¿Qué es la erotización de la lubricación?

Cuando recibimos la educación sexual en el colegio (si tenemos suerte de recibirla) estaría bien que entre el ciclo menstrual y cómo colocar un preservativo, nos hablaran de la lubricación.

Eso que a veces brilla por su ausencia por mucho que estés deseando comerte hasta los calcetines de la persona que tienes enfrente y que otras, aparece por sorpresa en las bragas después de un sonoro bostezo.

Creo que hablo por muchas si digo que me habría encantado saber cómo funcionaría eso que iba a acompañarme a diario, pero variando continuamente.

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Y eso sin contar que cada una es un mundo: «A mí me pasa que puedo estar muy cachonda, pero no estar mojada. Al principio me sentía mal por cómo se pudiera sentir la otra persona, porque yo tenía claro mi interés sexual aunque no fuera una catarata».

Las palabras de esa seguidora resuenan y mucho, porque entre en el coloquialismo de nuestras conversaciones se han colado expresiones como que estábamos tan excitadas, que podríamos dejar las bragas pegadas al techo.

Bien es cierto que lubricación es sinónimo de salud, como explica Sara Matesanz (@salud.hormonal), fisioterapeuta especializada en salud hormonal, pélvica y sexual femenina.

«La vagina, el cérvix y la vulva han de lubricar, porque eso es señal de salud en la etapa fértil por los estrógenos. Cuando no hay una lubricación es que algo pasa. No podemos normalizar una vagina y una vulva secas, porque eso genera problemas.»

Otro punto a tener en cuenta, según la experta, es «el enfoque que se le pone a los lubricantes en el mundo de las relaciones sexuales. Si una vulva o una vagina no lubrican en una relación sexual, y no hay problema físico, no hay excitación. No se puede forzar algo que no quiere ser penetrado. Esto genera muchos problemas que después vemos en consulta. Lubricación no es igual a penetración».

Las palabras de Sara habrían resultado de gran utilidad al cuerpo de defensa de Dani Alves, cuando, hace poco menos de un año, llegaron a esgrimir el argumento de la lubricación de la víctima como ‘prueba’ de que el encuentro fue consentido.

«El mensaje se enfoca en lo de siempre, lo poco que se visibiliza a nivel masculino la lubricación. El pene también debería lubricar y lubricarse», reflexiona la fisioterapeuta.

Poco (o casi nada) se habla de que el glande del pene expulsa el líquido preseminal, cuya función es facilitar la penetración.

Sin embargo, por lo general, la expectativa del ‘engrase’ en un encuentro sexual -tanto la de quien nos acompaña como la propia-, recae en nosotras.

¿Cómo no vamos a sentirlo como una exigencia con doble rasero, porque, a fin de cuentas, la lubricación del pene es mucho menor y no parece ser tanto motivo de preocupación?

Esto es algo que podría bautizarse como ‘erotización de la lubricación’, ya que de la misma manera que el squirt, se ha convertido un proceso fisiológico en parte de una performatividad sensual.

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Responsable de esto es, para sorpresa de nadie, la pornografía, gran sustitutiva de la educación sexual y culpable también de estas inseguridades, fruto de las presiones y estereotipos de género.

La narrativa de la lubricación en este tipo de películas pasa por la actriz haciendo hincapié en lo húmeda que está y mostrarlo, como con la eyaculación femenina, con todo tipo de líquidos (artificiales, por supuesto).

Cada una vive esa influencia de una manera diversa, y, entre mis seguidoras, las opiniones son muy variadas.

Porque, como una reflexiona, parece que si no hay un chorro, no demostramos lo que estamos disfrutando: «se sienten atacados o frustrados porque piensan que hay algo que no están haciendo bien y no te gusta».

Quizás por la mezcla entre la falta de conocimientos y la respuesta de nuestra pareja, vivimos la coacción silenciosa de que los lubricantes se presenten como un producto que sí o sí, tenemos que tener nosotras.

«La forma en la que nos lo hacen llegar es un poco incriminatoria, como si la sequedad fuese un problema y como culpables de ello lo tenemos que solventar», dice una.

Como si fuera «nuestra responsabilidad solucionar la sequedad de la vagina», «Ten lubricante, así ni me esfuerzo en ponerte cachonda porque la cosa es que entre bien», me escriben otras seguidoras.

Lubricante vs hidratante

Las que estamos en la etapa fértil podemos sentir especialmente cómo la lubricación va cambiando también según el momento del ciclo menstrual en el que nos encontremos.

Es una de las razones por las que la cantidad no siempre es la misma, pero también, como reflexiona otra de mis seguidoras, «Hay que normalizar que no somos máquinas. Ellos tampoco están igual siempre».

En lo que podemos coincidir es en que no necesitamos más imposiciones añadidas: «Después de sentir con todos los síntomas de menopausia, encima me cargo con más juicios externos», «Siento que de alguna manera ‘fallo’ si necesito usar lubricante», comentan dos seguidoras.

Así que propongo, como alternativa, que dejemos de ver el lubricante como pareja de baile solo de la vagina y empecemos a utilizarlo como facilitador en general.

Mientras que, si hay problemas de salud relacionados con la sequedad vaginal, lo que se deben utilizar son los geles hidratantes.

«Mi recomendación es usar lubricante para mejorar la experiencia sexual conjunta del tipo que sea. Los lubricantes no son para la sequedad vaginal, para la sequedad vaginal se utilizan los hidratantes vulvares o vaginales», comenta Mar Puig, fisioterapeuta de suelo pélvico.

«Estos últimos se suelen recomendar en momentos especiales de la vida de la mujer, como el posparto, lactancia, menopausia, durante un proceso oncológico, etc. Y cuando hay sequedad por algún problema de salud en concreto, se trata con hidratación o medicación en casos especiales, todo eso fuera de la relación sexual».

Como ella misma aclara: «No tenemos que chorrear como las cataratas del Niágara, incluso chorreando, utilizar un lubricante es interesante, para facilitar el juego erótico y la sensación de ‘desliz’ mutua por todo el cuerpo».

Mara Mariño

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