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Derecho al aborto: la lucha europea por la autonomía reproductiva

La cara B de la sexualidad es la que te enseña tu madre cuando, en un tono discreto, te dice que mucho cuidado ahora que ya te ha bajado la regla, porque puedes quedarte embarazada.

En mi caso, todos y cada uno de los meses, tenía el agobio de si me podía haber pasado, si sería de ese 2% a quienes les falla el preservativo y terminan con un embarazo no deseado.

mi cuerpo mi decisión

PEXELS

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Hasta ahora no ha sucedido, pero sí he tenido amigas en mi entorno a las que les ha pasado.

Una optó por seguir adelante, otra le puso el punto final a ese embarazo y, años después, se convirtió en mamá de una niña.

Lo que ambas tuvieron en común es que pudieron elegir sus maternidades, no fue algo impuesto.

Tienen (tenemos) la suerte de ser mujeres en España. Otros países, como en EEUU -al menos en 14 de sus estados- Polonia o Malta, no permiten que esta intervención de interrupción se practique.

En nuestro país esto parece lejano, pero la memoria no puede fallarnos. En 2014 Gallardón intentó ‘reformar’ la ley del aborto buscando un retroceso que, por desgracia, vuelve a aproximarse, silencioso pero inexorable.

Han pasado 10 años desde aquello, sin embargo, a diferencia de aquel momento, ahora los partidos ultraconservadores se han colado hasta la cocina del Parlamento y, nos guste o no, que lleguen al poder es cuestión de tiempo.

La experiencia de Estados Unidos o Meloni, que permite que activistas antiaborto entren a las clínicas, nos han enseñado con creces que esto es sinónimo de recortes y trabas en libertades de las mujeres y el aborto está en el punto de mira de estas formaciones políticas.

Por eso es un derecho que todavía se pelea, hay países donde se gana por goleada, como en Francia y otros, como el nuestro, donde toca ponernos las pilas.

Y es que ante este contexto en el que la autonomía reproductiva se cuestiona, y hay muchos que sueñan con restringirla, una iniciativa ciudadana, ha surgido con el propósito de plantarle cara.

Mi Voz Mi Decisión ha comenzado como una unión de feministas europeas -Cristina Fallarás y Kika Fumero ‘encabezan’ la división nacional- que han ido haciendo piña ante el mismo objetivo: garantizar este derecho fundamental para todas las mujeres.

 

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Para ello, la misión es la de recopilar un millón de firmas en colaboración a Polonia, Francia, Austria, Eslovenia, Croacia, Irlanda y Finlandia, los otros países que respaldan la iniciativa, y hacerlas llegar a la Comisión Europea.

Quienes ya hemos firmado, lo hemos hecho con la convicción de que hay que proteger nuestra libertad de elección, especialmente cuando toca algo tan delicado como es nuestra esfera íntima y cómo nos relacionamos en pareja.

Pero también por la sororidad de que hay otras que no tendrán las mismas facilidades.

Las migrantes, por ejemplo, ya que se precisa de un DNI para cumplimentar la firma y son precisamente ellas quienes, por su situación administrativa irregular, no pueden acceder de manera segura a esta intervención.

Nuestra situación es de doble privilegio si nos comparamos con Austria y Alemania, donde es legal, pero te obligan a pasar tres días de reflexión -así como encontrar a un especialista que quiera practicarlo-, o Croacia e Italia donde no es accesible pese a estar aprobado por ley.

Dentro de nuestras fronteras tampoco lo tenemos garantizado por completo.

No olvidemos que en España, Burgos es la única capital de provincia de Castilla y León que tiene un centro de salud pública donde realizan interrupciones del embarazo.

En el resto, los sanitarios han declarado objeción de conciencia, lo que lleva a la persona que quiera abortar o bien a viajar a la provincia con centro de salud donde haya profesionales dispuestos o bien acudir a un centro privado de su propia ciudad.

Un sesgo económico que mercantiliza este derecho y que no deja de recordarnos a cuando en España el aborto estaba prohibido, pero las que podían permitírselo, eran mandadas por sus familias a Londres a abortar.

En resumen, es una discriminación.

Por último, quiero recordar que en el ámbito sexual, el derecho al aborto juega un papel crucial en nuestra capacidad de tomar decisiones.

Garantizando acceso libre, gratuito y seguro, tenemos relaciones más saludables y equitativas, con la libertad de tomar decisiones sobre nuestro futuro reproductivo sin coerción ni estigma.

El 5 de junio es el tope para ayudar millones de mujeres que no tienen garantizado el acceso al aborto en toda la Unión Europea, así que os animo a firmar en este link para que ayudéis a que salga la iniciativa adelante.

¿Provida de quién?

Poco después de cumplir los 18 años, esperaba al otro lado de la puerta de un servicio público de una conocida estación de autobuses madrileña a que una amiga meara en un palito.

PIXABAY

Estábamos asustadas, con un nudo en la garganta y la cabeza llena de interrogantes. La universidad acababa de empezar, la independencia era nula y lo único que se nos acumulaba, además de los apuntes, eran los miedos de lo que podría suceder desde ese momento.

Aquello salió negativo y nos quitamos un peso que volvería años más tarde. Solo que esa vez el resultado sería distinto.

Y si a mí se me vino el mundo encima, no os quiero contar cómo estaba mi amiga.

Porque por mucho que le habría gustado que fuera de manera diferente «no tienes dónde caerte muerta» y entiendes que ser madre no es solo la acción biológica de reproducirse.

Ser madre es una responsabilidad, la de poder dedicarles a tus hijos el tiempo que sea preciso y de poder proporcionarles los medios para salir adelante.

Pero mi amiga, con un contrato de prácticas de 40 horas semanales, de esos que tanto abundan aun cuando hace tiempo que has acabado la universidad, cobrando poco más de 300€, mientras vivía con sus padres, y un novio que solo se dedicaba a estudiar, lo tenía complicado.

Ella sabía que continuar solo habría significado no poder seguir trabajando y, por tanto, pedirle ayuda a sus padres y suegros para criar a la criatura. Es decir, sacrificar el presente de varias vidas, la suya, la de su pareja y la de los padres de ambos, por el hipotético futuro de una.

Esos fueron sus motivos para no seguir adelante con el proceso, y qué menos que poder tener la opción de ser tú, y nadie más que tú, la que decides sobre tu propio cuerpo.

La diferencia es que mi amiga es española y abortó, algo que no habría podido hacer si hubiera sido argentina. Porque una vez más, se nos ha quitado a las mujeres la posesión de nuestro cuerpo. Tu útero no es tuyo, es terreno a legislar.

Y cuando son hombres los dos tercios de los votos afirmativos, para aprobar la ley que prohíbe el aborto, queda claro quién está mandando sobre nosotras.

A las mujeres argentinas les han quitado la voz y la opción de decidir libremente su maternidad. Solo queda preguntarnos por qué, en pleno siglo XXI, cuando se toma una medida provida es la vida de la mujer la menos importante.

Duquesa Doslabios.

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