¿Por qué se juzga diferente a hombres y mujeres infieles?

Hace unos días me terminé Llámame Nia, el libro de Cris Vatra que además es compañera, ya que ambas hemos sido publicadas por sellos de Penguin Random House (¿no te ha llegado el spam de que he sacado libro? Aquí está de nuevo).

Al acabar su novela me sentí un poco liberada porque, cuidado spoilers, su planteamiento de la infidelidad femenina no se quedaba en que la protagonista se iba con su amante a costa de perder a su marido y su familia.

Su marido le perdonaba y juntos encontraban la manera de trabajar en su relación para que esta continuara, dejando la deslealtad atrás.

infidelidad femenina

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Lo refrescante es que esta mentalidad de «pasado pisado» para con las mujeres infieles no es habitual.

En cambio, las historias con hombres que son infieles, se arrepienten y vuelven para ser perdonados es bastante clásica. Casi parece que suele estar reservado a ellos el privilegio de ser perdonados del todo y recuperar su vida tal y como era antes.

Yendo a un ejemplo que encontré hace poco, en la serie de Guía astrológica para corazones rotos el exnovio de la protagonista engañaba a su prometida (embarazada) en varias ocasiones, pero al final quedaba redimido de sus affaires.

Vale que no es la realidad, sino ficción, pero como parte de la cultura popular mainstream (al final hablamos de una serie que está en una plataforma que llega a todas partes del mundo) eso crea un «efecto halo» en la sociedad de normalizar que ellos pongan los cuernos.

Se construye una mentalidad que se traduce en un discurso y unas acciones respecto a las deslealtades más o menos permisiva en función de quien cometa la traición.

Así que hablando claro y rápido: la percepción de la infidelidad es muy diferente si la hace un hombre o una mujer, ya que está influenciada por los estereotipos machistas.

La infidelidad femenina está mucho más estigmatizada porque, para empezar hay un doble estándar de género a la hora de juzgar a hombres y mujeres.

Mientras que la infidelidad masculina a menudo se ve como un signo de virilidad, la infidelidad femenina puede estigmatizarse como un signo de inmoralidad perpetuando la idea de que los hombres tienen más libertad sexual que las mujeres.

Y eso sin hablar de «la carga de culpa enorme que hay sobre una mujer atendiendo a su deseo, cuando no hay una maldad de decir quiero estar con cinco hombres, sino simplemente como dejarte ir», explica Cris Vatra.

La culpa y el perdón parecen las dos caras de la misma moneda que siempre nos afecta en mayor medida a nosotras.

Como la escritora comenta, también existe cierto «adoctrinamiento cultural para que las mujeres lo perdonen y aguanten todo y los hombres crean que hay que aguantarles y perdonarles todo».

«Un hombre que perdona a su mujer parece algo imperdonable, como algo que no es de hombre. Poner el amor a tu mujer por delante del orgullo se ve como una traición, como un pecado», afirma.

Lo que es curioso, porque como la escritora recuerda, esa «comprensión, ganas de arreglarlo y obtener la felicidad con tu pareja, es algo que las mujeres llevan haciendo toda la vida» en cuanto a enfrentarse a una infidelidad se refiere.

El peso de la traición que comete una mujer infiel es mucho mayor en parte también por el prisma de la cosificación a través del que se nos observa.

Socialmente las mujeres se ven como objetos de deseo para los hombres, por lo que la infidelidad masculina se puede justificar en términos de «naturaleza masculina».

En cambio la infidelidad femenina se ve como una traición porque aún persiste en ciertas personas esa idea arcaica de que pertenece al hombre, como si fuera su cartera o un par de zapatos.

Además, históricamente, el machismo ha intentado controlar la sexualidad de las mujeres, así que no extraña que la infidelidad femenina a menudo se vea como una amenaza para el control masculino.

¿No te lo crees? Deja que te recuerde la popularidad del concepto body count, o que aún se relacione la idea de que la dignidad de las mujeres va de la mano con una vida íntima lo más breve posible.

Te puede interesar leer: Al chico que te mira el ‘bodycount’

Aunque en mi opinión, también tiene mucho que ver el hecho de que el poder tanto político como social y de los discursos se le haya dado en mayor medida a los hombres.

En el momento en el que tienes a tu disposición más control sobre las relaciones y las normas sociales puedes hacer más tolerable que tú o tus semejantes cometáis una infidelidad (y por tanto se vea como algo menos negativo).

Especialmente si se combina con la proclama lastimera de «él no estaba satisfecho», «su mujer no le hacía caso, lo fue a buscar fuera», lo que pone la carga de la responsabilidad en la persona traicionada en lugar de en el infractor, reflejando una vez más, la mentalidad sexista.

Esta desproporción también es algo sobre lo que reflexiona la escritora: «Aparte de la culpabilidad que sientes por hacer daño a alguien que quieres, sin saber muy bien por qué, tienes que soportar toda la carga enorme y desproporcionada».

«Lo de los hombres está normalizado», afirma, «pero una mujer que ha sido infiel tiene el estigma social de no se merece nada, es lo peor. Antes te lapidaban, ahora es el divorcio, que te quiten los hijos… Algo muy desproporcionado».

Vale que ya no estamos en la Antigua Mesopotamia donde «adulterio» era solo que una mujer se acostara con un hombre que no fuera su marido (en cambio el esposo podía acostarse con cuanta mujer soltera se le antojara), y el castigo a pagar era ser arrojada al agua bien atada.

Pero la asimetría de los cuernos continúa a día de hoy, aunque sea en menor medida.

Quién nos iba a decir que también habría que reivindicar la igualdad a la hora de ser infieles.

Mara Mariño

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9 comentarios

  1. Dice ser Pero si toda la base ya viene mal...

    La base de todo estriba en el concepto cultural que se tiene de las relaciones sexuales. Si al sexo no se le diera esa importancia tan ligada a la fidelidad inmutable, otro gallo cantaría kiki rikí.
    Nos han atado a un matrimonio indisoluble y hasta que la muerte nos separe (qué miedo da eso).
    Ahi está el origen de los problemas. La infidelidad imperdonable, el pecado, la lujuria, la fornicación, la koko korokó.
    Todo ser humano piensa en varias personas a la hora de evadir la mente de este mundo tan plomizo. Y quien diga que no miente. Y ya sabemos lo que pare la mentira, mucha hipocresía y mucho dignimismo socarrón.
    El sexo, el desnudo, son tabúes, lo siguen siendo, en muchos medios de comunicación. Y si no, hagamos una prueba: que un diario ponga en primera plana un desnudo integral sin censura, sea de hombre o de mujer y que no sea para criticarlo y adornarlo con el «por una buena causa». Ahí se ve el miedo que existe al cuerpo humano. Cómo será con el sexo y con las relaciones de pareja o cualesquiera que sean. Freno, señalamiento y ofensa pública. Es lo que tiene la cultura anticuerpo y antinatura. El ser humano en pleno siglo 21 y en estados libres y democráticos es incapaz de ver un cuerpo desnudo de su propia especie. Para reflexionar y kaka rear de lo absurdo.

    28 octubre 2023 | 15:26

  2. Dice ser ana

    Es que se les acabó el chollo de la mujer en casa con la pata quebrá…y el marido haciendo horas extras con la secretaria.
    Ahora la mujer también puede hacer horas extras con el secretario, y eso les escuece…

    28 octubre 2023 | 20:18

  3. Dice ser azulmarinocasinegro

    , Alguien puede escribir comentarios aquí.???
    Respuesta automática de la sección » depende de lo que se comente»
    Censura 3, 2, 1 ….

    28 octubre 2023 | 22:59

  4. Es conocido que las infidelidades, sobre todo cuando son en un contexto de matrimonio, podrían desatar una serie de situaciones complejas, entre las cuales no solo figura una desconfianza constante o el quiebre de la pareja, sino que también, el sufrimiento de los hijos que nacieron a partir de su unión.
    La infidelidad es una de las principales razones de separación en las parejas, si no la principal causa de divorcios. Genera daños psicológicos que perduran en el tiempo y provoca trastornos psicológicos como ansiedad, trastornos somatoformes o psicosomáticos y enfermedades mentales como la depresión.

    29 octubre 2023 | 00:05

  5. Dice ser Icarus

    Se suele valorar diferente, porque el patrón de valores de ambos sexos es diferente. El hombre suele buscar a la mujer por su belleza, y la mujer suele buscar al hombre por su estatus, por lo menos a partir de determinada edad.
    Mientras se está buscando, se puede aplicar lo que decía Enrique Jardiel Poncela: «la mujer se suele acostar con quien quiere, y el hombre con quien puede».
    Y esto, por mucho que usted quiera está en los genes
    Y como explicación corta, suele suceder que una mujer que aporta más del 60% del capital en una relación, acaba minusvalorando al tío que tiene al lado y creo que esto es determinado por los genes. Y si la diferencia es mucho mayor del 60%, lo que pasa es que no suele haber relación.
    Sin embargo, si el hombre aporta el 60% o más, no suele minusvalorar a la mujer, al menos por ese motivo.
    Y como es mayor el número de relaciones en las que el hombre aporta más, se mira diferente el color de la «cornamenta»
    Para muchas cosas, la genética tiene mucho que ver.

    29 octubre 2023 | 03:31

  6. Dice ser susana

    Esta sociedad aun patriarcal sigue viendo diferente si un hombre es infiel que una mujer, el hombre siempre se ha visto bien que sea ligon, que sea infiel, mientras que la mujer ligona y/o infiel es » una guarra» que estamos ya en el siglo XXI , dejemos ya el patriarcado y los estereotipos por favor

    29 octubre 2023 | 12:10

  7. Dice ser QUé tanto mal rollo tiene la gente con el cuerpo

    Te he leído en la respuesta a un usuario de Insta sobre lo sexy que puedas o no ser y lo poco que te importa.
    ¿Y si te siguen porque les pareces guapa o sexy, a esos o esas ya los o las desechas?

    29 octubre 2023 | 16:56

  8. Dice ser Icarus

    Parece que a la Duquesa no le gustan los comentarios, aunque sean lo más educados posibles, pero contrarios a su opinión.

    29 octubre 2023 | 17:50

  9. Dice ser emigrante

    Evidentemente la infidelidad se juzga de manera diferente en ambos sexos porque sus consecuencias son dramáticamente distintas. Una mujer, por muy infiel que sea su pareja, siempre estará segura de que sus hijos son suyos. Es lógico pensar que la evolución ha seleccionado a los machos que se preocupan de sustentar a sus hijos y de asegurarse de que los hijos de la pareja sean realmente suyos. Por eso más allá del heteropatriarcado y mandangas culturales a las mujeres siempre se la ofende insinuando que tienen demasiado sexo (furcia, buscona, ramera, etc) y a los hombres con que tienen demasiado poco (impotente, afeminado, pajillero, etc).

    Los humanos tenemos tendencia a la monogamia no permanente, una relación exclusiva dura unos cuatro años que es el periodo más crítico en la cría de un hijo. Otros primates de estilo de vida más promiscuo como el chimpancé pigmeo tienen mayor número de espermatozoides y de mayor tamaño porque compiten a ese nivel. En el otro extremo tenemos a los gorilas que defienden su harém y su territorio de la presencia de otros machos. Un león cuando consigue hacerse líder de la manada lo primero que hace es matar a todos lo cachorros del león anterior. Se ha comprobado que el esperma puede sobrevivir hasta cuatro días en el cuerpo de la mujer que es también el máximo que suele durar una expedición de caza en las culturas de cazadores-recolectores. Es decir, estamos biologicamente diseñados para que las potenciales infidelidades no tengan consecuencias según nuestro ancestral modo de vida.

    30 octubre 2023 | 11:50

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