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¿Es maltrato que te peguen en la cama?

(Debo de ser masoquista por querer dedicarle a esta reflexión mi primer tema de septiembre)

Te doy la bienvenida otra vez a mi espacio de sexo, amor, feminismo y muchos otros delirios que se me pasan por la cabeza. Pasa y acomódate. ¡Por cierto, cómo te ha pegado el sol!

Yo me he pasado el verano escribiendo. Si no lo sabías, ya te lo cuento yo. Aunque no he pisado mucho la playa, he tenido a las amigas bien a mano. Y fue precisamente en una de esas ocasiones cuando una de ellas salió con el tema.

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«Entonces, ¿pegar en la cama contaría como maltrato

Todas coincidimos en que en una relación saludable en la que la interacción física, si bien algo más dura, formaba parte «de la fantasía» no lo considerábamos como tal.

Hay una diferencia abismal entre nuestro comportamiento en la cama y fuera de ella. En la intimidad nos permitimos el lujo de dejarnos llevar por nuestro intento animal. Dejamos el raciocinio a un lado y que pase lo que tenga que pasar…

Pero hasta cierto punto, por supuesto. La cama gira en torno a lo que gira todo en esta vida: el consentimiento. Qué gran palabra, qué buen concepto. Pero claro, al ser tan grande parece que a algunas personas les cuesta entenderlo.

Voy al ejemplo fácil y rápido: Cincuenta sombras de Grey. El protagonista tenía el consentimiento a regañadientes, pero aunque más adelante su compañera empezaba a disfrutar, al principio experimentar el dolor no era algo que le hiciera gracia, por tanto ¿era maltrato?

¿Estaba ejerciendo violencia? Sí. ¿Ella había aceptado? Sí. Pero ¿ella realmente quería? Sí y no. Vale, quizás me he metido en un jardín muy complicado ya que bajo mi punto de vista la relación que mantienen Christian y Anastasia es bastante tóxica. Deja que recule y de paso te ofrezca un café para continuar nuestra charla.

El sexo es un mundo, y a cada persona le gustan cosas diferentes. De ahí que haya filias tan curiosas como la de excitarse viendo a gente durmiendo o que te produzca placer tocarle a tu novia los dedos de los pies.

Dentro de las apetencias hay una concreta, la de la violencia física, que se mueve entre el placer y el dolor. Hay personas a las que un golpe, cachete, tirón de pelo o pellizco en un momento concreto puede resultarle el desencadenante de un mayor grado de excitación, por lo que todo lo que suceda en la cama mientras le resulte placentero, estaría permitido y se consideraría parte del juego.

Hay incluso quienes de tanto disfrutarlo, terminan con arañazos o moratones. Puedes compartirlo o no, pero independientemente de ello, hay que respetar los gustos de cada persona.

Como en todo, la clave está, y perdona por repetirme, en el consentimiento. Así que ante la duda, pregunta, porque en este caso, es mucho mejor pedir permiso que perdón.

Duquesa Doslabios.

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Cómo hablar con tu pareja si en tu relación pasada sufriste maltrato

Han pasado cuatro años desde que conseguí salir de una relación tóxica. Cuatro años en los que forma parte de mi equipaje emocional, esa maleta sin ruedas que llevo (y llevaré) a cuestas porque forma parte de mí, como mis lunares o mis tatuajes.

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Qué difícil es contarlo. Si resulta complicado admitirlo a una misma, poner las escenas, los insultos y los desprecios ‘en orden’ en nuestra cabeza, compartirlo le da cien vueltas.

Así como mis familiares y amigas más cercanas saben por lo que he pasado, llegó un momento en el que sentí que quería compartirlo con mi pareja.

Fueron varios los motivos que me inspiraron a hacerlo: en primer lugar porque es algo que me ha forjado y que explica algunas cosas de mi comportamiento, en segundo lugar porque es un peso que a veces sale, sin motivo, pero sale, en forma de mutismo, de contracción de la boca del estómago, pero sale, siempre sale.

Y por último, porque quería darle visibilidad al asunto. Quería que mi actual pareja fuera consciente de lo que pasa ahí fuera y no solo en los telediarios, sino que le había tocado vivirlo a la persona con la que compartía almohada.

Cuando llegó el momento (no era una conversación que sacar aleatoriamente tomando hamburguesa en un restaurante de comida rápida) fue algo que hablé con la tranquilidad de tener todo el tiempo del mundo para lo que necesitara, ya fuera entrar en detalles, quedarme callada o tomar aire. Sin ningún apuro que me apresurara.

Aunque mental y emocionalmente, estoy cansada de repasar la historia por la de veces que se reproduce en mi cabeza, hizo que volviera a llorar. Llorar es una reacción normal y no pasa nada porque tu pareja te vea hacerlo, es importante que, independientemente de cómo reacciones, entienda que el daño emocional sigue ahí, intacto, y que acostumbra a salir a flote.

Es difícil estar en una relación cuando lo has pasado tan mal por alguien. Lidias con el trauma de cuando te involucraste por última vez y quedaste casi reducida al polvo y la sensación de que te estás volviendo a dar por completo.

Nunca sabes (por mucho que creas que has dado con una buena persona) si te van a volver a hacer daño, si te puedes fiar, si te va a gritar como cuando la otra persona lo hacía. De hecho, como ya has pasado por ello, sin darte cuenta, puede que muchas veces en tu nueva relación busques las señales que no querías ver en la anterior.

No te das cuenta pero tienes murallas construidas. Quizás no es algo que vayas diciendo abiertamente, puede que tu pareja no lo sepa, pero están ahí. Y de hecho, cuando en tu nueva relación ocurre algo que te recuerda (aunque sea de manera ínfima) al pasado es doblemente devastador.

Por eso habla, ábrete aunque cueste y di lo que necesitas. Nadie puede leerte la mente (que sepamos). Hay ocasiones en las que se agradece poder sacar el tema y que te dé un abrazo. Cuando has salido de una relación tóxica es como si hubieras dejado la droga más dura del mundo. Los recuerdos o flash backs que te vienen a la mente (y al corazón), que equivaldrían al bajón absoluto, a veces necesitan un abrazo o poder, simplemente, tener la confianza de expresarlo en alto.

Más que algo de lo que he pasado página, mi relación tóxica se ha convertido en un pie que acompaña todos los capítulos de mi vida, y que mis seres queridos, y por ende mi pareja, lo entiendan es algo fundamental. Procesar el maltrato es un trabajo que a cada persona le lleva su tiempo, e incluso, puede llevarte toda tu vida.

Duquesa Doslabios.

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