Entre el placer de arañar y el de ser arañado

«Amiga, abre ya el melón de los arañazos en la espalda», me escribieron hace unos días. Y es un melón que me parece delicioso.

Hay algo ahí. En dejar salir el instinto animal y desprendernos de la humanidad de hacer el amor mirándose a los ojos. Algo bestia y salvaje, carnal y un poco oscuro.

LELO

Porque en el momento en el que las clavas, sabes que vas a dejar huella.

Quizás es el disfrute de convertir algo placentero en todavía más intenso, con esa fina línea que divide el gozo del sufrimiento y multiplica el primero.

Pero es también el gusto por marcar como nuestro el terreno conquistado.

De decir «esa piel es mía», al menos durante ese rato y el tiempo que duren las heridas.

Y lo mismo con quien las lleva puestas, que cada vez que las ve en el espejo de la ducha -haciendo un poco de contorsionista, no nos vamos a engañar-, recuerda la ocasión en que fueron hechas.

Biológicamente, seguro que hay una explicación racional.y perfectamente lógica.

Porque acumulamos tanta tensión en el momento del orgasmo, que es una de las formas de dejarlas salir.

Pero prefiero seguir pensando en que arañamos porque podemos, porque queremos.

Queremos convertirnos en esa fiera que araña, muerde, gruñe, grita y gime que no podemos ser en la oficina, comiendo el domingo en casa de los padres o haciendo la compra en el supermercado.

Y joder, qué gusto da liberarla.

O que la liberen contigo.

Duquesa Doslabios.

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1 comentario

  1. Los skiper y guasaper como se arañan y orgasmean?

    28 noviembre 2021 | 11:40

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