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Infidelidades en la luna de miel

La infidelidad es, por definición, un terreno muy pantanoso que daría para cientos de post. De hecho, ya la hemos abordado alguna vez desde aquí, aunque muy humildemente, como digo, porque tiene millones de aristas y odio las generalizaciones. En este caso, a partir de dos historias que me han llegado recientemente, quería plantear un interrogante desde un punto de partida muy concreto: ¿Es una infidelidad más grave o más imperdonable si se produce durante la luna de miel?

GTRES

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La pregunta que os hago parte del debate que esta semana ha estallado en la oficina a raíz de un suceso reciente. Resulta que un compañero, soltero por vocación durante años, se casó en agosto con la que parecía haberle hecho sentar la cabeza, una chica a la había conocido un par de años antes. Fueron muchos los que no dieron un duro por la relación, pero la boda pareció callar muchas bocas. El caso es que, nada más volver al trabajo en septiembre, nos ha sorprendido a todos al contarnos que el matrimonio no es lo suyo, que ha resultado un fracaso y que van a divorciarse.

¡¡¡¡¿¿¿Cómo???!!!! La maquinaria del chismorreo no tardó en ponerse en marcha y enseguida empezaron los comentarios y preguntas sobre las razones del terremoto. Al final, matices aparte, resulta que sucedió lo siguiente: estaban en cierta isla del Índico, compartiendo estancia y actividades con otras parejas de recién casados españoles, y congeniaron todos tan bien tan bien que en una discoteca, en uno de los baños, la muchacha pilló al recién estrenado marido comiéndose a chorros a otra reciente esposa. Imaginaos el papelón. Shock, gritos, llantos… Por lo visto la pobre llamó a sus padres para que fueran a recogerla al aeropuerto apenas dos días después. Y fin de la historia.

Y digo yo, ¿para qué coño se casaría el tipo? Como mínimo, la boda simboliza el comienzo de algo nuevo juntos, y empezar ese nuevo proyecto con mentiras y traiciones pues no sé, como que no. Es una doble putada, a mi juicio, aunque los cuernos escocer siempre escuecen, con boda o sin ella. La historia me ha tenido varios días dándole vueltas a la cabeza, y no he podido evitar acordarme de otros casos que creía olvidados y que me han hecho pensar que no es tan infrecuente como podríamos creer. Como Raúl, el hermano de una amiga, que en su luna de miel buscaba excusas cada tarde para ir a llamar a su amante, o como Sandra, que en la suya no paró de tontear con uno de los animadores del hotel, hasta el punto de acostarse con él en los vestuarios del gimnasio una hora antes de que lo abrieran. Lunas de miel… o de hiel. Depende del lado que te toque.