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Hipergamia femenina: ¿a las mujeres solo nos mueve el interés para encontrar pareja?

Hace unos días subí un vídeo a Tiktok en el que comentaba lo excitante que me resultaba que mi pareja me apoyara en mi desarrollo profesional.

Aquel vídeo se viralizó no por lo que me habría gustado, ya que la mayoría de respuestas que recibí fueron que luego les dejábamos por otro con mejor posición o dinero.

Sobre todo había un término se repetía sin cesar: ‘hipergamia femenina’.

Marc Anthony y Nadia Ferreira

@nadiatferreira

(¿Cómo que aún no me sigues en Instagram? Pues venga…)

Una rápida búsqueda en Google me llevaba única y exclusivamente a vídeos de YouTube con la explicación del concepto (todos grabados por hombres, por cierto).

En ellos se comentaba que la hipergamia femenina es una práctica mediante la cual las mujeres solo nos emparejamos con alguien en función de su posición social o su capacidad económica, buscando siempre una comodidad (y sin atender a otros factores).

Dicho en pocas palabras: que nos movemos por el interés y no por el corazón.

Aquello me dejó un poco en shock, especialmente cuando en mi entorno, la mayoría tenemos salarios casi iguales, habiendo también parejas donde ella gana más y no ha ido a buscar otro compañero acorde a su nuevo nivel económico.

Pero no quería sacar conclusiones por mi círculo, así que fui a los datos oficiales, la fuente fiable de información.

En 2019, el Estudio de Condiciones de Vida del INE se hizo esta pregunta y quiso analizar la cantidad de solteros y solteras en función de su renta.

Lo que revelaron los números fue que la cantidad de mujeres sin pareja era la misma tanto si su capacidad adquisitiva era menor como mayor.

En cambio, los hombres con una renta elevada tenían menos posibilidades de estar solteros que los de rentas más bajas.

Así que, si la hipergamia femenina fuera una realidad, sí que se vería reflejada en el estudio mediante una diferencia entre las solteras más y menos pudientes.

Es decir, habría más solteras en el extremo de las que tienen rentas altas ya que no ‘necesitarían’ hombres con dinero, lo que según el razonamiento de la hipergamia, sí hacen las de rentas más bajas.

De la misma manera, en ese último grupo habría menos mujeres solteras.

Lo que sí sucede es la diferencia de solteros en el grupo de hombres, que es lo que podemos ver socialmente completamente normalizado en algunos ejemplos que todos conocemos.

Leonardo DiCaprio, Marc Anthony, Dennis Qaid o Sean Penn son algunas estrellas conocidas por estar con mujeres a las que doblan (o casi triplican) la edad.

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La prueba de que con su posición social, fama o desahogo económico no tienen parejas de su edad, sino que el denominador común de todas sus compañeras es la juventud y la belleza.

Entonces, a ver si no es la hipergamia femenina lo que realmente es preocupante a la hora de encontrar pareja, entre los hombres que tienen menos posibilidades económicas, sino el machismo de toda la vida, que anima a que, en cuanto tengas ocasión, te dejes mimar por un sugar daddy.

A mí, a día de hoy, me siguen llegando propuestas por Instagram, por cierto.

La diferencia es que prefiero a mi lado un compañero que me valore por quién soy, que esté en lo bueno, en lo malo, en lo peor y en lo mejor, independientemente de cuánto sea su nómina a final de mes, es decir, sin mirar quién es mi ‘mejor postor’.

Ya que esa persona solo me vería a cachos, como un cuerpo desechable por el de la siguiente cuando el mío empiece a cambiar por la edad (o la ‘Regla de los 25 de DiCaprio’).

Quizás quienes esgrimen la hipergamia femenina deberían recordar que ya no necesitamos quien nos mantenga, porque la mayoría de nosotras somos mujeres trabajadoras.

Eso a diferencia de nuestras abuelas, que no podían acceder al mercado laboral, por lo que les era imprescindible alguien que trajera el salario a casa.

Justo por eso, por primera vez ya no tenemos que escoger por nuestra seguridad económica. Podemos buscar un buen compañero, que tampoco es fácil.

Así que, a los datos me remito, quizás por esa razón, sea como sea nuestra situación económica, la cantidad de solteras se mantiene constante.

Mara Mariño

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Menos sexo pero más ‘kinky’, así seremos entre las sábanas este otoño

Si, hasta hoy, los días en Barcelona empezaban con un sol radiante, el primer día de otoño ha dejado las cosas claras.

Se acabaron las tardes dando un paseo por la Barcelonesa y sentándome en la arena. La ‘cuddling season -la temporada de abrazarte a alguien debajo de una manta y ver maratones infinitas de series o películas- está a la vuelta de la esquina.

UNSPLASH

Después del verano de la revolución sexual en el que además de querer disfrutar por primera vez de viajes fuera del país desde que empezó la pandemia, tocaba ‘recuperar’ el tiempo perdido.

Las citas que nunca llegaron a concretarse y las personas que tenían un polvo pendiente en la lista.

Han sido unos meses tan relajados y fáciles, que el agobio de que se acorten los días, el tiempo empeore y, en definitiva, lo que más apetezca sea estar en casa, está desequilibrando la balanza hasta el punto de que tener pareja, vuelve a ser el objetivo.

O al menos, es lo que ha revelado el último estudio de Hinge Labs.

Parte del público de las aplicaciones de ligar ha cambiado su forma de interactuar desde que el verano ha llegado a su fin.

Por mucho que ambas personas estén vacunadas, un tercio de los usuarios posponen el primer encuentro sexual, alejándose otra vez de los encuentros esporádicos y los líos de una noche.

¿Significa eso que quienes hagan swipe por Tinder, Bumble, Grindr o Happn tienen menos sexo?

No, pero sí con menos gente. Como punto a favor, el sexo que buscan es mucho más interesante.

Ese tercio de usuarios quieren dar con quien explorar sus fantasías, las mismas que descubrieron durante 2020, ese año que nos hizo reflexionar desde si nos gustaba nuestro trabajo a lo que nos excitaba en la cama.

Al buscar personas con las que surja probar cosas nuevas, es más que comprensible que la situación no se dé en un contexto casual.

El BDSM o incluso el sexo anal son algunas prácticas que necesitan la confianza suficiente como para liberarse de estereotipos, superar nuestros propios tabúes y también saber que estás en buenas manos (o genitales).

Duquesa Doslabios.

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Mi cita con el terror de las nenas

Querid@s,

Nuestro paso (el de Víctor y mío) por el programa de Primeras Citas  (#FirstDatesha dado de qué hablar. Tengo un buen amigo con el que acabo de hablar que hasta me dice que entre tanta cita romántica en la que todo eran risas, jolgorio y buenos modales, la de Víctor y la mía, fue una cita que, como poco, dejaba un desagradable sabor de boca. Como cuando uno se come un limón y no le queda otra que poner cara de pocos amigos y de puro asco.

Está claro que lo que mal empieza, bien no puede terminar. Y les confieso que no fue para menos. No me dedicaré a meterme con él. Creo que las cosas caen por su propio peso y que con su actitud lo dijo todo. Sé que algunos pensarán que yo también tengo lo mío y no les quito razón. Pero nadie es perfecto, ni siquiera ustedes. En mi defensa sólo puedo decir que fui yo misma e intenté ser lo más educada posible. Hasta el postre. Me quedé con ganas de hincarle la dentadura, pero a esas alturas del fatal desencuentro, la velada comenzaba a resultarme del todo insoportable, aburrida y mi acompañante, abyecto y bastante anodino. Torrente a su lado, un perfecto caballero.

Si esa cita hubiera tenido lugar sin cámaras y en un contexto normal, ya les aseguro que servidora se hubiera esfumado en el preciso momento en que el informático hizo su estelar entrada en el restaurante. Para los que se lo pueden preguntar, les confirmo de antemano que yo no estaba ahí para buscar novio. Entre otras cosas, porque esas cosas no se buscan. Yo estaba ahí para pasármelo bien, para conocer gente y probar suerte en esto del amor vía un programa de televisión. También a hacer televisión, con mejor o peor suerte– y a intentar darme a conocer, pues a mis treinta y cinco primaveras sigo diciéndole a mi madre que quiero ser artista. Y también a intentar que sean más los lectores que se dejen caer por este blog que siento mi casa.

Por si no quedó revelado en el programa, antes de la cita- según él mismo me afirmó ni corto ni perezoso- había amenizando su velada bebiendo birras con un colega en el parque y que a él las morenas no le gustaban, preferencia que ya había comunicado de antemano al programa y no entendía porque no había ahí una rubia para él. Comentarios zafios inundaron nuestra maravillosa velada. La verdad es que me lo pase hasta bien, pero me dio pena ver cuan profundo puede descender la condición humana con tal de dar de qué hablar.

Lógicamente no sale todo, pero «mi cita» me deleitó con comentarios tan ofensivos que entiendo que la cadena ha decidido omitir. Pero echando mano de aquel refrán manido pero escrupulosamente certero, no ofende quien quiere, sino quien puede. No les entretengo más por hoy. Sólo espero que nadie se encuentre en la fastidiosa tesitura de compartir un desencuentro con un@ señor@ de semejante calaña. Ni siquiera en la televisión.

Resultó que inmediatamente despues de la fatídica cita, los reponsables del programa me dijeron que mi cita verdadera se habia puesto enferma justo antes de que comenzara la grabacion y que el terror de las nenas era el sustituto. Se disculparon conmigo y me confesaron que se habían equivocado con él, a pesar del casting que sí realizó. Fueron muy amables y me pidieron que me quedara un día más y que al día siguiente tendría la cita con el chico que habían buscado ex profeso para mí. Así tuve la oportunidad de probar suerte una vez más en esto del amor y me atreví con una segunda cita a ciegas. Lógicamente infinitamente mejor que la del informático. Ni a la suela de los zapatos le llegaba el terror de las nenas al caballero que tuve el placer de conocer al día siguiente. Por si les apetece, se emite este jueves, o viernes. Ya les contaré…

Que follen mucho y mejor.