancia.

Pese a ello, muchas habíamos esperado religiosamente (de manera literal, porque el mío era un colegio de monjas) a marcar todos los tics de la lista: que estuviéramos en una relación con nuestro novio, que hubiéramos esperado un tiempo y, sobre todo, que estuviéramos enamoradas de él.

Así que es imposible que esa espera autoimpuesta ante mi efervescencia hormonal, no se vea reflejada en una de las frases de la autora sobre la virginidad: «Es un concepto patriarcal que ha supuesto no solo limitación, sino sufrimiento para muchas mujeres que han visto constreñida su sexualidad».

Sí, nos pensábamos libres de elegir cómo, cuándo y con quién disfrutar, pero era realmente una elección que hizo la sociedad por nosotras y que nos atraviesa a todas.

«Su principal papel es poder construir todo un sistema moral y de valores para que las mujeres puedan interiorizar un control sexual que no aceptarían si no fuera por comprar un marco o un relato moral que las incentiva o castiga socialmente, de esta manera hace que la sociedad, esté de acuerdo o no con el relato, tengan que adaptarse a esas normas», explica Miriam.

La virginidad hoy en día

Han pasado (muchos) años desde aquel momento de mi vida, y cualquiera podría pensar que, como decía al principio, gracias a la educación sexual a la que podemos acceder desde cualquier teléfono móvil, las cosas serían diferentes.

Sin embargo, el canon que la socióloga rastrea en su libro ha llegado hasta nuestros tiempos, como además comparte con algunas de las voces contemporáneas que hablan de su relación y experiencia con la virginidad.

«Aunque a día de hoy no sirve para el fin en el que surgió en su momento (no hago spoilers, solo diré que nace dentro del el matrimonio, la familia y la monogamia), su único fin es seguir reproduciendo la subordinación de las mujeres a través del ámbito más privado e intimo, como lo es el sexo», explica.

Es más, en sus palabras: «Es uno de los constructos sociales patriarcales que mejor perduran en nuestra sociedad».

«Perder la virginidad sigue siendo un evento personal y social en la vida de las personas. El término sigue caracterizándonos y determinándonos en base a estructuras de desigualdad de género», afirma Miriam.

«Algunas personas, como por ejemplo aquellas que pertenecen al colectivo LGBT+ han podido resignificar el concepto de virginidad adaptándolo a su realidad, pero no ha desaparecido. Como siempre, el patriarcado se transforma, pero no desaparece».

De esto nos venimos dando cuenta desde hace unos pocos años, cuando en las redes sociales más usadas por las personas de entre 18 y 24 años se viralizan día a día los vídeos con mensajes dirigidos a otros hombres alertándoles de la supuesta promiscuidad de las mujeres y afirmando que vivir su sexualidad les resta valor.

Un valor que ellos no ven peligrar cuando se trata de su vida íntima, pese a que se comporten de la misma manera, dicho sea de paso. El doble rasero es evidente.

Este discurso machista «nos afecta a través de la culpa, de un sentimiento de suciedad, unido a una dualidad virgen/puta que nos divide como si las mujeres no fuésemos diversas, como si pudiéramos estar encerradas en dos categorías que nos limitan tanto», declara Miriam.

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Por eso su libro no solo es un repaso necesario del término, al que ya toca dejar atrás junto a tantos otros patrones que se han quedado obsoletos.

También un recordatorio de que, ante esa transformación que sucede a la vista de todo el mundo -para seguir mandando sobre el 50% de la población-, solo podemos combatirla con información.

«Debemos cuestionarnos todo aquello que nos parece obvio y natural y que no debemos olvidar, que incluso lo más personal, lo más íntimo está completamente influenciado por nuestra cultura y la sociedad en la que vivimos».

Y, como ella misma finaliza, «el patriarcado ha atravesado sus vivencias hasta lo más profundo, por ello, no puedo quedarme callada y animo a que nadie se quede callado ante cada desigualdad o discriminación que observe».

Su libro, La virginidad no existe ¿o sí? está a la venta en librerías, aunque también puedes seguirla en sus redes sociales para acudir a alguna de sus presentaciones.

Se vuelve viral por enseñar su ‘trofeo’ sexual (pero como mal amante)

En la Edad Media, tras la ceremonia del matrimonio, se exhibía la ropa de cama manchada de sangre para demostrar que era la primera vez que la esposa había tenido relaciones sexuales, algo que se conocía como la ‘sábana pregonera’.

Siglos después, un chico se ha hecho viral en Twitter por algo parecido.

pareja cama

PEXELS

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Harrison Sullivan es un influencer inglés de fitness que aparece en Twitter enseñando cómo había quedado su ropa de cama después de haber tenido un encuentro sexual.

Acompañaba el tuit del vídeo en el que enfocaba las manchas rojas con el siguiente texto: «Si tus sábanas no tienen este aspecto, no lo estás haciendo bien».

En Edad Media, todavía podemos dar el beneficio de ver esa costumbre como un resultado más de la falta de educación sexual, porque ni siquiera era algo que en la cultura occidental se estuviera investigando.

Pero el tiktoker no puede acogerse a esta misma razón. La aparición de sangre durante el sexo no es motivo de celebración ni una buena señal, independientemente de si se trata a través de penetración vaginal, anal o cualquier otra práctica.

Lo peligroso de su vídeo es que de esas cuatro millones de reproducciones que ya acumula, haya otros hombres que crean que su mensaje sí tiene sentido.

Aunque, por experiencia, las manchas de sangre del tipo que aparecen en el vídeo suelen deberse a una menstruación adelantada, de lo que ‘presume’ el influencer sería de la rudeza con la que se ha dado esa intimidad.

Una fuerza o presión que habría llevado a que los vasos sanguíneos que irrigan la vagina se hubieran roto, provocando esas pequeñas heridas y el sangrado como resultado.

 

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O bien que estando en un momento el ciclo menstrual en el que hubiera poca lubricación, no se hubiera preocupado de tener un lubricante a mano para hacer más agradable la penetración.

De cualquier manera, lo que demuestra su vídeo realmente es que es un compañero de cama poco preocupado por el bienestar y la salud de su acompañante.

Algo que ya es bastante preocupante por sí solo, como para encima jactarse de ello en internet.

Masculinidad no es violencia

Lo segundo que toca recalcar es que su mensaje -el de que si el resultado de una noche de pasión no es tener la ropa de cama ensangrentada, no se está haciendo correctamente-, es dejar que la violencia se cuele en el dormitorio.

No se puede relacionar ser buen amante con tener un sexo que produce como resultado desgarros y dolor en la vagina, en otras palabras, la masculinidad no es sinónimo de darle rienda suelta a la agresividad contra las mujeres.

Puede que haya quienes disfruten de una penetración más brusca, y hasta lo pidan, no digo yo que no.

Pero también las hay que tienen mayor sensibilidad en la zona, que por una endometriosis no disfrutan de la penetración o incluso cuando después de ovular tienes el cuello del útero más bajo y ciertas posturas les molestan.

Lo que sí tenemos todas en común es que tras haber tenido desgarros en la vagina o la vulva, al día siguiente nos escuece y tenemos muchas más probabilidades de desarrollar una infección.

Por eso, ante la duda, lo fundamental es que el sexo sea una zona segura de diálogo en la que cerciorarse de que estamos en el mismo punto de comodidad y disfrute.

Pero también dejando claro que nos preocupamos por los deseos de la persona con la que estamos compartiendo ese momento.

No se puede dar por hecho que nos gusta lo mismo ni que debemos comportarnos por igual según seamos hombres o mujeres, porque es cuando el género nos encasilla en unos roles con los que puede que no nos sintamos a gusto.

Además, si solo se ve con buenos ojos una única manera de tener sexo, perdemos todo el abanico de posibilidades que nos ofrece.

Y para terminar, como una usuaria le contestó, «Si solo puedes presumir de lo que ha sangrado y no de lo mojada que estaba, es que algo estás haciendo mal».

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