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Papá Noel, quiero juguetes eróticos que pueda usar en pareja (sí, aunque esté soltera)

Siempre me ha llamado la atención que, más allá del escondrijo de condones, era raro dar con un hombre que tuviera una colección de juguetes sexuales.

Quitando alguna rara excepción porque fuera especialmente amante del BDSM (y contara con una reserva que haría palidecer a Christian Grey), por lo general nosotras solemos ser quienes nos hacemos con algún artículo.

LELO

Esto fue algo que también me confirmó mi visita al Salón Erótico de Barcelona. Hablando con uno de los vendedores, llegamos a la conclusión de que era habitual que, dentro de las parejas, fueran ellas quienes más se atrevían a experimentar, tirando un poco de la otra persona.

Y aunque tener o no algún objeto más especial en la habitación es una decisión personal, soy de las que defiende a capa y espada no solo el autoconocimiento (qué te gusta, cómo, cuándo, dónde y con qué intensidad), sino también que somos responsables de trabajar por cuenta propia en nuestra variedad sexual con o sin pareja.

Aunque, si no se sabe bien por dónde empezar, un buen punto de partida me parecen los juguetes mixtos, que sirvan para utilizar en compañía (siempre limpiándolos muy bien, como conté aquí).

«El uso de juguetes eróticos en pareja puede ser realmente positivo para dar ese toque de novedad a las relaciones sexuales y aprender a conocer y disfrutar más nuestro cuerpo, pero también el de la otra persona. Incluso, puede ayudar a mejorar la comunicación en lo que a intimidad se refiere», afirma Adriana Di Ippolito, responsable de comunicación de LELO en España.

Aunque hay otro estímulo que también me convence, como es el de que surjan situaciones de tensión sexual.

Un sinfín de firmas pueden ofrecernos artículos para darle un giro de 180 grados a una cita y, en el caso de LELO, es el TIANI 3 -un masajeador con dos extremos que estimula tanto al hombre como a la mujer- el que promete ser la mejor alternativa tanto para la intimidad como (¿por qué no?) usar en plena cena en un restaurante.

Pero cuidado, la zona de confort es un terreno resbaladizo si la otra persona se muestra reticente. Sí, por mucho que pueda parecer la mejor idea para que salga de ahí.

Me lo decía mi exterapeuta de pareja y me lo reconfirma Adriana: la clave está en el punto medio. «Si nuestra pareja no quiere experimentar, no debemos forzar nada. La comunicación es fundamental en todas las relaciones, por lo que debemos sentarnos a hablar con tranquilidad, ver hasta qué punto está dispuesta a llegar la otra persona o descubrir qué juguetes le llaman más la atención».

«Quizás la otra persona no tenga problema en que tú uses un juguete, pero él o ella prefiera no hacerlo. O, por el contrario, puede que tu pareja se sienta más cómoda y más parte del ‘juego’ si también tiene un juguete erótico», recuerda la responsable de comunicación de LELO.

Puede que haya mencionado como mejor ejemplo un masajeador, pero hay vida mucho más allá de él.

El famoso succionador de clítoris es toda una sorpresa en otras zonas del cuerpo como el cuello o los pezones. Un anillo vibrador o un dildo para la penetración anal (recuerda que debe tener tope) son otros casos de juguetes que se pueden compartir.

Y, si la idea es hacerse con algo más básico, un buen gel de masajes siempre será un gran punto de partida, de la misma manera que las míticas esposas o una cuerda larga para atar (igual 2021 es un buen año para probar el Shibari), literatura erótica -imprescindible leer pasajes en alto-, una varilla con plumas (látigo, pala de azote o fusta para quienes se atrevan a ir un paso más allá), un arnés de pecho unisex…

Duquesa Doslabios.

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