Entradas etiquetadas como ‘hombre’

¿Por qué lo llaman ‘friendzone’ cuando deberían llamarlo «machismo»?

La Torre de Londres en el siglo XVI y XVII o la prisión de Alcatraz en la década de 1930 no son nada comparables a la friendzone, la temida cárcel del siglo XXI que, solo con oírla nombrar, a más de uno le recorre una gota de sudor frío la espalda.

PIXABAY

«¿Cómo es posible?» se pregunta el chico de turno. «¿Cómo ha podido suceder que, siendo cariñoso, amable, atento, comprensivo e incluso mandándole el enlace de los apuntes de Patatabrava, haya caído en la friendzone? ¿Qué he hecho mal?»

Bueno, ya te lo digo yo. Lo que has hecho mal son varias cosas. Para empezar, tu primer error, craso y garrafal, es considerar que por el hecho de mostrarte amable con una persona, esta contrae un tipo de deuda contigo que debe ser devuelta con un cariz emocional o sexual.

En segundo lugar, y este es otro error que deberías trabajar por tu cuenta, es que en vez de encajar con madurez el rechazo (puedes aprender a encajarlo elegantemente aquí), has culpado a la otra persona usando el manido término porque a tu ego le resulta más fácil excusarse que entender que simplemente esa persona no estaba interesada en ti. La persona que te rechaza es «la mala», la que no consigue ver lo bueno que hay en ti pese a que tú lo has dado todo.

Sin embargo, al igual que entendemos que no podemos caer bien a todo el mundo, no siempre nos van a corresponder. Pensadlo, si así fuera tendríamos la mitad del mp3 vacía. Son las lecciones 1 y 2 de la vida, de las que te daban tus padres cuando te iban a buscar a clase.

La friendzone declara (pero sutilmente, eh) que no puede existir la amistad entre un hombre y una mujer porque él siempre va a estar buscando algo más y el hecho de caer en esa «cárcel» es un castigo en vida. Se convierte automáticamente en una víctima.

El término sostiene que si se mantiene una relación de amistad es a disgusto y obligado porque no le ha quedado otra alternativa. Y francamente, me parece bastante ofensivo y reduccionista el hecho de que asumamos que la amistad con el género por el que nos sentimos atraídos es imposible.

Aprendamos a identificar las diferencias. Una persona que busca tu amistad sincera, porque considera que le aporta tenerte en su vida de esa manera, no dirá que le has friendzoneado. Una persona que quería metértela, sí.

Duquesa Doslabios.

‘Pegging’: cuando se la metes tú a él

Todos tenemos, aunque intentemos evitarlo, ciertas trabas en la cama. Un límite, una frontera, una línea invisible que mentalmente nos trazamos en algún momento de nuestra vida en la que encontramos la barrera bajada y semáforos intermitentes acompañando el cartel «No pasar».

AMANTIS/GTRES

Para una es hacer una felación, para otra sexo anal, para otra el perrito o hacerlo en el parking de un centro comercial. Aunque para ellos el límite suele estar en el mismo punto: el culo.

Algo tiene el culo que espanta profundamente al hombre heterosexual joven (aunque imagino que al que es más adulto también. Sigo a la espera de que me confirmen mis fuentes). Da lo mismo que acabes de conocerle, que lleves con él años, que os hayáis visto hacer de todo, que se va a cerrar en banda (y en culo) a cualquier cosa que pueda traspasar ese punto.

El pegging precisamente es la práctica sexual que consiste en que la mujer penetre al hombre con un arnés con dildo o strap on (para las que queráis buscarlo en algún vídeo). De esta manera ambos pueden penetrar y ser penetrados por el ano, lo que supone que los dos puedan disfrutar de la sensación placentera e incluir algo nuevo en la cama.

El problema que muchos hombres encuentran con el pegging es precisamente el gigantesco miedo al culo. La insistencia con la que muchos protegen el agujero haría sospechar a cualquiera de que es ahí donde están guardando el carné de «tio hetero» y que cualquier cosa introducida por el ano, les va a hacer perder la tarjeta del club.

Automáticamente, cuando propones hacerlo,más de uno salta con el «Pero si no soy gay» o aún mejor «No creo que me vaya a gustar». En ese momento tú le recuerdas que a ti te ha metido por ese mismo agujero un trozo de carne de tamaño butifarra media. «Ya, pero no es lo mismo, a vosotras os gusta«. Error.

Bueno, error no, sí, nos gusta, sí, es placentero por las terminaciones nerviosas que llegan al ano, pero lo tenemos ambos géneros igual de diseñado. Sin embargo (y más a su favor), la estimulación de la próstata mediante esta práctica puede conducir a orgasmos espectaculares.

El pegging no tiene nada de vergonzoso ni humillante (a no ser que justo la pongas en práctica el día que te has tomado una tiramisú siendo intolerante a la lactosa y termines con las sábanas como un Pollock). No es «algo gay», no te vuelves gay por ponerla en práctica, no vas a ser menos hombre, no se te va a encoger el pene ni vas a empezar a hacer pis sentado (a no ser que quieras).

Es una experiencia como cualquier otra y, aquellos lo bastante atrevidos y liberados mentalmente como para ponerla en práctica, se llevarán una sorpresa muy agradable.

Duquesa Doslabios.

Quiero ser solter@, pero contigo

Querid@s,

Lean la carta que la escritora canadiense Isabelle Tessier le escribió a un chico con el que había salido durante unos meses y que se había ido de viaje por un tiempo indefinido. El pasado mes de julio adaptó esa epístola de amor y la publicó en su blog de la edición canadiense de The Huffington Post.

La cartita se ha hecho viral y ha abierto el debate sobre las relaciones y la vida en pareja. Ese texto suma más de 100.000 “Me gusta” en Facebook y se ha traducido a cinco idiomas ¡Aquí va la versión española, traducida por María Ulzurrun!

Quiero…

Quiero estar soltera contigo.

Quiero que vayas a tomarte una cerveza con tus amigos, para que al día siguiente tengas resaca y me pidas que vaya a verte porque te apetece tenerme entre tus brazos y que nos acurruquemos. Quiero que hablemos en la cama por la mañana de todo tipo de cosas, pero algunas veces por la tarde; quiero que cada uno haga lo que quiera durante el día.

Quiero que me hables sobre las noches que sales con tus amigos. Que me digas que había una chica en el bar que te ponía ojitos. Quiero que me mandes mensajes cuando estés borracho con tus amigos para que me digas chorradas, sólo para que puedas estar seguro de que yo también estoy pensando en ti.

Quiero que nos riamos mientras hacemos el amor. Que empecemos a reírnos porque estamos probando cosas nuevas y no tienen sentido. Quiero que estemos con nuestros amigos, para que me cojas de la mano y me lleves a otra habitación porque ya no puedes aguantarte más y tienes ganas de hacerme el amor ahí mismo. Quiero intentar permanecer en silencio porque hay gente y nos pueden oír.

Quiero comer contigo, que me hagas hablar sobre mí misma y que tú hables sobre ti. Quiero que discutamos sobre cuál es mejor, la costa norte o la costa sur, el barrio occidental o el oriental. Quiero imaginar el apartamento de nuestros sueños, aun sabiendo que probablemente nunca vivamos juntos. Quiero que me cuentes tus planes, esos que no tienen ni pies ni cabeza. Quiero sorprenderme diciendo: «Coge tu pasaporte, que nos vamos».

Quiero tener miedo contigo. Hacer cosas que no haría con nadie más, porque contigo me siento segura. Volver a casa muy borracha después de una buena noche con amigos. Para que me cojas la cara, me beses, me uses como tu cojín y me abraces muy fuerte por la noche.

Quiero que tengas tu vida, para que decidas irte de viaje unas semanas por puro capricho. Para que me dejes aquí, sola y aburrida, deseando que salte tu carita en Facebook diciéndome «hola».

No quiero que siempre me invites a tus juergas, y no quiero invitarte siempre a las mías. Así, al día siguiente puedo contarte cómo fue la noche y tú puedes contarme la tuya.

Quiero algo que sea simple y, a la vez, complicado. Algo que haga que, a menudo, me haga preguntas a mí misma, pero que, en el momento que esté contigo en la misma habitación, desaparezcan todas las dudas. Quiero que pienses que soy guapa, que estés orgulloso de decir que estamos juntos.

Quiero que me digas te quiero y, sobre todo, poder decírtelo yo a ti. Quiero que me dejes andar por delante de ti para que puedas ver cómo se mueve mi culo de lado a lado. Para que me dejes arañar las ventanas de mi coche en invierno porque mi culo se contonea y eso te hace sonreír.

Quiero hacer planes sin saber si al final los realizaremos. Estar en una relación clara. Quiero ser esa amiga con la que adoras quedar. Quiero que sigas teniendo el deseo de tontear con otras chicas pero que me busques a mí para terminar la noche juntos. Porque quiero ir contigo a casa.

Quiero ser esa a la que le haces el amor y después te quedas dormido. La que te deja en paz cuando estás trabajando y a la que le encanta cuando te pierdes en tu mundo de música. Quiero tener vida de soltera contigo. Porque nuestra vida de pareja sería igual que nuestras vidas de solteros de ahora, pero juntos.

Un día, te encontraré.

Y ahora, por supuesto, opinen, comenten lo que estimen oportuno y digan lo que tengan que decir. Alto y claro, como  siempre.

Que follen mucho y mejor.