Unas cuantas verdades sobre el cinturón de castidad

 Querid@s,

¿Qué de realidad tienen los cinturones de castidad?

El cinturón de castidad, ese artilugio cuyo poder se otorga al am@ de esa llave maestra que abre, cierra y controla la sexualidad de otra persona es más bien un férreo mito que una realidad. Los cinturones de castidad se remontan al imaginario del medievo y servían al caballero que se alejaba de su hogar por largo tiempo para librar cruentas batallas para cerrar a cal y canto el sexo de su amada. Y asegurarse de paso no ser víctima de la temida cornamenta. Personalmente me parece marciano, por mucha Edad Media que fuera, que los maridos celosos y desconfiados de la época echaran el cerrojo a las vaginas de sus esposas, se fueran a dar la vuelta al mundo y volvieran pensando que las encontrarían enteras.
Pero si nos acercamos a estos cachivaches infernales resulta imposible imaginar a una mujer embutida dentro de ellos. Todo en ellos son metales pesados, duros y cortantes, algunos incluso presentan agujeros estratégicamente colocados y cerrados con enormes candados, con los que ninguna hija de vecino podría andar o sentarse. Los metales producirían terribles heridas y profundas lesiones a la piel, así como infecciones vaginales y anales que con el paso de los días, los meses, o los años (según se demorara en retornar el caballero en cuestión de la interminable cruzada) tenderían a complicarse hasta tal punto que provocarían septicemias. En aquellos tiempos, enfermedad imposible de curar.
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Además, que ocurría si al volver el caballero de su larga cruzada por esos mundos de Dios, retornará él pero sin la llave en la mano. Extraviada la llave, ¿cómo desembarazarse de uno de estos artefactos? Este cuento chino se me antoja machista. De nuevo una consigna machista sobre la servidumbre femenina y la creencia igualmente machista de que la responsabilidad de evitar la infidelidad residía en las féminas de la época y no en el esposo que se ausentaba por tan largo tiempo, o del que se quedaba y fornicaba con la «abandonada» esposa.

Por si les pica la curiosidad, el cinturón de castidad no puede usarse más que unas horas, a lo sumo un par de días. De otra forma, el que lo llevara la palmaría por culpa de infecciones, abrasiones y laceraciones provocadas por el contacto con el metal. A largo plazo, si el cinturón entraba en contacto con agua (digo yo que deberían de lavarse sus partes), la oxidación del cinturón sobre la piel provocaría tétanos. Si en esos días en los que les aseguro que el olor de las nubes me la trae al pairo, las compresas con o sin alas irritan la piel de la ingle y la vulva, me resulta de ciencia ficción imaginar las llagas que podrían aparecer a causa de la dichosa braga de hierro. No lo quiero ni pensar.

Las que sí lo usaban eran las mujeres en épocas de acuartelamiento de soldados, durante viajes y en estancias nocturnas en posadas para evitar violaciones. Su uso era más frecuente todavía en enfermeras y religiosas que atendían heridos en los frentes de batalla. Manda huevos, que para calmar los calentones de aquellas bestias pardas, fueran ellas una vez más las que tuvieran que encadenarse sus partes para no ser violadas.

41hrojEId-L._SY344_BO1,204,203,200_Albrecht Classen, profesor de la Universidad de Arizona, en EEUU, y autor del libro The Medieval Chastity Belt: A Myth-making Process, afirma solemnemente que no hay evidencia ninguna de que existieran estos objetos de tortura para la mujer. La primera vez que en la literatura se toca el tema es en un libro de 1405 titulado Bellifortis. Se trata de una ardua y pesada novela que trata de máquinas bélicas y se cree que el autor quiso facilitar un poco su digestión bromeando sobre un aparato que garantizaría que las esposas rindieran pleitesía, por muy lejos que estuvieran.

Otra de las pruebas que evidencian que tal cinturón jamas existió es que en las novelas sobre el amor cortés de los autores de los siglos XIV al XVII no se hace referencia a ellos en ningún momento. Los primeros cinturones aparecieron en el siglo XIX y normalmente pasaban a formar parte de museos dedicados a la tortura. El British Museum de Londres contaba con un ejemplar de la Edad Media que exhibía desde 1846, pero en cuantico se enteraron que era falso se acabó retirando.

Afortunadamente el  oscuro medievo ha quedado muy atrás y hoy en día los cinturones de castidad que existen se utilizan generalmente para practicar el BDSM. Los tienen a su entera disposición en páginas y tiendas fetichistas de artilugios erótico festivos para prácticas sexuales subidas de tono. Y el fin de meterse en esta camisa de once varas no es otro que el placer. Si gustan.

Con o sin cinturón de castidad,

Que follen mucho y mejor.

19 comentarios

  1. Dice ser Alex

    Realmente algo increible que se hayan llegado a usar estos aparatos, no entiendo como se puede llegar a tal extremo. Imaginate todo un año con eso ahi puesto sin podertelo quitar, nisiquiera para ducharte… en fin…
    Saludos desde Asturias

    05 febrero 2016 | 08:42

  2. Dice ser divergente

    Querida amiga, estás equivocada. Como dices es imposible pasar tanto tiempo con un aparato así puesto, en sólo dos días ya habría infecciones, entre otras cosas por los flujos que el cuerpo suelta. Nadie en su sano juicio puede creer que después de ir al baño se puedan limpiar los recovecos del cinturón sin dejar restos de heces.
    Algunos de estos cinturones estaban forrados de tercipelo para evitar rozaduras y el contacto de la vagina con el metal, así que como comprenderás es imposible llevar terciopelo mojado sin causar enfermedad.
    Esta vez (llevada por querer sacar conclusiones preconcebidas) te has documentado mal. Los cinturones, según recientes estudios se utilizaban para desplazamientos cortos de las mujeres como medida antiviolación. De hecho la mayoría de las mujeres que lo llevaban lo hacían de manera voluntaria, en aquella época estaba el mundo lleno de brutos, como ahora, pero con unos pocos más.

    05 febrero 2016 | 09:38

  3. Dice ser Nonosky

    Perdone Sr/Srta Divergente: ¿ha leído usted el artículo estero?
    Porque me parece que no…

    05 febrero 2016 | 09:50

  4. Dice ser Wakanaki

    Jajaja….divergente hay que leerlo todo de principio a fin y releer, máxime cuando se pretende leer la cartilla a quién escribe el texto. Es de sabios rectificar.

    05 febrero 2016 | 10:00

  5. Dice ser divergente

    Si lo he leido, y tú? me has leido? En realidad hablo de la presunción facilona del machismo.
    «Este cuento chino se me antoja machista. De nuevo una consigna machista sobre la servidumbre femenina.. y blablabla» Siempre el royo pamfletario.
    Entiendo que la opinión de LILI se refiere a la interpretación histórica que se le ha dado, pero desde la perspectiva de nuestros días se debe de ver de otra manera. Para entender la historia hay que meterse en el contexto, si la analizas desde nuestra perspectiva actual caemos en el error de malinterpretarla. En la Edad Media no se trataba de machismo o no (el poder solía ser masculino, es verdad), era otra manera de entender el mundo y la sociedad, de hecho estamos muy equivocados sobre la Edad Media, una época en realidad de luz, de igualdad y de matriarcados.
    El cinturón de castidad es un artilugio femenino que las mujeres deberían o deberíamos reivindicar.

    05 febrero 2016 | 10:03

  6. Dice ser El_Soberano

    @5 Divergente.

    Desde luego, para pasar por determinadas zonas como «cualquier lugar donde haya musulmanes», o «cualquier zona no transitada de sudamérica», una versión mejorada de este artilugio solucionaría una cantidad inmensa de problemas.

    Lo malo es que habría quién recurriría a un soldador autógeno si hace falta para conseguir lo que quiere.

    05 febrero 2016 | 10:46

  7. Dice ser Wogmimug

    @Divergente

    Por una lado que en el contexto social de la edad media el poder del hobmre sobre la mujer fuera normal, no implica que no fuera una sociedad machista. No tiene nada que ver con planfetarismos ni nada por el estilo, es un dato evidentemente objetivo.

    No hay pruebas fehacientes de tales aparatos antes del siglo XIX, ni para unos usos ni para otros, y no hay ningun conservado ya que todos los «expuestos» son falsificaciones precisamente del siglo XIX en donde se les empezó a dar bombo hablando de la cruzadas, etc. La única mención anterior al XIX es la que nombra Lilih, el Bellifortis del siglo XV (ya en el Renacimiento), aunque es una mención/dibujo aislado y no hay nada para corroborarlo por lo que muchos historiadores no lo consideran probatorio.

    El artículo está perfectamente documentado.

    05 febrero 2016 | 11:25

  8. Dice ser Concluyente

    @Divergente, estás haciendo mucho el ridículo y se nota que no has leído el artículo o tienes la capacidad de comprensión de una piedra. Lo que dice el artículo precisamente es que el cinturón de castidad como medida preventiva de infidelidad, impuesto por el macho a la hembra, nunca existió como tal. Y que, si el artilugio en sí existió, en todo caso era llevado voluntariamente por la mujer para evitar ser asaltada. Tú en el comentario #2 dices EXACTAMENTE lo mismo que el artículo y a pesar de ello sueltas prendas como «Querida amiga, estás equivocada» o «Esta vez (llevada por querer sacar conclusiones preconcebidas) te has documentado mal», dos frases incoherentes si estás de acuerdo con el artículo como sabrías si lo hubieras leído realmente.

    Espabila y pide disculpas.

    05 febrero 2016 | 13:20

  9. Dice ser Abril

    Estoy con la divergencia. No hace falta que te disculpes, porque se te ha entendido perfectamente. Peeeero, contexto y sentido común, en ambas direcciones: No le pidas a un texto divulgativo y a su divulgadora peras 😂

    05 febrero 2016 | 14:27

  10. Dice ser Carla

    Hace algunos meses me pasó lo mismo que hoy, cuando leía entre incrédula y muerta de risa una noticia en La Sexta en la que aseguraban que los cinturones de castidad en este caso masculinos, cobraban actualidad y primera necesidad entre los varones keniatas como medida de prevención ante las posibles represalias de las esposas celosas. Poco antes la notiicia de que una esposa cabreada había cortado el pene a su marido infiel parecía el detonante para que el calzoncillo de hierro apareciera en un escaparate con un candado de seguridad invitando a las mujeres a que por la pequeña unos diez euros, les fuese posible candar los genitales a sus respectivos para evitar tentaciones. Ah, Edad Media, actualidad, mitos, realidades…a vueltas con la infidelidad, ¿quién podrá ponerle puertas al campo límites al mar?

    05 febrero 2016 | 18:12

  11. Dice ser Que graciosos los que critican al que critica

    Me hace mucha gracia ver comentarios como el 3 y el 4 acusando al 2 de no haber leido el articulo y demostrando a la vez que son ellos los que no se lo han leido, porque si lo hubieran hecho verian que en la nota se asegura que nunca existio el cinturón de castidad, cuando realmente si existio como indica el 2, otra cosa es su uso, que si puede ser diferente al que piensan algunos.

    05 febrero 2016 | 19:30

  12. Dice ser @ divergente

    …..impertinente

    05 febrero 2016 | 19:53

  13. Dice ser @ Que graciosos los que critican al que critica

    divergente,,,impertinente no te des cuerda

    05 febrero 2016 | 19:55

  14. Dice ser @ Abril

    apestosilla,,,,,

    05 febrero 2016 | 19:57

  15. Dice ser Abril

    Asco-sador.

    06 febrero 2016 | 10:32

  16. Dice ser @ Abril

    sus-scrofa,,,,,,

    06 febrero 2016 | 19:28

  17. Dice ser divergente

    Hola,
    Acabo de leer un comentario que dice ser divergente. Yo no lo he puesto. Creía que en este foro había algún tipo de seguridad que impidiera que alguien pudiera suplantar tu identidad, no sé, por ejemplo haciendo imposible que alguien con otro mail diferente pueda hacerse pasar por ti. Es un todo vale que no mola, así que no volveré a comentar más nada.

    07 febrero 2016 | 12:19

  18. Dice ser piente a osito: ola, ke ase?

    Buéh…y con la foto que has colgado, la chavala con el short debajo y puesto encima ese cachivache de metal de hellengel, me dan ganas de llorar.
    Me imagino el dolor físico-síquico que puede pasar la muchacha si no encuentra unas tijeras, cuando le entre un apretón digestivo. Por ponernos en lo difícil.

    Una foto «mu tonta» que podía ser «mu jevi» si la tía estuviera en pelotas, lógicamente.

    Por un castitanga no nos íbamos a escandalizar.

    Que la foto le quita credibilidad, leches!

    07 febrero 2016 | 13:02

  19. Dice ser As d ♥

    Ahí los q se inflaban a follar eran los curas, una llave el marido y otra los adorables sacerdotes, si en el plazo de 4 años no volvía, vía libre para la atormentada esposa…y mientras tanto, pues eso, trillar y trillar…

    Feliz lunes.

    08 febrero 2016 | 07:40

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