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En la cama ¿eres tú o te dejas llevar por la performatividad?

¿Sabes ese momento en el que estás por primera vez en la cama -o donde sea- con alguien y vas ‘corrigiendo’ tus movimientos?

Me refiero a cosas como girarte, porque no quieres que se te vea la tripa y terminas de espaldas, a cuando apagas la luz para que pierdas el miedo a que te observe o a cuando decides que, haciendo sexo oral, vas a establecer un contacto visual fijo porque «es lo que les pone».

mujer cama lencería roja

SAVAGE X FENTY

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A esto, tal y como me comenta una amiga sexóloga, es lo que se le llama la performatividad de género y suele ser distinta si hablamos de cómo hombres y mujeres nos comportamos en la cama.

Pero para que nos entendamos, es la actuación reiterada que sigue unas normas sociales.

Es decir, la razón por la que a día de hoy muchas siguen haciendo una relación profunda hasta el borde de sufrir náuseas (porque «sin arcada, no hay…»).

Y también el motivo que empuja a muchos a imitar el movimiento de un martillo eléctrico, porque esa percusión es la que se supone que no debe faltar en un ‘empotrador’.

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En aquellas ocasiones donde nos ponemos en modo show se nos olvida que el sexo no es un espectáculo visual, es un momento para pasarlo bien pero también para expresarse y conocerse.

Expresarse porque cada persona tiene una manera diferente de desenvolverse en la cama y conocerse porque se tiene la oportunidad de llegar a todas aquellas zonas estratégicamente cubiertas por la ropa.

Si lo que hacemos es replicar lo que pensamos que se espera de nuestra participación (bien porque es lo que hemos visto en el porno, series, películas…), se pierde nuestra autenticidad sexual por el camino.

Además de que tampoco estamos conectando con el placer, sino que el pensamiento es el de seguir los comportamientos que creemos, se esperan por nuestra parte.

Cómo tener el sexo que nos gusta (de verdad)

Es triste que lo que verdaderamente indica que estamos pasando un rato estupendo, como soltar gemidos o tener la cara desconfigurada en una mueca de gusto, vayamos controlándolo para mostrar esa versión más estética.

Lo que pesa es la expectativa de tener el cuerpo de cierta manera y no entrar en esos estándares produce agobio, ansiedad y la falta de ganas de continuar la experiencia, lo que dificulta la excitación.

La performatividad de género es bastante exclusiva, porque solo considera la participación de un hombre y una mujer en el que tiene que haber sexo pene-vagina.

Cualquier cuerpo de otra etnia que no sea la caucásica, cualquier orientación sexual, cualquier identidad de género o cualquier discapacidad tampoco entran en la idea de la performatividad heteronormativa.

La representación es la de así es como debe ser el sexo y por otro lado, esto es lo que debe pasar y cómo debes comportarte.

Romper con la performatividad pasa por ser consciente de cómo la sexualidad que vemos a través de la cultura mainstream está llena de estereotipos.

Pero también por vivir el momento presente dejando todos los pensamientos intrusivos fuera de la habitación.

Para mí, abordar un encuentro sexual con la mente curiosa y las ganas de pasarlo bien, son otras dos maneras de asegurarse que se está por y para el disfrute.

Y, para terminar, quiero recordar que no hay mejor manera de se sepa qué nos gusta que poniendo en práctica nuestras habilidades comunicativas: decirlo claro o pedirlo.

Mara Mariño

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