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¿Y si lo que no hay que hacer en una primera cita es lo que deberíamos hacer?

Soy toda una experta en pasar vergüenza en las primeras citas. Y parece que, con los años, he perfeccionado mi habilidad de vivir momentos humillantes.

Uno de los más incómodos fue cuando me dio un tirón en la pierna y tuve que hacer estiramientos en pleno afterwork.

Contorsionarme para estirar la ingle me ayudó a no pasar desapercibida, no ante la otra persona, pero sí en general.

SPRINGFIELD MAN & WOMAN

Aunque aquella vez que me escogió una paloma como su inodoro portátil también es digna de recordar.

Pero qué le voy a hacer si me pueden los nervios y mi primera frase suele ser algo tan absurdo como «Soy tu solución para tener hijos altos».

Me preocupa, como a cualquiera, que en ese encuentro, salga todo de la mejor manera. Que mi pelo esté en su sitio, la piel sin granos, el look de infarto…

Una excelencia que no tiene sentido, que no es real porque no suele representarnos. Y aun así, ¿por qué queremos que todo sea redondo?

Que el encuentro vaya bien -sin demasiados episodios embarazosos-, que el plan pase al recuerdo o nos trabajemos la imagen con cuidado, nos da resultado.

No tiene por qué acabar en una relación, pero sí ayuda a mantener vivo el interés y dar pie a nuevos planes en el futuro.

Propongo darle la vuelta, ser tan naturales que lo normal incluya también un moño deshecho o una cita con gafas dejando las lentillas en casa.

Pero cuidado, no digo que nos movamos al extremo contrario y se convierta el chándal con pelotillas (y manchas de las que ya no salen ni en la lavadora) en el atuendo oficial de ir a una cita.

Sí me refiero a un punto medio, más cercano a nuestra persona, tanto por dentro como por fuera.

Porque es ahí, tanto cuando vas al estilo de tu día a día o cuando te equivocas (y quieres que te trague la tierra), que te ríes y te liberas de la presión por el 10.

Que vives algo más parecido a lo que es tu vida fuera de ahí. Quien eres tú.

Equivocarse, tropezarse, incontinencia verbal, un pedo que se ha escapado en el peor momento y lugar, ese pelo por dentro de la boca que no consigues quitarte con la mascarilla…

En resumen, mostrarte tal cual, con defectos. Los mismos que hacen que ese alguien pase de gustarte un poco a que no te importe aceptarlos en el pack, porque incluso con los fallos -la otra persona-, nos sigue encantando.

Solo desprendernos de los agobios que vienen impuestos es la verdadera señal de que estamos cómodos en su compañía.

Y es que, ¿no es eso lo que queremos al fin y al cabo? ¿Alguien con quien poder ser auténticos?

Duquesa Doslabios.

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Esto es lo que tienes que hacer si sientes miedo en algún momento de tu cita

Las primeras citas siempre dan un poco de miedo. Entre los nervios, la situación o la carga emocional de saber que vas a tratar algo tan delicado como los sentimientos hacen que sean unas experiencias con cierto nivel de temor. Y si eres mujer, ni te cuento, ya que uno de los escenarios que se te pasan por la cabeza a la hora de quedar con un desconocido es terminar la noche despedazada en una bolsa de basura.

PIXABAY

Oh, perdonad. ¿Me he puesto muy cruda? Supongo que es lo que tiene que en tu primera cita una de las primeras frases que te diga tu acompañante sea «Podría matarte y deshacerme de tu cuerpo en menos de 15 minutos». O que se echara a reír diciendo que tan solo era una broma, ya que, por lo menos, necesitaría 25.

Tener una primera cita es el nuevo deporte de riesgo. Te da igual que sea con una persona que se ha cruzado tu pulgar en la aplicación de ligar del momento o que no sea otro que el compañero de piso de uno de tus amigos del pueblo, fiarse al 100% es complicado.

Sobre todo cuando recuerdo la historia, aún se me ponen los pelos de punta, de mi amiga, esa que fue a tomar una copa con su compañero de trabajo y que en el baño se encontró con otra mujer que dijo que no bebiera de su copa porque su amigo, con el que se cruzaba todas las mañanas en la cocina del trabajo, le había echado algo a su bebida.

Aunque no siempre los casos son tan peliagudos, en la mayoría de las citas que no salen tal y como esperamos lo tenemos tan sencillo como esperar a la llamada orquestada con nuestra amiga que, con cualquier excusa, nos permitirá salir del paso y de la cita.

Pero para los ejemplos en los que no tenemos esa suerte, en los que nuestra cita ha mencionado que podría enterrarnos, que nos ha echado algo en el vaso, que no nos deja de toquetear la pierna aunque no le hemos dado señales de que queremos ese contacto o si, por lo que sea, nuestro instinto salta avivando las señales de alarma, el mejor consejo es seguir nuestra intuición.

Creedme, lectoras, pocas veces falla nuestro sexto sentido. Por mucho que se nos enseñe a controlarlo desde pequeñas, a hacernos creer que somos unas exageradas, unas paranoicas o unas histéricas, no encontraréis un impulso más certero que el grito mudo de «Escapa» que llega a lanzar nuestro cuerpo.

El miedo en las citas que os he mencionado es tan real que no terminamos de saber bien cuál es la manera de gestionarlo ni de ponernos a salvo. En Inglaterra han puesto en marcha un servicio llamado Ask for Angela, una especie de código que dices a los empleados del lugar en el que te encuentres para que te ayuden a salir de la cita con seguridad, por la salida de emergencia, llamando a un taxi o retirando a la persona a un espacio seguro dentro del bar donde poder tranquilizarse y hablar con el staff.

La idea, por mucho que me repatee el hecho de que por ser mujer vayas una primera cita con el miedo de que te pueda pasar algo, no puede parecerme mejor. Puede que en España no tengamos una campaña como tal, que tampoco estaría de más crearla, pero podemos hacer saber igualmente a los trabajadores del sitio la situación.

A fin de cuentas, no necesitamos un protocolo para salir de una situación. No estamos solas, ya sea alguien que forme parte de la plantilla o incluso por parte de otros clientes, siempre habrá una persona a quien podamos pedir ayuda.

Duquesa Doslabios.

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