Mucho se habla estos días de las relaciones entre hombres y mujeres, de cuál es la más segura.

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Los hay incluso que se atreven a decir barbaridades tales como que solo mediante acuerdo económico para conseguir sexo (siendo la mujer la mercancía, por supuesto), es seguro poder conectar.
Pero, ¿realmente entendemos qué es el consentimiento? No es por dudar de nosotros mismos, pero con los mensajes que circulan, no siempre es fácil hacerse una idea clara. Empezamos con «No es no», luego fue el «Solo sí es sí», pero quedan fuera el «Antes sí, pero ahora no», «En otro momento», «Eso no» o «Más de esto otro».
Incluso queda fuera de la ecuación el consentimiento que se da sin hablar acompañando caricias. Y es que, por mucho que se empeñen en limitarlo, el consentimiento ni es un monosílabo ni un contrato ante terceros, el consentimiento va mucho más allá.
Empieza por los límites, los corporales, y pasa por todo tipo de actos en los que están involucrados. Es mi cuerpo, son mis genitales y, por tanto, mis normas. Consentir es permitir que alguien pueda acceder a ellos siempre con respeto. Unas fronteras que van desde el hasta dónde llegar pasando también por el de qué manera. Pero también cuándo.
El consentimiento sucede entre dos o más personas y se debe poner en práctica en cada actividad, porque que se acceda a dar un beso, no significa que se abra la puerta a todo lo que venga detrás.
Hay que entender que, al igual que se puede dar en cualquier momento, también se puede cambiar de idea y llegar incluso a quitar. E independientemente de la fase en la que nos encontremos, como si ya estamos casi en el final.
La máxima universal e indiscutible es que las personas tienen que sentirse cómodas y seguras.
Para ello (y para dudosos), ante la duda, plantéate si tus intercambios son consentidos haciéndote estas preguntas:
-¿Estás seguro de que tu pareja quiere tener sexo?
-¿Está tu pareja cómoda teniendo sexo?
-¿Lo hace libremente o has presionado de cualquier manera mediante amenazas, insultos, el tristemente típico «si no quieres, ¿para qué me haces venir? Eres una calientapollas»…?
-¿Ha accedido de manera voluntaria o porque has seguido insistiendo pese a que ya te había dicho que no?
-¿Se encuentra en un estado plenamente consciente o está alterado su juicio por el consumo de sustancias?
Si cualquiera de las respuestas a estas preguntas es negativa, el sexo no es consentido. Así que, como veis, no resulta difícil. De hecho, es relativamente sencillo, no es necesaria la presencia de un notario. El problema actual, más que de comprensión, es que muchos prefieren hacer como que no lo entienden.
Duquesa Doslabios.