El amor líquido o por qué todas tus relaciones fracasan

Una y solo una. Esa es la cantidad que corresponde a las veces que he estado enamorada en mi vida. Y qué vez.

No me mal interpretes, con esto no quiero decir que la ponga por las nubes y crea que sea imposible llegar a igualarla, pero sí que quiero volver a sentir esa fuerza visceral, esa emoción, la ternura inmensa de verle dormido en el sofá y la certeza de que si necesitara un riñón, serías la primera de la fila.

Pareja dándose un beso

UNSPLASH

Va a ser de todo menos fácil. Lo estoy comprobando desde ya. Quizás porque fantaseamos con el amor idílico como concepto, publicamos textos profundos sobre él en Instagram y creemos que, la siguiente persona, va a ser la que nos haga volar.

Para que luego se quede más reducido que la copa de cava cuando se le han ido las burbujas de gas.

No hay día que no compruebe que los millennials somos la generación de las relaciones líquidas.

Queremos todo lo bueno de estar en pareja: los planes divertidos, el sexo salvaje, los mimos, compartir esa porción de tarta, tomar unas cañas -a la segunda invita el otro-, mandar memes por Whatsapp, avisar de que estás con el humor algo por los suelos, dejarnos cuidar.

Pero llega el momento de hablar, de quedar una tercera o cuarta vez cuando aparentemente todo iba normal, y sin saber por qué, desaparece (el ghosting de manual).

Es triste que conociendo a alguien no podamos dejarle un libro, la camiseta o el cepillo en su casa (es probable que en poco tiempo no vuelvas a verlas).

Ni siquiera llevaréis lo bastante conociéndoos como para que se esfuerce en devolverlas, sencillamente le dará igual.

Llega la tecnología, esa que decimos que nos ha cambiado la vida (aún queda decidir hasta qué punto para bien y hasta cuál para mal) y cambiamos nuestra forma de relacionarnos, la manera de ligar

Nos hemos especializado en crear conexiones, muchísimas. Nuestra estrategia es mantenernos en contacto, sí, pero siempre desde una distancia prudencial.

Cada vez más sumidos en un círculo de relación estrella fugaz. Es intensa, emocionante y de película, pero es breve y pasa rápido. Parpadeas un par de veces y ya no está el match en la aplicación, toca volver a hacer swipe.

Si los expertos se refieren a las nuestras como las relaciones líquidas es porque nuestros vínculos, de la misma forma que el agua, son maleables y se escapan entre los dedos.

La satisfacción momentánea manda, el estímulo, el ahora, que después ya no interesa. En cuanto ha pasado no solo ha quedado atrás, es como si se hubiera olvidado.

Somos más individualistas que nunca, nos gusta viajar, tomar ese brunch el domingo con la amiga, el grupo de los de siempre yéndose de casa rural.

Vale que a nuestros padres les gustaba también el ocio, pero eran menos reticentes que nosotros a la hora de renunciar a él.

Te propongo un reto, vete a un círculo de veinteañeros casi treintañeros y pregunta quién tiene pensado, en los próximos cinco años, casarse o tener hijos.

Es habitual que encuentres respuestas evasivas, que aún somos muy jóvenes, nos queda mucho por vivir, viajar, experimentar.

Y esa falta total de significado y compromiso nos vuelve incapaces de crear relaciones reales. Con contadas excepciones, claro.

Duquesa Doslabios.

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2 comentarios

  1. Dice ser StarForce

    Me encanta el artículo. Ojalá que vuelvas a sentirte enamorada de ese modo, aunque es realmente difícil. El otro día hablaba con mis amigas sobre este tema. Me hace gracia cómo los jóvenes creen que sus mayores son infelices que soportan relaciones mediocres y, si hay algo mediocre, es la manera en que ellos quieren crear sus relaciones, como eternos inmortales que sólo piensan en disfrutar la parte mágica y acabarlo en cuanto pierda la chispa. Están bien jodidos. Ni se imaginan lo que les espera a la casi totalidad. En el fondo, de verdad creen que hay un Chris Hemnsworth para cada una o una Margot Robbie para cada uno y esa casi totalidad, se van a tener que comer lo que hay si no quieren pasar sus vidas solos y así se generan toooodas esas infinitas parejas de feos mediocres indeseables que llegan hasta a crear una familia y reproducirse, todo por la simple y pura desesperación humana. Se nos acusa a los hombres de acostarnos con cualquiera y yo siempre contesto: “Y vosotras os casáis con cualquiera”. Y así es. La mujer es experta en mentirse a sí misma, en autoengañarse sobre aquel hombre que podría ser posible pareja para no verle los defectos incluso puramente estéticos, porque si hay algo que las supera, aún a día de hoy, es no tener su propia historia de amor. No tenerla es como no haber existido y la terminan teniendo al precio que sea. Y no son mejores ellas escogiendo amantes. Deberíais chequear antes todos los desgraciados, borregos, mediocres, chulos, feos, etc, con los que se han acostado las mujeres, pero ellas, siempre se lo venden a sí mismas o a los demás, si no lo han podido mantener en secreto, desde una perspectiva más idílica que la real para hacerlo más soportable. Las nuevas generaciones están realmente jodidas y no tengo la más mínima duda de que sufrirán más y todavía tendrán menos de lo que tuvieron las generaciones anteriores que ellos desprecian. La brevedad de sus historias no las hace más sinceras ni más reales ni más maravillosas porque ya la mayoría son feos y mediocres y sus historias son esa cutrez siempre, pero esa burla que hacen del compromiso de sus antepasados se convierte en una losa que los va a enterrar en la soledad de su futuro. La mentira que cumplían las generaciones anteriores aseguraba un “amor” hasta el fin de sus días y morían juntos, pero las nuevas generaciones y su extremismo de honestidad los va a dejar viviendo la vejez y muriendo completamente solos. ¡¿Queríais sinceridad?, pues toma dos tazas! La realidad es que no son tan fuertes para mantener estas premisas tan exigentes de verdad en sus relaciones y acabarán desistiendo y resignándose a relacionarse y emparejarse con seres que ni les gustan de verdad porque la vida es muy jodida. Encontrar a alguien que sea atractivo, deseable, inteligente, equilibrado, divertido, optimista, trabajador ya es casi tarea imposible, pero que, encima, esa persona te considere a ti el ser que quiere amar toda la vida… Ese cúmulo imposible de detalles, que debería ser la norma total de obligado cumplimiento por parte de los nuevos seres tan honestos, verdaderos y reales, no se da jamás y no se dará jamás. Todo el mundo creará relaciones mediocres o con un rato maravilloso que se estropeara pronto y o tragan o se quedarán solos, así que no hay nada nuevo, por muy nuevos que se sientan ellos, y no hay nada mejor, por muy mejorados que también se vendan. La vida no ofrece tantas opciones como uno cree cuando es joven y envejecer lo cambia todo, incluso los valores y los arrogantes jóvenes vuelven a convertirse, una vez más, en inseguros y temerosos adultos que ya no son tan chulos para exigir en su nuevo estado definitivo de irremediable vulnerabilidad.

    05 junio 2021 | 18:09

  2. Dice ser Hola

    Pues yo tengo, 40 años, llevo 25 con mi mujer, delos cuales 13 son casados ,tengo dos hijos.

    06 junio 2021 | 09:33

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