Entradas etiquetadas como ‘estabilidad’

Pasar del ‘chico malo’ y quedarse con el ‘buen tío’

Tú y yo seguro que compartimos que, lo fácil, que viene en bandeja y no nos supone ningún esfuerzo, deja de interesarnos rápido (si alguna vez nos llamó la atención).

Nos puede el desafío, lo complicado, que nos lleven la contraria -hasta cierto punto-, que nos hagan un lío.

pareja

PEXELS

(Inciso: ¿no me sigues en Instagram? ¡Pues corre!)

Esto se traduce, o al menos en mi caso, en engancharme con personas montaña-rusa, que hoy te quieren y mañana te ignoran.

Las mismas que no he llegado a entender porque no querían que lo hiciera.

Llegaba un punto en el que, más que comunicación, sentía que estaba descifrando continuamente lo que podía significar eso que había dicho.

Son también quienes desaparecen cuando la cosa les asusta, aunque eran los primeros que venían diciendo que también querían eso, que estaban preparados para volver a empezar algo nuevo.

Y, cuando más adelante volvían, que no se me ocurriera decir nada de su ausencia.

Te puede interesar: Te va a hacer ‘ghosting’ y no lo digo yo, lo dicen estas señales

Así que, cansada, tuve una intervención conmigo misma. Se había acabado dedicarles mi tiempo y energía.

Desde ese momento, solo iba a conocer más a fondo a la clase de tío con el que me gustaría ver a mi mejor amiga, uno bueno.

Si me ha costado tanto tiempo llegar a la conclusión de que era el momento de dejar al ‘chico malo’ es porque, socialmente, al ‘buen tío’ nos lo pintan menos interesante.

Como si ser tratada bien, con afecto, con respeto, por alguien que se comunica y expresa su sentimientos sin juegos, fuera aburrido.

Amigas, ese es el objetivo.

En que esté ahí cuando tienes un resultado médico que te da miedo recibir, en que te dé espacio cada vez que lo necesitas, sin montarte un escándalo, en que respete tus tiempos y tu vida fuera de la relación, porque es normal que ambos tengáis otros círculos.

En que te escucha cuando algo te preocupa, dedicándote toda su atención. En que te prioriza.

En que no esté contigo como si no estuvierais juntos, yéndose por las ramas a la hora de ponerle nombre a lo vuestro porque eso significaría centrarse solo en ti (y te mereces quien lo haga, si es lo que quieres).

En que te apoye en el trabajo porque ve lo lejos que estás yendo. En que no tenga envidia, no te haga sentir chiquitita, sino que te diga que está ahí para lo que necesites, que no estás sola y sois un equipo.

Así que, por mi parte, dejo a los ‘chicos malos’ donde pertenecen, que en mi caso es el pasado, los libros, las películas y las series de comedia, donde van en motos a 200 km por hora con su chupa de cuero y su inaccesibilidad emocional.

Me quedo con el buen tío. El que va en chándal, llama a su familia con regularidad y me presta un libro, porque sabe que me va a gustar.

Me quedo con lo sexy que me resulta una persona estable y cariñosa.

Mara Mariño

(Y también puedes seguirme en Twitter y Facebook).

Sexo de reconciliación: ¿Por qué los polvos post bronca son los mejores?

Querid@s,

¿Acaso el sexo de reconciliación no es la bomba? ¿Por qué los polvos post bronca, junto con los últimos, son los mejores?

Seguro que os ha ocurrido en alguna ocasión: El ambiente huele a bronca total, inminente. Él está echando mano de su potente memoria fotográfica y se está dedicando con precisión de relojero a ventilar todos y cada uno de los trapos sucios de los 90 que ya no vienen ni a cuento. Ella, compungida y a puntito de perder los estribos, ya parece un caballo desbocado, se encuentra en el dilema de abofetear al churri o coger el montante y largarse. Hasta que de repente se produce un cortocircuito. ¿La Tierra ha dejado de girar por unos segundos y cambia de órbita. En la habitación de la discordia la tortilla da la vuelta, cambian las tornas y el melodrama se torna en una apasionada secuencia declarando el alto al fuego. Esos dos que hace nada jugaban a ser los Rose pasan de tirarse los trastos a la cabeza a comerse la boca locamente, chuparse enteros, lamerse los cuerpos, rasgarse las vestiduras y lanzarse al lecho conyugal (quien dice lecho dice sofá, alfombra o lavadora) para protagonizar, sino una porno, una escena no apta para menores de edad. Vamos, un polvo de padre y muy señor mío.

Cuenta la leyenda que lo mejor de las broncas es cuando se alcanza la tregua, se entierra el hacha de guerra y se procede al polvo de reconciliación. Durante estos episodios post bronca la adrenalina corre por las venas y el final de la historia termina escribiéndose irremediablemente entre sábanas que acaban más revueltas que nunca.

Biopsicología de la emoción

La respuesta está en la biopsicología de la emoción. Esta ciencia explica las razones por las que disfrutamos de forma especial de los encuentros sexuales tras una riña. Las emociones son un fenómeno dinámico y altamente contagioso que se propagan fácilmente entre individuos. En la pareja sucede de forma mucho más intensa. Por eso no es extraño que en el terreno sexual, tras una bronca (liviana o monumental), ese contagio responda además a lo que se conoce como el paradigma de la transferencia de excitación.

Dolf Zillman contaba en los años 70 que “La excitación residual de una excitación previa se une a la excitación generada por la nueva excitación y atribuimos por defecto su causa a los acontecimientos del presente cuando realmente están en el pasado”. ¿Mande? Lo que este buen hombre (y tremendamente sabio) intenta explicar con su enrevesado lenguaje es que la razón de que vuestros polvos post bonca sean tan tremendos está en la excitación causada por el enfado previo.

No siempre vale

A través del sexo se sublima la agresión. Ciertísimo. Pero si no existen besos y ternura, el pifostio, el problema base vamos, no se solventa y el sexo no termina arreglando nada. Esta creencia popular que sostiene que todos los problemas se solucionan en la cama provoca que no pocas parejas dejen para mañana la resolución de sus malos rollos. Con esta postergación infinita de los conflictos de la pareja para un porvenir que jamás llega, el sexo se convierte en una terapia contraproducente. Hay que hablar, la comunicación es básica y no me cansaré de decirlo. 

En las parejas más estables y exitosas, esas que rezuman bienestar conjunto, compenetración y un exultante buen rollo, el sexo implica además de atracción física y pasión, sentimientos. Muchos y muy buenos. Difícilmente se pueden tener relaciones sexuales satisfactorias si existen problemas por ahí bambando y rendijas sin resolver. Si la pelea es monda y lironda el sexo puede ser un buen aliado para aligerar la desavenencia, pero si las broncas son continuas y esa necesidad de acabar en la cama después de discutir es permanece en el tiempo, el erotismo naufragará titánicamente. Y con ella la relación de pareja.

Hombres vs mujeres

Después de un capítulo de sexo de reconciliación hombres y mujeres funcionamos de manera distinta  A la mujer la bronca no se le pasa, mientras que el hombre actúa como si no hubiera pasado nada, rollo aquí paz y después gloria. Para evitar que el erotismo post bronca termine fusilando a la pareja hay que entender que hombres y mujeres tenemos estructuras psíquicas diferentes. ¡Ataques bienvenidos! Como siempre.

Aviso a os lectores y lectoras: Para un mejor entendimiento de los sexos, el hombre tiene que aceptar que la mujer no posee la capacidad de poner los problemas a un lado y follar como si no hubiera pasado nada. Y la mujer tiene que saber que los hombres sí pueden discriminar y que para muchos de ellos el sexo no es más que un resorte para desestresarse, relajarse y aliviar las tensiones cotidianas.

No sé qué pensaréis vosotros de zanjar la riña con una sesión de sexo, pero desde luego follar es infinitamente mejor que acabar como los Rose. A ostia limpia.

 A follar a follar que el mundo se va a acabar.