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Siempre hay algo por lo que darle las gracias a tu ex

Me encantaría ser como Ariana Grande y recordar a todos mis exnovios con una sonrisa en el alma y en la cara.

Pero estoy muy lejos de ella, que escribió una canción para darles las gracias a los hombres que habían pasado por su vida.

BERSHKA

Y dudo mucho que pueda llegar a ese nivel superior en el proceso de curación del corazón, hay algunos que siguen (o quizás sigo yo) atravesados.

No, no todos me dejaron románticas lecciones como descubrirme el significado del amor, la fuerza de los sentimientos cuando son auténticos o la ligereza de sentirte colada hasta las trancas y que sea correspondido.

Las que aprendí fueron a la fuerza, a base de ojeras y de controlar ese impulso de mandar un mensaje de texto de madrugada, en pleno ataque de insomnio. Consecuencia de relaciones en las que el punto más doloroso fue el punto final.

Tras una de las primeras rupturas, aprendí lo que era el compromiso, algo para lo que no estaba preparada en ese momento.

Después, en otra salida escopetada de un noviazgo de casi dos años, me topé con la conclusión de que, quien realmente te quiere, no te hará nunca renunciar a lo que te gusta.

Dos aprendizajes que continúan marcándome incluso ahora.

Si tengo que escoger algo más por lo que sentirme agradecida, en general y a bote pronto, es por los buenos recuerdos. Esos que brillan de forma más especial en mi memoria de cuando hubo momentos llenos de felicidad.

Pero incluso de los que siento que no puedo sacar nada en absoluto, los que me dejaron reducida a cenizas porque arrasaron conmigo y con todo lo que me rodeaba, me toca replantearme que quizás sí me dejaron una enseñanza.

La mayor de todas, que no querría volver a encontrarme a uno igual. Nunca.

Duquesa Doslabios.

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Hombres y mujeres, ¿por qué reaccionamos tan diferente ante una ruptura?

El 2020 no ha empezado de la mejor manera. Una de mis amigas -de esas que más que amiga parece hermana- ha roto con su pareja.

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Está en ese momento en el que, cada vez que encuentra algo de él, se echa a llorar.

La reacción de su ex, en cambio, no podría ser más distinta. Además de tratar la ruptura con mucha frialdad, ya se ha bajado una aplicación para ligar.

“¿Es que él no siente lo mismo?”, me pregunta mi amiga, sin entender cómo es posible que, tras dos años juntos y convivencia bajo el mismo techo en países diferentes, estén en momentos emocionales tan opuestos.

Pero lo cierto es que hombres y mujeres solemos reaccionar de manera muy diferente cuando se trata de lidiar con una separación.

Cuando yo misma, o alguna de mis amigas, ha terminado la relación con su pareja, empieza la fase de desahogo. Con una, con otra, con la madre, por Whatsapp, vía llamada telefónica o en una cafetería del centro comercial, preguntándose, durante horas, qué fue lo que no funcionó.

Son unos días en los que necesitas sentirte arropada tirando de las que más te (y os) conocen.

En el caso de ellos hay un impedimento mayor: socialmente no está bien visto que un hombre se derrumbe tal y como hacemos nosotras.

Siempre tienen que demostrar su entereza y raro es que llamen a su amigo para llenarle el hombro de lágrimas (aunque hay casos de todo tipo, por supuesto).

Lo más habitual, como el ex de mi amiga, es que enseguida ocupen su agenda con planes y citas que les hagan distanciarse -al menos por un tiempo- del dolor de la pérdida.

No es una fase larga, tarde o temprano también terminan enfrentándose al luto. Y, por mucho que mi amiga ahora mismo no lo vea, a él va a pasarle tanta factura como a ella, aunque quizás no en el mismo momento ni de la misma manera.

A fin de cuentas, ellos también tienen su corazoncito y, como nosotras, deberían sentirse libres de poder romperse sin ser tildados de débiles.

Duquesa Doslabios.

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Ojos que no ven o por qué deberías bloquear a tu ex de las redes sociales

Hoy en día, bloquear a alguien de una red social es casi tan grave como salirse de un grupo de Whatsapp, la pena capital del siglo XXI.

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Por lo general, al terminar una relación, hay un punto de inflexión en nuestra personalidad digital. Esas alegres imágenes en Instagram del viaje a Cuenca ya no parecen brillar igual. Pero sabes que, en el fondo, hay algo que te frena a la hora de borrarlas y luego bloquear a tu expareja.

Y es que se nos tacha de actuar bajo el despecho, el resentimiento o la inmadurez, sentimientos que en la era donde todo viene acompañado de etiquetas como #goodvibes están muy mal vistos.

Sin embargo, cuando tenemos necesidad de hacerlo, es el momento de dar un paso al frente y pulsar la opción «dejar de seguir» o eliminar de mi lista de amigos.

Bloquear a alguien con quien hemos tenido una relación, puede ser hasta terapéutico según los expertos en la materia.

Por mucho que sepamos que esa relación ha terminado, en ocasiones mantenemos la costumbre de meternos en su perfil.

Nos fijamos en cada detalle de la foto que sube -qué sitio es, si es el mismo al que nos llevó aquella vez-, cotilleando quién es la persona que le ha dejado ese comentario lleno de emoticonos enigmáticos.

Tirar del hilo lleva incluso a analizar también esa cuenta, descubriendo que tiene una hermana que va a clase de inglés con tu compañera del master y preguntándote si podrías averiguar más. Una bola de nieve que va creciendo a cada link.

Si el dolor todavía está ahí, ver imágenes de la otra persona puede hacer todavía más dura la separación. ¿Por qué torturarse de esa manera? ¿No es mejor evitar que, cada dos por tres, salgan sus stories de fiesta?

¿Por qué estar cómodos en la incomodidad o añadir una infelicidad innecesaria a nuestras vidas? ¿O es que después de una ruptura nos volvemos un poco masoquistas?

Bloquear y hacer que desaparezca (al menos de tu mundo digital) ayuda a seguir adelante y a poder superarlo al ritmo de cada uno.

Cuando hemos tenido una relación abusiva esta es, sin duda, una de las manera de salir de ella. Cortando todo y de golpe, evitando dejar resquicios por los que pueda volver a entrar un discurso manipulador o victimista. Romper el vínculo emocional y acompañarlo del físico, mental y social.

No es algo obligatorio en todas las separaciones, por supuesto. Una de las excepciones a la opción de bloquear se da cuando el amor se ha acabado pero queréis probar lo de ser amigos.

Para todo lo demás, ya lo dice el refranero: “Ojos que no ven, corazón que no siente”, sobre todo en la era de Instagram.

Duquesa Doslabios.

¿Cómo superar a alguien con quien no has llegado a salir en realidad?

Tenemos una manía muy mala, mala de verdad. Conocemos a alguien, chico, chica, género fluido, da igual. La cosa es que hay una persona nueva en la vida y la vida mola más.

Pero (sí, tiene que haber un pero. Como en todos los grandes dramas, el pero no puede faltar) esa persona se va.

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Y nos deja vacíos alguien con quien realmente, no habíamos empezado a salir ni a lo mejor habíamos tenido nada especial, pero ya no está físicamente y, en cambio, en nuestra cabeza, no puede parar de estar.

Tenemos una manía muy mala de quedarnos en ese momento congelados en el stand by de «¿Y ahora qué?» Tratando de seguir adelante y sin saber ni por dónde empezar a andar.

Pero, ¿se habla también de seguir adelante cuando nunca has salido con esa persona?

Avanzar en la vida sintiendo que quedan sentimientos atrás, es complicado, pero avanzar sin una relación es confuso.

Una vez nos ha quedado claro que no vamos a recibir nada por lo que debamos esperar, hay que preguntarse qué era lo que realmente hacía que esa persona nos interesara tanto.

¿Por qué tanta importancia si, a fin de cuentas, no ha sido correspondido? El amor propio debe imponerse y hacernos recordar que merecemos a alguien que también quiera estar a nuestro lado.

Es un buen momento para tener claro lo que buscamos en la otra persona. Pensar que características nos gustaría que tuviera una posible futura pareja.

Sufrir, darle vueltas a la cabeza o simplemente cerrarse en banda, son comportamientos que no llevan a ningún lado.

Es el momento de concienciarnos de que tenemos opciones. La estrategia del clavo saca a otro clavo no funciona a todo el mundo ni siempre nos apetece realizarla.

Pero independientemente de eso, perder el tiempo pensando en alguien que no nos corresponde es un gasto de energía que, en cambio, podemos invertir en el pensamiento positivo de que hay más peces en el mar.

Duquesa Doslabios.

¿Qué hay detrás de la felicitación navideña de tu ex?

La Navidad se caracteriza por una cosa en especial. No es el turrón extraño que saca cada año Vicens, la lotería que nunca toca pero casi, las cenas interminables o los juegos de mesa que enfrentan a más familias que los retos virales del tipo «¿De qué color es el vestido?».

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La época natalicia se caracteriza por el mensaje inesperado de tu ex después de un periodo de tiempo sin ningún tipo de contacto.

Te puede pillar en el baño, a punto de hincarle el diente a una gamba pelada o celebrando la cuenta atrás hacia el Año Nuevo que siempre (siempre, siempre) te sorprenderá.

«¿Pero qué quiere ahora?» Suele ser lo primero que se nos pasa por la cabeza ante lo que, por lo visto, es tan solo una inocente felicitación navideña (que además va con tiernos emoticonos incluidos).

Si esto te resulta familiar, te han «Marleyado», que es el nombre que le han puesto en honor al fantasma Jacob Marley, que visita a Scrooge en Un cuento de Navidad, la obra de Charles Dickens.

La visita de los fantasmas de las exparejas o Marleying, según la web de citas Eharmony, sucede a una de cada diez personas de las que fueron encuestadas, y el 8% de la muestra afirmó que eran los que habían dado el paso a la hora de contactar.

Los factores que se barajan son varios (aunque David Guapo lo tendría claro: tu ex te quiere chuscar). La oportunidad por la proximidad, ya se sabe que todos volvemos a casa por Navidad, hace que haya quienes quieran ver si se puede reavivar unas llamas. Otra razón es la soledad, y es que ver a todas tus hermanas emparejadas (y a una que encima sospechas que tiene la cintura más ancha y no porque se esté pasando de polvorones) hace que te entre la melancolía de «Pero qué bien que estaba yo con mi ex».

Por mucho que las fiestas nos permiten acceder a la barra libre de escribir a las exparejas, piensa antes de contestar en qué punto te encuentras. A fin de cuentas, si no te convence, siempre puedes quedarte en devolver los buenos deseos y no dar más bola a la situación. Gracias y buen trato, valen mucho y cuesta barato

Duquesa Doslabios.

Querido capullo

(Si prefieres escucharlo leído por mí, dale al play)

Voy a hacer algo que nunca pensé que haría contigo: te voy a dar las gracias. Gracias por llegar a mi vida y, por qué no, gracias también por destrozarla.

No me malinterpretes, no es que lo necesitara. Nadie necesita en su vida un capullo y menos aún si nos paramos a pensar en lo devota que fui yo contigo.

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Pero claro, cómo iba yo a saber que me encontraba delante de un capullo cuando me desarmaste con esa sonrisa de pillo, no es como si lo llevaras en la frente escrito o como si hubiera sabido que en tu cartera tenías el carné de capullo integral, de esos con un master, especializados en joder.

En el fondo me río, me río por no llorar, porque pensaba que ya a mi edad sabía reconoceros desde la distancia, a kilómetros, a millas, a años luz. Pensaba que ese radar que me he construido a prueba de capullos saltaría en cuanto alguno se me acercara.

El problema es que los capullos sabéis cómo esquivarlo, sois capullos con piel de cordero, el capullo definitivo, la evolución, el 2.0.

Quiero decirte que ya está, que no te guardo rencor, que no importa si me jodiste más fuera de la cama que dentro de ella, que no pasa nada por las mentiras que me he comido de primer plato, segundo y hasta de postre con cuchara, porque ya me he dado cuenta.

Me he dado cuenta de que eres un capullo. Y si bien no puedes cambiar, yo si puedo decidir dejar de sentirme mal por ti.

Estoy agradecida porque gracias a ti he descubierto que soy indestructible, que aún despedazada, puedo recomponerme de nuevo. Que lo hermoso de un corazón es volver a juntarlo usando oro para mantenerlo unido. ¿Y sabes qué? El resultado, no podría ser más bonito.

Querido capullo, no te equivoques. No quiero que te justifiques conmigo para que te sientas bien contigo mismo. Perdiste tu crédito de tantas motos que te he venido comprando. Además que compré todas sin excepción. Compré «Eres la única», compré «Me he enamorado de ti», compré «Quiero pasar contigo todos los días de mi vida». Fíjate si era una buena clienta que hasta te compré el «No volverá a pasar» y la de «Esta es la última vez». Te compré tantos «Te quiero» que cuando descubrí que no me estabas vendiendo algo verdadero, sino un artículo falso, de imitación, empecé a encontrar las taras en todos los demás.

Y así terminamos la relación, descubriendo que tú estabas vacío y yo, de llena de mentiras, empachada.

Aún con todo, que tus todos son nada en realidad, quiero darte las gracias. Porque me has enseñado que aunque tú eres un capullo de serie, no todos sois iguales.

Gracias porque tenía que toparme con un capullo para apreciar realmente a alguien original, alguien de diseño, de edición limitada, alguien especial.

Duquesa Doslabios.

p.d.: También aplicable a las capullas.

Soy las dos veces que me han roto el corazón

Soy todas las veces de mi vida en las que he amado hasta las trancas, haciendo caso omiso a la cabeza y dejándome llevar por el corazón.

Soy también, las dos ocasiones en las que se me ha llegado a romper. La primera culpa mía. La segunda fue de él.

GTRES

Soy todas y cada una de las ocasiones en las que me he quedado sin aire solo por estar cerca de esa persona. Soy de quien me ha robado un beso, las bragas, la energía y hasta los miedos. Soy de quien me ha hecho valiente.

Soy de quien pienso cada vez que escucho una canción romántica, de quien me acuerdo ya sea estando a su lado o pensándole a kilómetros.

Soy, en parte, de todos aquellos que me han puesto la piel de gallina. Soy todas las personas que han pasado por mi cama, sofá, mesa, ventana, baño y cocina. Soy la que todavía espera que griten su nombre en medio de un orgasmo.

Soy las veces que me han hecho temblar, estremecer, vibrar, estallar, arder, detonar, volar, correr, planear… De los que me han subido a lugares desconocidos a través de unas manos o una lengua, ya fuera sobre mi cuerpo o mediante palabras.

Soy las rupturas que he vivido, esas que me han convertido en quien soy. Soy las lágrimas que nunca pensé que lloraría por nadie, soy la rabia y la impotencia, soy la soledad. Soy la nada absoluta en la que quedas convertida cuando desaparece ese todo que es la persona que para ti representaba tu vida.

Soy el resurgir de después. Soy ese corazón tambaleante que volvía a dar sus primeros pasos después de recomponerse. Soy las ciento cuarenta y nueve veces que me he enamorado a primera vista en el transporte público.

Soy todos aquellos a quien me he entregado de manera física, pero soy más a quienes me he dado de manera emocional. Soy de quien me ha visto desnuda y de quien me ha desnudado el alma hasta verme, de transparente, cristalina. Soy un conjunto de todo, y con todo, sigo siendo yo misma. De todos ellos, sí, pero antes que de nadie, mía.

Duquesa Doslabios.